Disclaimer: crepúsculo no me pertenece, es de Stephenie Meyer.
*Wedding promises.
Prefacio.
― ¿Edward? ―pregunté, mirándolo, él se giró hacia mí y me miró durante un largo rato, me ruboricé.
― ¿Hola? ―musitó.
Mordí mi labio, ¡Nunca debí aceptar esto! Pero aquí estaba, después de aceptar algo que Alice Cullen había pedido y yo había jurado hacer, aquí estaba, no era momento para arrepentirme.
Sí, aquí estaba, con un vestido de novia extraño y juraba parecer más la novia 'sangrienta' que una novia 'feliz'.
―Soy Isabella, bueno, solo Bella, y… ¿Me recuerdas? Dijiste que cuando fuéramos grandes nos casaríamos…
― ¿Isabella? ―preguntó.
―Sí ―jalé mi vestido de novia―. Así que… ¿Nos casaremos?
―Isabella Swan ―sonrió y de pronto me miró, serio– Éramos niños cuando lo dije y fue en una fiesta…
Pareció estar recordando, pero no podía ser así… seguramente no sabía mentir bien y me estaba rechazando, auch, ¿Qué fue eso? Justo en mi corazón.
―Entonces, ¿Te echas para atrás?
Desde lejos, observé la sonrisa de Alice, los chicos que según creía eran Emmett y James se notaban incómodos, él me miro un largo rato, le sonreí, solo faltaba que dijera: "Si, yo no puedo casarme" así que solo esperé.
―No, claro que no, lo haré.
―Bien, no impor… ¡¿Qué?
...
Capítulo 1– Normalidad.
De nuevo paso frente a mí el chico de las cartas, patético interesarme en el chico del correo, pero era lo mejor por aquí, cuando dejo las cartas que me pertenecían y se alejo lo suficiente las tomé y las acerqué a mi nariz, olían a madera y yerbabuena, así olía el chico de las cartas, o era él o eran sus gomas de mascar.
Tecleé unas palabras sin sentido en el computador frente a mí y gemí, mi vida era un desastre, una chica de 22 años sin novio, era una editora de una revista y mis escritos no siempre eran los mejores así que no era reconocida, vivía en un departamento con mi amiga Rosalie, quien trabajaba conmigo, vivir con ella tenía sus desventajas, antes de entrar tenía que asegurarme de que estuviera sola, ya había presenciado demasiadas demostraciones de su sexualidad activa para toda mi vida.
―Bella, despierta ―Ángela me sonrió, ella era mi secretaria, le sonreí y ella dejo mi café en mi escritorio.
―No estaba dormida ―contesté.
―Claro que no, solo pensabas en Jacob.
Rodé los ojos.
―Nunca debí decirte que me parecía sexy, pero vamos Ang, ese día había bebido demasiados Martinis y cualquier cosa me parecía sexy en ese momento.
―Seguro, como digas.
La puerta de mi oficina se abrió de nuevo, Tanya Denali entro, tenía una minifalda muy profesional y una blusa con un escote que la hacía parecer monja, nótese el sarcasmo.
―Bella, ¿Cómo estás? ―beso mi mejilla.
―Bien, Tanya ¿Y tú?
―Perfecta ―soltó una risita.
― ¿Terminaste la investigación acerca de las próximas películas en cartelera?
―Sip.
― ¿Solo las románticas?
―Sí.
―Bien, solo debo decirte que no es para mí, lo necesitaba Rose, tendrá unas diez citas esta semana.
Tanya rió, un poco enfadada.
―Lo supuse desde que dijiste solo románticas, además ella tiene demasiada suerte con los tipos.
―Si, el cielo debe amarla ―rió Ángela.
― ¿A quién? ―preguntó mi rubia amiga entrando con una enorme sonrisa en su rostro.
―Hablando de la reina de roma.
― ¿Por qué tan sonriente? ―le pregunté.
―Uff, porque tendré una semana agitada ―musitó mientras se sentaba en el sofá de mi oficina.
