Disclaimer: Yuri on ice no me pertenece.

ADVERTENCIA: SHOTACON, repito, SHOTACON, si no te gusta, no lo leas :) si por el contrario, eres igual que yo 7v7 ¡BIENVENIDA/O! contiene fluff y slash...seguramente causará diabetes.

Notas: ¡Hola mis amores! Teniendo en cuenta que réquiem está llegando a su fin, es hora de subir los nuevos fics, ¿Que creían? 7v7 tengo demasiado material Viktuuri para todos, solo es cuestión de organizarnos bien xD esto esta escrito desde el año pasado, por lo que probablemente mi narración sea diferente, pero tranquilos, lo he leído y mejorado bastante. Este capítulo está dedicado a Omuraisu, mi editora (Hizo la portada) y waifu :3. En fin, espero la pasemos bien y que les guste mucho. También se encuentra en Wattpad por si les interesa.

Al fic.


Capítulo 1

En el que Viktor ya no está solo

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Los pajaritos cantaban en una sonata desordenada, al tiempo en el que el alba aparecía y se colaba por la ventana de una pequeña choza echa de paja y ladrillos. Los rayos se pegaban a su espalda quemándole, mientras que sus orejas se movían ante cualquier ruido que captaba su atención, ya que debajo de la cobija con un hilillo de saliva en la boca, podía escuchar perfectamente a kilómetros aquel canto de aves y el aleteo de algunas.

Taciturno, se destapó por completo y dejó al descubierto su pecho, dormía desnudo por comodidad así que no era algo extraño; además estaban en verano y hacía calor.

Bostezo, deteniéndose para sentir algunas lagrimillas en sus párpados y gimió al ver su ventana.

No quería salir~

Pero su pancita sonó hambrienta y resignado volvió a enderezarse rascándose la cabeza con hermosos cabellos plateados, largos y sedosos, que se meneo mientras que sus orejas largas temblaban cuando tocaba ahí dándose caricias

Porque nadie más le podía dar.

Wah~ estoy tan solo — Dramatizo abrazando su almohada— Me gustaría despertar con alguien todas las mañanas y que me acariciara las orejas, me llamara Viktor~ mientras que sonríe, ¿es mucho pedir?

Miró su almohada de nuevo y sonrió, enterrando su rostro en ella. Era marrón, y tenía unos puntos negros como ojos, tenía forma de perro y se llamaba makacchin, era su única compañía en todo el día.

Al final, después de unos minutos en donde casi se vuelve a quedar dormido, se levantó y dejó la frazada correr de su cuerpo hasta caer al piso. Se desperezó hasta hacer sus huesos crujir y camino por su casita que tan pequeñita era, que al lado de su cama estaba la cocina y después unas mesas y un par de asientos.

Se sentía afortunado eso si, por lo menos tenía donde dormir, no como esos pobres animales que vivían solos en el bosque. A veces recibía visitantes, pero después de lo que paso con Mila la Gacela, dejó de hacerlo.

Por inercia, se colocó una polera blanca y unos pantalones holgados, era hora de comer, debía de ir a recoger del jardín, en el centro del bosque, algo de apio, remolacha o tal vez zanahorias, sonaba delicioso de tan solo pensarlo.

Agarró una canasta de mimbre, decorada con listones rojos que fue hecha por su amiga Mila, y pensó en ir a su encuentro. Estaba a punto de salir de casa, abriendo la puerta echa de madera que tenía un agujero en el medio como si fuera una madriguera, pero sus orejas se movieron al mismo tiempo y detecto lo que venía en su dirección.

— ¡Déjame entrar bastardo!

Una cabellera rubia se interpuso en su camino, pero la detuvo al recargarse en la puerta y posar en sus labios, un dedo, antes de sonreír jocosamente.

— ¿Por qué tanta prisa gatito?

Se encontró sintiendo la vibración de sus gruñidos en sus sensibles orejas y fastidiado, las bajo con sus manos y dejo la canasta en el suelo.

