Hola! Aquí estoy de nuevo. Perdón por tardar, este trimestre está siendo bastante duro para mí, estoy a pocos días de operarme y bachillerato de artes está acabando con mi existencia. Pero no os preocupéis! Tengo ahora un pequeño puente que voy a aprovechar para escribir y así irán saliendo cositas. Llevaba un tiempo pensándolo y al final he decidido que esto va a ser un conjunto de one-shots totalmente independientes el uno del otro. Quizás haya alguno que tenga más de una parte pero en principio no es mi intención. Estará calificado en M porque contendrán algunos escenas violentas y de sexo. Va a haber un poco de todo. Cada historia tendrá una calificación distinta y temática. Espero que os guste, aunque no conteste leo todos los comentarios y son los que me animan a seguir adelante, sobre todo porque tengo muy poca autoestima xd. No sé cómo se responde porque soy una negada para la informática xd pero desde aquí agradeceros vuestros reviews a mis fanfics, me dais la vida

Ni Detective Conan ni ninguno de sus personajes me pertenecen, todos son de Gosho Aoyama.

Título: Trick.

Categoría: Romance

Ranting: M

Pareja: Shinichi Kudo/Ran Mouri.

Summary: (Ubicados como si el suceso en Tropical Land nunca hubiera ocurrido) Ran y Shinichi tienen una fuerte pelea en el instituto por culpa de unas palabras de Shinichi que salieron en un arrebato de orgullo. Sin embargo, si hay algo bueno en una discusión, sin duda alguna, es la reconciliación.

Trick

Ran's POV.

Me faltaba el aire en los pulmones, creo que nunca había corrido tanto como en ese momento. Llegué a mi casa y sin pararme por la agencia a saludar a mi padre me encerré en mi cuarto y dejé fluir todas las lágrimas que llevaba conteniendo desde horas atrás. Me dejé caer en el suelo con la espalda apoyada en la puerta y un pequeño sollozo se escapó de mis labios. Traté de secar mis lágrimas violentamente, con rabia. Maldito Shinichi. Maldito sea. Sin poder contenerme escondí mi rostro entre mis brazos y abrazando mis rodillas lloré como hacía muchísimo tiempo que no hacía.

Deseé desaparecer de la faz de la tierra. El móvil llevaba vibrando un rato y sabía que Shinichi me estaba llamando pero no iba a dar mi brazo a torcer, en esos instantes la última persona de la quería tener constancia era él. Quise llamar a Sonoko y decirle que estaba en casa, que no se preocupara, después de todo, yo había salido corriendo del instituto sin mirar atrás.

Sin mirar atrás…

Flashback

San Valentín.

El día de los enamorados. Siempre ha sido un día que a Ran Mouri le ha gustado, es gratificante ver a otros felices porque sus sentimientos son correspondidos. Ella siempre le había enviado chocolates a Sonoko y a Shinichi, por ser sus mejores amigos. Y bueno, como excusa para darle chocolate a Shinichi. Y este año no iba a ser diferente, por supuesto. O al menos eso pensaba Ran.

Una nueva compañera había entrado en su clase, estaba de intercambio y solo estaría dos semanas. Era una chica bastante sería y borde. Tenía aires de superioridad y tenía muy asimilada su notable belleza. Alta, delgada, muy pálida, labios rojos y ojos castaño claro. Pelo largo y negro como la noche. Kikyo Himura.

No se había relacionado con apenas nadie de la clase, tan solo con dos de sus compañeras y algunos chicos. Había tratado de acercarse a Shinichi, pero éste pasó de ella. Y eso cabreó bastante a la pelinegra, pues no acostumbraba a un no por respuesta. Durante dos días todo parecía estar en calma.

Hasta el día de hoy.

Shinichi llevaba un día de perros. Todo le estaba saliendo mal. Por eso, cuando sus compañeros empezaron a meterse con Ran y con él para ver si ésta le había dado ya su chocolate como esposa fiel éste contestó sin pensar ni medir sus palabras.

-Qué pesados sois, Ran no es NADA mío y me importa una mierda lo que me quiera dar o no.

Todos se quedaron totalmente en silencio, nadie se esperaba aquella respuesta. Y Ran sintió cómo se le caía el mundo encima.

