Naruto (c) Masashi Kishimoto


Apocalipsis


"(…) Y cada vez, al arrancarme una careta, al derrumbamiento de un ideal, precedía este horrible vacío y quietud, este mortal acorralamiento, aislamiento y carencia de relaciones, este triste y sombrío infierno de la falta de afectos y de desesperanza, como también ahora tenía que volver a soportar." El lobo estepario, Hermann Hesse.


I: El Ángel Caído


'La guerra ha llegado a su fin'

Fue una oración definitiva. Una sentencia que indicaba el fin de un periodo y el comienzo de otro completamente distinto. El ambiente explotó. Los heridos ignoraron sus sangrantes raspones para dar un grito de triunfo. Los guerreros dejaron atrás el pasado doloroso y entraron en aquel clima de euforia.

Por el contrario, más alejado de la multitud, se ve una sombra, distante, ensimismada.

Sasuke Uchiha no era conocido por ser sociable. Sus relaciones se basaron en alianzas, impuestas o voluntarias, pero alianzas al fin.

No prestó atención a la muchedumbre. Todo lo contrario, luego de escuchar aquella declaración, su negro mirar se ausentó.

Las palabras se filtraron en su mente, provocando un caos. Los recuerdos felices se entremezclan con los pensamientos sobre muerte y el deseo corrosivo de venganza. Hay tanta sangre en sus memorias que no sabe si en algún momento ha vivido en paz.

Respira profundo. Una, dos veces. Mira hacía el cielo anaranjado por el arribo del atardecer. No entiende en qué instante ha llegado a ese estado de insensibilidad. No recuerda cómo es que terminó luchando por el bando que él creyó querer destruir. Las cosas no son claras en su cabeza, aún no alcanza a comprender la verdad de los hechos. Se siente confuso y perdido. Como un niño despojado del vientre materno.

Mira a su alrededor, oye los alaridos de victoria. El jubilo no llega hacía él. La adrenalina, esa vieja compañera, ya no corre por sus venas. Cada latido de su corazón le provoca dolor físico. No, pero no aquel dolor lejano que el anestesiaba con odio en estado puro. No aquella lastimosa punzada que lo acompañaba todas las noches.

Este dolor era diferente. Le arrancaba el aire de los pulmones. Le estremecía el cuerpo. Sus ojos escrutaban a su alrededor, buscando inmediatos culpables, no siendo participe de la felicidad en los demás. Pero aquella visión de sonrisas y ojos brillosos no hizo más que empeorar su situación. Se sentía completamente ajeno. Un intruso. Un invasor en tanta felicidad.

Y fue en ese momento, en el que el último de los villanos había sido vencido, en que la gente que merecía vivir celebraba su victoria. En ese momento de tanto festejo, él se sentía miserable.

Idiota. Usado. Inútil.

Vacío.

Se dio cuenta que toda su vida había sido como una marioneta, manejada por hilos de algún extraño de cara borrosa que jugaba con su destino.

¡Vaya vida la del vengador!

El nació para ser un grande, lo supo siempre. Admiró a su hermano por ser todo lo que él deseaba. Y a pesar de aquel odio que profesó hacía él luego de la masacre, la admiración y el respeto seguían intactos.

Creció como un héroe. Él iba a ser el que salvara a los demás. Él era el fuerte, el protector. Un prodigio, un privilegiado.

Dulce, dulce condena la suya.

De figura majestuosa a títere vacío. De respeto a desprecio. De amor a odio.

¿En qué momento todo se dio vuelta? ¿Cómo era su vida antes?

Entonces, retrocedió a sus doce años, a la edad donde sus sentimientos se encontraron. Donde vivió experiencias nuevas. Donde recobró el sentido. Había gente que le importaba. Había gente a la cual él le importaba. Por primera vez en mucho tiempo sintió aprecio y miedo. Y todo parecía tan simple. No se reconocía a sí mismo. No entiende como hacía para sonreír —de manera sardónica y pequeña, pero afectuosa al mismo tiempo.

