Moshi, moshi :D

Bueno aquí paso a dejar este fic, creo que es una idea muy loca XD pero denle una oportunidad.

Habrá lagrimas, risas, amor, desamor, lemmon XD, Sebastian y rock XDDD

Espero que os guste ;D


Kuroshitsuji y sus personajes no me pertenecen (bueno Sebastian si es mio xD), así como algunas letras, bandas musicales, videojuegos, animes o mangas que mencionaré a lo largo del fic, Al menos que yo especifique que los he inventado yo XD

Sin más que agregar por el momento, se despide Scarlett Michaelis ;D


Prologo

Sebastian nunca había hecho un contrato como aquel. Todo había sido nuevo y diferente a lo que estaba acostumbrado. Podría decir que incluso se estaba divirtiendo.

Los humanos eran seres fascinantes, nunca se cansaría de decirlo. Dando todo de si por alcanzar lo que quieren, incluso si eso significa ofrecer su alma al demonio.

Su trabajo llegaba a su fin, entonces no entendía por qué tenía una extraña sensación, algo que no sabía que era.

—Joven ama, ¿logró todo lo que quería verdad? —preguntó a la chica que tenía sus ojos violetas puestos en él, y le miraba con profunda felicidad, lo cual extrañó aun más al demonio.

—Si, no queda nada pendiente, solo una cosa…

—Mi deber es estar con usted hasta el final, y cumplir todos sus deseos, así que dígame que le falta.

La chica sonrió y le susurró al oído…

—¿Lo harás? —quiso saber la joven.

—Yes, my lady…

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Capitulo 1: Un contrato… ¿demoniaco?

Era un viernes por la tarde, el viejo Big Ben marcaba con sus grandes manecillas las dos en punto. El cielo estaba nublado y con grandes probabilidades de lluvia, un día típico de la bella y misteriosa ciudad de Londres.

El instituto St. Michaels, una prestigiosa escuela ubicada al norte de Londres fundada desde 1953, lugar de estudio de grandes personajes ilustres, una escuela que solo estaba disponible para aquellos que pudieran pagar la asombrosa cantidad de treinta mil euros mensuales, estaba sumido en un gran alboroto. La campana que anunciaba que el final de la jornada de estudio había terminado era lo que todos los estudiantes esperaban con ansias.

Una joven recogía libros y otras cosas de su casillero, algunos estudiantes que pasaban cerca de ella la miraban como si fuera algún tipo de virus infeccioso y otros tantos simplemente ignoraban que estaba ahí. El nombre de esa chica: Scarlett Morvant.

La joven Scarlett era todo lo que la gente consideraba "una persona rara"

Su forma de vestir era un "insulto" a la moda decían las chicas más frívolas y huecas de la escuela, pues solía llevar pantalones de mezclilla un tanto holgados para ella, y mullidos y muy grandes suéteres de lana que ocultaban su cuerpo. Su apariencia no era ni remotamente parecida a la de las chicas que asistían a St. Michaels, pues ella no poseía una piel perfecta, blanca y suave, su piel era más bien cetrina, con la cual se había ganado el apodo de "vampiro feo". Sus ojos, eran de un bellísimo y poco común color violeta, pero estos se ocultaban detrás de unos grandes lentes que privaban al mundo de ver tan enigmáticos ojos y que le habían hecho que se ganara otro apodo como "la cuatro ojos". Y que decir de su cabello, era negro como la noche y lo tenía largo hasta la cintura, el problema era que su cabello era muy rebelde y siempre estaba enmarañado.

Scarlett era una chica muy inteligente, era la estudiante con las mejores notas y eso, si bien era un orgullo para su padre, al resto de los estudiantes les daba para considerarla nerd.

La joven cerró su casillero y echó a caminar por el amplio pasillo adornado con aquellas pinturas y muebles de estilo renacentista.

St. Michaels era todo un sueño para la gente que amara la arquitectura antigua. Más que una escuela, parecía un castillo, la decoración te podía remontar al siglo XIX, y sus jardines eran tan grandes y llenos de vida, que uno no se sorprendería de encontrarse con alguna pequeña hada, o mirara correr a un unicornio entre los arboles que rodeaban el colegio. Ese lugar parecía tan mágico…tan hermoso.

