Los personajes no me pertenecen, solo la trama es mía.

Hola queridas niñas :) espero me hayan echado de menos! Bueno, solo les quería decir que estoy de nuevo con un mini-fic de solo 3 capítulos, claro, si es que a ustedes les gusta. Muchas gracias por leer y por quedarse hasta el final.

Ya ahora, las dejo seguir n.n

"El Prodigio"

Bella POV

El último giro y podría irme al fin a mi casa.

Me concentré en que en esta oportunidad mi brazo y dedos finalizaran bien el movimiento y que las puntas de mis pies resistieran todo mi peso en la última vuelta.

Odiaba a Charlotte a veces.

Volteé delicadamente mi rostro y moví grácilmente mis brazos sobre mi cabeza para terminar abajo formando un ligero arco doblado.

Quise llorar cuando las palmas de la profesora prorrumpieron aplausos.

Suspiré dejando mi posición y cruzando mi pie derecho por el izquierdo.

Finalmente miré los ojos impenetrables de Charlotte que demostraban un amargo y casi sarcástico bien hecho.

-muy bien, ya pueden irse. Nos vemos mañana a las 6 am, ya saben que preparamos uno de los finales.- alzó la cabeza y erguida como estaba se retiró de la sala dejando una estela de aire frío a su paso.

Cada una de mis compañeras de Ballet, comenzaron a entablar conversaciones, cotilleos recientes y sobre todo a hacer añicos con sus palabras a Charlotte.

Por mi parte tomé mi botella de agua y mi bolso en un brazo. Estando ya fuera me cambié los zapatos y me coloqué una ropa más común.

El moño apretado en lo alto de mi cabeza lo dejé porque el cabello se adhería a mi cuello húmedo por el sudor.

Estaba agotada.

Las clases comenzaban a las 6 de la mañana y terminaban a las 8 de la noche, todo el día lo pasaba en el estudio y de alguna manera éstas cada vez se volvían más extensas y conseguían exprimir cada gota de energía en mi cuerpo.

Me apresuré en caminar hasta el estacionamiento y montarme en mi motocicleta scooter. Mi madre me la había regalado al graduarme con honores en la preparatoria.

Curso primer año de medicina en horario nocturno ya que la danza me quita casi todo el tiempo.

La verdad aún no he reunido el valor necesario para imponérmele a mi madre, la danza era antes hermosa y me parecía increíble, pero Renée se había empeñado en que lograra 'cumplir mi sueño'.

Mi sueño estaba muy lejos de aquí.

Me coloqué el casco después de acomodar mis cosas y salí rápidamente a las calles oscuras y llenas de Chicago. Una hermosa ciudad de noche e inclemente en el invierno.

Por suerte es verano y el clima es agradable a esta hora.

Anhelaba una ducha de agua tibia aunque la verdad no quería volver a casa, tenía que guardar cada día una reserva de ánimo para mentirle a mi madre sobre mis clases. Era el tedio lo que me extinguía y el hacer algo que realmente no me gustaba me consumía lentamente.

Los coches pasaban junto a mí con los focos encendidos y con una parte concentrada en el camino y la otra divagando me fui colando en el tráfico.

A pesar de ya tener 21 años me cuestiono aún que haré con mi vida, si bien la medicina me gusta no es algo que me encante, preferiría una cosa más simple como masajista o cosmetóloga… quizá hasta bailarina exótica, quien sabe. Solo sé que las situaciones serias no son lo mío.

También está el hecho de que siempre he sido como un títere de mi madre, usa su discapacidad para manipularme a su antojo y yo por no dejar de ver esa chispa en sus ojos hago todo lo que me pide, incluso evitar las 'distracciones', los novios para Renée son eso. Son unos malditos que solo quieren tomarme una noche y olvidarme a la siguiente.

