N/A: Me fijé en la poca cantidad de fanfics con Lysandre que hay en , así que aquí está mi aportación.
Nuevos Caminos
Capítulo 1: Aerys
Mañana dejaría mi vida aquí, para irme con mi tía. Miré nostálgica hacia la ventana, intentando grabarme a fuego la imagen del anochecer sobre bosque que rodeaba la antigua mansión de mis padres.
Mis amigos, mis compañeros de clase... Incluso extrañaría a Kentin, por muy pesado que sea.
-¡Ary! ¡Baja a cenar!
Genial. No tengo hambre, ni me apetece ver a mi hermano en este momento. ¡Estoy tan enfadada con él! Sus ansias son las que me separan de mi vida para mandarme como un paquete no deseado con mi tía. ¿Y espera que lo agradezca?
-¡AERYS TARGARYEN, BAJA A CENAR!
Bueno... Con este griterío no puedo hacer oídos sordos. Y mi hermano no es de los que tiene paciencia. Si sigo ignorándolo, vendrá a mi habitación y me llevará a rastras hasta el comedor.
Suspirando, bajé las escaleras de caracol. Mi hermano mayor, Myke, ya estaba sentado en la cabecera de la larga mesa, y había un plato a su derecha. La comida descansaba, intacta, en ambos platos.
-Buenas noches, hermano.
Me miró frunciendo el ceño, como si supiese lo poco feliz que estaba de verle.
-Ary, sabes que no podía hacerme cargo de ti toda mi vida. Quiero descubrir el mundo que nos rodea, y dado que aún no has terminado tus estudios, no puedes venir conmigo.
Me senté a su derecha, y miré fijamente al plato que tenía delante: pollo con champiñones, junto a una pequeña porción de arroz blanco. A la izquierda de mi plato estaba un parfait de fresa y chocolate, en un hermoso vaso coronado por una pequeña galletita de barquillo. Él seguía esperando.
-Myke, tú no te has encargado siempre de mí. Y tampoco pretendía que lo hicieras. Lo que me molesta es tener que alejarme de la vida que conozco solo porque no eres capaz de controlarte.
Suspiró, como exasperado por mi comportamiento.
-Sí que me he encargado siempre de ti. Y sabes que no puedo dejarte aquí sola. Es muy peligroso.
-¿Crees que montaré fiestas secretas? ¿O crees que mataré a alguien si tú no estás aquí para controlarme?
Apretó los puños. Me estaba pasando y lo sabía, pero... ¡No era justo!
-Te he inscrito en el instituto Sweet Amoris -dijo en cuanto se calmó un poco, ignorando mis preguntas-. No vas a vivir con nuestra tía, si eso es lo que te preocupa. Te he comprado un piso cerca del instituto. Nuestra tía te ayudará y estará allí por si la necesitas, vive a pocas manzanas. Tendrás una casa a las afueras, con mucho espacio...
-¿Puedo llevarme algo de aquí?
Se quedó pensativo. Comió un poco, y cuando volvió a tener la boca libre dijo:
-No creo que haga falta, pero haz el favor, no mucho. Tu piso ya está provisto de todo lo que puedas necesitar. Ni siquiera tienes que llevarte tu portátil. Ya tienes uno allí.
Por si no lo habéis notado, mi familia es muy rica. De hecho, descendemos de la realeza, pero hace ya tiempo que nuestro país se volvió democrático, cuando mis bisabuelos abolieron la monarquía. Sin embargo, durante los siglos hemos acumulado muchas riquezas. Aún si mi hermano y yo nos dedicásemos a desperdiciar el dinero, no podríamos gastarnos el capital de nuestra familia ni en siete vidas de derroche.
Pero la gracia es que mi hermano es extremadamente cuidadoso con el dinero que gasta. Nunca realiza gastos si no tiene forma de recuperar ese dinero. Me pregunté que tendría planeado... Myke tiene ocho años más que yo, y es un inversor popular entre los grandes bancarios. De hecho, él mismo es un poderoso señor de negocios.
-Oh, solo quiero llevarme mi carpeta con los personajes para mi próxima historia...
Empecé a comer, teniendo cuidado en no meterme mucha comida a la boca de golpe. La carpeta no es lo único que quiero llevarme...
-¿Ya terminaste de definir sus personalidades? La última vez que me hablaste de ellos aún estabas definiendo sus aspectos...
-Bueno, es que me vino la inspiración y lo terminé. Galopar por el bosque tiene ese efecto en mí.
Asintió de forma un tanto distraída, y seguimos comiendo en silencio. Cuando terminamos, la sirvienta recogió la mesa y Myke me indicó que podía marcharme.
Estaba a punto de irme cuando sentí que me cogía la muñeca.
-¿Myke...?
Me giré hacia él, y por un momento nos quedamos así, mirándonos fijamente.
Sus ojos rojos, idénticos a los míos, parecían atravesarme y llegarme al alma.
-Te quiero mucho, Ary. Lo sabes, ¿Verdad?
Durante un instante me limité a mirarle, sin saber bien qué decir. Como cansado de esperar mi respuesta, Myke me atrajo hacia su pecho, abrazándome con fuerza.
Aspiré su aroma a bosque y sangre, y sentí cómo me calmaba de forma casi automática. A pesar de nuestros continuos desacuerdos, adoro a mi hermano y él me adora a mí.
-Eres lo más importante para mí -dijo él, cuando notó que me relajaba en sus brazos.
-Lo sé. Siempre lo he sabido.
Todo el resentimiento que pude haber sentido se evaporó. Esto es lo más frustrante de Myke: da igual lo enfadada que llegue a estar con él, siempre se las arregla para que le perdone. Y... La pura verdad, yo sabía que si se alejaba de mí no era por querer viajar. Supongo que es una de esas verdades incómodas que siempre sabes y aún a así te empeñas en negar.
-Tienes... Tienes que irte, el coche está listo.
Myke me soltó y se fue con rapidez a su despacho. Suspiré, subí a por mi carpeta y volví a bajar al coche. El chófer me llevó al aeropuerto y en pocos instantes estuve tranquilamente sentada en mi butaca premium (a mi hermano le daría un infarto si se me ocurriese viajar en clase turista... Es un tipo extraño).
Revisé las fichas de mis personajes, y seguí escribiendo el esbozo de mi nueva historia. Antes de marcharme, había comentado con el mozo de cuadras que mis caballos vendrían a mi nueva casa, unos días después. Mary, Freya y Kyle estarían conmigo de nuevo en pocos días -los suficientes para aclimatar los establos de mi nueva casa a las afueras-. En cuanto me empezaron a doler los dedos de tanto escribir, cerré la carpeta y miré algunas películas en la minitelevisión que tenía delante.
Cuando aterrizase el avión, empezaría mi nueva vida...
