CAPÍTULO 1
Mamori se encontraba nerviosa, sumamente nerviosa. Estaba decidida de que ese día al fin podría conseguir lo que tanto quería: a su querido demonio. Estaba más que segura de que él sentía algo por ella, ya que lo conocía lo suficiente como para darse cuenta. Siempre se preocupaba por ella, aunque tratara de ocultarlo o cuando veía que ella era la única que se podia acercar a él lo suficiente, no permitía que ninguna otra mujer se le acercarse algo que ella agradecía o estaría muerta de celos.
Pero volviendo a ese momento se encontraba afuera del edificio en el que vivía Hiruma hablando por teléfono con Suzuna para que la volviera a convencer del por qué estaba haciendo aquello.
-No puedo, definitivamente no puedo, Suzuna.
-Si qué puedes y lo sabes -razonaba con ella- ya llegaste hasta ahí ¿por qué no podrías llevarlo hasta el final?
-Me va a dar mucha vergüenza-Mamori no creía poder soportar lo que pasaría si ese demonio de Hiruma la rechazara, aunque no lo iba a dejar hablar… o eso pretendía.
Se encontraba vestida con un abrigo largo que era imposible saber con qué estaba vestida, el pelo suelto y un suave maquillase. Supuestamente esa sería su noche de seducción. Ese sería el regalo que le tenía a Hiruma en su cumpleaños
-Prefiero volver a casa hasta que el valor vuelva a mí.
-¡No seas cobarde! -le respondió su amiga- Solo tienes que subir a su piso, tocar la puerta, sacarte ese abrigo y quedar con ese vestido sexy que te ayude a elegir ayer, ¿Por qué ese vestido te pusiste, verdad?
-Sí.
-¡Genial! ¿Y tienes la botella de vino?
-También.
-Entonces no te preocupes. ¿Qué puede salir mal?
-Suzuna, sabes que Hiruma no es tonto. Se va a dar cuenta.
-No lo hará. Va a estar demasiado aturdido mirándote para saber que te propones algo.
-Ojala que tengas razón.
-Siempre la tengo, querida. ¡Buena suerte!-al decir esto corto la comunicación para que Mamori no siguiera vacilando.
Se armó de valor y se dirigió al ascensor antes de volver a cambiar de opinión.
Hiruma estaba haciendo su actividad favorita: limpiando sus queridas armas, no le importaba que ese día fuera su jodido cumpleaños. Para él era un día como cualquiera, tampoco le importaba que la maldita manager no se hubiese aparecido por el instituto ni por los entrenamientos. Nunca faltaba así que había sido bastante raro que no se apareciera.
Ella era la culpable de que se encontrara enojado en esos momentos, porque al no aparecer solo consiguió que todo el equipo se preocupara por ella y no pudiesen entrenar bien por más que él les disparara o mandara a Cerberos a que los mordiera. Sí, esa era la única razón de que se encontrara furioso con esa maldita come-pastelillos. Fue totalmente irresponsable por su parte no decirle que iba a faltar.
Cuando el timbre sonó se levanto furioso para descargar su ira con quien sea que estuviese al otro lado de la puerta. Grande fue su sorpresa a ver a Mamori con un abrigo que la hacía parecer cualquier cosa, menos bonita.
-Ho…hola Hiruma-kun-dijo Mamori nerviosa.
-Hum.
-¿Puedo pasar?
Hiruma solo se hizo a un lado para que pasara y cerró la puerta para volver a sentarse con sus queridas armas. Como no la vio que se fue a sentar levanto la cabeza y la miro, solo que ya no estaba con ese abrigo horroroso, si no que con un mini vestido negro que se ajustaba a su cuerpo y que hacia resaltar sus piernas haciéndolas más largas de lo que eran, unos zapatos de tacón también negros. Estaba fantástica.
-¿Qué haces vestida así, maldita manager?
-¡No me llames así! -hizo un puchero que la hizo ver adorable… para cualquier otro que no fuera él. Obviamente.
-¿Y qué es lo que quieres? No tengo toda la noche para ti.
"Pero es que yo quiero que esta noche sea entera para mi" pensó Mamori. Solo que dijo algo muy distinto.
-Hoy es tu cumpleaños y como no fui al instituto… -dejo la frase a medio acabar, para no tener que pasar por la vergüenza de decirle que había ido por él.
-¿Y eso a mí que me importa?
Mamori no le respondió y Hiruma la miro de nuevo. No podia evitar mirarla. Nunca la había visto vestida así. Tenía que reconocer que esa maldita disciplinaria se veía bien. Se dio cuenta que trae una botella de vino. Mamori al ver que mira la botella, se da cuenta que todavía la tenía en la mano.
-Es… por tu cumpleaños -le dice una avergonzada Mamori.
Como no es la primera vez que está en el departamento de ese demonio, se toma la confianza de ir a la cocina a servir un poco de vino en dos copas.
Hiruma solo ve que se aleja y ni siquiera la detiene. Tiene cosas más importantes que hacer en esos momentos como era mirar su espalda que el vestido dejaba al descubierto. Si no estuviera sentado ya se habría caído al suelo. ¡Ese vestido podía causar un infarto!
Mamori al estar en la cocina sola no perdió el tiempo y en la copa de Hiruma le puso somnífero para poder llevar a cabo su plan ¡tenía que resultar!
Volvió al salón como si nada y se dio cuenta que Suzuna tenía razón. Estaba tan ensimismado mirándola que tomo la copa sin rechistar y empezó a beber.
No pasó mucho antes de que Hiruma se quedara dormido. Mamori se encontraba feliz. Todo estaba saliendo perfecto.
Llevó a Hiruma a su cuarto, lo desvistió y ató sus manos al respaldo de la cama. Si no quería reconocer que la quería por las buenas lo iba a hacer por las malas.
Luego tomo la lencería que había comprado (con la ayuda de Suzuna) y se cambio rápidamente en el baño.
Tenía suerte que Hiruma no hubiese visto que llevaba un bolso o si no nada habría resultado como lo tenía planeado.
Todavía le daba vergüenza que Hiruma la viera vestida así, pero si esa noche pasaba lo que ella quería que pasara, entonces él la vería con mucha menos ropa. ¡No podía esperar!
