DANGER LINE – LÍNEA DE PELIGRO
AUTOR: LUNATRANCY
TRADUCCION: Maru de Kusanagi
RATING: M
ESTADO: COMPLETO (36 CAPS)
SUMARIO: un AU de temática policial en el mundo actual. Eren es un policía novato del Departamento de Investigaciones de Sina. Sin embargo, el encuentro con el misterioso líder mafiosos llamado Levi hace a Eren envolverse en una profunda y retorcida trama de organizaciones secretas y policías corruptos. Relación LevixEren. Rating M para capítulos futuros, violencia, muchísima violencia y sangre, lenguaje, mucho sexo y todo eso
CAPÍTULO 1: PRÓLOGO
Disclaimer: no me pertenece ninguno de los personajes
Nota: este es un AU de temática policial con un cast mayor (todos tienen entre 21 y 24). Escribí esto como una práctica / concepto / prueba para ver cómo era recibido en Tumblr. Y, como hubo muchos pedidos por mas, lo pongo acá. Espero que todos lo disfruten.
Nota de Maru: ¿Cómo les va? Aquí comenzamos un nuevo viaje. Espero disfruten este fanfiction, que, si bien no es tan largo como SFL, es hermoso, pero me demoré en traerlo porque, bueno, SFL fue toda una experiencia.
*Prólogo*
Marzo de 2012
El sol del desierto ardía. La tierra estaba insoportablemente seca. El polvo se levantaba y caía con una ocasional brisa, y se podía oír a un buitre o dos chillar. Era la típica escena desértica, que se completaba con un cuerpo inmóvil y sanguinolento, descartado en una zanja de arbustos.
Un buitre aterrizó y se acercó, para picotear el revuelto cabello castaño, él tosió cuento el ave tiró, apretándose un lado. Lentamente recuperó la consciencia, y rodó encima de su espalda. Las piedras y costras de tierra le hicieron doler más. Hizo una mueca mientras apretaba la mano al costado. No estaba seguro de que sus costillas estuvieran rotas, pero sí sabían que estaban lesionadas. Podía saborear la sangre amarga en los labios, y tenía un ojo hinchado.
Quien haya sido, le había dado una tremenda paliza a Eren. Y tuvo la audacia de tirarlo en cualquier lado.
Lentamente, Eren se sentó, sosteniéndose el costado. El buitre que lo había ubicado se acercó. Eren lo espantó con la mano, y el ave retrocedió de un salto, pero no se marchó. Él giró los ojos, gruñendo adolorido. Con dificultad, se puso de pie y miró en derredor.
Al menos había una autopista, y podía ver una señal de tránsito. Cojeó hasta el límite de la autopista, y se acercó a la señal. Se dejó caer bajo la sombra y suspiró largamente.
Vegas estaba a unas cincuenta millas. Iba a necesitar un aventón. El celular estaba muerto. Todo por culpa de ese bastardo.
Y el día había empezado tan bien…
Eren Jaeger deslizó los dedos por encima de su escritorio. Su escritorio nuevo. Había sido lustrado y limpiado hasta quedar inmaculado. Había un pequeño cartel de bienvenida en una esquina, con una taza llena de lapiceras y lápices. Incluso había un teléfono en la otra esquina, y su propia silla y, diablos, incluso una plantita junto a la ventana.
Era su propio espacio de trabajo, en el Departamento de Investigaciones de Sina.
A su lado estaba su hermana, Mikasa Ackerman, en su propio escritorio. Había un pasillo entre ellos – Eren agradecía ese pasillo, y la pequeña distancia que ponía entre los dos: Vivian juntos, no quería trabajar hombro con hombro con ella. Pero, aun así, estaba lo suficientemente cerca como para hablarle, de ser necesario.
Eren acomodó la taza portalápices y saludó a su amigo, a unos escritorios de distancia.
Armin Arlert le devolvió el saludo, sonriéndole nerviosamente. Se apartó, haciendo una seña a la montaña de papeles que tenía en el escritorio.
No sorprendía a Eren que Armin entrara en DIS. Ingresó gracias a sus calificaciones perfectas en los exámenes escritos, mientras que Mikasa lo hizo en las pruebas de campo. Eren estaba en medio de los dos. Ni tan bueno con los libros (habría fallado si Armin no lo hubiera insistido), y era mediocre en armas y combate. Pero eso ya había pasado
Lo había logrado, y era todo lo que le importaba.
"Concéntrate Eren", le murmuró Mikasa. "No puedes distraerte por todo."
Eren siseó y recogió su montaña de papeles, dejándolos caer sobre el escritorio. Admiró los papeles caer y tomó la abrochadora.
"Estoy concentrado", dijo él. "¡También hago mi trabajo!"
"¿Estás seguro de que lo haces bien?", repuso ella, mirándolo. Él giró los ojos.
"¡Claro que sí!", espetó Eren. Miró a un lado, y se puso a revolver sus papeles.
