Las cosas que vivimos

Capítulo 1: El Inicio

El amor no tiene fecha u hora programada, a veces, viene con un rostro extraño, casi irreconosible, pero cuando te encuentras frente a él, sientes un estallido de emociones que no puedes describir o entender, y es entonces, que debes estar preparado para abrirle tu corazón.

Esta historia, que ha sido contada muchas veces, siempre nos recuerda que la felicidad llega una vez para todos, la pregunta es, ¿seremos capaces de reconocerla y aceptarla?

Washington DC. Julio, 2004

Tener un doctorado en Matemáticas, Química e Ingeniería , así como licenciaturas en Psicología y Sociología, junto a un coeficiente de 187, serían buenas razones para contratar a una persona. El problema es cuando se tiene también los complejos, temores y la dificil niñez de Spencer Reid.

A pesar de entender las razones que motivan cada comportamiento humano, no era capaz de controlar su propia conducta. Teóricamente sabía porque le era tan dificil socializar con otras personas, pero saberlo no le ayudaba en lo absoluto. Cuando el nerviosismo lo dominaba, su primera reacción era divagar sin sentido, una forma inconsciente de enfrentar la situación. Él lo sabía, pero no era capaz de controlarlo.

Era más notorio en el momento de ir a una entrevista de trabajo. Mientras leía su increíble curriculum, el entrevistador se preguntaba como era que ese impresionante joven, con tan solo 23 años, pero con un amplio conocimiento tanto en ciencias como en humanidades no había sido capaz de conseguir un empleo hasta ahora, bueno, las dudas se disipaban en el momento que Spencer habría la boca. Hechos y palabras salían sin sentido de su boca, y cada entrevista terminaba siempre con un " no nos llame, nosotros lo llamamos".

Pero esa torperza social tenía motivos, tan arraigados como secretos. Desde muy niño Spencer le tocó tomar decisiones de adulto, convivir con adultos, por eso sabía reconocer el porqué las personas actuaban de una forma o de otra. Pero al mismo tiempo, había algo en él que aún no había madurado. Muchas de las decisiones que tomó, le causaban culpa y dolor, sabía que eran necesarias y justificadas, pero aún así, esos sentimientos seguían en él. Mientras los años pasaron entre aulas y libros de grandes filósofos y escritores, su corazón seguía siendo la del mismo niño que le suplicó a su papá no abandonarlos a él y a su madre cuando tenía 10 años. Simplemente, no había madurado aún. Sin embargo, aún tenía obligaciones, el dinero que con tanto empeño había ahorrado de su primer trabajo en Las Vegas se estaba acabando, no contaba con su padre, y debía seguir cubriendo la atención que su madre estaba recibiendo.

Pero entonces su vida cambio radicalmente al presentarse a una conferencia sobre perfiles criminales. Uno de los oradores, Jason Gideon, renombrado agente de FBI, uno de los fundadores de la BAU y un alto conocedor del comportamiento humano en especial de los asesinos en serie, sádicos y psicópatas, llamó su atención, como nadie lo había hecho en mucho tiempo. Pero no fue el único. Gideon se sorprendió de las preguntas y razonamientos de un hombre tan joven, pero con un amplio conocimiento y una gran curiosidad.

Con la primera conversación, Gideon descubrió el problema de Spencer para socializar, su nerviosismo al enfrentar a las personas, en especial, si estaban en grupo, sin embargo, lo curioso era su habilidad para entender sin dificultad el porque las personas actuaban de una u otra forma.

Luego de algunas semanas, varios cafes en la cafétería de la universidad y una que otra partida de ajedrez, Gideon le propone algo que hasta ese momento Reid nunca se lo hubiese imaginado...

-Spencer, ¿cuál es tu plan a tu futuro?

-Señor, no entiendo que quiere decir?

-Bueno, te conozco desde hace 3 semanas, se que aún no has conseguido un empleo estable...

