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Fuera de control. Así es como estaba mi cabeza, mi cuerpo y la situación dentro de esa habitación. Mi mente no lograba comprender como en cuestión de minutos todo se estaba viniendo abajo sin darme tiempo a nada. ¿Como habíamos llegado hasta aquí?
Acababa de pasar el momento más maravilloso junto a Lexa, acababamos de entregarnos la una a la otra y sin necesidad de palabras, nos habíamos dicho todo lo que necesitabamos. Y ahora ella estaba desangrandose delante de mi por culpa de Titus.
Estaba desesperada y empezaba a destrozarme el hecho de que el mismo hombre que le había disparado, se estaba pintando con la sangre de Lexa y parecía resignado a la muerte de su comandante, al igual que ella. ¿Porque estaba así de tranquila? Sabía que su cuerpo no estaba aguantando, podía intuir que se estaba retorciendo de dolor, pero en cuanto le dijo algo a Titus en su idioma, su mente y su cuerpo parecieron relajarse, esperando el momento en que todo terminara.
-Clarke... - escucho que me llama Lexa. Su voz, débil, consigue sacarme de esa olla a presión que es mi mente, donde se me cruzan miles de pensamientos por segundo.
-Estoy aquí. - le digo totalmente perdida, sin saber lo que tenía que hacer y con un nudo en la garganta que no me permitía respirar del todo. Mientras acariciaba su cabello en un intento de tranquilizarla a ella o de tranquilizarme a mi misma, podía ver en su mirada preocupación por como estaba reaccionando.
-Ai gonplei ste odon. - me avisa de que su lucha ha terminado y a mi se me revuelve el estómago.
-No. No. No lo acepto. - le contesto enseguida, casi sin poder aguantar las lágrimas un segundo más.
-Tienes razón, Clarke. La vida es más que sobrevivir. - continúa diciendome mientras su voz cada vez suena más apagada. Yo niego con la cabeza, llorando mientras sigo acariciándole.
Y de repente, me paro a pensar en lo que me ha dicho, y me doy el privilegio de pensar únicamente en eso. ¿Que sería de mi vida a partir de ahora sin Lexa? Tan solo viviría para sobrevivir a los días sin ella. Mi respuesta es instantánea, no hay duda.
Y ese segundo de meditación que me he permitido me despierta. No puedo dejar que Lexa muera. No estoy haciendo nada más que llorar y lamentarme. Necesito pensar como mi madre lo haría, como una doctora.
¿Por donde empiezo?
La bombilla se me enciende.
-Titus, busca a Aiden y tráelo ahora mismo. - le ordeno con voz firme mientras vuelvo a presionar la herida de Lexa con fuerza, tratando de taponar la salida de sangre.
-Pero...
-¡Ya! - grito ante su titubeo, girandome hacia él para que viera que hablaba en serio. Supongo que mi determinación lo convence o quizás es simplemente la mirada de Lexa, pero el hombre sale corriendo de la habitación. - Voy a curarte, Lexa, pero necesito que no te rindas, necesito, por favor, que te quedes conmigo. - le pido mientras que me inclino hacia ella y junto nuestras frentes. - ¿Lo harás? Prométeme que lo vas a intentar... - le ruego con desesperación en mi voz. Ella se limita a asentir, mientras que me mira de esa forma que consigue hacerme sentir la persona más maravillosa de la Tierra.
Es el tiempo justo para que Titus entre seguido de Aiden, que al ver a su comandante pone cara de terror, pero intenta recomponerse rápido.
-Aprieta aquí, Murphy. - le pido al chico del que practicamente me había olvidado y que miraba la escena algo sorprendido y fuera de lugar.
Escucho como Aiden le pregunta a Titus que ha pasado y este le dice que ha sido un accidente mientras que yo busco por mi habitación los utensilios necesarios para dar el primer paso para curar a Lexa. Cuando lo tengo todo listo, me acerco de nuevo a la cama y le hablo a aquel niño que había conocido unas semanas atrás.