―De eso me enteré ―le sonrió Tanya echando su cabello rubio con mechones color fresa hacia atrás de su hombro.
― ¿Acaso soy la única aquí que solo trabaja? ―dramaticé.
―Si a hacer lo que Marcus y Jane dicen le llamas trabajar, sí ―dijo Rosalie.
Ángela bufó.
―Todos sabemos que ellos no son indispensables, la revista se sostiene de tres pilares fundamentales ―wow, eso fue muy profesional para Tanya.
― ¿Y quiénes son los fundamentales? ―pregunté, interesada, no tenía ni idea de que hablaban.
―Aro, Jasper y Bella ―contestaron al mismo tiempo.
Esperen ¿Bella?
― ¿Yo?
―Sí, Aro nos maneja como piezas de ajedrez, Jasper nos mantiene en orden y tú nos das ideas para que nuestra revista funcione a la perfección ―sonrió Rosalie.
―Claro que no… ―comencé.
― ¿Quién nos dio la idea de incluir imágenes reales, de personas que se vieran menos estilizadas y más humanas? Bella ―recitó Rose.
― ¿Quién optó por qué cambiáramos de imagen cuando la competencia comenzó a copiar nuestro estilo con descaro? Bella ―sonrió Ángela.
―Bien, pero yo…
―Tal vez no lo notes, pero siempre que Aro pregunta algo y dice: "todos pueden opinar" la mesa entera se gira hacia ti ―eso sonó demasiado despectivo en los labios de Tanya.
Me ruboricé.
―Oh, por Dios, soy horrible ―musité.
―No Bella, eres genial, solo que a veces no lo notas ―musitó Rose sonriendo de verdad.
―Bien, bien, suficiente de mi por el año ―mascullé.
Mi celular timbró de pronto, lo miré y el número era desconocido, me disculpe y camine hasta afuera.
― ¿Hola?
―Hola, hablo con Isabella Swan ¿Cierto? ―preguntó una voz femenina.
―Si, soy yo.
― ¡Es ella, es ella! ―Musitó– Ya, ya contesto. Amm, hola Bella, ¿Me recuerdas?
―Ah, ¿Recordarte?
―Bueno, supongo que no, solo teníamos cinco años así que no te recriminaré, soy Alice Cullen.
―Oh, encantada Alice.
―Ya me conocías Bells, veras, estoy de visita en New York y como Charlie me dio tu número me gustaría que saliéramos a tomar un café.
― ¿Charlie te dio mi número?
―Pues sí, lo vi cuando Carlisle fue a la jefatura, así que charle con él y me dio tu teléfono cuando le hablé de mi viaje a New York.
Carlisle Cullen, creía reconocer su nombre así que asentí con la cabeza, me golpeé la frente, era obvio que ella no me veía.
― ¿Bella? ―preguntó.
― ¿Ah, si?
―Por favor, por favor, yo estoy sola en New York y tengo que hablar contigo de algo importante.
Parecía saber demasiadas cosas y se escuchaba como una chica amigable, no podía ser una secuestradora y además… yo tenía 22 años, era grande.
Estaba vieja. De hecho una vez escribí acerca de que las arrugas salían a partir de los 20, ¡Dios mío! Recordé el teléfono en mi oreja y asentí.
―Bien, Alice, ¿Dónde nos vemos?
―Bueno, Charlie me dijo que trabajas cerca de Central Park así que, ¿Conoces el Hard Rock Café Times Square?
―Si, creo.
―Bien, nos vemos ahí a las 6:00, te esperare Bells.
―De acuerdo, hasta luego.
Ella colgó y me quede quieta un segundo, no lograba recordarla…
― ¿Qué sucede, Bells? ―musitó Rose.
―Nada ―sacudí la cabeza, era solo que… la voz suave y de soprano de la tal Alice me recordaba a alguien, pero ¿A quién?