Yo no lo creía así, por supuesto. Había leído a mi edad demasiadas novelas de amor como para creer esa cuadrada forma de ver las cosas. No esperaba un príncipe azul, no, pero si a alguien que me salvara de este tedio, que hiciera algo diferente y que no le importara que fuera una cerebrito. Quería que ese alguien me tomara entre sus brazos y me acunara y me hiciera obtener valor para huir lejos, muy lejos de las cuerdas que sujetaban mis extremidades como si fuera un muñeco de madera, alguien que me liberara de todo aquello y me llevara consigo a un mundo. Al mundo de ahí fuera que yo no conocía.

Mi celular comenzó a sonar y mis sueños se dispersaron en una nube de humo.

-hola, mamá- contesté después de hacerme a un lado

-Bella ¿¡hasta que hora llegas?! – rodé los ojos

-voy en camino, mamá. Las clases se extendieron- me masajeé la sien con frustración. Debería ser capaz de independizarme y formar mi vida.

-ah, me parece bien que practiquen. La última vez tus manos parecían cuerdas retorcidas, feo.- recalcó. Oh, sí, ella es experta en restregarme mis defectos.

Como si ella no tuviera los suyos.

-ya lo sé, Charlotte me ha estado ayudando. Mamá, conversamos en la casa ¿vale?- no esperé su respuesta- adiós- colgué y metí mi teléfono dentro del bolsillo antes de ponerme en marcha otra vez.

Estaba harta.

Ya no logré escaparme por lo que solo me concentré en el asfalto frente a mis ojos.

Subí pesadamente los escalones que me llevarían a mi calvario.

Dibujé una sonrisa antes de abrir

-mamá ya estoy en casa- me quité la chaqueta liviana y la colgué en el perchero

-al fin llegas. Cada vez te pones más rebelde, tendré que corregirte chiquilla infernal- me retó como si tuviera 8 años y simplemente aguanté en silencio, como siempre

-he estado practicando- defendí caminando a mi habitación.

Dejé la mochila con cuidado sobre la cama

-ouh, que bien. Me alegra oír eso. Me encanta que practiques con tanto afán. Mi sueño siempre fue ser la primera bailarina y mi hija preciosa lo es- suavizó su tono y con dificultad entró en mi habitación

Quise echarla, quise gritarle que no era mi sueño… y quise salir corriendo con lo puesto por la puerta, sin embargo verla tan indefensa y chiquita en esa silla de ruedas me lo impidió dejándome con las palabras atoradas.

-lo sé, es un gran logro- me volteé para que no viera la mentira y rebusqué ropa cómoda para después de ducharme.- iré a ducharme- indiqué el baño y ella asintió

-te serviré la comida, has de estar cansada- me miró con ternura y pasé por su lado después de darle una falsa sonrisa.

Ya me conocía sus palabras al revés y al derecho.

Me desprendí de la ropa y solté mi moño dejando que mi cabello liso me cubriera los senos por completo y parte de los muslos. Era una muy larga melena que conseguía convertir en un tomate airado en mi cabeza.

El agua tibia destensó mis músculos e hice un breve masaje en mis pies doloridos, las zapatillas siempre conseguían sacarme una que otra ampolla o una herida.

Bailar era doloroso y requería mucho esfuerzo. Esfuerzo y ganas que ya casi no me quedaban, solo en las tres últimas clases tuve que repetir más de 50 veces la rutina.

Teníamos una presentación 'pequeña ' en un auditorio para más de cinco mil personas el día viernes de la próxima semana, luego, dentro de otra era la presentación final, donde seguramente yo figuraría en las revistas y diarios de todo el mundo… quizá iban a darme una beca y mi madre querría que dejara la que tenía empezada para tomar aquella.

Yo no quería.

Enjuagué con brusquedad mi cabello y obligué a que mi mente desistiera de esos pensamientos que solo conseguían estresarme.

Por suerte se me da bien mentir y ocultar lo que realmente quiero, lo he hecho desde los 6 años.

Mi madre tuvo un accidente automovilístico cuando cumplí esa edad, y mi padre murió en el mismo.