-Es cierto, no pensé que sería tan difícil, es sólo... bueno... creo que no logro encajar.. Es sólo que aquí, en DC, no valen solo los estudios, simplemente me congelo en las entrevistas, y... bueno... tu lo sabes mejor que yo...

-¿Qué piensas de lo que hago?

-¿Señor?

-Mi trabajo como perfilador.

-Es interesante, siempre me ha apasionado la forma en como actúa la mente humana, quiero decir, poder anticiparse al criminal, analizando su conducta... Claro, no me imagino haciendo algo así...

-¿Por qué no? Aunque no tengas la experiencia, he comprobado que eres un perfilador nato, y además eres casi experto en Sociología y Psicología.

-Si, bueno... pero también hay otras habilidades que no poseo...

-Eso es lo menos...

-Disculpa Gideon, ¿me estas ofreciendo empleo?

-Te ofrezco más que eso, Spencer, pero por ahora, podemos decir que es solo un empleo...

-No entiendo...

-Entenderás con el tiempo, pero solo si aceptas. Piensalo y cuando te hayas decidido, llámame.

Spencer observa a Gideon alejarse, 'Ha sido la entrevista de empleo más extraña que he tenido'.

Chicago. Noviembre, 1983.

- Derek hijo, date prisa, tu papá está esperando afuera.

Con su mochila verde en la espalda y sus zapatos sin atar, Derek de 10 años, baja aprisa las escaleras. Pasa a la cocina le roba uno de los panqueques a su hermana Sarah, ante las quejas de ella, toma un sorbo de jugo de naranja y se dirije a la puerta, no sin antes ser tomado de la mano por su mamá.

-A donde crees que vas, jovencito, sin despedirte de tu mamá.

-Adios mami, nos vemos más tarde – se despide con un gran beso.

-Compórtate, Derek.

-Mamá, Derek se robó mi desayuno.

-Lo siento Sarah, nos vemos

Sale de su casa y ve a su papá en el auto. Esta va a ser el mejor día de su vida. Su papá, un gran polícía de Chicago, lo llevará a su trabajo, como hace mucho lo había querido. Su héroe, en quien más confiaba. Antes de llegar a la comisaría, pasan por la tienda a hacer una compra para el escuadrón, Derek espera en el auto, segundos después de que su padre entre a la tienda, un auto se estaciona enfrente y Derek ve a tres hombres bajar, uno de ellos tiene un arma mal escondida en su cinturón. Derek se asusta, pero se llena de valor, sale del auto y entra a la tienda para decirle su papá. Todo pasa tan rápido, que no tiene tiempo de reaccionar.

Desde ahí, sus recuerdos son débiles y confusos. Tres disparos, la dueña de la tienda la señora Hermontt llorando, escucha a su padre gritarle "Agáchate Derek", él le hace caso, se tira debajo de uno de los estantes y luego un disparo, un único disparo le hiela la sangre. Derek se tapa los oídos y mira hacia arriba. Su padre cae al suelo. Derek gatea hacia él, su pecho está rojo, su frente llena de sudor y respira con dificultad. Derek toma su mano, con los ojos llenos de lágrimas le pide que no lo deje. Algo le dice su papá, pero Derek no lo entiende, él simplemente agarra su mano fuerza, -Te amo, papi. No me dejes, por favor.

Han pasado 30 minutos, Derek aún sujeta la mano de su padre, con los ojos perdidos, recostado a su lado, siente gente a su alrededor, paramédicos, oficiales de policía. Oye murmullos pero no entiende lo que dicen, él no se quiere levantar, solo quiere ver a su padre moverse, verlo reir, como hace tan solo una hora.

Siente que alguien lo toma y lo abraza, el quiere gritar, que lo dejen en paz, pero no puede, ese aroma le es familiar, entonces vuelve a la realidad y ve el rostro de su mamá, que lo abraza y le dice "Tranquilo, bebé, todo está bien, aquí estoy".