Scarlett caminaba hacia la salida sosteniendo en sus manos una pila de libros, su rostro estaba sonriente, y su andar era tan liviano y distraído que no se dio cuenta de que una chica le había puesto el pie, la joven Scarlett tropezó y fue a dar al suelo, los alumnos que pasaban por ahí en ese momento se echaron a reír sin que les importara que la joven podía oírlos, y nadie se detuvo a ayudarla. Scarlett se incorporó trabajosamente y se apuró a recoger los libros que ahora se hallaban regados por el suelo sin perder la sonrisa. Mientras los recogía, una mano se adelantó a recoger un libro, la chica alzó la vista y sonrió ampliamente al ver al chico que tenía delante de ella.

—¡Chris! Creí que ya te habías ido—dijo la joven mientras recibía el libro que aquel chico le entregaba.

—¿Cuándo me he ido dejándote aquí? —comento fingiendo estar triste, la chica sonrió—Hoy es el gran día. ¡Scarlett Morvant, la nueva leyenda del rock!—exclamó el chico alzando los brazos al aire y esbozando una sonrisa arrebatadora.

Christopher Bright era uno de los chicos más populares la de escuela, al menos en el sentido de que siempre se estaba metiendo en problemas por pelearse con sus compañeros o saltarse casi todas las clases. Era un chico muy guapo, de tez blanca, ojos grises y cabello negro azabache; era alto, llegando casi al metro noventa y su cuerpo estaba muy bien formado.

Chris, como le llamaba Scarlett de cariño, era su mejor amigo, desde pequeños siempre estuvieron juntos, él era como su hermano mayor, siempre protegiéndola y preocupándose por ella. Scarlett le quería demasiado, aunque para descontento de Chris, solo lo quería como a un hermano, y nunca podría quererlo como él quisiera que lo hiciera.

—Jajaja…No es para tanto—comentó la chica dándole una palmadita en el hombro a su amigo y sonriéndole de aquella forma que tanto le gustaba al muchacho.

Scarlett tenía el sueño de tener una banda y llegar a ser toda una leyenda de la música, y hacia un mes aproximadamente, ayudada por su parlanchín amigo habían grabado un demo y lo llevaron a una disquera, el dueño les había dicho que hablaría con el resto de sus colegas y discutirían sobre el demo. Les habían dicho que fueran dentro de un mes, y la espera ya había terminado

—¿Qué no es para tanto? —preguntó fingiendo estar enojado—Eres demasiado modesta mujer—le reprochó—Además, hoy también es tu cumpleaños, y hay que celebrarlo.

—No es necesario—respondió la chica mientras echaba a caminar de nuevo seguida de su amigo—Prefiero quedarme en casa—se notaba cierto nerviosismo en su voz.

—Anda, ¿de cuando acá te niegas a festejar? —Inquirió Chris mirando a su amiga—Se que estas nerviosa por lo de tu demo, y por eso es mejor que salgas a distraerte. Además ¡cumples los dieciocho! Ya eres mayor de edad. Dios ¿Cómo no celebrar eso? —replicó su amigo haciendo una mueca que hizo que Scarlett se echara a reír.

—Bueno, bueno, está bien. —concedió la joven. —¿A dónde me llevarás?

—A donde tu quieras, tu eres la festejada después de todo. —salieron de la escuela y Chris detuvo a tiempo a la chica, pues esta tropezó y estuvo a punto de caer. La joven maldijo por lo bajo y Chris se echó a reír—Una dama no dice palabrotas—le dijo mientras sacaba su paraguas, pues unas gruesas gotas de lluvia habían comenzado a caer.

—O claro, claro—la chica se irguió cuan alta era e hizo una floritura con la mano—Discúlpeme usted mi lord.

Ambos jóvenes se echaron a reír y caminaron a paso lento por el estacionamiento de la escuela. Todos los autos que ahí se encontraban eran flamantes convertibles, camionetas blindadas o grandes autos de estilo clásico, autos que solo la gente de alta sociedad podían costear. Scarlett y Chris se detuvieron frente a un BMW M6 de color gris, y el chico se apuró a abrirle la puerta a su amiga.