―Bien, existe el punto en la vida en que las personas se vuelven locas, ese momento, para Bella, ha llegado ―dijo Tanya y Rose la acompaño con risas.
No tenían idea de cuanta razón tenían.
…
―Bella ―musitó una voz linda, me gire para encontrar a un niño de ojos esmeraldas y cabello cobrizo, él sonrió y sentí mis mejillas arder.
―Hola… ―pensé, pero no recordaba su nombre, no podía.
―Siempre estaremos juntos ―me dijo mostrándome una pulsera con un pequeño corazón de cristal, este brillo con el sol y él me la coloco en la muñeca, sonreí.
―Te quiero, Bella ―me sonrió.
―Y yo a ti… Edward…
―Edward… ―gemí.
Después de girar mi cabeza varias veces y de lastimar mi cuello noté que me había quedado dormida en mi auto, Edward… nunca había soñado eso ni –en caso de que fuese un recuerdo pasado– lo recordaba…
Sacudí la cabeza y decidí bajar por mi misma al café ya que ahora estaba afuera de este, miré hacia los lados por si alguien me había visto dormir pero no era así, alisé mi blusa blanca y mi falda verde musgo, tome mi saco -muy profesional- y entré, el recepcionista me sonrió.
―Hola, quisiera una mesa… para dos ―su sonrisa se desvaneció.
―Claro, acompáñeme.
Me llevó hasta adentro, el lugar era lindo y muy decorado, había demasías personas aquí así que solo esperé.
¿Cómo haría Alice Cullen para reconocerme?
No tenía ni la menor idea de cómo era ella así que para distraerme comencé a jugar con el salero…
― ¡Bella! ―chilló una voz, solté el salero y alguien me abrazó, miré a la chica de cabello negro y ojos verdes y después al montón de sal sobre la mesa, auch, siete años de mala suerte.
― ¿Alice? ―pregunté.
―Soy yo, ah te ves genial Bells, no sabes cuánto te extrañaba.
Le sonreí, ¿Qué podía decirle? '¿No te recuerdo?'
―Supongo que también te extrañaba, ¿Cómo has estado?
Eso, preguntas que le haría a cualquiera, así averiguaría más de ella y no me comprometería.
―Pues de maravilla, hace un año termine la preparatoria y ahora estudio diseño de moda, ¿No es genial? Lo es, mis padres te mandan saludos, Esme daría cualquier cosa porque la visitaras y Carlisle no se opondrá, el oso Emmett estudia fuera del país y… es de mi otro hermano del que te quiero hablar…
La mire atentamente, no recordaba el nombre de su otro hermano y no quería equivocarme.
―De acuerdo ―musité.
―Tú lo conoces aunque probablemente no lo recuerdes.
Asentí.
―Tú y el antes eran amigos, él te hizo una promesa y debes hacer que la cumpla.
― ¿Qué promesa? ―pregunté.
―Bien, lo que te tengo que plantear es muy importante, ¿Entiendes? Llevaré tiempo y dedicación planearlo.
El mesero llegó y nos entregó los menús, Alice tomó el suyo y comenzó a verlo distraídamente.
― ¿Qué es tan importante? ―dije tomando el mío.
―Pues… se trata de… ¡Oh, por Dios! ¿De verdad venden esto aquí?
Reí.
―Eso creo.
―Oh, por fin comeré una hamburguesa en tantos meses…
― ¿Desean ordenar? ―musitó el chico mirándonos.
―Ah, sí ―contesté― quiero una hamburguesa California y una ensalada Haystak chicken, también papas fritas y una coca-cola.
Oh Dios, tenía hambre, lo admito, el chico me miro como si tuviera tres cabezas, pero, ¿Y qué? Las hamburguesas debían ser pequeñas.
―Yo quiero una hamburguesa mediterránea y papas fritas, una ensalada Cesar con pollo y una limonada ―Alice le sonrió al chico, ¿Por qué no la veía como pensando "gorda, gorda, gorda"? Ah, porque Alice era linda y pequeñita, no como yo.
