Gilbert caminaba rumbo a casa, había salido de clases y no estaba en ningún club deportivo, ni cultural para quedarse, decía que era una pérdida de tiempo. No había guardado sus apuntes de la clase de estadística, los llevaba en la mano, no se detendría y los pondría en la mochila, quería llegar lo más pronto posible a casa para poder dormir. Era un flojo e insolente, lo admitía.
Cruzaba el puente peatonal por el que pasaba todos los días, unas cuantas personas pasaban por ahí, entonces lo vio. Un chico castaño, de ojos color esmeralda, con un peculiar rulo saliendo del lado izquierdo, que observaba por la baranda del puente, como si nunca hubiera estado en la cuidad, no lo observaba con entusiasmo, parecía observar todo como si fuera un sueño. Aunque aquel chico le llamó la atención, no se detendría. Probablemente no le haría caso, además aunque estuviera soñando despierto, tenía un ceño fruncido que parecía permanente.
Lo pasaba por alto, cuando una brisa apareció, no estaba sujetando firmemente sus apuntes, haciendo que unas cuantas hojas salieran volando. Era vergonzoso, justo el chico que quería evitar lo estaba mirando recogiendo sus apuntes, de seguro se miraba patético. En cambio el chico con algo de palidez se acercó a una que estaba a un lado de él, dudando en levantarla, se puso en cuclillas esperando que la hoja no se cayera de sus manos al tratar de hacerlo. Se sorprendió tanto cuando lo hizo, ver que tenía en sus manos aquella hoja sin que le atravesara, el ceño fruncido que el albino creía que era permanente, no lo era. Había esbozado una gran y sincera sonrisa.
– Gracias. –El castaño se había acercado a entregarle la hoja. Cuando lo hizo, notó que unas señoras lo miraban extraño, también el chico que estaba frente a él. – ¿Qué? ¿Acaso tengo algo en la cara? –Se atrevió a preguntar mientras acomodaba las hojas y las guardaba en la mochila, lo hubiera hecho desde un principio y se hubiera evitado todo eso.
– N-no es nada… –Ahora el chico estaba temblando y con la mirada gacha, evitando ser visto. – Me tengo que ir.
El chico salió corriendo, pensó en ir detrás de él, se miraba de su edad y no parecía mala persona. Pero se detuvo cuando escuchó a una de las señoras de un principio hablar: "Ese chico estaba hablando solo ¿Estará loco?" ¿Por qué decían eso? ¿Acaso no vieron al chico que lo ayudó? No lo sabía. Retomó el camino a casa, pasando por alto a las señoras que aún lo miraban, el chico había salido corriendo en la dirección contrario a la que caminaba. Se preguntaba dónde podría estar.
Al día siguiente de regreso a su casa y por el mismo puente, estaba el mismo chico. Ayer fue la primera vez que lo vio y otra vez se encontraba en la baranda. Pensó en pasarlo por alto, pero sus miradas se encontraron. Se quedaron sin decir nada por un tiempo, nuevamente lo miraban raro ¿Había algo malo con él? ¿O con el chico? Se acercó y se puso en la baranda a un lado de él. Lo miró de reojo, parecía incómodo y casi le decía con la miraba que se fuera.
– Hey, gracias por lo de ayer de nuevo ¿Cómo te llamas? No te pregunte ayer. –Las personas que pasaban por ahí lo miraban raro, pero sólo a él, ignorando al chico, como si no existiera.
– …Lovino. –Dijo secamente, evitando el contacto visual.
– Yo soy Gilbert. –Mencionó sonriente y alegre, quería que el chico se sintiera cómodo. – ¿Por qué me verán tan raro? Desde ayer me ven así. –La pregunta parece que quedó en el aire, pues no hubo respuesta. – No te había visto por aquí.
– Si me sigues hablando, seguirán mirándote así. –Desvió la mirada, de nuevo sentía que decía que se fuera. Pero ahora tenía más duda.
– ¿De qué hablas? ¿Hiciste algo malo? –Preguntó en tonó de burla, otra vez no hubo respuesta ¿Eso significaba que sí?
– Sólo vete. –Fue directo y lo fulminó con la miraba.
Quería ser buena persona, hablarle, parecía solo ¿Y así le contestaba? Era un cretino.
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Había pasado alrededor de una semana y Lovino siempre estaba en la baranda, en el mismo lugar. Ahora que no había nadie, decidió hablarle nuevamente, tal vez era estúpido, pero quería hacerlo.
– Lovino, cuanto tiempo. –Dijo alegremente, el mencionado lo volteó a ver, mirando hacia ambos lados.