Chris era un amante de los autos deportivos, y ese había sido su regalo de cumpleaños por la mayoría de edad. Scarlett solía bromear diciendo que ese auto otorgaba tres punto un mujeres por kilometro, él solo se limitaba a reír, pues solo tenía una mujer, y estaba sentada a su lado en ese momento y siempre se encargaba de llevarla y traerla de la escuela y de todos lados, puesto que su amiga insistía en que un chofer con limusina era demasiado para ella.

—Bueno ¿entonces a dónde iremos? Tus palabras son ordenes para mi. —lo dijo quizá con mucha profundidad—¿Qué quiere la señorita? ¿Un viaje a la luna, una estrella del cielo?

Scarlett se echó a reír, ella no había entendido que su amigo hablaba con el corazón. Chris frunció el ceño y volvió sus ojos a la carretera rezando porque ella no se diera cuenta de su descontento.

Algún día te darás cuenta de mi amor por ti se dijo mentalmente.

—¿Qué te parece si vamos al cine? —preguntó la chica. Los ojos de Chris destellaron momentáneamente. —Había una película de zombis que quería ir a ver. —el chico se desanimó un tanto, hubiera preferido algo más suave, pero recordando como era su amiga se dio cuenta que pedía demasiado.

—Si eso es lo que quiere, my lady—respondió animándose de nuevo.

—Jajajaja, ya deja eso de My lady, es raro—Scarlett se acomodó en el asiento y cerro los ojos.

Aun estaba muy ansiosa, ese mismo día debía de ir a aquella disquera y ver si su demo había sido aceptado. Comenzó a fantasear con una imagen de ella cantando en el estadio de Wembley, la gente cantando a todo pulmón sus canciones, pancartas en las que figurara su nombre con alguna propuesta alocada o indecorosa de alguno de sus fans. Se imaginaba también apareciendo en la portada de la revista Rolling Stone con el encabezado de "Scarlett Morvant, la nueva leyenda del rock"

Si lograba su sueño, no tendría que volver a esa maldita escuela en la que la trataban como si fuera una alimaña. Durante años había soportado sus burlas y sus acosos, pero estaba a punto de estallar, quería huir, quería que todo eso cambiara.

Su ilusión fue interrumpida cuando Chris le indicó que ya había llegado. Eran exactamente las tres de la tarde, y la reunión con la disquera era a las nueve de la noche. Tenia que hacer un esfuerzo por mantenerse tranquila.

Mientras estaban en el cine, su amigo mantuvo todo el tiempo la mano apoyada en el reposabrazos con la palma de la mano hacia arriba, ella se preguntaba por qué últimamente Chris actuaba raro.

La película fue una completa tomada de pelo. Era bastante mala, solo un montón de zombis chorreando sangre y atacando a las pocas personas que no estaba infectadas, no había ningún tipo de trama consistente y Scarlett ya comenzaba a quejarse de ella mientras su amigo no dejaba de reír por la critica cómica que daba la chica.

Chris estaba feliz de que su amiga estuviera tan animada. Desde que habían entrado a la escuela primaria, ella sufría de los ataques de sus compañeros. El siempre salía en su defensa y siempre estaba para apoyarla. Después de todo ellos no conocían en nada a la hermosa Scarlett Morvant, una chica que se escondía en una coraza de timidez, pero que una vez que le conocías no podías evitar enamorarte de ella por su personalidad tan vivaz y sus alocados sueños. Era una chica como pocas, sin la preocupación de como lucía su ropa, alguien que no hacia drama cuando se daba cuenta de que su labial favorito se había terminado o intentaba suicidarse porque tal chica llevaba la misma pulsera que ella.

Scarlett era una rockera de corazón, dueña de una voz inigualable y un talento para tocar la guitarra que parecía que el espíritu de Jimy Hendrix residía en ella, le encantaban los temas relacionados con los fantasmas y las conspiraciones mundiales, con los demonios, con los ángeles entre otras cosas.