El chico se alejó y Alice volvió al menú.
―Dios, ¿Viste los postres?
―Claro que los vi ―dije mirándola a los ojos.
―Quiero el chocolate caramel cheesecake ―dijo.
―Y yo el de fresa.
Alice rió.
―Ah, lo siento, en Forks tengo dieta y jure no comer cosas como estas, pero aquí nadie me vigila ―me guiñó un ojo.
―Claro, por mi no te preocupes.
Cuando trajeron los platillos dejamos de hablar, para concentrarnos en la comida, que parecía ser más grande de lo que creíamos, Dios, ¿Qué no conocían la comida rápida neoyorquina? Se suponía que pagaríamos demasiado y la comida seria tamaño infantil, pero esa hamburguesa podía ser más grande que mi cabeza.
Después de bromear acerca de la comida y comer hasta llenar, Alice me miró seriamente.
―Bella, lo que te tengo que pedir es demasiado… extraño.
La mire mientras fruncía el ceño.
―Pues… solo dilo y te diré si puedo hacerlo.
―Tú conoces a mi hermano, quiero que hagamos algo con él y su promesa.
― ¿Cómo qué?
―Mi hermano tiene 25 años, y no está casado, mamá y papá se preocupan por el pero a él no le interesa ninguna mujer y…
― ¿Has pensado las posibilidades de la homo…?
― ¡No! ¡Mi hermano no es gay! ―chilló.
―De acuerdo, de acuerdo ―oculté una sonrisa debajo de una expresión asustada.
―Él te prometió algo ―dijo, su tono era misterioso.
― ¿Qué me prometió? ―susurré.
―Recuerdo ese día, fue tan gracioso, ustedes eran unos pequeños, tan tiernos y adorables…
―Alice ―la llamé.
― ¿Qué?
― ¿Qué es lo que me prometió tu hermano?
―Fue hace tanto. Tú eras una linda niñita… tu cabello café y tus sonrojos, eres igual pero más… grande.
―No, no tan grande ―dije.
―No, no de ese modo, eres joven pero cambiaste, ahora eres una mujer y él es un hombre.
Asentí, Alice sonrió.
― ¿Me dirás que es lo que tu hermano me prometió?
―Eh, si…
Esperé, Alice sonrió.
― ¿Hoy?
―Bella… ―suspiró―, de acuerdo, lo haré.
Alice se acomodó en su asiento, me miró, nerviosa.
―Que cuando fuesen adultos se casarían.
― ¡¿Qué? ―grité provocando que varias personas del lugar me miraran, pero no me importó.
―Bella, Bella, por favor, piénsalo, no tienes que casarte con él, esto es una venganza, mi hermano me dijo que por ser una duende nunca encontraría el amor, que me consiguiera un arcoíris y monedas de oro para ser feliz, pero quiero que aprenda su lección…
― ¿La lección de no insultarte? ―pregunté.
―Amm, si, esa también.
―Alice, no…
― ¡Por favor, por favor! ¡Te pagaré!
Sacudí mi cabeza.
―Bien, iré a visitar a Charlie en dos semanas, puedo visitar a tu hermano pero júrame que mi padre no se enterara.
―A menos de que tú se lo digas ―me sonrió.
―Bien, no se lo diré, entonces hay un trato, te ayudo a vengarte y tu…
―Juro ser tu mejor amiga para siempre y por el resto de la eternidad.
Reí.
―Wow, gracias por eso.
Ella sonrió.
―No, bueno, el caso es que tienes que ir a Forks y decirle a mi hermano: "Soy Isabella Swan, hace algunos años cuando éramos pequeños me juraste que nos casaríamos… así que vine para hacerlo" –ella rió–, entonces mi hermano hará algo como decir: "Lo siento, no podemos casarnos" así que eso será todo, él quedara traumado por unos días y esa será mi venganza.
― ¿Planeaste todo esto solamente porque dijo que eras un duende?
