Él se iría, lo sé. Quizás pensaba que era lo más correcto y seguro para mí, pero yo sabía que no sería así. Solamente me traería dolor, y no creo poder soportarlo.

Por una estúpida cortadura con el papel. Un pequeño problema con graves consecuencias.

Supe que iba a pasar algo en cuanto lo vi aquel día. Sus ojos dorados no poseían aquel brillito especial de antes. Más bien, se veían más opacos. Al llegar al bosque supe que tenía que actuar. De todas maneras estaríamos separados, pero yo no dejaría que me rompieran el corazón, no otra vez. Por lo menos esta vez seria decisión mía.

-Bella… -Comenzó.

-Adiós –Dije simplemente.

-Yo… ¿Qué? –Sin duda no se esperaba eso.

-Adiós, Edward. Lo nuestro acaba aquí. Hoy me regreso con mi madre. Lamento no habértelo dicho antes.

No me atreví a mirarlo. Si bien con los años había aprendido a mentir de manera convincente, me seguía doliendo. Mi vista estaba demasiado concentrada examinando mis zapatos como para ver su expresión.

-¿Es cierto eso? –Pregunto de pronto.

-¿Disculpa? –Lo mire.

-¿Es cierto eso que dices? ¿Enserio vuelves con tu madre, Bella?

-No entiendo qué me quieres decir.

-Debe haber un motivo ¿No?

¿Por qué demonios haces esto más difícil? –Pensé.

-¿Acaso no me puedo ir con mi madre? ¿Es eso lo que me quieres decir?

-Solo digo que debe haber un motivo, Bella.

-¿Por qué no solo dejas que me vaya? ¡Vamos! ¡Eso es lo que querías! ¿No? –Dije perdiendo la paciencia.

-Entonces es por eso…

-Sí, Edward. Es por eso que me voy ¿Feliz?

-Es que… no puedo creer que haya sido tan fácil –Murmuró pensativo.

-Yo no quería decirte esto Edward pero…

-¿Qué pasa?

Sabía que no se tragaría el cuento tan fácilmente. Tenía que inventar algo más creíble y dije lo primero que se me vino a la mente. Ahora que lo pienso, quizás fue uno de los peores errores que he cometido.

-Conocí a alguien más –Dije tratando de que mi voz pareciera lo más indiferente posible.

Nuevamente, el piso se hiso algo muy interesante y baje la mirada.

-Con que… era eso –Dijo indiferente.

-Sí.

-Supongo que no tengo nada más que hacer aquí ¿No? –Se volteo con la intención de macharse pero volvió la cabeza hacia mi –Les deseo que sean muy felices. Adiós, Bella.

Y dicho esto corrió dejándome sola en medio de los arboles.

-Adiós, Edward… -Susurre pero ya no podía escucharme.

Sin notarlo un líquido salado había caído desde uno de mis ojos y se deslizo hasta mi mejilla. Aparentar que las cosas no duelen hace que duelan el doble pero no podía hacer otra cosa.

Se me envía a un lejano lugar con un pariente que nunca supe que tenía en busca de mi seguridad y termino enamorándome de un vampiro. Vaya vida la mía. Al parecer, ni siquiera cambiando mi identidad los problemas dejaban de seguirme.

Sonreí al recordar eso. Desde que habíamos entrado a Hogwarts, a Harry y a mí nos habían perseguido los problemas. Al menos, algún día, podríamos contar grandes historias a nuestros hijos y nietos. ¡No cualquiera puede hacer eso!

Pensé en Harry… ya era hora de regresar. A pesar de que Dumbledore me ordeno mantenerme bajo la identidad de Bella Swan hasta que él me dijese, sabía que era tiempo de regresar.

Junto con Harry, éramos la única esperanza del mundo mágico. Los elegidos. Ya no podía seguir fingiendo ser Bella Swan cuando mi nombre es Isabella Potter.