— Yuri, deja ese sonido tan molesto.

— ¡No hasta que me dejes entrar!

Lo hizo a un lado y empujó la puerta, aunque no sirvió de mucho cuando sintió un jalón en su camisa, específicamente en el cuello de ella.

— ¿Por qué? ¿Te aburriste de vivir con Mila o Georgie? No es mi culpa que a veces ella pise tu cola, sabes que es un poco torpe con sus patas.

Pensó en cerrar la puerta de su casa y atrancarla con piedras si era posible, pero Yuri le enterró las uñas en el brazo y con una mirada de terror, le siseo.

— Otabek está en celo— Todos los engranajes de su cabeza empezaron a andar, y algo hizo click.

—Ah.

— ¡¿Como que solo un AH MALDICIÓN?! Sabes lo que digo ¿no? Otabek están buscando pareja, Otabek me abandonara, bastardo.

Viktor suspiro con su flequillo recibiendo el impacto de su exhalación, se alzó tan grácil y frágil como lo era, y cayó de lleno en su ojo ocultando su parpado plateado y el iris azul.

—Okay — Sonrió deslumbrante—Pero ¿Qué recibiré a cambio? — Yuri manoteo el aire casi exasperado y después hizo caras raras hasta darse por vencido y chasquear la lengua

—A veces una señora que vive cerca de aquí, hace pastel de zanahoria y me da un poco al verme pasar, te daré mi pedazo si quieres… ¡Pero abre la puta puerta ya! —Viktor encantadoramente se hizo a un lado y Yurio se llevó el piso de bocado.

—No toques nada y no te comas nada. — Le amenazó sonriente pero con una voz seria y estremecedora—Nos vemos, Ga-ti-to~

Yurio gruñó ferozmente como una pantera y cerró la puerta bruscamente nada más levantando polvo y un posible temblor en la casa.


¿Quién es ese que anda ahí?

Va saltando como si el mundo estuviera siendo sostenido por sus orejas, tiene una sonrisa brillante que no se le despega, y un aire de irrealismo que hacen del panorama una fábula.

Viktor balancea su canasta con su coleta alta y mueve su esponjosa cola alegremente, se adentra un poco más al bosque y encuentra el ruidoso mundo de los animales que habitan allí.

Georgie el cuervo que no deja de sollozar, Yakov el búho que parece estar atascado en sus bisagras viejas y cabeza sabía, Chris, la víbora, que no se detiene en espiar a las muchachas que se bañan todos los domingos en la mañana, y Mila, su dulce Mila, la gacela torpe que no se detiene en pisar la cola de Yurio, maldadosa y hasta bruja, según las ardillas chismosas del lugar.

—Hey Viktor

Babiecheva, con su piel elástica y sus cuernos encorvados en forma de lira, galopo con sus pezuñas que remplazaban los pies humanos hasta el conejo Nikiforov y se hizo a su lado.

— ¿Por qué tan feliz? ¿Acaso hiciste crecer algo de tu jardín? — el oji-azul la miró con reproche, el puchero asomándose por su boca como un pequeño haciendo berrinche.

Era una historia larga, pero acortándola, Viktor quería un huerto de remolacha, apio y hasta zanahoria, pero problema no eran las condiciones ambientales, el problema era lo mal que podía ser plantando una simple semilla.

La primera vez que lo intentó, casi se mata con el rastrillo, y aunque Mila incluso le dio una pezuña de más para ayudar, acabo matando su huerto cuando en un descuido se le olvido regarlas en casi toda una semana.

Viktor se escudó con ya era momento de hibernar, pero lo peor era que los conejos no lo hacían.

