Disclaimer: Digimon no me pertenece (¿o sí?)


Cuando Yamato quiere llorar, el piano llora con él. Tal vez es porque sus dedos están plagados de tristeza o porque la armonía entre ambos ya es innegable. Realmente la razón no importa, solo importa que llora con él.

Cuando lo pillé con las manos sobre las teclas, la mirada perdida y sin canciones resonando, comprendí que no se permitiría llorar a sí mismo, y tampoco permitiría llorar al piano.

Pero él quería llorar y el piano también lo anhelaba, pero el silencio era lo único que se escuchaba entre las paredes de la sala.

La desgastada madera del piano lamentaba el silencio, igual que sus dedos ansiosos y sus ojos llorosos. Pero Yamato quería ser de piedra, y las piedras no lloran, y las piedras no tocan piano, y el piano se vuelve de piedra, y de piedra se vuelve Yamato.

Y yo lamento desde el silencio porque sé que no soy piedra, ni piano, ni Yamato, y que ya no soy Sora y que ya no sostengo su mano.

Pero en un intento de volver a ser todo me acerco como tantas veces lo hice, pero sin besos ni caricias ni abrazos. Solo tengo un susurro que no escucha el piano ni Yamato.

Y entonces yo quiero llorar pero no soy lluvia, y entonces él quiere ser roca pero es Yamato, y entonces el piano llora porque junto con él llora porque no resiste sus ojos cansados, y yo quiero seguirle el llanto porque mi corazón también está agotado. Pero yo no tengo lágrimas para llorarlo y no tengo brazos para brazarlo, y con paso de brisa me voy lejos del piano y de Yamato.