Era la mejor jugadora de videojuegos que conocía, la que solía aplastarlo cuando jugaban al Call of Duty.

Fan numero uno de Pink Floyd y MUSE, del anime y el manga, para él, Scarlett era la chica perfecta, para el resto, una chica rara.

Ya habían salido a la calle, eran las cinco treinta de la tarde y un sonoro gruñido proveniente del estómago de la chica le indicó que era hora de ir a buscar un buen lugar para comer.

Anduvieron caminado por la calle hasta que llegaron a un restaurante de comida italiana y ordenaron. Chris tenía cierto recelo de la comida italiana, pues no era precisamente su favorita, pero a Scarlett le encantaba esa comida, por lo que no le importó, ese era su día y cumpliría todos los deseos de la chica.

Pasaron un rato bastante ameno, Chris pidió al mesero que llevara una rebanada de pastel con una velita para celebrar el cumpleaños de su amiga, y casi estuvo a punto de confesarle sus sentimientos al ver la felicidad y la ilusión en los ojos de la joven, quien le abrazó tiernamente y le depositó un beso en la mejilla.

Chris sacó un pequeño collar con la figura de un corazón hecho de zafiro y se lo tendió a la chica quien miró sorprendida el regalo que le tendía su amigo.

—Felices dieciocho—dijo intentando controlar sus emociones.

—Ohh…Que bello—Scarlett tomó el collar entre sus manos—Pero no debiste comprar algo tan caro, con una caja de chocolates bastaba—dijo riéndose.

—Vamos, eres mi…hermanita—tartamudeo, por suerte ella no se dio cuenta—Y además no está mal regalar cosas caras de vez en cuando.

—Tienes razón, gracias—su sonrisa se hizo presente—Jejeje, es bastante mono.

—Ven acá, te lo pondré para que no lo vayas a perder—tomó el collar de la mano de la chica y se levantó, lo puso sobre su cuello con tanta parsimonia y delicadeza, pero antes de que fuera a hacer algo estúpido, se alejó y volvió a su lugar—Lo sabía, ese collar estaba hecho para ti, además es de la buena suerte—agregó.

—¿De la buena suerte? —preguntó con voz inocente.

—Si, ya sabes, hoy es tu gran día, pronto te convertirás en una gran estrella de rock, y debes tener un amuleto de la buena suerte.

—Eres un amor—declaró—Muchas gracias, no sé que haría sin tu amistad.

¡Maldita sea, Scarlett, veme como algo más que tu amigo! gritó en su mente

—Si, ya sabes para eso estoy—dijo sin mostrarse muy preocupado por esconder su tono de desilusión, tono que la chica pasó desapercibido.

El tiempo había pasado volando, cuando Scarlett miró su reloj se dio cuenta que ya eran pasado de las ocho, y el edificio de la disquera no estaba tan cerca de ahí.

—¿Llegó el momento? —preguntó su amigo mientras se levantaba de la mesa y dejaba algo de propina en la mesa. Scarlett asintió con la cabeza visiblemente nerviosa, y su amigo le dio una palmadita en la espalda para darle ánimos.

Ambos salieron del restaurante y se encaminaron al auto, mientras el joven abría la puerta Scarlett fijó su atención en un hermoso gato negro que la vigilaba con atención.

—Ahhh…¡Que lindo! —exclamó—¡Mira Chris, es un gato!

El chico se volvió y miró al gato, hubo algo en la mirada del felino que no le gusto nada, Scarlett se acercó y le acarició la cabeza, el gato cerró levemente los ojos a la caricia de la chica. Chris se acercó a su amiga y tiró de su brazo.

—Si, que lindo, anda, llegaremos tarde si no subes al auto—el gato le lanzó una mirada que le pareció amenazante y eso causo que se desconcertara y recelara del gato aun más. El felino se dio la vuelta y echó a caminar, desapareciendo en la oscuridad de la noche.

—Lo has asustado—le reprochó la chica—¡Awww, era tan hermoso!

—Si, era "endemoniadamente" lindo—dijo con recelo, recordando la mirada que le había dirigido el felino.