En ese momento, vuelve a la realidad, la abraza, y llora desconsoladamente. No pudo salvarlo, perdió a su papá y ahora, ¿quién protegerá a su mamá y a sus hermanas?

Son las 4:15 p.m., 6 horas han pasado desde que su padre fue asesinado. Fran saca a su hijo de emergencias. Después de tenerlo en observación, el médico concluye que no tiene ningún daño físico, pero está en estado de shock, que le hará bien estar en casa con su madre y hermanas y no deben dejarlo solo. Fran lo lleva al auto. Derek no ha dicho nada. Simplemente observa por la ventana. Ya no llora. Siente como si sus lágrimas por fin se secaron.

¿Qué podría decirle? No hay nada que podría consolarlo. Por otro lado, ella también esta rota. Al entrar a la tienda vió a su esposo, el hombre que amaba, su confidente y mejor amigo, que yacía en el suelo inerte, y su pequeño niño, aferrado a su mano, esperando que su papi se levantara y lo abrazara. Estaba desecha, cansada, y desolada. Pero tenía que ser fuerte, por sus hijos, pero en especial, a Derek.

Al estacionarse frente a su casa, toma la mano de su hijo.

-Quiero que me escuches Derek. Tu papá te amaba mucho. Tu y tus hermanas eran todo para él. Y aunque no esté físicamente, siempre estará junto a ti...

-Murió por mi culpa.

-¿Qué dices, cariño? Claro que no, no fue...

-Yo los vi entrar. Vi a ese hombre con el arma. Yo corrí, corrí a decirle a papá, cuando entré se escuchaban gritos y disparos. Yo me escondí...

-Derek, hiciste bien en esconderte...

-Noooo, mamá. Yo tenía que hacer algo, yo tenía que salvarlo, era mi papá, yo tenía que hacer algo, y no pude...

-Hijo, escúchame. No fue tu culpa. Fueron esos hombres, ellos mataron a tu papá, tu no.

-Pero mamá, yo... Es sólo que... papá cayó en el suelo, y me miró, me habló pero no recuerdo lo que me dijo... Y luego, empezó a ahogarse, y no se movió más. Mamá, no pude hacer nada por él.

-No podías hijo. Nadie podía. Pero, sabes amor, aunque no está aquí, lo siento muy cerca.

-¿Cómo lo puedes sentir cerca?

-En tí hijo, tu siempre fuiste su mayor orgullo. Y pase lo que pase, recuerda, que él siempre vivirá en tí.

-Lo extraño mamá.

Fue con un abrazo, con el que Fran Morgan apaciguo por unos instantes el dolor de su pequeño hijo de 10 años, que hacía unas pocas horas, corría lleno de alegría por visitar el lugar de trabajo de papá, en cuestión de un momento, perdió su niñez, conoció de la manera más terrible el dolor y la pérdida. Fran sabe que será un camino difícil, pero mientras abraza a su pequeño, en silencio, pide a Dios fortaleza.

Han pasado 4 años después la muerte de su padre. Derek es un marginado del barrio, el ser hijo de un policía fallecido, no lo hace muy popular entre los pandilleros del barrio. Derek, quien aún está lleno de dolor e ira, reacciona ante la primera provocación.

La única que aún logra apaciguarlo es su madre, pero incluso Fran siente como todo se sale de sus manos. Su hijo aún no logra superar la pérdida de su padre, y aunque ya no habla de él, en sus ojos y en su ira puede ver que el dolor sigue tan vivo como ese día.

