Habían pasado ya cinco años desde aquel viaje a San Lorenzo, Arnold se encontraba recuperando el tiempo perdido con sus padres sacrificando talvez el tiempo que pasaba con sus amigos distanciándose un poco de todos ellos.
A Gerald eso no le molestaba, no demasiado, sin embargo había una niña, una adolescente de hecho que lo extrañaba más que nadie. El muchacho que siempre brindaba su ayuda desinteresada a cualquiera con un problema, sea grande o pequeño ahora se encontraba ocupado con salidas familiares.
Helga caminaba por el parque buscando al muchacho que semanas atrás no le dio ninguna respuesta a su reciente re- confesión de amor. Ahora con 16 años era una jovencita con las facciones más refinadas gracias a un chantaje por parte de Olga luego de que encontrara sin querer su armario secreto pero no pudo convencerla de cambiar su vestimenta que constaba de jeans viejos, una playera de béisbol y una chamarra con capucha que casi siempre llevaba arriba ocultando su moño y las coletas de siempre que ahora usaba más abajo juntas, realmente a estas alturas ya estaba cansada del juego amor, odio y omisión por parte de él.
-¿Arnold podemos hablar?
Lo encontró compartiendo un picnic con sus padres, él se sintió un poco incómodo ante esa interrupción y las miradas inquisitorias de su madre sobre él y Helga. Arnold había dejado de usar su pequeña gorra y su cabello ahora más largo lo peinaba hacia atrás en cuanto a su indumentaria no había cambiado mucho todos esos años aun usaba su camisa a cuadros abierta con una camiseta negra adentro, jeans y tenis blancos.
- E... Está bien, regreso enseguida mamá papá
Se levantó y junto a Helga caminaron un momento hasta llegar a un claro entre la fuente y los árboles, luego de un incómodo silencio y con Helga de espaldas a él comenzó a impacientarse.
- Así que… ¿Helga de que querías hablarme?
Solo el silencio respondió, ella juntaba sus fuerzas para la pregunta que le haría
– Helga?
- (Vamos chica lista tu puedes con esto) Arnold yo… yo quiero saber si ¿has pensado ya lo suficiente sobre … sobre eso?.
Pregunto tratando que sus piernas dejaran de temblar, de verdad le temía a su respuesta
– Helga no creo que sea un buen momento, yo de hecho desde ayer ya estoy saliendo con Lai…
- ¡sí! lo sé (dolía) pero necesito saber, ¿realmente no puedes corresponder a mis sentimientos?
– Helga por favor yo no quiero lastimarte
– ¿realmente no soy lo suficientemente buena verdad? no para ti ( ¿era tan difícil sentir algo por ella? )
– No es eso, tu amistad es muy importante para mí y no quisiera arruinarla (ahí está de nuevo el cuento de la amistad)
–pero yo te amo, te he amado desde hace tanto.
Poco a poco Helga ya no pudo sostenerle la mirada y aunque intentaba evitarlo con todas sus fuerzas comenzó a llorar.
-Lo siento Helga, esto talvez te suene un poco (muy) insensible de mi parte pero, ¿estas segura de que me amas?
-¡¿Qué estas sordo o que pasa contigo?!
No podía creer que jugara de nuevo a hacerse el despistado - No, lo que quiero decir es, mira si lo piensas bien no nos conocemos de esa manera
– yo si te conozco Arnold, por años he visto cada una de tus facetas y… De nuevo Arnold se sentía vigilado y asfixiado
- Helga no creo que sea amor lo que tu sientes- ¿eh? (estaba confundida, ¿realmente él podía ser tan cruel?
-lo que tu buscas se parece más a una ilusión basada en una relación imaginaria conmigo
- pero si tu quisieras nosotros podríamos… sé que sería maravilloso
- lo siento no creo que pueda ser capaz de corresponderte de la forma que tu quisieras y también está el problema de tu intensidad
- así que yo soy el problema
- Lo siento yo ya salgo con Laila, lo siento
- ¡ya lo sé!
Helga sentía una gran impotencia, toda esa mezcla repentina de sentimientos y emociones estaba haciendo estragos con su persona, por un momento levanto el puño parecía dispuesta a lanzarle un golpe y el a recibirlo pero este nunca llego. De un momento a otro ella lo estaba besando, lo besaba con cariño, amor, desesperación mientras copiosas lagrimas bajaban por su rostro y como en otras ocasiones el no supo cómo reaccionar, hubiera dejado que este llegara a su fin sin intervenir pero el recuerdo de Laila hizo que en un acto reflejo la empujara con más fuerza de lo que hubiera querido provocando que cayera a los pies del árbol que los reguardaba de las intensas miradas que Stella lanzaba hacia ellos.
-¡Helga!, lo siento perdóname yo no quise, lo lamento
Tuvo el impulso de ayudarla a ponerse de pie pero no podía tenía la mente muy confusa pero entonces ella comenzó a reír muy bajo desconcertándolo.
-¿Porque te estas disculpando por empujarme o quizás porque no me ves como una chica por mucho que lo intente?-
Lo miro con una sonrisa triste y lágrimas que no habían querido dejar de salir- Así que aquel beso en San Lorenzo no fue nada más que tú forma de decir gracias, ¿no?
-¡No!, talvez, no si… si lo fue, lo siento
No quería seguir dándole más falsas esperanzas
- ¿Cuántas veces vas a disculparte?, tonto.
La vio ahí tirada con sus coletas al viento y mirándolo con una mirada rota, lo insultaba pero en sus ojos había dolor que no podía ocultar, por un momento tuvo ganas de protegerla de cuidar de ella pero él no sentía las fuerzas para hacerlo, seria jugar con ella. Se encontraba dividido entre marcharse de ahí darle su espacio o quizás ofrecerse a acompañarla a su casa pero ella no le dio tiempo de escoger levantándose por su cuenta.
-Jajaja soy una estúpida – Estaba realmente destrozada.
- Helga por favor no digas eso
- mira no es necesario que hagas esa cara de confusión, ahora sé que nada cambiara aun si sigo amándote de esta manera, tu… tu nunca podrás corresponderme.
-Esto se acabó ¿pero sabes qué?, tenías razón Arnold.
-¿uh? ¿En qué?..
-¿recuerdas a Ruth? mjh claro que sí, dijiste "cuando te acercas a una persona con tantas expectativas y no son lo que esperabas duele", pero creo que duele más que te digan "solo me agradas"
Arnold no pudo contenerse luego de verla tan frágil y en un segundo se encontraba abrazándola, por un momento ella no reacciono su corazón la estaba traicionando de nuevo quiso corresponder pero su orgullo hizo que le diera una cachetada que le dejara el apellido Pataki en todo el rostro y la memoria.
-¡Ya basta, deja de jugar al buen samaritano!, no funciona conmigo.
El cayó al piso en esta ocasión estaba sorprendido pero al mismo tiempo sentía que se lo merecía.
-Helga yo…
Ella lo interrumpió levantando su mano en señal de silencio, mientras secaba sus lágrimas con furia.
-Ya te lo dije ¿no?, se acabó, lamento haberte molestado tanto tiempo tratando de llamar tu atención, ¡JAMAS volverá a pasar!.
Se fue corriendo lo más rápido que sus piernas le dejaban, tenía que salir de ahí fue demasiado dolor para un solo dia.