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Scarlett bajó del auto de su amigo y le dijo que le esperara dentro. Estaba bastante nerviosa y le temblaban las rodillas, sentía que su cuerpo era de gelatina.

El edificio de la disquera era bastante grande, personas ataviadas con traje entraban y salían del lugar, y el atuendo que lucia la joven desentonaba demasiado y no pasaba desapercibido ante los trabajadores que pasaban cerca de ella, quienes se volvían a mirarle como preguntándose si estaba perdida.

La chica intentó ocultar su temor y siguió caminando. Ya dentro del edificio se apresuró a tomar el elevador y oprimió el numero quince. Agradeció que nadie detuviera el elevador.

Cuando llegó camino por un largo pasillo alfombrado, al final de éste se encontraba un gran escritorio y detrás de este, una mujer de unos veintitantos años, de cabello castaño y ataviada con un traje color negro, alzó la vista al escuchar los pasos de la joven.

—¿Le puedo ayudar en algo? —preguntó con poca amabilidad mirando con recelo a la chica.

—Mi nombre es Scarlett Morvant, vengo a hablar con el señor Landers, por lo de un demo que traje hace un mes. —respondió intentando no sonar tan cohibida.

—Déjeme ver—inquirió la mujer tomando un teléfono y marcando un número—¿Señor? Lamento molestarle, pero aquí hay una chica que dice que usted le llamó por algo de un demo—se hizo silencio—Su nombre es Scarlett Morvant—otro silencio—Muy bien, gracias.

Scarlett tamborileaba los dedos sobre el escritorio, completamente nerviosa.

—Muy bien, sígueme—la mujer se puso de pie y echó a caminar por otro pasillo que se abría al lado izquierdo.

Scarlett le siguió en completo silencio y se afianzó al pequeño corazón de zafiro que le había dado Chris Para la buena suerte.

Llegaron hasta una oficina que ya conocía, pues el mes anterior había estado en ese mismo lugar.

La mujer dijo un casi imperceptible "con permiso" y se marchó dejando a la chica en el umbral de la puerta.

La oficina era bastante moderna, pintada de colores claros y con muebles de estilo un tanto futurista

—Ven a sentarte, no te quedes ahí parada—dijo un hombre que se encontraba sentado detrás de un escritorio, vestía de manera formal, cabello corto castaño con algunos signos de canas, y ojos de un apagado color gris, ese era el señor Landers, el dueño de la disquera.

La joven asintió y se fue a sentar en la silla delante del escritorio. Aun no dejaba de apretar su collar.

El lugar se sumió en un incomodo silencio, la pobre de Scarlett estaba sumamente nerviosa.

—Em…Bueno…y-yo…—se quedó callada, ni siquiera podía decir algo coherente.

—Señorita…Morvant, que alegría tenerla por aquí—le sonrió y le tendió la mano, la chica se la estrechó, y se sintió aun más cohibida. —Parece asustada, no hay nada que temer. —le dijo en tono tranquilizador.

—E-e s-si—tartamudeó—Bueno, yo…vengo para ver lo de mi demo—se atrevió a decir.

Landers miró de forma penetrante a la joven delante de él y esbozó una sonrisa falsa.

—Ahh si, el demo. Bueno señorita Morvant, déjeme decirle que su demo es una belleza—se levantó de la silla y se puso a caminar por el lugar. —Es un material muy bueno, tanto lirico como instrumentalmente. Se nota la pasión que pone al cantar, bueno, ¿Qué más puedo decirle?

Scarlett dejó de lado su nerviosismo y sus ojos se iluminaron.

Por fin lograría su sueño, el recuerdo de ella tocando ante miles de personas que clamaban su nombre y cantaban sus canciones, volvió a inundar su mente.

Después de tantas desdichas en su vida, por fin lograría algo.

—Me alegra que le guste mi forma de cantar—dijo sin rastro de nerviosismo en su voz—Sabía que gustaría y ¿Cuándo firmamos un contrato?

—¿Contrato? ¿Cómo a dicho? —el hombre detuvo su andar y miró a la chica.