—No, ya me rendí con eso de tener un huerto — Murmuró — Mejor puedo salir y pasear por el bosque para pedir…

—Robar las cosechas de otro ¿Eh? — Mila liberó su carcajada libertina y se limpió lagrimillas que no existían de sus ojos — Yakov dice que si no tienes cuidado, acabarás devorado por un gran oso~

Se encogió gruñendo desde el fondo de su garganta, y viró sus ojos exasperado mientras que a grandes zancadas dejaba sola a la gacela de carácter burlón.

— ¡Solo no vayas mucho para el sur! ¡Recuerda que es la zona de depredadores! — Grito advirtiéndole, más el conejo ya estaba muy lejos y parece que no la escucho.


—Tonta Mila — pisoteó el suelo con uno de sus pies enfadado – Por lo menos yo no ando pisoteando a Yurio por miedo a que más adelante crezca siendo un gran felino y devore la tierna carne de Gacela recién muerta, hm.

Soltó lo primero que cruzó por su cabeza, pues había estado vagando por el frondoso bosque encontrándose con varios animales agradables que le sonreían , y de paso le daban el atajo a algún lugar en donde hubiera un huerto de vegetales.

Ricos vegetales.

Su estómago comenzaba a sonar, y se le ponían las mejillas rojas cuando veía su canasta vacía, se imaginaba cadavérico al pensar que no podría comer ese día.

Se detuvo en mitad del lugar en donde estaba varado e inspeccionó su alrededor.

Estas perdido, jijiji

Rezongo un grillo que salto de hoja en hoja hasta camuflarse en el lugar.

No quería admitirlo, pero estaba estancado y se sentía demasiado cansado como para regresar y peor, con el estómago vacío.

—Grrr~— Viktor se encogió con el ruido de sus tripas al crujir y se relamió los labios hambriento.

Levanto la mirada, cuidando su olfato, y en lo alto de un roble pareció notar algo, algo que era comestible.

Miro de nuevo la copa del árbol y sus orejas se inmovilizaron un momento. Un momento crucial, había escuchado un ruido.

El mas mínimo, algún arbusto ser sacudido, tal vez era un puercoespín, tal vez una comadreja, Cualquier animal no depredador ¿C-cierto?

Se supone que estaba todavía en la zona segura del bosque, en donde no rondaban osos, lobos, pumas…jaja

Por inercia olisqueo el aire y sagazmente su pie izquierdo dio un golpecito en el suelo, el sonido causo en Viktor una corriente de adrenalina tan tenaz que al mismo instante en que sus orejas se giraron hacia el escándalo, echó a correr tan rápido como sus dos piernas le permitían y se alejó lo más rápido posible, escondiéndose de pronto, detrás de un roble.

Se tocó el pecho tomando aire, y miró de soslayo por un lado del tronco.

— ¿Y eso…?

Encontró en el centro, una montaña de flores, flores que caían porque el impacto de algo, las levantó hacia arriba.

Algo estaba a punto de cazarlo, y por esa razón su instinto le decía que se perdiera de una buena vez del lugar y nunca regresará, más la intriga le carcomía el pecho y cuando menos lo pensó, se estaba acercando un poco más, solo un poco…con la canasta de mimbre que en algún momento dejó caer en el piso…

Trago saliva y el sudor frío comenzó a recorrer su cien, despacio, el ambiente tenso le hacía enloquecer, sus pies vibraban en advertencia y sentía su nariz más arrugada de lo normal.

¿Qué podría ser…?

¡Zas!

Un estornudo provocó que las flores salpicaran hacia arriba y unas orejitas marrones se hicieron notar entre el verguero de plantas. Después, un pequeño cuerpo salió y asomo su rostro hasta la cara desencajada de Nikiforov, encogiéndose al instante, con la nariz arrugada y los párpados repletos de lágrimas.

—Un-un oso — Jadeo y el pequeño rompió a llorar — Un cachorro de oso.

No se lo creía. Se sentó en el piso un momento y se tocó el pecho asustado de que su corazón colapsara.