Siempre he sabido que Renée jamás lo superó y por ello pone todas sus frustraciones y sueños rotos en mi persona.

Lo lamentaba de veras porque nunca fui yo misma.

Me sequé el cuerpo con la esponjosa toalla y luego de eso la coloqué en mi cabeza. Me puse la ropa cómoda y después desenredé mi cabello, lo cual me llevó algunos minutos.

Salí de ahí con las energías suficientes para mentirle a mi madre y después arrastrarme a la cama.

Me conversó durante la cena sus problemas y lo que le hacía falta. No el dinero, por supuesto. Mi padre había amasado una gran fortuna en sus años de juventud y al morir mi madre tomó cuidado de ella, a ella lo que le faltaba era salir y quejarse aún más de su condición.

Al principio siempre la escuchaba y trataba de hacerla sentir mejor, cuando lloraba todas las noches porque se consideraba estúpida e inútil iba a su habitación a tratar de consolarla. La quiero mucho, pero mi tope ya lo pasé hace bastante tiempo y por más que trato de agradarla siempre obtengo solo quejas y reproches.

Mis bailes todo el tiempo a sus ojos eran fallidos y yo como persona estaba llena de falencias que ella no tenía.

Por eso cuando comienza a quejarse simplemente atiendo en el momento que es necesario y el resto me la paso divagando.

En cuanto mi cabeza tocó las almohadas caí rendida al sueño, claro antes me dediqué a crear y dibujar mi mundo junto a alguien diferente a mi madre.

Quizá alguien que tuviera un pene. Sí.

Si mi madre supiera las cosas retorcidas que a veces pienso tendría motivos de sobra para retarme por el resto de mi vida y de cierta forma eso me hacía feliz, ella no podía entrar en mi cabeza y controlar mis ideas, ya no.

La semana se fue pasando rápidamente entre la universidad y el ballet, que, casi ni me di cuenta de que hoy era jueves.

La rutina asfixiaba hasta mi orden calendárico.

Pasé el día practicando como condenada, sin duda este día fue el que más sudé. Me dolía el cuerpo y me sentía cansada, pero por lo menos Charlotte fue considerada y nos dejó irnos antes para descansar y estar relativamente bien para mañana.

Tuve que dar unos exámenes en la universidad y luego me fui a casa, donde Renée me mantuvo en pie hasta la 1 de la mañana con sus recomendaciones que siempre hacía el día previo al escenario. Me las sabía de memoria.

Si ella me dejara hacer lo que quiero y me apoyara de la forma que lo hace con el Ballet todo sería tan perfecto y simple como respirar.

Desperté sin ánimos de levantarme pero cuando ella comenzó a golpear mi puerta a las 10 de la mañana no me quedó más remedio que salir de la cama.

La presentación era a las 8 de la noche pero tenía que estar antes para corregir cualquier error o desperfecto del vestuario. Me atrevería a decir que la fase de maquillarme y arreglarme para salir al escenario es mi favorita, soy muy hábil con eso y siempre termino ayudando a mis compañeras.

Ensayamos 3 veces la rutina que era la expresión de la soledad en su máximo significado. Una chica que no era querida por nadie y vivía completamente en su mundo de fantasía. La idea me gustaba, pero para ser espectadora y no la bailarina que lo interpretara. El final era una burla. Ella no encontraba su idilio en ningún lugar así que termina suicidándose, siendo esa su última salida. Lo he pensado pero me faltan las agallas.

-quiero que sea perfecto, no errores y de esto depende las que siguen hasta la presentación final- explicó con su acento francés Charlotte. Mirando a todas menos a mí con la advertencia en los ojos. Ellas simplemente bajaron la mirada sabiendo que al final de la hora terminarían con sus descargos hacia la profesora.

Sucedió una vez que una chica que trabajó duro y Charlotte consideró incompetente le gritó las cinco verdades a la cara. Todas la asimilamos como nuestra heroína, ya que ninguna de nosotras tendría el valor de hacer aquello.

