Mmm, primero que nada Hola :D
Esto lo escribí hoy, en menos de una hora y no me gusta pues es medio cursi y...mejor veanlo ustedes.
Los personajes de Inuyasha no me pertenecen (¬¬), son de Rumiko Takahashi.
With You
-Inuyasha, te pedí tres días
-¿Y?, ya se terminó el tiempo
Un aura oscura empezaba a rodear a la muchacha dándole un aspecto tenebroso y amenazante que hizo tragar saliba al hanyô.
-Te lo pedí ayer Inuyasha, AYER-recalcó la última palabra-aún me quedan dos días.
Él no supo que decir y sólo contestó:
-Keh!-luego aumentó: -como fastidias.
Mierda.
Él es el que ha venido a joder y a interrumpir su concentración.
Él es el que fastidia.
-Mira, siéntate ahí...
Ups.
Cuando el efecto del conjuro pasó, Inuyasha se levantó del suelo fulminando con la mirada a la azabache quien hacía todo lo posible por no reir.
-Lo siento, no quise...
-Si, ya sé-dijo cortante dirigiéndose a la suave cama rosa de la muchacha.
Kagome se acercó a su escritorio y tomó el libro de álgebra que antes había estado leyendo.
Sólo pasaron cinco minutos para que Kagome insultara, mentalmente, a las "x" y lanzara el libro por la ventana. Literalmente.
Inuyasha observaba la escena entre sorprendido y divertido por ver el comportamiento de la chica del futuro.
Kagome, aún frustrada, corrió hacia él aferrándose a su cuello y escondiendo su rostro en el haori.
-Llevo horas con ese libro y sigo sin entender nada
Inuyasha sintió su haori humedecerse por las lágrimas de la muchacha, asi que la abrazó fuertemente intentando, en vano, calmarla.
Maldita sea, odiaba verla llorar.
-Kagome, ¿qué puedo hacer para ayudarte?-la preocupación se notaba en su voz.
Se separó de él, lo suficiente como para poder ver esos ojos dorados que tanto le gustaban.
-Basta con saber que tengo tu apoyo y que siempre estarás a mi lado-respondió y volvió ha acomodarse entre los brazos del hanyô-siempre vas...-fue interrumpida por su propio bostezo-...a estar a mi lado, ¿verdad?.
Antes de que Inuyasha pudiera responder, ella ya se había quedado dormida.
Él sonrió y dejó a Kagome en la cama con mucho cuidado para no despertarla.
Por un momento se quedó mirando fijamente a la niña por la que todo el tiempo ponía en peligro su vida. Pero valía la pena y lo seguiría haciendo.
¿Por qué?, la respuesta era sencilla: la amaba y había prometido protegerla.
Juntó sus labios con los de ella, en un beso dulce que duró muy poco y que tal vez Kagome no haya sentido al estar en un profundo sueño.
Antes de salir por la ventana, susurró un "siempre" respondiendo a la pregunta que la azabache le había hecho antes.
Y como si ella lo hubiera podido escuchar, sonrió y abrazó la almohada que tenía a su lado.
Era feliz.
FIN
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¡FELIZ NAVIDAD!