—Todo este momento…fue un niño — Se sintió un poco aliviado, más la vergüenza calaba en su interior, ¿asustado de un menor?, Dios, se supone que ya era un conejo adulto. — Soy realment-

Hablaba tan suave que el chillido del pequeño pelinegro corto su drama al instante, Viktor se levantó del suelo y se acuchillo hasta quedar a su estatura.

Tenía el cabello negro, piel blanca, y en su cabecita unas orejitas marrones y menuditas que ahora temblaban al ritmo de su llanto.

Usaba una camisa azul con mangas que tenía una Y grande en el centro y un pantalón sencillo de color gris, resaltando su colita café.

—Hey — lo llamó suavemente — No hay nada que temer – Se sentó por completo en el pasto y le palmeo la cabeza — No debes llorar pequeñín — El pequeño oso, se restregó las mejillas y negó

—Es que…—Hipo — Me he- Me he... ¡Golpeado! — El conejo entonces por fin noto su codo rojizo y sangrante, provocando que se encogiera de la culpa.

El osito se sentía fatal, su mamá lo había abandonado hace algunas semanas así que había comenzó a sobrevivir solo, pero el problema era que no había aprendido a cazar, y que todas las lecciones que le dieron, solo le causaba el temor de equivocarse y ser devorado.

Como ahora que sentía que ese extraño le alzaba en brazos y acercaba más a su cuerpo, de seguro se lo quería comer.

Un conejo carnívoro, ¡ay de mí!

—Sana que sana — Tarareo una dulce voz, que hizo al pelinegro dignarse a detener su llanto solo para escucharlo un poco—Colita de rara, jaja.

Su risilla fue el bálsamo para el pequeño, que se metió el pulgar a la boca y miró atentamente a aquel ser de flequillo plateado y pestañas albinas.

— Si no sana hoy— Era tanto su atención que no se dio cuenta cuando el conejo comenzó a acariciar su herida —Sanará mañana — Aunque de igual forma, no podía despegar la vista de su rostro y aquellas pestañas largos que abrazaban sus pómulos.

Quería que abriera sus ojos, y Viktor los abrió en un instante contemplando al pequeño con un dedo en la boca, los parpados mojados en lágrimas, y las mejillas rojas.

Oh.

—Aww~ ¡Que tierno!

El corazón se le llenó de miel cuando la mirada del pequeño atravesó sus ojos, cuando sus labios se abrieron y pronunciaron un quejido de sorpresa a su acción de apretarlo mejilla a mejilla, Viktor no se resistió en estrechar un más su cuerpo, como si tratara de fusionarse con el pequeño

— Dime ¿Qué hace un osito como tú aquí? — Lo sostuvo entre sus brazos mientras que recogía su canasta del suelo.

—Oh es que…

De pronto se veía desanimado y Viktor no sabía qué hacer, ¿Preguntarle? ¿O Solo ignorar la situación?, en verdad que no era bueno es esto.

—Vamos, no es como si tu mami te haya abandonado ¿Eh? — Siseo cantarín.

—Buu…

Se le detuvo el corazón cuando escucho un pequeño chillido, y después los hipos del pequeño que había roto a llorar de nuevo.

—A-¡Ah! Yo-Yo no…

Estaba tan nervioso que lo dejó en el suelo y retrocedió con las orejas hacia abajo

Le bajaba sudor frío por la espalda, y las piernas le temblaban de miedo, no quería también romper a llorar por la frustración de no poder hacer nada.

En sus divagaciones, con el sollozo del oso grabado en sus tímpanos, recordó que había una manera de hacer que alguien dejara de llorar….No era tan efectiva, pero cualquier cosa ahora le servía.

Con determinación agarró al niño del suelo y le quitó las manos de la cara, luego se lamió los labios y se acercó hasta el pelinegro plantandole un beso en los labios.

Fue solo un contacto, pero el estómago de Nikiforov rugió más y se dio cuenta que los labios del pequeño sabían a mil. Miel de abejas.