-Isabella, despierta niña- me llamó la atención con su hosca forma de hablar. Volví en mi mente y asentí.

-salen en 5- anunció un hombre que desapareció fugazmente.

Todas se comenzaron a sentir nerviosas, a rezar y hacer diferentes cosas. Yo me preocupé de que mi traje amplio estuviera correctamente ubicado.

-tenemos asistencia completa. Ya lo saben- nos dio la última advertencia antes de irse a su posición.

Su figura esbelta cubierta de ropa siempre negra era como una sombra aterradora en una esquina del escenario criticando con su mirada a cada instante.

Las chicas que partían con unos movimientos de piernas y pies se ubicaron justo antes de que el telón se elevara. Desde mi posición observaba de lado y no lograba ver a las personas, aunque dudaba que el gran reflector sobre mí me permitiera ver algo.

-sales en 2- me anunciaron y respiré profundo. Tomé una gran bocanada de aire y cuando me dieron la salida me posicioné en el centro del escenario.

Los violines y arpas melancólicas soltaron sus melodías y me planté en el papel.

Me moví con tristeza mirando a las bailarinas que representaban las que no me atendían en lo absoluto y luego de asimilar ese rechazo comencé movimientos alegres y di un salto terminando en las puntas de mis pies, para después girar y girar como si no hubiera un mañana. Ya estaba en mi mundo de fantasía.

Sentía mi cuerpo moverse firmemente y de la forma más correcta posible sobre el escenario, volando sobre las puntas de mis dedos. Sin embargo eso no me transmitía en lo absoluto algún sentimiento. Yo estaba bailando vacía y fingiendo estar llena.

Darme cuenta de eso me hizo sentir triste.

Salí de la escena cuando simulé caer al piso y en medio de movimientos gráciles envolver mi cuerpo en una escena de desolación y soledad, acompañada de la música que representaba mi mundo de fantasía quebrado.

Me sentí en el papel y esa parte no me costó para nada representarla.

Salí y respiré aceleradamente por el esfuerzo de los movimientos, pero solo tuve algunos segundos antes de tener que entrar nuevamente.

En uno de los saltos y piruetas magníficos que aprendí a lo largo de mi carrera, reparé en un solo presente dentro de todo ese montón de gente aplaudiendo y llorando por la puesta en escena.

Era el único que me seguía de forma diferente por el escenario, casi con aburrimiento. Eso me hizo sentir extrañamente bien, a alguien más también se le había vuelto un tedio. Además me llamó la atención por su ropa informal y totalmente fuera de lugar y por estar de pie junto a las butacas. Parecía despreocupado y casi obligado a estar ahí.

Justo como yo me sentía.

Desvié mis ojos de él para observar a mi madre fascinada en lo que mi cuerpo era capaz de ejecutar.

Salí de escena con una sensación de emoción y energía que nunca había sentido, total contraste con la representación de caos y posterior suicidio que debía mostrar al público. Él estaría ahí.

Mi corazón latió con fuerza antes y después de salir nuevamente.

La historia dejó de tener real importancia y me centré en la mirada penetrante que lograba captar aún con toda la luz y distancia que nos separaba. No adivinaba su rostro pero no me importaba. Él había marcado una diferencia difícil de ignorar.

Cuando terminé muerta en el piso del escenario después de dar mi último hálito de vida en baile, dirigí mis ojos a él otra vez. Viendo como no aplaudía. Oculté mi gozo.

El telón se bajó y nos presentamos a la multitud con una reverencia, dejándome luego a mí al inicio para sonreír a toda esa gente plástica.

Mi madre con ojos llorosos me aplaudía con afán pero pasé de ella al muchacho recostado sobre la pared. Su expresión corporal realmente demostraba aburrimiento y poco interés. Y entonces sentí la primera punzada de curiosidad.

¿Qué diablos hacía aquí entonces?...


Ah! se me olvidaba, la historia se actualizará todos los miércoles, ahora sí

Chau Chau!