-Aiden, Heda está muy herida y está perdiendo mucha sangre. ¿Estás dispuesto a darle un poco de tu sangre para que pueda curarla? - le pregunto casi por cortesía, sabiendo que en mi desesperación podría llegar a atarlo y obligarle a que ayudara a su comandante. Es el primero que me ha venido a la mente para preparar una transfusión de sangre. Él tiene la misma sangre que Lexa, así que espero que funcione. Afortunadamente, no hará falta obligarle. Aiden mira a su comandante unos segundos para volver su mirada a la mia y con un simple asentimiento, darme permiso para hacer mi trabajo.
No tardo en ponerme en marcha, conectándolos a través de dos agujas para que Lexa no muera desangrada. Tampoco me alargo mucho en apartar a Titus y Murphy de Lexa.
Le pido a Titus que limpie la sangre que sigue saliendo del cuerpo de la comandante para que pueda ver algo mejor, cojo el material que el propio Titus había estado preparando para no quiero pensar que le iba a hacer a Lexa, la miro a ella, quien me mira algo asustada, pero dandome toda su confianza, logrando regalarme media sonrisa y es todo lo que necesito para emezar.
Hago una incisión en la zona donde ha impactado la bala. Lexa se retuerce de dolor mientras hago todo lo posible por encontrar la bala y sacarla de su cuerpo, pero no logro localizarla.
-No puedo encontrar la bala... El color de la sangre no me deja ver bien... - digo casi en un susurro, mientras Lexa cada vez se mueve y grita más por el terrible dolor de estar operandola sin anestesia. - Sujétala, Murphy, no dejes que se mueva. - le pido al chico, que en seguida la sujeta por los hombros.
Yo no me rindo, sigo buscando y encuentro premio a mi persistencia. Al extraer la bala, Lexa se desmaya y aunque me asusto en un primer momento,Murphy me tranquiliza asegurandome que sigue con pulso, aunque bastante débil.
Sigo mirando dentro de Lexa, pues sigue sangrando y no se porque, hasta que veo que la bala ha rozado su estómago y es por donde está perdiendo sangre.
Mis manos trabajan sin descanso, rápidas, cosiendo y asegurandose de que no se me pasaba nada por alto. No sé cuanto tiempo llevo sumergida en la operación, podrían ser horas y a mi se me han pasado como minutos.
Nyko se ha presentado en algún momento para ayudarme con la operación y con Aiden, tratando de mantener al chico hidratado y en buen estado para seguir dejando su sangre a Lexa, quien ha ido yendo y viniendo durante la intervención, desmayándose continuamente, incapaz de soportar el dolor.
Ahora acabo de cerrar la herida. La coso después de pedirle a Nyko que traiga algunas cosas para ayudar a Lexa con el dolor y a prevenir infecciones.
El último punto de sutura, corto el hilo y me giro hacia Aiden, quien ha estado toda la operación agarrado a la mano de su comandante, como si así estuviera impidiendo que se fuera y yo, sinceramente se lo agradezco.
-Hemos terminado, Aiden. - le informo mientras retiro la aguja de su brazo con cuidado.
-¿Heda se pondrá bien? - pregunta mirándome con preocupación. Yo le sonrío de medio lado, sin ganas y en un primer momento quiero decirle que sí, que estoy segura de que todo estará bien, pero prefiero no mentirle.
-Me encantaría poder decirte que sí, Aiden, pero la verdad es que no lo sé. La herida era bastante fea y...
-Heda es fuerte, si ha podido con la operación, tiene que ponerse bien. - me dice convencido.
-Ojalá tengas razón. Heda tiene suerte de tenerte cerca. Has sido muy valiente hoy. - le digo de forma sincera, logrando sacarle una sonrisa orgullosa.
-Puedes ir a tu habitación a descansar, Aiden, Nyko pasará a verte por si necesitas cualquier cosa. - le dice Titus, a lo que el chico obedece.
Y en cuanto sale de la habitación, siento como las manos de Murphy me sostienen por la cintura con intención de moverme.
-Es mejor que nos vayamos ya, Clarke. - me dice y yo solo frunzo el ceño por la tontería que acaba de decir.