"¿Seguro, Jaeger? ¿Necesita que su novio le dé una mano?"
Eren alzó la mirada, a la cara sonriente que se erguía delante de él. Jean Kirstein giraba sobre su silla, totalmente feliz consigo mismo.
"¡Cállate Jean! ¡No me voy a aguantar tu mierda aquí también!"
"¿En serio, Jaeger? ¡Te pateé el culo en la academia, y aquí también lo voy a hacer!"
Los dos jóvenes se pusieron de pie en un salto. La oficina se revolvió, intentando tener una mejor vista de los dos. Pero, antes de que pudieran echarse a la garganta del otro, la puerta del capitán se abrió.
El comisionado Irvin Smith miró en círculo, y todos se acomodaron en un instante. No dijo palabra: sólo recorrió el ambiente con sus ojos azules, y cerró la puerta detrás de él. Tenía un sobre de papel madera bajo el brazo, y cruzó el lugar.
Eren lo observó con ojos amplios. El comisionado se detuvo en su escritorio, y le mostró dos sobres.
"Jaeger, ¿no es cierto?", preguntó Smith, con una ligera sonrisa. Eren se puso de pie de un salto, e hizo un saludo.
"¡S-sí! Digo, ¡sí, soy yo señor!"
Smith miró a Jean. "Y, ¿Kirstein?"
"Eh… sí, ese soy yo, señor", respondió Jean, poniéndose de pie.
Smith alargó los sobres. "Los dos han sido asignados a misiones especiales. Tomen esto y léanlo. Después de eso, están libres para cumplir sus labores."
El corazón de Eren estaba desbocado. No era posible, ¿verdad? Era su primer día, y ya tenía una misión. Una verdadera misión, entregada por el mismo comisionado. Esperó a que el comisionado Smith se apartara, antes de sentarse.
Mikasa y Armin estaban a su lado, mirándole por encima del hombro – Mikasa estaba preocupada, y Armin emocionado.
Eren abrió el sobe con dedos temblorosos. Tragó duramente, sacó el papel y lo leyó. Estaba preparado para esto. Se había pasado los últimos años de su vida preparándose para aquello. Estaba listo para morir por el Departamento de Investigaciones de Sina. Lo que sea que la nota le reservara…
"¿Ir a por el café?", repuso Armin. Mikasa dejó escapar un suspiro de alivio. Eren se quedó observando, incrédulo, a las palabras que tenía el papel ante sus ojos.
"¿Ir… por el café?", murmuró Eren. "Dice… que debo preguntar a todos los de la oficina… si quieren café… y tomarles los pedidos."
"Es una misión solitaria", agregó Armin, señalando el papel. "¿Ves?"
"¡Sí, lo veo!", exclamó Eren. "Eh, Jean, ¿qué dice el tuyo?"
La cara de Jean era una desolación. Marco estaba a su lado, masajeándole los hombros.
"Tengo que limpiar las malditas armas. ¡¿Qué no hay alguien encargado de eso?!"
Eren dejó caer su orden contra la mesa. "¡¿No es para eso que tenemos a Connie y a Sasha?! ¡¿Para ir por el café?!"
Connie y Sasha alzaron la mirada desde sus escritorios. Le clavaron la mirada. Eren se dejó caer contra la silla, gruñendo sonoramente.
"Bueno. ¿Qué diablos quieren?"
Eren bajó por la calle. Chocó con casi todos. No había excusa para sacar el auto, en especial cuando el edificio del DIS estaba a pocas cuadras de la cafetería.
Eso, y que las calles de Las Vegas siempre estaban altamente transitadas.
Con un suspiro de impaciencia, Eren se mandó por un callejón. Había plena luz de día, así que no se sintió amenazado por el deslucido callejón. Iba a ganar tiempo, en vez de tener que estar maniobrando entre multitud de personas. Miró el reloj – estaba haciendo un buen tiempo. Podía llegar a la cafetería y volver al DIS en menos de –
Bang bang
Eren dobló en una esquina y se detuvo. Un hombre se deslizó contra una pared, dejando un rastro de sangre detrás. Brillante sangre roja, sangre fresca. Sangre de verdad. La cabeza del hombre descansaba contra so pecho. El hombre que estaba delante – el que portaba el arma – alzó la pistola nuevamente, disparándole al cuerpo inmóvil en la cabeza.
Eren apartó la mirada y se tapó a boca, incapaz de soportar la imagen de la sangre. La imagen de…
"Oi, mocoso. ¿te perdiste?"
La voz le produjo un enfermizo escalofrío en el cuerpo a Eren. El corazón comenzó a latirle con fuera. Quería escapar y pedir ayuda, pero, entonces, se dio cuenta de que…
Él era la ayuda.
"¿Sos sordo, pedazo de mierda?"
Eren giró, con los puños cerrados. Miro al hombre delante de él.
