§ El tarado que yo amo §

by Keiko

Summary: Ryo le dará la peor noticia de la vida a Ruki. ¿O la mejor? ¿¡Argh, quién entiende a la Reina Digimon? Mejor lean... Y ojo: nada es lo que parece n.n

NOTAS PRE-LECTURA: Wolaz! Ehhhm... esta estúpida historia se me ocurrió no sé cómo, la verdad. Pero me agradó tanto la idea, que decidí darle un poco de mi tiempo para hacerla realidad. Según como está ordenada en mi cabeza, constará de dos partes no muy largas (espero), más que nada es una historia para que se rían durante un par de minutos.

Ojalá les guste. Si es así, dejen reví. Si no, dejen revi y quéjense. Si quieren hacer algún pedido, dejen revi.

¡¡Dejen revi! ¿Comprenden el mensaje subliminal? XD

Wno, nos vemos abajo para los comentarios finales... n.n

.·oOo·.

Primera parte: "De helados, tumores y..."

Ruki salía de su casa con una cara de mala ostia... ¡Ay Dios mío!

Pero estaba justificada. O sea, ¿de qué manera podía estar, teniendo una abuela tan pesada para mandarla a comprar, a pesar de haber usado toda su cortesía perdida para negarse?

Porque sí, Ruki sabía tener algo de cortesía a veces.

¡Pero hoy no le sirvió! Y eso reforzaba su teoría: ¿De qué demonios sirve tener cortesía, si con ella no se logra nada bueno?

Y podría seguir auto dándose una cátedra acerca de lo inútil que es la mentada cortesía, de no ser porque había llegado al almacén donde adquiriría el pedido de su abuela, que no era nada más ni nada menos que helado trisabor.

"Asqueroso ¬¬".

Parlamentó con el dependiente de la tienda durante breves instantes, hasta obtener resultados positivos con la transacción que le habían encargado.

Cinco minutos después, salía con una bolsa negra en cuyo interior se derretía el helado. Sonrió brevemente. Dentro de muy poco, podría volver a la comodidad de su habitación a hacer lo que estaba haciendo antes de ser mandada: nada útil.

Sin embargo, aquél parecía no ser su día.

—¡Mi gatita fieeeeera...! —exclamó melosamente un ser salido de alguna maldita fábrica de tarados, según el pensamiento de la colorina.

Volteó lentamente, repitiendo la misma frase de manera desesperada en su cabeza: "Que no sea él, que no sea él, que no sea él..."

Pero para Makino Ruki, no existen los milagros.

—Akiyama... ¬¬

—Ése es mi nombre, no lo gastes n.n

—¿Qué demonios haces aquí? —dijo la chica, sin ninguna especie de simpatía.

—Te busco, ¿qué más?

—Ah, que bueno ¬¬

—No, en serio, Ruki. Tengo que hablarte de algo muy importante, ¿podría ser? —la expresión del castaño muchacho era de seriedad absoluta. Eso desconcertó a Ruki, que nunca le había visto así. El Ryo Akiyama que ella conocía iba de juerga por la vida, echándole piropos descaradamente.

Y hoy parecía haber corregido su camino...

—Pues... supongo que sí... pero que sea después de ir a entregar esto —indicó la bolsa de helado que cargaba en su mano —¿Tienes tiempo?

—No mucho... Pero por mi gata fiera hago lo que sea...

De ese modo, ambos chicos se fueron caminando la veintiúnica cuadra que separaba el almacén del encuentro con el templo hogar de la joven Makino. Para suerte de ésta, justo se encontraba en la pileta del antejardín su madre, quien corrió hacia ella nada más verla llegar. Sin embargo, retrocedió un par de pasos en señal de precaución al ver que su adorada hijita traía a un chico a la casa...

—Ruki... ¿eres tú?

—Noooo, soy Alan Brito Delgado, si te place ¬¬ ¡Claro que soy yo, Rumiko!

—Ah, es que como... vienes acompañada... pensé que...

—Oye, no tengo mucho tiempo... —estiró el brazo hacia la reja, extendiéndole la bolsa con el helado a su madre. —¿Podrías darle esto a Seiko? Es el helado que me encargó...

—¿Y por qué no pasas a dárselo tú misma? —preguntó la rubia señora, deseosa de saber con qué le iba a salir su criaturilla.

—Porque tengo que salir con 'esto' —indicó a un turbado Ryo —a algún lugar donde podamos conversar.

