Advertencia: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, sino a la fabulosa J.K. Rowling –Amén, Madame-. Este fic lo escribo sin ánimos de lucro, sólo para entretener mi mente con las infinitas posibles parejas de un personaje tan querido para mí como Hermione. El tono de la historia está inspirado en la película He's just not that into you, o A él no le gustas tanto, dirigida por Ken Kwapis en el 2009. Este es mi regreso a FanFiction tras años fuera del radar. Ojalá les guste. De ser así, pueden dejar sus reviews, así sea para lanzar tomates, jaja.

Capítulo 1 – Silly Love Songs

-Hermione, tienes que ser más razonable –exclamó Sirius por décima vez en esas dos horas que llevábamos reunidos en su oficina– El público busca esperanzas, ganas de encontrar pareja, bla, bla. Tú sabes qué es lo que vende.

Suspiré con fuerza.

-¿Acaso la idea de un escritor no es que evolucione junto a sus obras? ¿Expandirse a otros horizontes, de acuerdo a su madurez? –repliqué con una ceja alzada. –No quiero seguir con los mismos temas. Ya no soy la misma Hermione que empezó aquí hace seis años.

-¡Pero si Caminos de Manhattan fue un éxito! ¡Al igual que Los brazos de luciérnaga el año pasado! Estás en el top de los cinco mejores autores actuales de Inglaterra. Vamos, eso tiene que indicarte algo –Sirius comenzó a reírse, logrando que crispara mis nervios –A esa cuenta bancaria tuya le ha funcionado bastante el género romántico en la Editorial Black&Lestrange. No seas tonta.

-No puedo seguir mintiendo a mi audiencia. Tienen que saber que hay más lados del amor que esa dulzura y pasión de la que todos hablan –en este punto me levanté del asiento, mirando por el ventanal hacia el corazón de Londres- Ellos merecen más, Sirius.

-Cuando tengas treinta años en el mercado podrás ponerte a inventar, querida. Mientras tanto, tu deber es entender, aceptar, lo que es rentable para la empresa. –contestó con voz burlona. En momentos como este me preguntaba qué había estado pensando el Sr. Black cuando le legó la editorial a su nieto. –Admito que hace un mes leí el título de tu manuscrito, El paso de la rueda, y me pareció muy interesante. Pero una vez que terminé los primeros capítulos que entregaste, me sentí completa y absolutamente estafado por una porquería semejante. –escuché cómo algo pesado caía sobre su escritorio. El golpe sordo me dio una sospecha de qué era- Sin ofender. Debes compensar ese jugoso adelanto que te hice, escribiendo algo más… acorde a ti. La renovación del contrato te espera.

Levanté la barbilla y adopté el tono más monocorde que encontré en mi garganta, sin darle la cara aún. La sangre me hervía.

-¿Acorde a mí? ¿Qué significa eso?

-Oh, vamos. Ya sabes. Eres dulce, tierna, algunas veces testaruda, pero manejable; quiero decir, razonable. –corrigió con un carraspeo.

-Esta vez se te cortó la cuerda, Black. Mi "porquería" y yo nos vamos de tu editorial. –giré para verlo con la boca tan abierta que podría alojarse allí un panal entero. –Espera mi carta de renuncia oficial en las próximas horas, al igual que la visita de mi abogado. Ah, y en cuanto al adelanto, no te preocupes, te devolveré cada centavo esta semana. –repliqué agradeciendo mentalmente no haberlo gastado en la compra de aquellos libros de la calle Magnolia.

-¿CÓMO DIJISTE? Hermione Jane Granger, que no se te suba la fama a la cabeza. Bájate de ese pedestal, ¿oíste? Nadie, escúchame bien, nadie compraría una farsa como la que ofreces con esto –ahora estaba rojo de la ira, señalándome a mí y a mi manuscrito con un dedo furioso. –Además, no te conviene poner en mi contra a mi sobrino.

-Harry es demasiado profesional como para mezclar lo personal con lo profesional. Estos son negocios y él es mi abogado desde mis inicios como escritora. Déjate de niñerías que no soy una de tus tantas amantes para que me hables así –Oh, siempre había querido decir eso. –Buenas noches, Sr. Black.

-¡GRANGER!

Con un portazo dejé con la palabra en la boca a ese pelmazo engreído, machista, pulgoso. Caminé con paso decidido hacia la salida del edificio, encontrándome con pocos empleados que seguían allí hasta tan tarde. A lo lejos vi a Parvati. La saludé con un gesto. Seguí mi camino, con lágrimas furiosas y dolidas que me negué a dejar caer. Sospechaba que mis mejillas estaban de un rojo brillante por la tensión del momento, pero no podía traicionar la dignidad que me queda tras tantas ilusiones rotas a lo largo de los años.

-Srta. Granger. –dijo una voz amable.

Me volteé.

-Hagrid –respondí con una sonrisa que aminoró mi rabia. Hacia mí se acercaba un hombre enorme, el portero de la editorial, conduciendo mi camioneta. Al bajarse me dio las llaves con una mirada orgullosa.

