DISCLAIMER: NADA DE FINAL FANTASY VII ME PERTENECE.
PRÓLOGO.
El fuego de la chimenea crepitaba de forma relajante, tranquilizando mis sentidos y haciéndome sentir seguro de mi mismo.
-Bueno, y… ¿qué piensas hacer? - me preguntó Aerith, mirándome fijamente.
Recorrí la habitación con la mirada, recostándome en la enorme silla. Clavé la vista en el fuego y me llevé la mano a la barbilla.
-Es fácil. Y creo que tu ya sabes que tienes que hacer. - La miré. Alzó una ceja, apremiante.
Aerith era de las mejores guerreras que tenía entre mis aliados. Tenía que aprovechar todo su potencial para averiguar que se traían entre manos ese grupo de guerreros aficionados contra mi. Avalancha. ¡Bah!
-¿Acaso crees que infiltrarme es la mejor solución para encontrar una respuesta a tus preguntas? -me espetó, sacudiendo su largo cabello castaño.
-Si. - respondí, tranquilo.
-Creí que eras un gran Dios. No un …
-¿Un qué?
-Un mequetrefe. -escupió, con todo el odio que llevaba dentro.
Di un puñetazo sobre la mesa. La miré, furioso mientras fruncía el ceño.
-¿Qué has dicho? - grité.
-Será mejor que te tranquilices. - dijo lentamente. Cada palabra suya era empleada con un tono lento y amenazante.
Inspiré y espiré lentamente, intentando hacer caso de lo que me pedía.
-Bueno… ¿harás lo que te pido? - inquirí, alzando una ceja.
-¿Cuánto me pagarás por ello? - dijo, con tono sensual. Me había olvidado cuanto amaba el dinero esa chica.
-Primero hazlo. Y luego me traes noticias. Tu eres la única que puede actuar en ese grupo. Eres la única que no se ha mostrado en los medios.
-El verdadero poder está en la sombra, Sephiroth. - murmuró.
-Tienes razón. Eres un arma letal. Espero que te emplees a fondo. Creo que sabes lo que pasará si lo haces.
-Aunque fallara… -dijo, mirándome fijamente. - no dejaría que me matases. - concluyó con una leve sonrisa.
-Claro, cariño. - dije, sonriéndole a su vez.
-Bueno… me voy. Tengo que infiltrarme en un grupo de chicos malos. - dijo, riendo mientras salía del salón.
-Por supuesto. - susurré, una vez estuvo fuera del salón.
De repente, el fuego de la chimenea se apagó, reduciendo la leña a cenizas.
Fin Del Prólogo.
Bueno! Os dije que la volvería a escribir, y aquí estoy, cumpliendo con mi promesa! : ) Espero que os haya gustado! Bsos!