Sin poder evitarlo, profundizó el beso y al momento de meter su lengua en la dulce boca del osito, el quebrajoso pero audible gemido que libero el azabache fue suficiente para detener su acción.

—Wow.

Exclamó con las mejillas rojas, pues sentía en sus pupilas gustativas un sabor adictivo, que lo embriagaba totalmente.

Era el sabor de los labios de un niño.

—Se-Señor conejo.

El niño se sentía un poco desorientado, el beso lo había dejado anonadado, además sentía un cosquilleo en sus mejillas por el explosivo rojo que iba hasta su cuello.

— ¿Qué-Qué hace?

Paso las manos por sus hombros para no caerse y miró fijamente los ojos azules del extraño mamífero, sintiendo como su flequillo le hacía cosquillas en la frente.

—Sabes… Creo que ya no estarás solo — Siseo Viktor, pero ante la mirada perdida del otro continuó— ¡Te vendrás a vivir conmigo! ¡Sí!

Sus labios acorazonados y su sonrisa radiantes le removió a Yuuri el estómago de simple y tierna vergüenza

— ¿En-Enserio? — Ante el asentimiento de Nikiforov, el oso por fin pudo sonreír y mover su colita esponjosa de la alegria— Que felicidad~

— ¡Aw! ¡No puedo! — Le apretó las mejillas— Eres tan hermoso que podría comerte ahora mismo —Fue consciente de sus propias palabras y del dolor de estómago que sentía ahora — Hambre, tengo hambre…

La boca se le llenaba de saliva al pensar en lo que podría estar comiendo ahora, si no se fuera topado con el oso.

Pero, la verdad, no se quejaba.

—Co-Conozco un huerto no muy lejos de aquí, la señora Minako me da de su frutos cuando paso por ahí…si-Si quiere podemos ir a pedir un poco— Viktor sentía un paro cardiaco en este momento. Ese niño era un ángel, un ángel solo para él.

— ¡SI! ¡Vamos!

Ante la brillosa mirada del más joven, Nikiforov comenzó su andar por el bosque con un osito entre sus brazos que se agarraba de su polera por sus pequeños saltos.

—Ah, se me olvidaba — Dijo el conejo — No se tu nombre ¿Podrías decirlo?

—Yu-Yuuri Katsuki…

— ¡Wow! — Se cubrió la boca encantadoramente— Nunca había escuchado ese nombre ¿De dónde eres?

—Soy…Soy de Japón…. Nací allá pero nos trasladamos aquí, a este bosque muy lejos de mi hogar.

—Así que… ¡Tengo en mis manos un oso japonés! ¡Oh! Con razón eres tan lindo~

Se detuvo de nuevo con la voz extremadamente aniñada y le tocó la naricita al pequeño Yuuri.

— No te preocupes —Sonrió— Desde hoy, mi casa será tu hogar y tu compañía seré yo ¿Vale?

No esperaba una respuesta así que volvió a andar a cortos saltos.

En ese momento, mientras que Viktor ignoraba la mirada de Yuuri, las hojas de los arboles apenas permitieron que su luz atravesara su bello rostro y ocasionara en el pelinegro, un salvaje revoloteo en su corazón.

Se sentía en el cielo, cuando de pronto comenzó a quedarse dormido y su última visión fue las copas de los árboles y el flequillo plateado del conejo.


Este fic está demasiado adelantado, pero como siempre, daré una fecha: Actualizare todos los Sábados, no importa si en la mañana, tarde o noche, actualizare únicamente ese día, si se me hace tarde, pero tengo el capítulo, haré una excepción y lo subiré el domingo (Además de corregir, debo leerlo todo de nuevo, y arreglar incongruencias). En fin, espero les haya gustado este primer capítulo, admito que amo el Shotacon, no lo niego, y ya me faltaba subir uno de este tipo.

¿Merezco un review? ¡Me encantaría saber qué te pareció! owo

Gateway To Infinite~