-Tampoco te pensaba dar nada, no te preocupes, Shinichi. Pero igualmente ya me ha quedado claro.

-¿Qué te ha quedado claro? Siempre sacas las cosas de quicio y de contexto.

-¿Qué demonios estás diciendo? Para empezar poco hay que entender en tus palabras y segundo, yo no saco las cosas de contexto, eres tú el que me da motivos.

-Yo, siempre yo. Desde que éramos pequeños siempre tan PESADA.

Ran le iba a contestar, ya con lágrimas en los ojos.

Pero no pudo.

-Mouri, déjalo ya, tan claro no te ha quedado. Kudo no se va a fijar en ti hasta que no esté en un caso y tú seas la muerta.- Contestó Kikyo.

Y se hizo el silencio.

Algo se rompió dentro de Shinichi, que se dio cuenta de sus palabras y las que acababa de soltar esa tía que llevaba días detrás de él.

Ran se quedó sin habla, escuchaba los cuchicheos de todos sus compañeros y a Sonoko gritándole a Kikyo. Con lágrimas en los ojos miró a Shinichi, quién mostró un rostro aterrado.

-Ran, escucha yo no-

Pero antes de que dijera nada ésta ya había empezado a correr, sin escuchar los gritos del Detective, o de Sonoko, o de algunos de sus compañeros. Tan sólo corrió.

Sin mirar atrás.

Fin flashback.

De nuevo estaba llorando, solo que esta vez las lágrimas eras silenciosas. No sabía con qué cara me presentaría el lunes en clase. Ni cómo vería a Kikyo o a Shinichi.

El móvil seguía vibrando, lo cogí y vi que tenía 20 llamadas pérdidas de Shinichi y 3 de Sonoko. Quise llamar a Sonoko pero antes de poder hacerlo el nombre de Shinichi apareció en Pantalla otra vez, llamando.

Suspiré. Si quería hablar con Sonoko tendría que cogerle el teléfono a Shinichi. Tragué duro y contesté.

-Qué demonios quieres, deja de llamarme Kudo.

-¿Dónde estás? Llevo dadas tres malditas vueltas al instituto.

-No estoy allí y no me busques. También deja de llamarme.

-Ran no seas tonta, tenemos que hablar, ¿Estás en tu casa? Voy a ir para allá.

-Te he dicho que NO, no me busques porque eres la última persona que quiero ver. Kudo, olvídame.

-No me llames Kudo, Te lo suplico me está matando.

Maldito Shinichi, unas ganas inmensas de llorar reaparecieron.

-¿Que te está matando? ¿Y cómo crees que me ha sentado a mí saber que muerta es como te voy a importar?

-Joder Ran, no vuelvas a-

-Deja de hacerme daño. No me busques ni me llames no quiero saber nada de ti.

-No voy a perderte, Ran.

¿Eh?

-Comprendo que ahora mismo no quieras verme ni escucharme pero no puedo permitir que esto se nos vaya de las manos. Voy a ir a tu casa, estés o no. Y voy a quedarme en la misma puerta hasta que hable contigo. No me importa pasar la noche si hace falta.

Sin poder contenerlo un sollozo escapó de mis labios.

-Shinichi por favor…

-No llores por favor, estoy allí en 10 minutos.

Y sin esperar a que dijera algo colgó.

Me cambié de ropa corriendo y me puse unas mayas negras y una gran sudadera roja. No quería que tuviéramos una pelea en mi casa, después de todo mi padre estaba justo abajo, en la oficina. Le pediría que fuéramos a otro sitio. Me cogí una coleta alta bastante desaliñada y traté de secar mis lágrimas.

A los 5 minutos la puerta principal sonó. Respiré hondo, tenía una cara horrorosa después de tanto llorar, tenía las mejillas sonrojadas, la nariz roja y los ojos muy irritados y colorados. Abrí la puerta y no fui capaz de mirar a los ojos a Shinichi. Quién traía aún el uniforme del instituto y tenía los brazos cruzados.

-Ran, mírame.

