Después de la guerra las cosas fueron muy extrañas para todos, ¿cómo se supone que debíamos seguir con nuestras vidas?
Nos acostumbramos a llorar a los fallecidos. Algunos magos se recuperaron más rápido que otros, llenaron de optimismo a aquellos que no podían ver más allá de su dolor. Los Weasleys eran una de esas familias, Harry era uno de esos magos, McGonagall era una de esas brujas.
La abuela de Neville, Augusta, cuidó de Molly, Molly cuidaba de su esposo y juntos de los chicos, sobre todo de George que siempre miraba a su alrededor como perdido, como esperando a Fred.
Poco a poco la comunidad mágica debía ser reconstruida, Hogwarts debía alzarse de nuevo, se necesitaba un nuevo ministro, nueva paz.
Al mes de la última batalla en el castillo, el mundo mágico volvía a una aparente tranquilidad. Se nombró a Kingsley Shaklebolt como nuevo ministro de magia. Se inició la reconstrucción de Hogwarts con ayuda internacional, y antiguos comerciantes del Callejón Diagon volvieron a sus tiendas. Todo estaba encaminado, menos los Weasley.
Comenzó la cacería de mortifagos, la investigación a miembros del ministerio que trabajaron bajo el periodo de Thicknesse, entre ellos Dolores Umbriege que fue encerrada en Azkaban por crímenes contra los muggles, maltrato a criaturas mágicas y supuesta alianza con el enemigo, aunque esto último nunca fue confirmado.
Arthur volvió al trabajo, por insistencia de Bill, eso empezó un poco la rutina en la casa Weasley. Poco a poco se encaminaron.
Para el juicio de los Malfoy, Harry declaró en favor de ellos, pidió que se les juzgara como amigos y se les condenara por sus fallas, pero que para él estaban libres de todo mal. Los perdonaba de corazón. Cuando fue mi turno de declarar solo dije que a Draco, al único que había visto en la batalla, no fue un enemigo, desde el momento en que comenzó todo él se dio cuenta que estaba en lugar incorrecto y se refugió con nosotros en el castillo cuando Voldemore se alejó al bosque a esperar a Harry.
A Narcissa no se le condenó, a Draco Malfoy se le obligó a trabajar en la reconstrucción del Hogwarts como servicio a la comunidad, un mago se levantó y objeto que no estaba de acuerdo, porque Draco Malfoy había matado a Dumbledore.
-Severus Snape fue quien mató a Dumbledore. - defendió Harry - Yo estaba ahí, Draco no quería hacerlo así que Snape se adelantó y lo mató, Snape no quería que Draco viviera su vida con la muerte de Dumbledore rondando en su espalda y era deseo de Dumbledore que Snape lo matara y no Draco.
Un murmullo se alzó en el salón, pero no se habló más del asunto.
A Lucius Malfoy se le condenó a dos años en Azkaban, por ayudar al señor Tenebroso y someter a su familia a obtener la marca oscura.
Los hermanos Carrow, que fueron enjuiciados esa misma tarde, se le dieron cadena perpetua en Azkaban. Neville estaba feliz por eso.
Un años después las cosas parecían marchar mejor, nos invitaron a los tres a terminar nuestros estudios a Hogwarts, pero nos negamos, aunque la nueva directora, McGonagall, ya lo esperaba.
Harry empezó a estudiar para ser auror, Ron igual, pero al tiempo renunció y ayudó a George a reabrir la tienda de bromas. Ginny volvió a Hogwarts, junto con Neville y Luna, Malfoy también. Todos habían seguido con sus vidas, menos yo.
El vació por la pérdida de mis padres no me dejaba seguir adelante, los aleje del peligro, de mí, y ya que la guerra había terminado y el mundo parecía volver a girar igual que siempre, lo que más quería era un abrazo de mis padres, pero parecía que no querían ser encontrados.
Ron intentó seguir con nuestra relación, pero no estaba comprometido a eso, se sentía obligado, o yo lo sentía así. Harry había hablado con Ginny, pero esta le pidió tiempo, la muerte de Fred aún la acosaba, pero se veían en Hogsmade o en el mismo Hogwarts, y su relación estaba empezando a sanar.
Ese día era bastante particular, habían aceptado mi solicitud para trabajar en el ministerio como pasante para el Departamento de Cooperación Mágica e Internacional, estaba entusiasmada, además de que Kingsley iba ayudarme a buscar a mis padres.
