Esta es una pequeña viñeta sobre la vida de Ron y Hermione después de la Guerra que podría ir antes de mi fic "Solo una vida normal" pero que no es necesario leer para entender este, ya que son totalmente inconexas. Gracias por leer.
PD: Ningún personaje es mío, si lo fuera ni trabajaría ni estudiaría, estaría en Punta Cana poniéndome morenísima.
Agradable.
-¡Oh, vamos! ¡Es para una emergencia!- Decía un joven pelirrojo mirando a la chica castaña que lo acompañaba.- Por si vienen tus padres, Harry y Ginny, para cuando tengas un antojo…
-Para cuando tú tengas cientos…-Reclamó la chica.- Eres increíble, ya hemos comprado dos tarrinas de helado, Ron, ¿y ahora me vienes con estas?
-¡Pero que no son para mí!- Reclamó Ron sonriendo ligeramente. La joven le miró enarcando una ceja, signo de su incredulidad.- Bueno, puede que 10 ó 15 como máximo, sí. Pero Hermione… ¡es genial! Así si vienen visitas…- Hermione le volvió a cortar.
-Pareces un anuncio, Ronald. Además, ¿qué visitas? Si los que visitamos somos nosotros.
-Mejor me lo pones, ¡los llevamos nosotros y así no vamos de gorrones!- Hermione suspiró.- ¡Porfa!- Ron la miró con ojos de cordero degollado.
-Si quitas a la voz de ya esa cara nos lo llevamos. Merlín, qué miedo.- Ron dio un saltito y metió la cajita en el carro. Hermione rió.- Eres un crío. Mira que te dije que sólo veníamos a comprar aquí cuando vinieran mis padres a casa. Sólo veníamos a por un vino y salimos de aquí cargados con tus caprichos.
-No son caprichos.- Se quejó el pelirrojo.- Son cosas necesarias para el mantenimiento de una dieta sana y equilibrada.
-Ya.- Repuso Hermione.- Lenguas de gato (que por cierto yo creo que las compras por mortificar a Crookshanks) son indispensables para ello. Y los huevos kínder, y los kitkat y las bolsas de patatas varias. De todas formas, ¿desde cuándo te has hecho fan de la Preysler?- Ron la miró extrañado.
-¿De quién?
-Olvídalo. Me refiero a que desde cuándo te gustan a ti los Ferrero Rocher.
-Oh, me comí uno el otro día en casa de Bill y Fleur. Según Bill son un continuo capricho para ella. Me extraña que Victorie no tenga almendras alrededor de su cuerpo.
Hermione negó sonriendo mientras veía a Ron alejarse hacia la zona de las galletas. Peor que un niño, pensaba la joven. Sin embargo le gustaba ese niño. Parecía extraño que después de todo por lo que habían pasado pudieran vivir esa rutina sin miedo a que nada, salvo, tal vez, el colesterol, lo estropeara.
-¡Hermione mira! ¡Galletas de chocolate con crema dentro!
-¡Oh, no, Ronald! Ya vale de caprichos, nos vamos.
-Pero, Herm...
-Nada de peros.- Y encaminó el carrito hacia la caja para pagar mientras Ron la seguía rogándole caridad a sus espaldas.
Era agradable.