—Ajam, OK... Yo se lo doy n.n —contestó amablemente la señora Makino, recibiendo la bolsa. —Y no te preocupes por la hora de llegada, hijita... —guiñó un ojo discretamente al joven Akiyama, y se dio la vuelta, entrando a la casa.

Ruki agarró a Ryo de un ala, y se fueron rumbo a alguna parte.

—¡¡Para tu desgracia pienso volver! —le gritó a Rumiko, antes de que pudiera desaparecer por completo de su campo de audición.

—Eso es amor de familia... —aventuró decir irónicamente el castaño, mientras era jalado por la pelirroja.

Ruki frenó en seco, y soltó el brazo de su compañero como si pudiera contagiarle la lepra.

—OK, Akiyama... habla. ¿Qué es eso tan serio que tenías que venir a decirme?

El aludido modificó su carácter de nuevo, tornándose en aquel ser misterioso, reservado, serio e ininteligible que daba tanto susto a la colorina.

—Me cansé... —dijo simplemente, cuando terminó de transformarse.

—Uf, yo también... No sirvo para caminar tan rápido, y es que si no salimos del alcance de Rumiko me hinchaba la pana con que qué demonios eras tu de mi, y...

—No me entiendes, Makino.

¿QUÉ? Ruki no contaba con ningún registro anterior de que Akiyama le haya llamado por su apellido. Por conclusión podíamos deducir que, lo que le iba a decir era cien por ciento serio.

—Ehhhm... no. Creo que no entiendo. —dijo luego, rindiéndose a los inútiles esfuerzos de su cerebrito para comprender aquella frase tan carente de contenido. —¿De qué sería que estás cansado, Akiyama? ¿De ser tan exquisitamente bueno?

—Me cansé de rogarte. —dijo él, imperturbable como nunca.

Nuestra Reina Digimon se quedó con una cara...

No sabía si saltar de felicidad, o quedarse tan estupefacta como hasta ahora.

—¿Eso quiere decir que ya no me perseguirás más? —exclamó, eufórica. Akiyama asintió. —¿No intentarás más ligar conmigo? —sí de nuevo. —¿Dejarás de meterte conmigo constantemente? —sí de nuevo. —¿No me obligarás a tragarme tu sempiterna sonrisa estúpida? —sí de nuevo. —¡¿Por qué diablos me concedes ese honor!

—Porque no tengo tiempo, Makino. —respondió con un dejo de pena el chico.

—¿Cómo es eso de que no tienes tiempo? ¡Eres el ser mas desocupado de la vida! Siempre haciendo tus estupideces, o al menos eso aparentas... Porque para estar detrás de alguien que ni bote te da (yo), hay que tener muuuuuuuuuucho tiempo de sobra, ¿no?

Ryo comenzó a acortar la distancia que lo separaba de la joven que tenía enfrente, y cuando logró invadir su burbuja personal, bajó la cabeza, angustiado. Como si sufriera internamente por algo que escapaba a su control.

Tenía que preparar su mente a la más dolorosa algarabía que, de seguro, iba a hacer la pelirroja cuando se enterara. Nadie le aseguró nunca que de tanto querer a esa chica, ella iba a hacer lo mismo. Así que ahora era tiempo de darse por vencido.

—La verdad es que eso mismo pensaba yo, mi niña... —le dijo, quebrando un poco la solemnidad al momento. —Pero ¿quieres que te dé una buena noticia?

—O sea, por lo menos algo que justifique el valioso tiempo que me estás haciendo perder. Y como no sea una noticia realmente buena, te voy a descojonar ¬¬

El chico sonrió ante el último comentario de ella, y sin medir las consecuencias, tomó de la mano a Ruki y la guió hacia una placita que estaba por allí de casualidad, esperando a que alguien la necesitara para hacer una confesión importante.

—¿Qué crees que estás haciendo? —se quejó Ruki, mirando con curiosidad el contraste de su piel con la de la mano de Ryo. —¿Quién demonios te crees?

Ignorando aquella pregunta, Akiyama tomo asiento en una banquita por ahí, entre el verdor del parquecito, y obligó a Makino a hacer lo mismo. Ella obedeció, sin chistar. Desde hace un buen rato que el tarado que tenía al lado la venía poniendo nerviosa. Así que "hagámosla breve", decidió.

—¿Y bien? —preguntó, para impulsar la declaración.

—Verás... desde hace algún tiempo (más o menos dos meses si somos concretos) vengo teniendo unos molestos dolores de cabeza que suelen durarme casi todo el día...