Pero tenía una cita con Ron y eso me ponía muy nerviosa. Ya no podíamos ignorar más lo mal que estaba yendo la relación, y aunque estaba claro que seguíamos juntos porque nuestros sentimientos, el del uno por el otros, eran muy reales, no se podía negar que en todo lo demás estamos mal.
Por eso me encontraba en el Callejón frente a uno de los restaurantes elegantes que habían abierto, esperando a Ron.
Llegó puntual, con su sonrisa radiante y un traje hermoso negro. Ron en realidad era muy apuesto. A medida que se acercaba mi sonrisa se hizo más grande y cuando se detuvo frente a mí e hizo ademán de besarme, mi corazón se detuvo por un segundo, no pude evitar suspirar.
-Estás hermosa, Hermy, en serio. - Sonreí, llevaba un vestido sencillo, negro, llevaba un pequeño colgante plateado, que Ron me había regalado días atrás, era sencillo, con pequeños diamantes que le daban un brillo perfecto.
-Tú estás encantador, Ron. - le besé. A veces no podía creer que podía hacerlo, pasé mucho tiempo queriendo hacerlo en el colegio, sobre todo en la época de Lavander, aún no me acostumbraba a poder hacerlo con libertad.
Entramos al restaurante, nos sentaron en una mesa en el balcón, el cielo estaba despejado y la luna estaba grande, hermosa, una noche perfectamente romántica.
-¿Qué sabes de Harry? - le pregunté luego de pedir la cena, no quería entrar de una en la conversación incómoda que nos esperaba.
-Está en Hogsmade, quiere ver a Ginny mañana. - Ron suspiró - Pero creo que solo logra distraer a Ginny. - No pude evitar reír.
-Vamos, es chistoso que digas eso. - Reclamé - Sabes que Gin tuvo muchos novios en el colegio, se distraía más con Dean, Harry solo va los fines de semana. - A ambos se nos reflejó la tristeza en los ojos cuando mencioné a Dean, pero igual asintió. - Y sabes que ella solo quiere jugar Quidditch luego de Hogwarts, volvió por tu madre, esa es la verdad. - Ron suspiró.
En eso llegó la camarera con nuestros platos y empezamos a comer, en silencio, intercambiamos pocos comentarios, pero siempre nos sonreíamos y de vez en cuando nos tomábamos de la mano.
-¿Cuándo dirás lo que quieres decir, Mione? - suspiré, él me conocía bien.
-Ron… yo… sabes que las cosas entre nosotros no están bien. A veces te comportas como si no quisieras estar conmigo y yo… no estoy muy conectada con esto. Te amo, lo sabes, pero creo que…
-No debes de estar juntos, Hermione, - dijo de la nada - no ahora, lo sé, lo vengo pensando desde hace un tiempo. Yo te amo, y no debes dudar de eso, pero nosotros no nos recuperamos del todo de la guerra, tú aún te sientes mal, por lo de tus padres y porque todo el mundo parece seguir con sus vidas, pero sientes que no tienes a nadie, lo sé, aunque nos tienes a Harry y a mí, no somos suficientes para ti, quieres a tus padres y lo entiendo, yo… yo siento que lleno un vacío en tu vida, en la de George, en mi casa y aunque me gusta trabajar en la tienda quiero descubrirme, y no ser solo la sombra de alguien o el amigo de Harry Potter, quiero vivir mi vida y no quiero arrastrarte en el proceso porque no lo mereces, necesitas estabilidad, lo sé.
Por unos minutos no dije nada, medité las palabras de Ronald Weasley, y en ese momento entendí que me amaba de verdad, veía lo difícil que era para él decir que no deberíamos estar juntos, pero sabía que era lo correcto, una parte de mí lo sabía, quería decirle lo mismo, pero ahora lo que tenía planeado decirle parecía ridículo, Ron lo había pensado mucho más tiempo que yo. Eso me hizo sentir un poco mal, volví a suspirar.
-Ron, creo que debemos solucionar nuestras vidas, nuestros deseos, lo que queremos, luego debemos buscarlos y empezar de cero.
Más tarde estábamos en la entrada del restaurante, él me abrazaba por lo que, creía, sería la última vez en algún tiempo. Lo besé y sonreí.
-Mantente en contacto, ¿sí? - pidió.
-Escríbeme cuando decidas qué hacer con tu vida. - pedí.
-Avísame cuando encuentres a tus padres. - pidió.
Y así nos despedimos, Ronald Weasley se alejó de mí. Yo di un par de pasos y desaparecí, no quería estar en público.