Mira una vez más a su alrededor, tratando de despejarse y reconociendo de a poco a las figuras.

Ve primero al más bullicioso de todos, a aquel que se autoproclama su mejor amigo, su hermano. Sasuke aún no deja de ser un poco escéptico con respecto a eso.

Según aquel extraño, ambos comparten el mismo dolor, la misma soledad y el mismo miedo al rechazo. Sufrieron el desprecio en diferentes tiempos pero de igual modo. Supuestamente se entienden mejor que nadie. No hay otra persona que pueda decir haber pasado lo mismo que ellos.

Recuerda exactamente como hacía sólo un par de horas se enfrentaron en una batalla sangrienta y definitiva. Como se gritaron, insultaron, golpearon. Como si fuera la última vez que lo harían en sus vidas. Como si todo se resolviera con su duelo. Muchas emociones chocaban en sus puños. No sólo eran dos amigos de lados diferentes, eran dos ejemplos de una misma vida conducida por desiguales caminos. Eran dos ideales contrarios colisionando en una lucha sin fin.

No hubo vencedor ni vencido. No hubo empate tampoco. El resultado fue tan extraño que incluso él no lo comprendía. Sólo sabe que las palabras de su autoproclamado hermano calaron hondo, llegando a responder algunas de las preguntas que él no dejaba de hacerse. Se dio cuenta que quizás las respuestas estaban en aquel pasado del cual él renegaba, que despreciaba. Que el sentido estaba escondido en aquellas personas que el ambicionaba ver muertas más que a nadie. Porque si él quería continuar con su camino de venganza necesitaba cortar los obstáculos de raíz.

Matar, herir, borrar.

¿Qué sentido tiene seguir el camino del vengador si se tiene puntos débiles al cual atacar?

Él prefería eliminar aquellos inconvenientes que le impedían continuar con su destino. Lo intentó, trató de prescindir de los estorbos. Pero otra vez el azar se reía de sus decisiones. No sólo no pudo acabar con aquellas personas, sino que ellos fueron capaces de llegar a su fragilidad.

Y fue así como terminó luchando al lado de gente desconocida, defendiendo ideas que ni él mismo creía.

Pero ahora nada de eso importaba.

Nada importaba porque la guerra había llegado a su fin y él había llegado a la conclusión de que su vida no tenía sentido. De que nada valía la pena. Tanto se había jactado de renunciar a lo que fuera con tal de lograr sus propósitos, que no tenía derecho a quejarse. No es que le importara tampoco. La desidia lo había invadido antes de que pudiera encontrar una mínima razón para combatirla.

Luego de tanto dolor, de tanto odio, tantas batallas ganadas y perdidas, de ver su vida convertida en una sátira, de verse a sí mismo como un juguete de la suerte; su más grande preocupación, su mayor anhelo, aquello que en verdad le intoxicaba el pensamiento todos los días de su existencia… seguía presente.

Y si vuelvo ¿Qué hay para mí?

— ¡Sasuke-kun!


TBC.


¡Hola! ¿Cómo están? :B Se podría decir que he regresado, aunque técnicamente nunca me fui (?. Bien, les traigo una nueva historia. No será muy larga, de hecho, ya tengo escritos todos los capítulos, me falta sólo el epílogo. Pero es un... (¿Four-shot? ¿Five-shot?) Digamos que se avecinan tiempos difíciles para mi hermosa pareja (con los capítulos que se vienen en el anime, veo a muchos antis resentidos tratando de degradarla D:) así que escribo a modo de apoyo (:. Mínimo, trivial, insignificante, pero al menos sirve como descarga :D. Espero que les guste este comienzo, que si bien no tiene SS, está hecho con todo el amor que le tengo a ese pairing (L).

¡Los veo en el siguiente capítulo!

Lolly