-Así que ya te enteraste, ¿no? Cómo vuelan los chismes –comenté con una risita sombría.

-Ya le hacía falta un sacudón a tanto ego. –contestó riendo. –Pero voy a extrañar verte aquí seguido.

Suspiré.

-Yo también te extrañaré, Hagrid. Aunque podemos vernos fuera. Sigo a la orden para ayudarte a rescatar perritos –en realidad sería más exacto decir "perrotes", pues Hagrid prefería los bulldog, pitbull, rotwailler, y razas similares. Su rostro se iluminó.

-Eso me gusta.

Sonreí.

-Muy bien, quedamos así entonces. Y recuerda que puedes llamarme Hermione, ¿eh?

Una carcajada estruendosa resonó en el estacionamiento.

-Hermione. Nos veremos pronto. –contestó dándome un abrazo triturador de huesos, que me levantó en el aire. Por fortuna, me soltó rápido. Ahora fue mi turno de darle un abrazo al límite de mis fuerzas. Iba a extrañar a este padre bonachón.

Tras eso, conduje hasta mi apartamento, en los límites de Londres. Los pensamientos y las emociones se agolpaban en mi cuerpo. Sé que estaba arriesgando a no volver a publicar nunca. Sé que posiblemente, de estar a la venta El paso de la rueda, nadie la compraría. Porque, ¿a quién le gusta una amargada? Ciertamente a los hombres en mi vida, no. Un sollozo escapó sin que pudiera controlarlo. Moví mi cabeza. No era el momento. Para distraerme, encendí la radio.

Love doesn't come in a minute

Sometimes it doesn't come at all

I only know that when I'm in it

It isn't silly, love isn't silly, love isn't silly at all

¡Oh, no! McCartney y su "Silly Love Songs". Justo lo que necesitaba. Cambié el dial sin despegar la mirada de la carretera lluviosa.

I can't keep on waiting for you

I know that you're still hesitating

Don't cry for me

'cause I'll find my way

you'll wake up one day

but it'll be too late

¡Santo Dios! Ahora era Madonna con su "Hung Up". Sí, por si no necesitaba más dolor para el espacio que dejó Lupin al rechazarme porque "soy muy joven". Ahí iba otra ilusión desechada a la lista. Bufé divertida. Si hiciera una lista honesta con los nombres de aquellos de quienes me he enamorado o los que me han gustado, creo que hasta Harry me llamaría "puta". Fruncí el ceño. Bueno, tal vez exagero. Harry Potter no sólo es mi mejor amigo, sino la persona que siempre me ha apoyado en mis tristezas, que han sido muchas.

Volví a cambiar de estación. "How To Be A Heartbreaker", de Marina and The Diamonds me daba la bienvenida. Suspiré por enésima vez en el día. A esta altura uno creería que debería ser como ellos, despreocupada, con una coraza por corazón. Como Draco, mi primer amor de adolescente, uno de los más dolorosos, junto con Lupin. O como Ron en la universidad, quien ya estaba comprometido con Lavander. O como Cedric, amante del conocimiento, ajeno a su atrayente exterior. Me mordí el labio. Y ni qué decir de Lucius, Tom y Severus, con esa fuerza de la madurez a la que es imposible resistirse. De pronto recordé cuando Lucius me besaba el cuello mientras Tom retiraba mi blusa con habilidad.

Girls, we do whatever it will take

Cause girls don't want

We don't want our hearts to break in two

So it's better to be fake

Can't risk losing in love again ba-abe

Eso fue divertido. Entonces una puntada se alojó en mi pecho. Mmm, Viktor. Aún me sentía mal por haberlo dejado, pero era lo mejor, no lo amaba, por más que intentara. Repasando los hombres en mi vida, veía un patrón. Mi debilidad eran los chicos malos. O mayores. Pero siempre los que nunca serían para mí. Y al que todos querían, yo lo despachaba. Sí, definitivamente el problema soy yo. Hasta que no entendiera que el amor no está hecho para mí, que mi trabajo es mi único refugio, no avanzaría.

Sin darme cuenta, había llegado a mi apartamento. Al abrir la puerta, vi cómo Crookshanks se colaba entre mis tobillos.

-¡Hola, cariño! –exclamé mimándolo. Miré el reloj. 9 p.m. –Ya es hora de cenar. Disculpa la tardanza, tenía que aclarar algunos asuntos. Tras darle de comer al minino y que se durmiera, feliz de la vida, tomé el teléfono. Iba a marcar a Harry, cuando vi que había una llamada perdida. Remus.

-Él fue muy claro, Hermione. Seguro sólo siente lástima.

Así, con un enorme nudo en la garganta, por ignorar a quien creía que sí sería el indicado para mí, por su ternura, paciencia, sabiduría y gustos afines, decidí llamar a Harry para saber si le vendría bien reunirnos mañana para hablar sobre mi renuncia a Black&Lestrange. Sólo esperaba no interrumpirlo con Ginny y desatar otra disputa.