—Pues el contrato para comenzar a trabajar con su disquera, para comenzar a hacer mi música—inquirió desconcertada.

Landers negó con la cabeza y se acercó a la chica, le tomó de la mano y la palmeó como un padre lo haría con su hija que se ha caído y busca consuelo.

—Pequeña…dije que tu trabajo era genial, pero no que tendrías un contrato—Scarlett pensó que estaba bromeando—Escúchame, tu música tiene un estilo único, pero es algo que no interesará a nadie. Los jóvenesde hoy quieren canciones pegadizas, simples, poperas que sean cantadas por mujeres hermosas vestidas de forma llamativa, o por jóvenes guapos. Y seamos sinceros, tu no tienes lo que se necesita—hizo un movimiento con la mano señalando su persona. —Lo único que vamos a hacer es perder dinero contigo.

Scarlett estaba al borde de las lágrimas, no podía creer lo que le decía ese hombre. Todas y cada una de sus palabras le habían atravesado como cuchillos sin filo, haciendo que el provocar una herida fuera mucho más doloroso. Veía sus sueños caer, derrumbarse, ser pisoteados.

Se quedó completamente sin palabras, no sabía que decir. Landers volvió a su escritorio.

—Bueno, si eres tan amable de irte, en unos momentos vendrán otras personas, nuestra charla a terminado—le tendió una caja delgada y cuadrada, Scarlett la tomó y se fijo que era su demo; unas lagrimas resbalaron por sus mejillas. Se levantó de la silla y se encaminó a la puerta con sus sueños e ilusiones echas pedazos.

Casi corrió al ascensor y sin poder soportarlo más, se echó a llorar.

Salió corriendo del edificio, una tormenta ya había empezado a caer, se quedó ahí, en medio de la acera, siendo golpeada por la lluvia, sin poder dejar de llorar.

Chris miró su reloj, eran casi las once y Scarlett no volvía. La canción Another Brick in the Wall de Pink Floyd sonaba a todo volumen, de repente, un rayo surcó el cielo, el chico volvió la vista hacia el edificio y vio a su amiga parada fuera del edificio completamente empapada.

¿Pero que rayos hace? Se preguntó tomando un paraguas y saliendo del auto.

—¡Ey! ¡Scarlett, qué demonios haces bajo esta tormenta! —gritó para poderse hacer oír contra el ruido que provocaba la tormenta.

La chica alzó la vista, pero no se movió ni un ápice. La lluvia se cortó de golpe cuando Chris llegó con la sombrilla.

—¿Scarlett? —preguntó contemplando el rostro demacrado y lloroso de su amiga—¿Qué pasó, que tienes? —dejó caer el paraguas y sostuvo a la chica entre sus brazos, ella aferraba con sus manos el collar que le había regalado, pero no dijo nada —Scarlett ¡Di algo!

—Todo acabó—dijo de repente—Todo se quedó en la nada.

—¿Qué? ¡De que demonios hablas! —sacudió a la chica, quien parecía estar como muerta—¡Que te dijeron!

—¡Déjame! —gritó de repente golpeando a Chris apartándolo de ella—¡Mi vida está condenada a ser infeliz!

—¡Scarlett! —volvió a tomar a la joven entre sus brazos—¡Yo te voy a hacer feliz! ¡Daría mi vida porque tú fueras feliz! —la chica le miró de una manera en la que nunca le había visto, era una mirada fría, oscura, macabra. Scarlett le golpeó en el estomago y el chico fue a parar al suelo.

—¡Adiós! —dijo arrancando la cadena del collar y tirándolo cerca de Chris.

La joven echó a correr perdiéndose en la lejanía, Chris contempló su figura borrosa, sostuvo entre sus manos la pequeña piedra de zafiro y lanzó un grito al cielo, que fue ahogado por el ruido de un rayo.

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Scarlett corría por las calles desiertas de Londres, no le importaba a donde iba, solo quería correr, gritar al cielo por qué no podía ser feliz, por qué debía siempre de sufrir.

—¡Acaso no merezco ser feliz!¡Qué he hecho algo malo para merecer esto! —gritó en medio de una calle.