Me negué en rotundo. Quería hablar, decir algo, pero las palabras se quedaron pegadas a mi garganta. Muy suavemente y con una gentileza que no creía propia de Shinichi me levantó el mentón y dejó su mano ahí. Sus ojos se fundieron con los míos y las ganas de llorar reaparecieron. Yo tenía el ceño fruncido, el corazón me latía a mil y sabía que podía notar como estaba temblando.

-Ran, yo… escucha-

-Aquí no.

-¿Qué?

-No quiero que hablemos aquí, mi padre está abajo y no me siento cómoda.

Shinichi pareció meditarlo durante unos segundos.

-Está bien, iremos a mi casa.

-¿A- a tu casa?

-Sí, allí estaremos completamente solos y podremos hablar tranquilamente.

Volví a apartar la mirada, me estaba poniendo nerviosa.

-Como quieras.

Cogí mis llaves y mi móvil y los guardé en una pequeña maleta, me colgué la maleta y cerré la puerta, dejándole una nota a mi padre en la cocina de que tenía comida hecha y que no me esperara despierto, que tenía que hacer un trabajo

Algo me decía que iba a ser una tarde muy larga.

Cuando salí sin esperarlo Shinichi cogió mi mano y entrelazó nuestros dedos, comenzando a andar un poco más rápido. Estuve a punto de soltarme pero cuando vio mis intenciones apretó mi mano contra la suya. Me vi incapaz de soltar su mano durante todo el trayecto a su casa.

Al llegar me dijo que lo esperara en el salón mientras él iba a cambiarse. Encendió la chimenea para que no pasara frío y me acomodé en el sofá cama que había justo enfrente, observando las llamas de fuego. Mirando como ardía me puse a pensar en Shinichi y en mí. En nuestra relación. Me cuestioné si de verdad era tan pesada. Quizás la culpa era mía. Quizás no había medido mis sentimientos y había sido de verdad muy pesada en la vida de Shinichi. Quizás él estaba un poco cansado de mi compañía. De repente me invadieron muchísimos miedos e inseguridades. Sin ser consciente dos lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Y entonces una mano se materializó y acarició mi mejilla, limpiando el rastro de lágrimas. Me giré para encontrarme con Shinichi, preocupación clara en sus facciones. Él se sentó junto a mí, muy cerca, rozando nuestros hombros.

-Ran, lo que dije-

-Lo siento mucho, Shinichi.

Él me miró sorprendido a la vez que incrédulo.

-¿Por qué?

-Yo… soy muy pesada contigo, lo sé. Siempre he sido un poco tu perrito faldero, siguiéndote allí donde tú fueras. Siempre preocupándome de más. Cuando se fueron tus padres sentí que debía estar pendiente de ti y me he pasado. Supongo que te habré agobiado. Lo siento mucho

Shinichi me miraba con la boca abierta y como si estuviera loca. Me avergoncé y aparté la vista.

-Soy un completo gilipollas.

Lo volví a mirar muy sorprendida, Shinichi no acostumbraba a decir esas palabras así porque sí.

-Shinichi, ¿qué dice-

-Por favor, olvida todo lo que te he dicho en el instituto. No iba enserio, estaba teniendo un día de mierda y lo he pagado contigo. No eres una pesada. Nunca lo has sido, no quiero que pienses que lo eres. De verdad, he sido un capullo y he dicho cosas que ni sentía ni pensaba. El único motivo por el que me quedé aquí cuando mis padres se marcharon eres tú. Eres la única que está ahí cuando realmente lo necesito y entre nosotros sobran las palabras. Por favor, sé que me he portado fatal pero perdóname.

Yo ya llevaba un rato llorando y mirando mis manos. Entonces él coge mis manos entre las suyas y me mira esperando a conectar nuestras miradas. Cuando eso ocurre me sonríe.

-¿Me perdonas?

Sonreí sin poder evitarlo. Él sonrió mostrando sus perfectos dientes y me acercó a él, abrazando fuertemente. Yo rodeé su espalda con mis brazos y escondí mi rostro en el hueco entre su cuello y su hombro. Shinichi acarició mi espalda con cariño.

-También… sí hubiera aceptado un chocolate tuyo, la verdad es que me he quedado esperándolo.

Yo reí un poco.

-Eres un tonto, ni siquiera te has parado a ver en tu maleta.