– Hola.
Dijo en tono apagado. "Al menos contestó". – ¿Por qué dijiste eso la otra vez? –Ahora él fue directo, lo dijo con neutralidad, mirándolo.
Lovino no contestó al instante, dudando en si hacerlo o no. No parecía seguro, pero finalmente lo hizo. – Nadie puede verme.
– Yo sí. –Gilbert contestó rápidamente, no entendía nada.
– Tú sí, pero lo demás no.
– ¿Por qué yo sí puedo verte?
– No lo sé. Tal vez porque eres la persona más estúpida.
– Gracias. –En vez de sentirse ofendido, empezó a reír un poco. Parecía que Lovino tenía sentido del humor después de todo. – ¿Hiciste un pacto con el diablo para que nadie pueda verte o algo?
– En realidad, estoy muerto.
Gilbert no contestó, lo miró algo sorprendido. Esperando que Lovino soltara una risa diciendo que era una broma. No fue así, parecía arrepentido de decir aquello. – ¿Muerto? –Repitió por inercia. – Si estás muerto ¿Por qué puedo verte? ¿Cómo pudiste ayudarme el otro día? –Logró reincorporase rápidamente, haciendo dos buenas preguntas.
– ¡No lo sé! ¡A mí también me sorprendió cuando me hablaste!
– ¿Eres algo así como un fantasma? ¿Qué no se supone que los fantasmas no pueden tomar cosas? Se supone que las atraviesan. –Dijo según su conocimiento a las películas de fantasmas que había visto, no le interesaba sonar coherente o no.
Se veían personas que estaban por subir el puente, Gilbert notó que el otro retrocedía. No le hablaría mientras hubieran personas alrededor. Se acercó a su oído susurrándole algo; "Sígueme". Lovino lo miró extrañado ¿Seguirlo? El albino comenzaba a caminar, tenía que decidir si seguirlo o no, decidió hacerlo ¿Qué podía perder? Ya lo había perdido todo.
Terminaron de cruzar el puente, caminaron un rato más y finalmente llegaron a una casa, Lovino dedujo que era casa de Gilbert. Saludó a la que parecía ser su madre y su hermano, posteriormente subió a la habitación. Al llegar el albino cerró la puerta, se sentó en la cama esperando que el castaño también lo hiciera. – ¿Ahora si puedes decirme?
– ¿Por qué me trajiste aquí? –Pregunto incrédulo. No entendía porque lo había llevado hasta su casa.
– Parecía que no querías hablar conmigo frente a otros. –Alzó los hombros haciendo que el castaño frunciera aún más las cejas. – Responde ¿Eres un fantasma?
– Sí, soy un fantasma. –Respondió rodando los ojos. – No siempre traspaso todo.
Gilbert pudo confirmar que nadie podía verlo, cuando lo metió a casa, ni su madre, ni hermano le replicaron nada. Pero seguía sin entender porque sólo él podía verlo. – ¿Cómo moriste?
– ¿No estás asustado por saber que soy un fantasma? –Evadió la pregunta.
– Nein. No eres aterrador, ni nada de eso. Pareces de mi edad ¿Cuántos años tienes? ...No olvides la primera pregunta.
– No lo sé… No recuerdo nada de mi vida. –Finalmente dijo, no recordaba nada, sólo su nombre. Gilbert se sorprendió, dijo un mal chiste al respecto riendo solo y cambió de tema.
Le dijo a Lovino que podía quedarse a dormir, el cual no se negó. No tenía casa o más bien, no recordaba tenerla. El castaño durmió en un pequeño sofá que se encontraba en la habitación del albino. Ya pasaba de la medianoche, Gilbert se levantó al baño, vio al moreno que dormía y fue hacer sus necesidades. Cuando regresó, no estaba el castaño. Salió de la habitación y lo vio bajando por las escaleras, lo siguió sin decir nada, no quería despertar a nadie. Salió de la casa, caminaba a paso lento así que fue fácil alcanzarlo. Lo llamaba, pero no contestaba, incluso lo zarandeo, pero no reaccionaba, no se detenía por nada. Dejó que caminara, tenía que detenerse en algún momento… Y lo hizo, se detuvo, en la baranda del puente donde lo encontró, miró mejor el rostro de Lovino, tenía los ojos entreabiertos, parecía ido. Miró su reloj de mano, eran las 2:15 a.m. Nadie, absolutamente nadie pasaba por el puente a esa hora. No sabía qué hacer con él, no reaccionaba, no parecía dormido, intento llevarlo a la fuerza pero tampoco servía. Dieron las 2:24 a.m. Lovino se acercó a la barandilla, como si fuera a tirarse; intentó detenerlo, pero el agarre a veces se atravesada, finalmente saltó. Gilbert corrió en medio de la calle, donde había caído, su cuerpo no sangraba. Cuando intentaba tocarlo a veces tenía éxito, otras veces lo traspasaba. Cuando estaba tirado en medio de la calle, no pudo tocarlo ni una sola vez, pasaron alrededor de 20 minutos, Lovino se levantó y caminaba de regreso a la casa de Gilbert. El albino no entendía porque había hecho eso.