Estaba destrozada, toda su vida había sido azotada por las desgracias, y ahora que pensaba que por fin lograría algo que le trajera felicidad, una vez más aplastaban sus sueños.

Se preguntaba por qué la vida era así con ella. Siempre había sido buena con los demás, siempre tenía una sonrisa en el rostro a pesar de todo.

¿Y aun así me pasa esto?

Gruesas lagrimas caían sin control por sus pálidas mejillas, apenas si veía por donde iba, aunque en ese momento deseaba que algún carro pasara y la arrollara, no le importaba si moría, después de todo, si su vida estaba destinada a ser un infierno ¿Por qué no terminar con ella de una buena vez?

La joven detuvo su carrera y empezó a caminar, estaba empapada hasta los huesos, se metió en un callejón y siguió caminando, estaba decidida a morir, ya nada importaba, ya se había dado cuenta que su vida era un simple agujero negro, que no había razón para seguir luchando.

Un gato negro salió corriendo, escapando de la lluvia tal vez, éste se detuvo y miró con profundidad a los ojos de la chica, ella pasó por un lado de él, no estaba para apiadarse de nadie, ni siquiera de ella misma.

El callejón estaba muy oscuro y casi no veía nada, tropezó con algo y fue a dar al suelo, y ahí se quedó, sin hacer ningún intento por levantarse, sintió un escozor en la rodilla derecha pero no le importó, siguió ahí tumbada.

—¡Ey tu! —dijo una voz rasposa de hombre—¿estas muerta?

Quisiera estarlo pensó.

El hombre le dio un golpe con el pie en las costillas, pero ella no se movió. Con mucho trabajo el hombre la puso de pie y la apoyó contra la pared.

Vamos, ¿Qué acaso debo venderle mi alma al demonio para lograr lo que quiero? Preguntó su subconsciente

—¡Vaya, no estas muerta! —Scarlett ni siquiera prestaba atención al hombre que tenía delante, lo único que esperaba era que la matara.

Si debo hacerlo no me importa, mi alma por alcanzar lo que quiero no es un mal pago.

El hombre la sostuvo con fuerza y comenzó a tocarla y a jalonear su ropa, ella no hizo nada, se quedó quieta, sumida en sus pensamientos, viendo como una pluma de color negro caía al suelo.

El hombre soltó a la chica completamente horrorizado por algo que había visto, se oyó un leve grito. Scarlett resbaló lentamente hasta el suelo viendo como más plumas caían, viendo como todo a su alrededor se sumía en una extraña oscuridad.

—¿Estas segura que venderías tu alma por alcanzar tus sueños? —dijo una voz profunda y aterciopelada desde algún punto en esa sofocante oscuridad.

Scarlett miró hacia todos lados, hasta que vio a un ser detrás de ella, era bastante macabro, una criatura que no había visto nunca, un ser que parecía un demonio…

—Claro que si—respondió con calma, y sin ningún rastro de miedo en sus ojos violáceos—Mi alma, lo que sea está bien.

Oh, veo que tienes mucha seguridad. Hagamos un trato…Yo te ayudaré a cumplir tu más anhelado sueño, y cuando lo hayas cumplido tu me pagarás dándome tu alma. ¿Qué te parece?

—¿Mi más grande sueño? ¿Cumplirás mi sueño? —preguntó mirando a aquel ser, éste se echó a reír y asintió.

Claro, pero debes saber algo…

—¿Qué cosa?

Una vez que alguien a rechazado la fe, es imposible para él atravesar las puertas del cielo.

La chica se permitió una media sonrisa.

—Dios me ha abandonado desde hace mucho. No necesito el cielo, no necesito el perdón.

Muy bien, en ese caso tenemos un trato.

Una lluvia de plumas negras comenzó a caer, Scarlett sintió algo en su mano derecha, pero no pudo ver que era, la oscuridad se había apoderado de ella.

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Bueno, hasta aquí le dejo. Sean buenos y déjenme un review si les gustó, y sino también ;D

Acepto críticas constructivas y abucheos también XD

Nos vemos en el siguiente cap ;D