-Yo no me voy a ninguna parte, Murphy, tú puedes hacer lo que te de la gana.
Dicho esto, Murphy me mira unos segundos y decide marcharse. En cuanto veo la mirada de Titus a uno de los guardias, sé que Murphy no llegará muy lejos y volverá a encerrarlo, pero ahora mismo me importa una mierda lo que pase con él.
Solo puedo pensar en ella. En que se recupere. En que sea lo suficientemente fuerte como para superar las próximas horas sin complicaciones.
La observo sin descanso y de repente me doy cuenta que la podría haber perdido a estas alturas, pero todavía la tengo aquí y al ser consciente de que he operado a la chica de la que empezaba a estar totalmente enamorada a vida o muerte, noto como mis manos tiemblan.
Mi mirada se queda fija en ellas, llenas de su sangre y sin conseguir controlar el notable temblor. Veo como Titus posa sus manos en las mías y en cuanto me roza las apartó con rabia, mirándolo con todo el desprecio y el odio que siento en ese momento hacia él. Él simplemente suspira antes de hablar.
-Deberías ir a lavarte y yo mandaré que limpien a Lexa y la llevaré a su habitación.
-No me muevo de aquí. Yo me encargo de Lexa. Puedes sacar la pistola otra vez y dispararme, esa será la única forma de que me separe de ella. - le digo en un simple susurro.
-No voy a dispararte. - dice rendido. - Te traeré agua para que os podáis lavar... - dice antes de abandonar la habitación.
Ahora me encuentro con ella a solas y solo soy capaz de sostener su mano con fuerza mientras vuelvo a acariciarle el pelo. Siento que tengo ganas de llorar, pero soy incapaz de hacerlo. Las lágrimas no salen de mis ojos debido a la tensión que siento y yo lo agradezco cuando uno de los guardias me da todo lo que necesito para asearnos y me pide que lo avise cuando esté lista para llevar a la comandante a su habitacion.
Con toda la dedicación y el cuidado del mundo desvisto a Lexa, dejándola únicamente en ropa interior y empiezo a retirar la sangre seca de su cuerpo, de su rostro y de sus manos con la ayuda del agua y unas toallas. Me tomo todo el tiempo del mundo. Mis ojos no se cansan de mirar la piel que había recorrido con mis manos antes de que esto pasara, el solo recuerdo hace que la piel se me erice.
Después de dedicarle toda mi atencion, de asegurarme que seguía estando allí, conmigo, soy yo la que se quita de encima toda la la sangre y la suciedad de encima tras la intervención y me cambio de ropa. Intento hacerlo rápido. Lexa necesita descansar y tomar algunas medicinas y estará mejor en su habitación, donde el espacio es más grande y la cama no está impregnada en sangre como la mía.
Le pongo una manta por encima para que los guardias no tuvieran que verla en ropa interior y les aviso de que puden trasladarla a su habitación. Cuando llegamos allí, la camá está preparada para recibirla y los medicamentos en la mesa, donde Nyko los había dejado según los guardias.
Tras asegurarme de que la he tapado correctamente y darle la dosis de medicamentos que necesitará para ayudarla con el dolor y su hidratación, cojo uno de los sillones donde días antes me senté a dibujarla mientras dormía y lo acerco hasta su cama.
Es increíble como lo de Emerson se quedaba tan atrás y carecía de importancia teniendo a Lexa de esa manera en la cama. Nunca la había visto como ahora, tan apagada, con tanto sufrimiento en su gesto, y aún así, podía decir sin miedo a equivocarme que era la persona con más belleza que había visto en mi vida.
Tenso la mandíbula antes de coger todo el aire que siento que me falta en el cuerpo, pero es inútil, hasta que no la vea bien no podré respirar con tranquilidad.
Tomo asiento en el sillón, me inclino hacía ella mientras que me aseguro de tomar su mano con fuerza y dejo un beso en su frente para pasar a acariciar su pelo en un intento desesperado de que me sienta cerca de ella.
-No puedes dejarme, Lexa. - le susurro cerca de su oído. - No ahora que soy incapaz de imaginarme sin ti.
