Hola, decidí escribir éste fic de Kaleido Star, principalmente porque la serie me gusta mucho y aún cuando es muy vieja y posiblemente ya esté olvidada,
no quise desperdiciar las ideas. También deseo verlo más como un Hobbie para poder desestresarme de mis otros deberes y así pulir nuevamente mi forma de escritura.
Si has decidido darle una oportunidad a ésta historia, espero de corazón que la disfrutes y pases un momento agradable.
INTRODUCCION
Las luces del escenario Kaleido, destellaban como si lanzaran guiños provocativos al público que asistía a la función de esa tarde, luces de colores cambiantes como era costumbre en las funciones alumbraban diferentes secciones cada cierto tiempo.
Los gritos del público eran el sonido de ambiente pues la música se había aminorado en medio de la función, permitiendo que se distinguiera que los gritos eran demasiado lejanos a la alegría, eran de pánico, de terror. Gran parte de la audiencia se había puesto de pie, pero no para ovacionar, sino para aumentar la impotencia que sentían, al no poder hacer algo para evitar lo que sus ojos estaban presenciando en ése preciso instante.
Pero, para Leon Oswald, el panorama era muchísimo peor…
Sostenido con su mano derecha de la barra del trapecio secundario y manteniendo su izquierda extendida en el aire, mientras su largo cabello plateado caía alborotado y extendido sobre su rostro brazos y amplia espalda, fue como un detonante que le hizo dilatar el centro de sus pupilas azules.
Ante sus ojos, la situación transcurrió como aquellos momentos cardíacos en las películas, cuando para el protagonista todo se torna lento y pesado, y cada movimiento qué es realizado ya sea por él o su entorno, pareciera como si se intentara retar a una tortuga a competir en una carrera. Así lo veía Leon, quién incluso lograba escuchar los latidos de su propio corazón, haciendo eco y causándole un terrible dolor en su pecho que le impedía el poder respirar.
Su mirada estaba fija hacía abajo, mientras un grito ahogado intentaba escapar por su garganta. El cuerpo de aquella chica caía de picada, su cabeza se impactaría contra el suelo porque no había red de seguridad para aminorar el impacto.
Sora Naegino estaba realizando su papel del hada del bosque, que se encargaría de quitar el maleficio que fue lanzado al príncipe, se encontraban en medio del último acto cuando Sora soltó el trapecio principal, para elevarse varios metros al aire y así poder alcanzar el aro aéreo, pero en el trayecto, algo provocó que su visión se opacara y, soltando un suspiro, ella perdió el conocimiento, siendo la oportunidad perfecta para la gravedad en recordarle al mundo su existencia.
Fue ése instante en que Leon pudo verla caer, como las hadas de los cuentos, que son golpeadas por las manos humanas o por algún otro instrumento dejándolas gravemente heridas.
Leon lo sabía, no había manera que alguien lograse llegar a tiempo para sujetar a Sora, no a esa distancia. Si ella se impactaba, su accidente sería mortal, no tendría la más mínima oportunidad de sobrevivir. Si había alguien que podría salvarla, era él y nadie más, pero existía un problema, por alguna razón, Leon no pudo liberar su mano de la barra.
El albino alzo bruscamente su rostro, apretando los dientes como un gesto de absoluta desesperación e impotencia absoluta. Intentó liberar su mano derecha del trapecio pero ésta parecía estar adherida con un fuerte pegamento o como si su piel se hubiese fusionado con el tubo, se agitó con fuerza sin importarle salir herido físicamente, debido a que su cuerpo se encontraba colgando a veinte metros del suelo.
Se dio cuenta de la realidad, de lo que estaba por suceder y no podría evitarlo. Apretó los ojos mientras su rostro se deformaba en una combinación de dolor, angustia, ira y total frustración y aquel grito que había estado atorado en su garganta, finalmente salió, en un grito desgarrador que hizo eco en todo el escenario:
-¡SORA!