—Oh... ¿y quieres saber si tengo alguna buena receta que darte? —inquirió irónicamente ella, como de costumbre.

—No precisamente. El caso es que mi padre me llevó a ver a uno de esos desquiciados que los demás llaman doctores (que miedo...) para que me hurgase en la cabeza a ver que tenía yo...

—Y se encontró con la sorpresa de que dentro de ella... ¡¡no había nada! —volvió a exclamar la chica, partiéndose de la risa sola ante su chiste. Ryo solamente esbozó una débil sonrisa. Eso hizo que Ruki parara de reír en seco. —Ehhhm... prosigue.

—Básicamente, te dije que el motivo por el cual te dejaría ser feliz era porque no tenía más tiempo de seguir rogándote, ¿verdad? —la pelirroja asintió, trastornada, temiéndose algo muy, pero que muy feo. —Pues no te imaginas lo rotundo que es eso, gatita.

—¿Qué demonios encontraron en tu inútil cabeza, Ryo? —consultó, sin darse cuenta muy bien de lo que ella misma estaba sentenciando.

Él bajó la mirada, como dándole la razón por anticipado, como queriéndole decir "Adivina, buen adivinador". Pero ella ya no tenía ganas de seguir bromeando.

—¿¡Qué te dijeron? —demandó saber, con más ímpetu que antes. Con más ímpetu del que nunca había usado en su vida antes.

—Me dijeron... que tenía un bonito tumor en el cerebro, imposible de extirpar pues está en un sector de alto riesgo...

—¿Pretendes que te crea semejante burrada? —espetó Ruki, con la mirada desorbitada.

—No. Ya te dije que me cansé de rogarte...

—Es que no puede ser... NO-PUEDE-SER... —la chica pareció perder el control un par de minutos. Se levantó. Miró de reojo a Ryo y a su hueca cabezota, ahora no tan hueca. Se paseó frenéticamente frente al banquito donde estaban. Se frotó las manos con impaciencia, y volvió a tomar asiento. Miró a Ryo de nuevo, y se volvió a poner de pie. Se sentó bajo la sombra de un arbolito cercano al lugar, y se cubrió la cara con las manos. —¡¡Me estas vacilandooooo! —gritó desde allí, con aire demente. —¡¡¡No me la pienso creeeeeeeeeeer, Akiyamaaaaaaa!

—No es broma, cariñooooo... —gritó en el mismo tono él, mientras se levantaba y se colocaba en el mismo lugar donde estaba Ruki, tiritando de la impresión. ¿O de los nervios? ¿O del susto?

¿O de tristeza?

—Me estás mintiendo. Me TIENES que estar mintiendo, Ryo... —susurró, aparentemente afligida.

—Que más quisiera yo, cariño. Que más quisiera yo... Pero los diagnósticos son determinantes. A lo sumo, son cuatro meses más.

Ella se quitó las manos de la cara, y lo miró, más acongojada que antes.

—¿Cuatro meses más de qué?

—¡¡De vida pues, mi churri!

—¿QUÉ?

Una lágrima silenciosa comenzó a bajar por su pálido rostro. Esto tenía que ser un mal sueño. Tenía que ser una pesadilla. Es decir, ¡Ryo no podía morirse! ¿Qué sería de su vida sin él? ¿Quién le pondría los pelos de punta con sus malos chistes, y sus constantes flirteos?

—¡¡No te puedes morir! —gritó fuera de sí, llorando como magdalena definitivamente. Si él ya no iba a estar, ¿qué más daba que la viera llorar?

To be continued... T.T

.·oOo·.

Es decir, ¡quiero apuestas! ¿Se muere nuestro Tamer Legendario? O.o... ¿Ruki va a quedar viuda antes de tiempo? xD

¡R-E-V-I-E-W-S!

Para quejarse, bombas atómicas, atentados terroristas, para salvarle la vida a Ryo, por lo que sea... pero dejen revi... aunque sea chiquiititititititititito...

¿Lo harán? ¿Sí?

n.n ¡Los kiero! ¡Nos vemos en la segunda parte y final de esta dramática e incierta historia!

Besos...

Keiko.

Terminado el 11-03-06, a las 23:08

PD: Digimon no me pertenece y lo saben.

PD2: muchas gracias a la gentecilla que dejó su review en "Tiempo de decir adiós"… me hacen muy feliz n.n y espero haber llenado las sugerencias que llegaron, en especial la de los tildes (es que a veces se me olvidan… n.nUuu a ver si ahora no se me ha escapado ni uno xD)

¡Nos vemos!