Uaaahh... resubiendo esta historia que por mi descuido ayer una curiosa niña borró. Fueron las 24 horas más largas de mi vida porque este primer capítulo no lo tenía TToTT Pero esas misteriosas ventajas del internet y cuentas raras de respaldo que yo no sé usar, me ayudaron a recuperarlo.
Así que ahora... a subirlo todo de nuevo, hoho.
A favor de la campaña "Con voz y voto" - Porque agregar a favoritos y no dejar comentarios es como manosearme la teta y salir corriendo - ¡No nos manoseen así!
Naruto y sus personajes no me pertenecen.
Advertencia: AU ambientado en el período Edo - OoC (ligero, pero hay)
La historia va contada desde el punto de vista de dos personajes y estará separados por una linda línea completa.
El - o - separa distintas escenas dentro de cada POV
LUCES Y SOMBRAS
I
PRELUDIO A UN ENCUENTRO
Cerró los ojos e inhaló profundamente, el aire frío que entró por su nariz le provocó un ligero escozor y siguió su camino hasta expandir sus pulmones. Mantuvo la respiración por unos segundos y luego exhaló, al mismo tiempo que abría los ojos para ver la cortina de vaho que se formaba frente a su cara.
Desde lo alto de aquel risco y asumiendo una posición bastante peligrosa casi al filo del peñón, podía ver todo el paisaje a su alrededor.
Blanco. Esa era la única descripción que se le ocurría. Las maravillas naturales que rodeaban a su aldea no mostraban otra cosa más que una capa de nieve de un invierno que apenas comenzaba. El fiordo, protegido por las imponentes montañas y bosques, parecía a punto de congelarse. Los bosques eran de hielo, la cascada y el río apenas mostraban movimiento y el lago ya estaba cubierto por una capa de escarcha y hielo.
Bajó su vista y contempló el humo saliendo de las casitas de su aldea, los campos de cultivo y los caminos ahora ocultos bajo el más inmaculado de los blancos.
Respiró profundamente otra vez y frotó sus manos para entrar en calor, mientras que la gélida brisa invernal golpeaba su cara y alborotaba su cabello rosa. No estaba resultando. Cada vez que sentía su corazón inquieto recurría hasta aquel lugar, para respirar profundamente y calmar sus ansias. No sabía si era la vista, el silencio o tal vez la espiritualidad de aquel lugar lo que siempre conseguía calmarla, pero esta vez no estaba resultando.
Algo perturbaba su corazón y no la dejaba tranquila. Y temía pensar que fuera una especie de premonición al destino de su familia.
"No debería preocuparme por eso. Resultarán vencedores. Todos regresarán a salvo y sino al menos habrán muerto con honor" trató de convencerse a si misma, pero solo consiguió fruncir el ceño y esbozar una sonrisa sardónica.
No podía ser que ahora estuviera pensando como las ancianas de su aldea. Esas enseñanzas que le habían inculcado desde que era una niña; crecer para servir y mantener el honor de su casa. ¿Honor? ¿Qué significaba eso exactamente? Aun ahora, después de dieciocho años no le encontraba sentido. No entendía como las mujeres de su aldea apenas sollozaban e inclinaban la cabeza cuando llegaba la noticia de la muerte de sus maridos, hijos o hermanos.
Para Sakura en pocas palabras era un "acéptalo y cállate". Un espectáculo de lágrimas y pataleos no era bien visto por la comunidad, principalmente por los ancianos. Según ellos, eso opacaba el honor y el sacrificio del guerrero caído en batalla, pero Sakura no lo creía así. Si fuese ella seguro que gritaría y golpearía un árbol hasta partirlo a la mitad, importándole muy poco la opinión de los demás.
¿Qué ganaría ella con honor para su familia? ¿De qué serviría si al final terminaba sola? ¿Acaso el honor la recibiría en su casa con una sonrisa y le diría "bienvenida"? ¿O se sentaría a su lado a beber té mientras veían caer los pétalos del cerezo del jardín?
Apretó los puños y negó con la cabeza. Estaba entrando en una de esas crisis en donde cuestionaba todo y que generalmente terminaba en pensamientos de lo más negativos. Tenía que erradicarlos cuanto antes si es que quería mantenerse cuerda.
Regresó a su ritual de respiración una vez más y decidió que ya era hora de volver.
Teniendo mucho cuidado, bajó de aquel risco y regresó a paso lento hasta la aldea. Sus sandalias se hundían en la nieve y sus calcetines comenzaban a humedecerse. El kimono azul que arrastraba en la nieve y su llamativo cabello rosa eran probablemente los únicos rasgos de color en todo su alrededor.
- o -
No supo cuanto tiempo tardó, seguramente mucho pues la nieve le impedía moverse con normalidad, pero al llegar a la entrada del pueblo vio varias huellas que hicieron que su corazón diera un brinco.
Eran huellas de caballo, muchas de ellas, lo que solo podía significar una cosa… ¡habían regresado al fin!
Sintiendo su corazón acelerado, levantó un poco la falda de su kimono para entregarle más agilidad a sus piernas y corrió lo más rápido que pudo hacia el corazón de su aldea, sin detenerse hasta que llegó al campo de entrenamiento. Su respiración estaba agitada y el moño que antes usaba se había desintegrado, dejando en su lugar una maraña rosa cayendo por su espalda.