Al día siguiente. Cuando Gilbert regresaba de la escuela, nuevamente estaba Lovino en el puente. Le hizo una seña discretamente para que lo siguiera. Al llegar a casa y estar en la habitación, miró fijamente a Lovino, haciéndolo temblar un poco.
– ¿Por qué hiciste eso ayer?
– ¿A qué te refieres? –Se sorprendió ante la pregunta, no sabía a qué se refería ¿A seguirlo? Él se lo había pedido.
– ¿Por qué saliste ayer en la madrugada?
– ¿Qué mierda estas diciendo? No me desperté en toda la noche.
Lovino estaba serio y algo extrañado ante tal cuestionamiento. Gilbert decidió dejar de preguntarle, si bien recordaba, ayer parecía sonámbulo cuando lo hizo, por eso quizás no lo recordaba.
Pero ahora sentía más curiosidad por saber la muerte de Lovino, no servía de nada preguntarle, ya que decía que no recordaba nada, sólo su nombre, ni siquiera recordaba su apellido. "Su muerte debió aparecer en las noticias o periódicos… ¡Eso es! ¡Soy tan asombroso!". Se elogió así mismo ¿Cómo no pensó en eso antes? Podía buscar la noticia en internet y saber lo que pasó.
Fue por su laptop dejando a un confundido Lovino que sólo lo miraba; buscó en internet noticias sobre su localidad, debía estar ahí. Finalmente lo encontró. Una pequeña columna, no parecía noticia, sólo tenía como siete u ocho renglones. Sólo decía lo básico, esperaba encontrar la noticia muy a fondo. Pero con eso se podía conformar por ahora. La noticia decía que un chico de 16 años, identificado con el nombre de Lovino Vargas fue hallado el martes a las 2:44 a.m. Tirado en medio de la calle, al parecer fue un intento de suicidio. Eso era todo lo más relevante que había. No decía si sobrevivió, pero era demasiado obvio que no. "2:44 a.m." Veinte minutos después de que se tirara…
Lovino se había suicidado. Ya había descubierto como había muerto, pero ahora tenía otra duda; ¿Por qué? El moreno podía tener un carácter algo pesado, pero no era mal chico. Tenía muchas preguntas ahora, pero ya no podían ser contestadas. La noticia no decía donde estudió, ni donde vivía, nada. Tampoco podía preguntarle, no le respondería.
Llegó la noche y Gilbert no podía dormir. Aún seguían sus dudas, le gustaría saber sobre la familia de Lovino o sus amigos y preguntarles a ellos. El moreno dormía de nuevo en su casa, le dijo que podía quedarse el tiempo que quisiera, estaba muerto. No necesitaba comida, ropa, además no molestaba a nadie.
Nuevamente pasaba de la madrugada y él aún no podía dormir, giró su cabeza, el moreno parecía levantarse ¿Acaso lo haría otra vez? Lo llamó, lo intentó detener, todo de nuevo y todo en vano. Llegaron nuevamente al puente, 2:24 a.m. Lovino saltó, veinte minutos después, se levantó.
Todos los días era lo mismo, en la madrugada se levantaba, iba al puente, en cuanto dieran las 2:24 a.m. Se tiraba, todos los días revivía su muerte y no lo sabía.
Le hubiera gustado ser su amigo, saber lo que pasaba por la mente de Lovino cuando estaba vivo. Nunca había visto al castaño antes, tal vez iba a otra escuela. No lo sabría.
Nuevo día, caminaba de regreso a casa, ahí estaba nuevamente en el puente, cuando pasó a un lado de él, el castaño se acomodó a un lado sigilosamente, empezando a caminar juntos, ya era costumbre. Lo mejor sería olvidar todo, no servía de nada hacer preguntas que no tenían respuesta, sólo él podía verlo y no tenía que contarle a nadie más.
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Extrañaba escribir un PruMano. Y que mejor con un One-shot de un universo alterno.
No me pregunten cuando actualizare el otro, porque honestamente no sé, ni siquiera sé si lo continuare... Por eso les doy este(?)
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