Una noche, un empujón, un puñetazo y una botella quebrada en la cabeza, termina con una visita no planeada de Derek a la comisaría. Ahí nadie sabe de su padre, el oficial Morgan, muerto en el cumplimiento del deber. Un joven pero malhumorado policía, Gordinzki, atiende su caso. La actitud temeraria de Derek y la antipatía natural racista del oficial, hacen que Gordinzki vea a Derek con malos ojos, sin embargo, alguien está interesado en protegerlo. No lo solo lo saca de la carcel y evita que lo lleven a la Correccional, limpia su expediente para que pueda optar por una beca deportiva. Carl Buford se convierte entonces en su heroe, su mentor. Pero para Buford, nada es gratis en esta vida, y Derek tendrá que pagar todo eso, con algo mucho más valioso que el dinero: su dignidad.

Pasan los meses, los años. Derek, ya 15 años, no puede contar a su madre la verdad sobre Carl Buford, ella aún sufre por la pérdida de su padre. Su sueño es sacar a su madre y hermanas adelante. Sabe como terminan las muchachas del barrio, y no quiere eso para Sarah y Desiree, y su mamá, es lo más valioso en el mundo para él. Pase lo que pase, él debe salir del barrio, si no pudo proteger a su papá, al menos, debe cuidar de ellas.

Es así como decide guardarse el sufrimiento y la vergüenza. Pase lo que pase, esto quedará enterrado. Pero al mismo tiempo, siente que debe hacer algo más con su vida. El haber perdido a su padre, lo motiva a ayudar a otros a no sufrir esa misma pérdida, ser un héroe como lo fue su padre. Además, sabe, de primera mano, que el mundo está lleno de monstruos como Buford, que se esconden en las sombras y destruyen la vida de inocentes.

Es así que, frente a la tumba de un niño desconocido que fue asesinado y cuya lápida Derek ayudó a comprar, promete que dedicará su vida a luchar por proteger a los más débiles, en honor a su padre.

Washington, Diciembre, 2003.

Han pasado 15 años. Dos hombres: su padre y Carl Buford, dejaron huella en su vida. En formas diferentes, ambos lo inspiraron para ser un oficial de la ley.

Con un amplio curriculum, es su primer día en la Unidad de Análisis de Comportamiento del FBI, gracias a quien fuera abogado de la Fiscalía en Seattle y ahora, es uno de los jóvenes perfiladores más prometedores, Aaron Hotchner.

BAU no solo le dará la oportunidad de detener a los criminales, podrá incluso adelantarse a ellos. Poco se imagina lo mucho que su vida cambiará, pues no solo será un simple trabajo para él, transformará su carácter y se encontrará a si mismo.

Es su primer día de trabajo, pasa por la cafetería, un café con crema, un emparedado y el periódico para empezar el día. Lee con atención un artículo de primera plana: un atentado, el FBI involucrado, uno de los grandes de la BAU, el SSA Jason Gideon era el encargado de negociar. Un terrible error y la bomba estalla, matando a 6 agentes. Un gran escándalo, lo peor: Jason Gideon sufre PTSD, el peso de perder vidas inocentes bajo su mando es demasiado grande para él. Hasta entonces no había conocido a Gideon ni a los agentes muertos, pero es entonces que Derek entiende que pertener a la BAU es una gran responsabilidad, pues una mala decisión, significaría la pérdida de vidas.

Quantico, Virginia. Agosto, 2004.

Han pasado 9 meses desde que Derek Morgan se integró a la BAU. Ha enfrentado, en poco tiempo, lo peor de la humanidad. Ha visto ante sus propios ojos, los alcances de la depravación. Aún así, y aunque han sido pocos los buenos momentos, las vidas que han salvado y las familias que se han reunido, son un gran aliciente.

Pero ese día es particularmente extraño. Como todas las mañanas, Derek llega a la oficina tranquilamente. Pero ve que el escritorio del viejo Simon Harris, que hace apenas una semana se había retirado, estaba ocupado. Parece que por fin habían contratado a un nuevo agente. Quien sabe, seguro lo transfirieron de Antiterrorismo o Antibombas. Tal vez de un PD. Sin importar de quien se tratara, era importante. Después del caso del Bombardero, BAU ha ido perdiendo apoyo. Varios agentes se han ido retirando por edad, además de los seis agentes muertos en ese caso, así como Gideon, que en ese entonces era el Jefe de Unidad. Desde hace algunos días escuchó el rumor que Gideon volvería de su retiro. No estaba seguro si ya estaba recuperado, pero algo era seguro, la unidad lo necesitaba.