Ahí, bajando de sus caballos y siendo recibidos con una profunda reverencia, regresaban los samuráis después de una campaña de tres semanas para el Daimyo del País de Fuego.
Sakura dirigió sus pasos hacia ellos, buscando con la mirada.
—¡Sakura-chan! —escuchó una voz muy familiar para ella y una sensación de alivio recorrió su cuerpo. Volteó a verlo, encontrándose con la cara de su mejor amigo y sus gentiles ojos azules que ahora reflejaban cierta tristeza. —Sakura-chan…
Ella se acercó a verlo, estudiándolo con la mirada. Tenía varios golpes en la cara y una herida en el brazo izquierdo, pero nada de gravedad. Le sonrió aliviada, sin embargo la sonrisa que recibió de vuelta no fue del todo alegre.
Algo dentro de ella se alertó, pero decidió ignorarlo y siguió buscando con la mirada. Ahí estaban sus demás amigos, heridos también, pero al menos en una sola pieza.
De pronto una cálida mano tocó su hombro, llamando su atención y haciendo que volteara para encontrarse con el rostro angustiado de Kakashi. Ella sonrió al verlo sano y salvo, pero el brillo de tristeza reflejado en los ojos negros del hombre frente a ella le provocó un dolor en el pecho.
Se apartó un poco de él y trató de calmar su acelerada respiración. Giró para continuar con su búsqueda silenciosa, enfocándose en cada rostro a su alrededor, pero sin encontrar los que buscaba. Kakashi volvió a tomarla del hombro y ella giró a verlo, esta vez con pánico creciente.
El hombre de cabello gris negó con la cabeza y entonces ella lo supo.
No había señales de la armadura púrpura ni de la azul que tanto buscaba. No las encontraría ahí junto a los recién llegados. Kakashi extendió frente a ella las dos katanas y el mundo de Sakura se vino abajo.
Su padre y su hermano habían muerto en batalla.
- o -
Las ramas del árbol dejaron caer varios trozos de nieve acumulada cuando el puño de Sakura impacto contra su tronco. Los nudillos de la muchacha sangraban y las lágrimas no dejaban de surcar sus mejillas.
Ahí, oculta en el bosque, buscaba alguna manera de calmar su dolor. No podía ser cierto, no podía. No podía haber terminado todo así. Su padre y su hermano se habían ido, habían caído honorablemente en batalla para proteger los ideales de un hombre que vivía a cientos de kilómetros de ellos, un hombre que estaba segura, ni siquiera los conocía.
Un hombre que era el dueño y señor de las vidas de todos sus súbditos.
El dolor y la rabia que sentía en el pecho la hicieron doblarse sobre sus rodillas. Había querido gritar y maldecir a viva voz en cuanto Kakashi le confirmó la noticia, pero para su sorpresa, ningún sonido escapó de sus labios. Solo pudo reaccionar con una leve inclinación de cabeza cuando vio como los demás se inclinaban hacia ella en señal de respeto y luego alejarse de todos a paso rápido.
—Sakura-chan.
Escuchó como Naruto llegaba hasta su lado y se agachaba junto a ella, seguido de una cálida mano que tocó la coronilla de su cabeza.
La muchacha levantó la vista, encontrándose con los ojos azules de su amigo que la miraban con tristeza, pero también con un sentimiento de apoyo y comprensión.
El mentón de Sakura tembló, sus ojos se humedecieron otra vez y lo único que pudo hacer fue lanzarse a los brazos de su amigo, llorando amargamente mientras él la mecía con cariño y acariciaba su cabeza. No tenía que contenerse con él, no con su mejor amigo, no con quien comprendía en carne propia el dolor de perder a su única familia.
Las gotas de sudor recorrían su cara y continuaban su camino bajando por su cuello. Su respiración agitada formaba una densa cortina de vaho que se expandía frente a él.
Cerró los ojos por un instante en el que inhaló profundamente y luego los abrió al exhalar. Al enderezarse detalló frente a él los troncos de árboles que sostenían las dianas repletas de kunais y shurikens. Entre sus dedos aun sostenía un par de armas que no había alcanzado a lanzar, pero ya había perdido el interés. Llevaba más de cuatro horas entrenando y la escasa luz del sol ya comenzaba a ocultarse. Incluso pudo ver algunas antorchas encenderse. Lo mejor sería dejarlo hasta ahí.
Se dio media vuelta para marcharse cuando escuchó el sonido de la campana. Su fino oído le permitió escuchar las puertas levadizas abrirse y los ligeros pasos de sus compañeros que regresaban después de una misión. Sin prestar mayor atención y alejándose cada vez más, llegó hasta la zona residencial de su clan, entrando sin mirar a nadie a su alrededor.
Al llegar hasta su casa se llevó la sorpresa de encontrar a su padre y a su hermano sentados en la sala, platicando con una visita no muy agradable. Frunció ligeramente el ceño y solo se limitó a darle una ligera inclinación de cabeza antes de continuar hasta su cuarto.
—Descansa Sasuke. —escuchó la voz grave del hombre a sus espaldas. —No te exijas demasiado, pronto tendremos otra misión y te necesito en plena forma.
A pesar de no verlo, Sasuke estaba seguro que aquel hombre estaba sonriendo, sin mencionar que el tono de su voz le decía que había algo más tras aquellas palabras. Algo que estaba seguro que no sería nada bueno.
Nos leemos. Ahora mismo subo el siguiente
