–Akari-chan… ¿Dónde estás?

Que hermosos recuerdos los que ella guarda, momentos felices al lado de la que una vez fue su fábrica de abrazos. Kyōko ahora siempre le veía divertida, ahora pareciera que los papeles han cambiado. Mientras Kyōko dejo ese lado asustadizo y llorón, parecía que Akari lo recogió de algún lado. Como le alegraba, ahora ser su protectora y la dueña de su corazón.

–aquí Kyōko-chan

Hay que devolver el gesto multiplicado por mil. No bastan ahora solo abrazos e intentos por levantar el ánimo. Kyōko lo descubrió hace poco, entre besos y caricias inocentes

–Akari-chan te quiero

Ahora era el amor lo que una vez floreció entre esta grandiosa amistad. Ya no es Kyōko quien llora, ya no es Akari quien la abraza. Kyōko le susurra, Akari se sonroja

–Kyōko-chan te quiero

Akari sabe que solo entre sus brazos ella se siente segura. Kyōko sabe que ahora ya nunca podrá dejar de abrazarle. El amor florece en cualquier parte, amor puro es lo que ellas comparten.

–¿me regalarías un besito mmm…?

Se ha vuelto adicta a su sonrisa, a su dulce aroma, al fuego de sus cabellos, al sabor de sus labios. Su corazón lo sabe, su alma lo confirma. Kyōko está muy enamorada de su amiga

–Kyōko-chan… aquí no

¿Qué es tenerlo todo?.

Para Kyōko es solo tenerla a ella. Escuchar la tranquilidad de su corazón, ver lo adorable de sus sonrojos, ser acariciada por tal delicada flor mientras se deleita con ese agradable aroma. Las estrellas pueden ser testigos del momento, y en sus destellos abrirán cada vez esos recuerdos. Akari no necesita nada, si Kyōko la llena de felicidad.

–¿no me quieres?

La suave briza que entrara por la ventana, jamás podrá negar lo mucho que ellas se aman. Podrá llevar muy lejos lo que ve, oye o siente, pero nadie más que ellas sabrán entenderle.

–te amo Kyōko-chan, no pienses lo contrario, te amo demasiado.

Mientras sus miradas van sobre las luces de la ciudad, Kyōko abraza con más fuerza el cuerpo de su doncella. La chica que ahora le mira enamorada, suspira y se aferra con mayor fuerza. Akari siente su corazón, Kyōko de igual forma lo siente danzar. Akari la mira, Kyōko se inclina.

–te amo Akari-chan, tranquila, solo jugaba

Sus mejillas rojas están, Kyōko goza verla indefensa. Akari pierde la paciencia y une sus labios con los su cabeza hueca. El beso dura lo suficiente, aunque siempre habrá más. Recostada sobre Kyōko, Akari mira por la ventana una estrellita fugas. Nunca pensó en pedir un deseo, pues estar con Kyōko era suficiente.

–¿Cuándo se lo diremos a las demás?

–naa… déjalas, alguien día lo sabrán

Aunque sus amigas se enterasen, ellas se tendrán una a la otra para bien y para mal. No hay porque alarmarse, Kyōko la ama y Akari a ella. Siempre lo demuestran, ya sea con un beso, un abrazo, un te amo. O como lo que en ese momento hacían en la casa de Kyōko. Ir a la cama y dormir abrazadas.