Es entonces que la oficina de Hotch sale de su oficina, junto con él, Gideon y un chico.

-Morgan, a sala de conferencias, ahora.

Morgan entra y toma asiento. Es extraño. Ya sabía que era cuestión de tiempo para que Gideon se reincorporara a la Unidad, pero, ¿y ese chico? No cree que supere los 20 años.

-Bien, seré rápido. Morgan, él es el agente Jason Gideon, seguro habrá escuchado de él. A partir de hoy se reincorpora al trabajo con la unidad.

-Por supuesto Hotch, es un placer señor.

-El gusto es mio agente. Aprovecho para presentarle al Dr. Spencer Reid. A partir de hoy, él será uno más de nuestra unidad.

Derek lo mira extrañado. -'¿Un doctor? Pero que edad, parece de 15.

-Morgan, agente Reid...

-Doctor Hotch...

-Si, claro. Dr Reid, a pesar de su edad, tiene grandes conocimientos que serán de utilidad para la unidad.

-Ya veo, bueno, no deseo discrepar con ustedes, pero específicamente, cuales son sus habilidades, es decir, hasta el momento ni siquiera ha abierto la boca.

-Mmmm... bueno, me gradué de la secundaria a los 12 años. Tengo Doctorados en Matemáticas, Química e Ingeniería, y Licenciaturas en Psicología y Sociología. Tengo memoria edetica, y leo 20000 palabras por minuto, además de un coeficiente de 187...

-Uauuu,uauu, Ok, chico. Me sorprendiste. Dime, ¿qué edad tienes?

-Mmmm... tengo 23 años.

-Bueno, Morgan, deja el interrogatorio para luego. Sabes mejor que nadie que esta unidad ha tenido perdida de personal. Eso, y la necesidad creciente de agentes con mejor preparación para atender casos diversos y cada vez más complejos hace que debamos recurrir a nuevos elementos.

-Entiendo tu punto Hotch, estoy seguro que el chico lo hará bien. Espero no haya problema si simplemente te llame Reid, doctor.

-No hay ningún problema.

-Bien, Reid será el primero de nuevos elementos. Estoy gestionando la incorporación de un agente que se especialice en el Enlace con los Medios, eso para aligerar un poco el trabajo. Gideon me ha propuesto algunos nombres, sin embargo, tengo ya a alguien en mente para el puesto...

-Disculpe, señor. Podría sugerirle el apoyo de un analista técnico, sería de gran utilidad, tomando en cuenta que se debe tomar varias variables antes de poder ubicar al su-des. Eso es demasiada información, que un analista podría filtrar sin ninguna dificultad.

-Buena sugerencia Reid. Dentro del FBI tenemos varios analistas, pero normalmente para asuntos de oficina. No se toman en cuenta para las investigaciones. Pensaré en su propuesta. Por ahora, es todo. Morgan, Reid ocupará el escritorio de Harris, ayudalo a acomodarse.

-No hay problema, vamos Reid, después de ti.

-¿Qué piensas del comportamiento de Morgan hacia Reid?

-Bueno Hotch, es obvio que no está seguro de las habilidades de Reid, pero por lo poco que he visto de él, está dispuesto en darle una oportunidad.

-Morgan es algo esceptico, pero es un buen agente, confiable y recto.

-Al igual que Reid, pero a diferencia de Morgan, es socialmente torpe.

-Bueno, supongo que se ayudaran mutuamente, lo que a uno le sobra, al otro le falta.

-Si, es posible. Veremos.