NOTAS:

Se me ocurrió la idea por un post de tumblr, y creo que le puedo sacar jugo... ¿Qué me decís?


Era absurdamente temprano. Cuando miró su reloj, Ron vio que eran poco más de las siete de la mañana. Quedaban más de dos horas para el inicio de las clases, y el Gran Comedor sólo había empezado a servir el desayuno hacía cinco minutos. Se dio la vuelta y se arrebujó en las sábanas sin acabar de entender por qué su cerebro había decidido que despertarse a esa hora era una buena idea, pero cuando pasaron diez minutos, se dio cuenta de que no se iba a volver a dormir.

Bostezando, comenzó a vestirse, aún medio dormido, y miró de reojo la cama (vacía y sin deshacer) de Harry. Su amigo se había separado de ellos después de la cena la noche anterior, diciendo nosequé de pollos con traje (podría haberlo escuchado mal, el bacon tenía toda su atención en aquel momento), y cuando Ron y Hermione se habían ido a dormir después de la medianoche, aún no había vuelto. Estaba demasiado dormido como para pensar demasiado en ello, así que bajó al Comedor bostezando todo el camino. Hermione no se levantaría hasta las ocho como mínimo, porque necesitaba sus ocho horas de sueño al menos una vez a la semana, y si Ron tenía alguna intención de aguantar despierto el resto de la mañana (sin mencionar atender a clases, que ya era una tarea titánica de por sí), necesitaba cantidades gigantescas de café, huevos y bacon. Mucho, mucho bacon.

No era sorprendente encontrar el Comedor casi vacío a aquellas horas de la mañana. Sobre todo, había alumnos de primero y segundo, que parloteaban entre ellos en la mesa de Ravenclaw. Los más jóvenes habían comenzado a juntarse en las mesas de otras casas para comer, y (bostezó sonoramente) había varios Slytherin y Gryffindors charlando animadamente entre ellos sobre sus deberes de Pociones.

Los mayores, sin embargo, seguían yendo a sus mesas asignadas, y cuando Ron se dejó caer en su sitio habitual, en la mesa sólo había una chica de quinto muy concentrada en una novela muggle.

Con los ojos medio cerrados, se sirvió el desayuno sin pensar, y bostezó otra vez.

Cuando abrió los ojos de nuevo, su mejilla reposaba sobre una tira de bacon y el comedor se había ido llenando lentamente. Bebió rápidamente una taza de café de un trago y se limpió la mejilla con una servilleta justo en el momento en que Hermione se sentó frente a él. La saludó con un gesto.

-Te has despertado sorprendentemente temprano –comentó.

-A veces pasa –replicó Ron, engullendo un huevo frito en el mismo momento en que se lo sirvió.

-¿Algún motivo en particular?

El pelirrojo se encogió de hombros y se concentró en su desayuno. Hermione suspiró, y Ron conocía ese sonido. Iba a hacerle una pregunta incómoda y posiblemente le avergonzase con su intelecto superior.

-¿Has visto a Harry?

-No, de hecho no estaba en el dormitorio –dijo él, concentrándose en un trozo de mantequilla que se empecinaba en escaparse de su cuchillo de untar.

-Ah –dijo Hermione sin más, y entonces Ron sí que la miró. Se esperaba que dijese algo al respecto.

Como no fue así, Ron volvió sus atenciones a la comida.

Quedaban quince minutos para que acabase el desayuno cuando Harry hizo por fin acto de presencia. Ron le miró frunciendo el ceño. Había algo raro en su amigo, y no era la sonrisa satisfecha, ni el pelo más desordenado de lo normal. Estaba demasiado dormido para concentrarse incluso después de tres tazas de café, pero cuando Harry se sentó junto a Hermione con un animado "Buenas", el Comedor comenzó a llenarse de cuchicheos, y Hermione miró a Harry un momento más de lo normal, Ron tuvo claro que no se lo había imaginado y que de hecho era algo obvio.

Dejó el tenedor en el plato, cruzó las manos frente al rostro y miró fijamente a su amigo, tratando de discernir de qué demonios se trataba.

-Ron, me estás poniendo nervioso –dijo Harry con una ceja alzada, el bacon a medio camino de su boca.

-Calla, estoy pensando.

Harry se encogió de hombros, y cuando terminó el bacon, se sirvió un tazón de cereales. Y, con ese sencillo gesto, Ron se quedó boquiabierto al darse cuenta, por fin, de lo que había de raro.

-¿¡Por qué diablos llevas la corbata de Slytherin!? –preguntó, con voz aguda. Harry frunció el ceño, bajó la mirada y se sonrojó violentamente. Hermione soltó una risita y se escudó tras su libro de transformaciones.

-Yo… eh…

-Y… y no has dormido en… -Ron se notó palidecer-. Oh, Merlín. Harry, no.

-Cállate, Ron –balbució su amigo, aunque no se quitó la ofensiva corbata. De hecho, empezó a juguetear con ella. Juguetear. ¡Con una corbata de Slyhterin! Ron temió que le diese un ataque, y no tenía nada que ver con que su corazón ya estuviese latiendo más deprisa de lo normal a causa del exceso de cafeína.

Y entonces en el Comedor volvieron a levantarse cuchicheos. Frunciendo el ceño, aún anonadado porque… Harry… con una de Slytherin… siguió la mirada de un chico que se había sentado cerca de ellos, sólo para encontrarse…

Menos mal que no estaba bebiendo o comiendo en ese preciso instante, porque se habría atragantado.

-Oh, no, eso sí que no… -murmuró, con un hilo de voz.

Draco Malfoy se dirigía hacia la mesa de Slytherin luciendo una corbata de Gryffindor, y estaba claro que se había dado cuenta de que todo el mundo le miraba, porque aceleró el paso y se sentó lo más lejos que pudo de los demás.

Ron miró a Harry, que no apartaba los ojos de Malfoy, y sorprendentemente no era capaz de entender su expresión.

-¿Malfoy está… con alguien de…? –balbució. Los hombros de Harry hicieron una cosa rara, y Hermione miró a Ron con una ceja alzada- No. Venga ya. No. Me niego. ¿Harry? –llamó a su amigo con la voz estrangulada, negándose a aceptar lo evidente (porque era evidente incluso para él, que era consciente de no ser la persona más observadora del mundo).

Harry terminó sus cereales a toda prisa.

-Sólo diré que en los dormitorios de Slytherin no hace tanto frío como en la Sala Común.

Y, como si no acabase de destruir de un plumazo el cerebro de Ron, Harry agarró su mochila y salió del comedor con pasos largos.

-Honestamente, Ronald, no sé qué te esperabas –dijo Hermione, volviendo a su libro-. Llevan flirteando desde que tienen once años.

-¿¡Qué!?

-Ginny me debe tres galeones.

Ron miró mal a Malfoy el resto del día.