El otro no era demasiado alto; pero su expresión era tranquila. No estaba preocupado por su estatura. Vestía bien, un traje negro con una camisa color bermellón abajo. Limpiaba el arma con un pañuelo, tranquilo, como si limpiara una mancha en una mesa.
"¿Y bien?"
"Usted… le disparó", escupió Eren. El otro arqueó una ceja.
"Y sos observador", le dijo. Apartó el arma y se dio la vuelta.
Eren sintió los dedos entumecidos recuperar algo de sensación. Buscó detrás suyo y sacó su propia arma de la cartuchera en su cadera. La apuntó con un dedo tembloroso.
"¡E – está arrestado!", le gritó. El otro se detuvo y se volvió.
Gélidos ojos grises enfrentaron furiosos ojos verdes, entre las sombras de los edificios.
"¿En serio?", le dijo el otro, mirándolo a la cara. Dio un paso adelante. "Así que sos policía, ¿eh, mocoso? ¿Es tu primera vez en la calle? ¿Solo por primera vez? Espera, apuesto que te mandaron a buscar el café o alguna cagada por el estilo. Pero no, acá estás, intentando hacerte el héroe, ¿no?"
Eren tragó saliva. Intentó mantener las manos firmes, pero la sangre le corría y el corazón que retumbaba le complicaba concentrarse. Todo se juntaba en sus oídos, había una especie de ligero timbre. Todo perdía el color. Dio un paso atrás, mientras que el otro hombre seguía avanzando.
"¿Por qué no te olvidas de esto? No querés tener nada que ver. Sos un nene bueno, volvé a tu casa."
"N-no", respondió Eren, sacudiendo firmemente la cabeza. Había sido acorralado contra una pared – no una esquina – y por un hombre más bajo que él.
"Voy a disparar."
"Un carajo lo vas a hacer", dijo el otro. "Mocosito de mierda."
Eren metió la mano al bolsillo, intentando sacar las esposas. El momento en que sus dedos tocaron el frio metal, el otro se movió.
Tomó a Eren de la muñeca y, con un rápido giro, lo desarmó. Metió las piernas entre las de Eren, obligando a que sus rodillas cedieran. Eren cayó, dando de cara contra el piso. Resopló, sosteniéndose la boca mientras el otro lo agarraba de los cabellos. Alzó a Eren y lo hizo dar contra la pared.
Eren lo observó agacharse delante de él. Se sostuvo la muñeca, donde había sido torcida, frotándose el musco adolorido. Tomó aire, mientras el otro miraba su arma.
"Mírate, mocoso, ni tenés tu arma", le dijo. Señaló el callejón, una sonrisa burlona en el rostro. "Debiste creerte un jodido ganador, ¿verdad?"
Eren se quedó callado, los ojos fijos en el otro hombre. No iba a rendirse. No podía. No ante un cerdo asesino. El hombre puso el cañón del arma contra la sien de Eren, golpeteándolo un poco. Eren tragó saliva.
"No querés morir, ¿verdad, pendejo?", murmuró. "No, estas lleno de vida. Pensás que sos invencible. Por eso me detuviste. Mocosito creído. Pero, ¿qué pasaría si te meto un tiro?"
Bajó el arma, dibujando un camino por el pecho de eren. Le abrió la chaqueta y le quitó la tarjeta identificadora. Con un rápido movimiento de la mano, abrió la billetera.
"Eren Jaeger, ¿no es así?", le dijo el otro. Volvió a poner la billetera dentro del abrigo de Eren. "Bueno, mocoso Jaeger, considérate afortunado. No te voy a matar. Pero te dejo un aviso. No te me vuelvas a cruzar, Jaeger. Porque no voy a dudar en matarte. Te voy a cagar a tiros."
Eren tembló, los ojos aun fijos en la figura de ese hombre. Incluso cuando el hombre alzó el cañón, incluso cuando Eren sintió el metal en los labios – no apartó la mirada.
"A menos que quieras algo más grande", le susurró el otro, "lo que no me va a molestar en darte."
"Vete a la mierda."
Oscuridad.
Le dio a Eren como un cachetazo. No… no tan así. Sino como una roca en la cabeza. Era todo lo que recordaba de antes de desmayarse.
Eren pensó en lo que pasó. Rememoró la simple orden de ir por el café. Su breve tiempo ante su escritorio. El tipo del callejón. Se frotó la cabeza, y podía sentir los golpes que le habían dejado su propia arma.
Exhaló y revisó su funda. El arma estaba allí, donde debía estar. Suspiró. Al menos el bastardo tuvo la decencia de devolvérsela. Dejó las manos ir a donde las esposas estaban – debían haber estado.
Suspiró, fastidiado por la ausencia. Pero oyó el leve crujido de papel. Con cuidado sacó un papel arrugado, con adhesivo.
Supuse que ibas a necesitar tu arma. Me quedo con las esposas, mocoso de mierda.
-Levi
Eren dejó caer la cabeza contra el polvo. Ahora, al menos tenía un nombre por el cual llamar a ese conchudo.
