Humillación Humillación

Estoy parada junto a un prestigioso médico, un cardiólogo de Massachusetts que Cuddy ha invitado a dar una conferencia sobre no me acuerdo qué. Y no me acuerdo porque mis propios nervios me traicionan. Es que, además de invitarlo, a Cuddy no se le ha ocurrido mejor idea que uno de sus médicos debía presentar al tipo. Y como medio plantel del hospital está de vacaciones (el personal prestigioso, descontando a House, claro está) no le quedó más remedio que pedírmelo a mí.

He hablado en público. He presentado y defendido mis trabajos en la Universidad. He operado frente a observadores. ¡Por Dios! Si hasta he trabajado para House... Una presentación de nada no debería ponerme así. Pero estoy transpirando de lo lindo.

Me dan el micrófono. Y miro a la gente. Gran error. El público me mira expectante. Y debo aclarar que son puros futuros médicos.

- El doctor Graceful es un reconocido cardiólogo egresado de UCLA que trabaja actualmente en Massachusetts. - Aquí me falla la voz. Carraspeo levemente. - Hoy nos hablará acerca de la trascendencia de la invención de la Repuqueración Pardio-Culmonar... - Risas. Sé que me equivoqué, pero volver atrás sería más humillante, así que sonrío como si nada, le doy el micrófono al cardiólogo y me pierdo por el lado del escenario.

Nada más salir al pasillo busco la primera pared, apoyo mi espalda en ella y me dejo deslizar hasta el suelo. Ahí me quedo, con mis manos cubriendo mi cara, que debe estar totalmente roja. Jamás, juro que jamás me he sentido tan inútil, tan estúpida, tan humillada. Algo simple, algo que llevo años haciendo...

- Te equivocaste en un término médico estúpido.

Justo lo que me faltaba: House recordándome mi falla. Ahora sí que me siento más humillada. No soy capaz de levantar la cabeza. No estoy llorando, no creo que valga la pena, pero no quiero que me vea así de colorada.

- ¿Vienes a refregármelo?

- Si lo que pretendes es que no vea la vergüenza que sientes, es inútil. Tus orejas parecen dos rodajas de tomate.

Ahora lo miro. Y veo que su expresión no es de burla; al contrario, parece totalmente compungido.

- ¿Qué quieres? - le sonrío. No voy a mostrarme débil, aunque ya me ha visto fallar.

- Te conozco. Eres buena médico... Ese error no significa nada.

Estoy alucinando. ¿House me ha dado ánimos? ¿El mismo House que, cuando era su empleada, me sacudió de un lado al otro ante cada mínimo fallo? Abro la boca sorprendida. Y lo veo sonreír ligeramente.

- ¿De... verdad...? ¿De verdad lo crees?

Sonríe más. Y me mira atentamente, como estudiándome.

- Deberías sentir vergüenza más seguido. El rojo resalta tus ojos.

Se va, golpeteando con el bastón como siempre. Y ahora sonrío tranquila.

Cuando desaparece por la esquina del pasillo siento mi celular vibrando dentro de mi bolsillo. Al sacarlo veo en la pantalla que es House y atiendo velozmente.

- ¿Qué sucede?

- Mi paciente necesita Repuqueración Pardio-Culmonar. ¿Me ayudas?

Lanzo una carcajada muy sonora. Escucharlo de su boca resulta verdaderamente reconfortante.

¿Qué importa si un puñado de mil quinientos, dos mil estudiantes me consideran idiota, si el hombre que yo amo se preocupa por animarme a su modo particular?

Con eso en mente, me levanto. Y con nuevos ánimos vuelvo a mi trabajo en Urgencias.

FIN