―Y que me quedaría sin amor el resto de mi vida, el hecho de que él sea un gruñón enorme sin sentido del cariño y el romance no me importa, lo hare pagar…
Asentí mientras la miraba apretar la servilleta en sus manos. Nota mental: nunca hacer enojar a Alice Cullen.
Después de despedirme de ella juré llamarla de nuevo, nos veríamos varias veces antes de irnos a Forks, camine hasta mi auto y lo conduje por las calles mientras pensaba.
El hermano de Alice tenía 25 años y a Alice ya le parecía un problema el no casarse, yo tenía 22… ¿Aun encontraría al amor de mi vida? ¿O tendría que conformarme con el chico del correo?
Esperaba con el alma encontrar al amor de mi vida… o que el chico del correo lo fuera.
Me estremecí, no, no podía ser él… ah, demonios.
Abrí la puerta de mi departamento y después de cerrar camine directo hasta mi cama, me dejé caer sobre ella y suspiré.
Un recuerdo invadió mi mente y salté de mi cama, me gire sobre mi misma hasta mi buró y busqué en el desesperadamente.
Suspiré cuando los recuerdos me embargaron de nuevo y la pulsera de plata con su corazón de cristal centelleó a la luz de la luna de New York.
― ¿Estás aquí? ―gritó Rose.
Deje la pulsera en el buró de nuevo y suspiré, caminé hasta la sala y me encontré a Rose recostada en el sofá.
―Sí.
―Wow, Bella te perdí durante todo el día, ¿Dónde estuviste?
―Eh, con… una chica… ex-amiga de Forks ―sonreí.
―Uh, perfecto.
― ¿Y tú?
―Con Peter, oh Dios, él es tan sexy… pero de cualquier manera… no me interesa lo suficiente, él es… tan ah, no sé explicarme.
― ¿Aburrido? ¿Superficial? ¿Machista?
Rosalie sonrió.
―Ajá, una mezcla de las tres.
― ¿Quieres cenar? ―pregunté.
―Dios no, Peter me llevo a cenar.
―Bien ―sonreí. No podía pensar en comer nada mas, aun sentía el pastel en mi garganta.
―Y ¿Qué hiciste con tu ex amiga de Forks?
―Bueno, no es tan ex amiga de Forks, es mi amiga y se llama Alice.
―Wow, genial.
―Ella quería hablar, tu sabes, Charlie… eh, lo visitaré pronto y… me hablo de su familia y de su hermano…
―Uh, ustedes fueron algo más que amigos, ¿Cierto?
Me ruboricé.
―Eh, no, Rose… pero… creo que estoy comprometida.
Rosalie saltó, sus ojos me miraron, sorprendidos.
Rodé los ojos.
―No de ese modo, Rose.
― ¿Cómo que no de ese modo? ¿Hay modos de comprometerte?
―Ajá, es decir, no Rose, fue… una cosa de niños, no es nada, ah, te lo explicare luego ¿De acuerdo?
―Bien… ―sonrió― oh, Bella, has crecido, ya no eres mi niña –se limpió una lagrima imaginaria de los ojos.
―No me casaré, Alice solo quiere hacerle una broma a su hermano…
―Entonces suerte, Bells.
―Juro que la necesitaré ―sonreí.
Y vaya que así sería.
Eh, otra loca historia, ya, sé que es idéntica a un comercial de cerveza pero ¡No me culpen a mí! La culpa de todo es de mi cerebro inútil que en vez de estudiar matemáticas hace… esto, ámenlo, ódienlo, insúltenlo al fin que no tiene mamá (:
Subo esta historia porque no tengo nada que hacer (además de tarea pendiente), y porque es cumple de Robert y no quería quedarme sin subir nada hoy C: así que léanla y si no les gusta amenácenme por mensajitos de muerte en facebook, hahaha, si ya tengo mensajes absurdos de facebook, al menos que valgan la pena si son suyos (:
Eh, ok, también acepto reviews, gracias por leer todas mis tonterías.
