Las horas se hacían eternas y la poción parecía no querer resultar esta vez, mire a mi alrededor y maldije aquella broma que ahora me tenía hasta tan tarde en la clase de pociones, es que no entendía que tan malo podía ser agregar un par de ingredientes de más en la poción de Finn, Hudson era un estúpido como el mismo no se dio cuenta ¡Además Santana también estaba involucrada!

Una vez más agregue el último ingrediente, y la estúpida poción que debería quedar de un color rojo intenso, volvía a quedar azul.

-¡Maldita sea!- doy un golpe a la mesa y la poción fallida cae al piso rompiendo la mesa y varías cosas más- ¡No debería estar aquí! ¡Tengo práctica de quidditch!

-¿Aun aquí leona?

Suspiro pesado, mi mayor pesadilla, salvo obviamente que seguir aquí, entra con aire engreído y superior, como toda una serpiente… Rachel Berry.

-Hola castaña, ¿Qué haces aquí?

-Solo haciendo un favor- coloca una gran cantidad de papeles sobre el escritorio, mientras me mira.

No puedo mantenerle la mirada, no puedo mentir, me siento enamorada de esta tonta serpiente de largas piernas bajo esa falda, lo cual es raro porque es baja, pero esas piernas. Prefiero mirar el suelo, y tratar de arreglar el desastre que he creado.

Me distraigo unos segundos, hasta que siento sus pisadas y logro ver sus largas piernas salir del salón cerrando tras ella. Alzo mi mirada perdiéndola en un suspiro, ¿alguna vez podre evitar que me tiemblen las piernas al verla?

Cuando mi vista se dirige al frente del salón, un mensaje, hace que deje todo de lado y tirado, podré cumplir con aquella poción en mi próximo castigo.

Pensar que solo dos palabras me hicieron salir corriendo tras mi serpiente: Me gustas.