Me apartó un poco para mirarme a los ojos totalmente perplejo.

-¿En qué momento…?

-Eso no se dice.

Shinichi se levantó y corrió a buscar su maleta para encontrar dentro un envoltorio con un corazón de chocolate y el nombre de Shinichi en él. Vi con ternura como lo abría con ilusión. Tuve miedo de que lo rechazara por tener forma de corazón. Era una indirecta bastante directa. Normalmente todas las veces que había hecho chocolate eran de forma cuadrada. Esperé paciente por alguna reacción de su parte. Shinichi sonrió de una forma bastante extraña y se volvió a sentar junto a mí.

Me miró a los ojos y acercó una mano a mí mejilla, acariciándola. Yo cerré los ojos al instante.

-Ran no vuelvas a pensar en la vida que de la única forma que me importaría es siendo la víctima de un caso.

Abrí los ojos con pesadez, recordando mis palabras en el teléfono.

-Nunca, ¿me escuchas? Nunca. Eres lo más importante que tengo en la vida.

Mordí mi labio inferior cuando un pensamiento fugaz surgió en mi mente.

-¿Puedo preguntarte algo?

Shinichi me miró curioso. Dejó el chocolate en la mesa junto a nosotros y se apoyó en el sofá de forma que nuestros rostros quedaran cerca.

Demasiado cerca para mí salud.

-Sí… si tuvieras a pocos centímetros a la persona de la que estás enamorado y tuvieras un pequeño pinchazo que te dice que debes decírselo… ¿Se lo dirías?

Shinichi sonrió y se acercó un poquito más a mí.

-¿Qué harías tú, Ran?

Casi inconscientemente me acerqué yo también un poco más. Nuestros labios estaban a centímetros los unos del otro. No pude evitar mirar los suyos y volver a morder los míos.

-Una pregunta no responde a otra, Shinichi.

La sonrisa de Shinichi se amplió y juntó nuestras frentes. Nuestros ojos estaban pegados, no podíamos dejar de mirar los del otro.

-Depende de quién sea y de la confianza que tenga en ella.

-Estoy enamorada de ti, Shinichi.

Pensé que me rechazaría y se alejaría de mí.

Sin embargo lentamente unió sus labios con los míos en un beso tierno y dulce. Yo le correspondí al segundo y ambos empezamos a marcar un ritmo. Un fuego se adueñó de mi estómago y sentí como me hervía la sangre. Acabé rodeando su cintura con mis piernas, sentándome en su regazo. Mis manos fueron directas a su nuca, acariciando su pelo. Las suyas iniciaron un recorrido, soltando mi pelo recogido y acabando en mi cintura. De repente eso no era suficiente.

Y no lo fue.

Después de separarnos para coger aire nos miramos, sus pupilas destilaban pasión, fuego, deseo. Las mías lo mismo. Antes de que nos diéramos cuenta nuestras bocas habían vuelto a unirse y él me abrazaba fuertemente contra él, recorriendo toda mi espalda con sus manos por debajo de la sudadera y la camiseta que llevaba puesta. Mis manos estaban en sus mejillas acariciando su rostro para después acariciar su pelo y tironear de él. Shinichi introdujo su lengua en mi boca y saboreó cada rincón de ella, dejándome completamente sin aliento. Mordió mi labio inferior y sin querer un gemido escapó de mis labios, a la vez que empujé mis caderas hacia él inconscientemente. Un sonido gutural salió de la garganta de Shinichi y bruscamente pero sin llegar a hacerme daño saco mi sudadera y mi camiseta a la vez, viéndose así mi sostén de encaje negro. Separó nuestros labios para comenzar un sendero de besos desde mi barbilla hasta mi cuello, arrancándome pequeños suspiros cargados. Mordió y succionó el hueco entre mi cuello y mi hombro y dejó varios chupetones por mí cuello. Me tendió sobre el sofá, cada vez más impaciente. Yo tan solo me dejé llevar por el mar de sensaciones que Shinichi me estaba brindando. No fui consciente del momento en el que mi sujetador desapareció hasta que la lengua áspera de Shinichi hizo contacto con uno de mis pezones. Gemí alto, volviendo a alzar mi cadera, haciendo fricción entre nuestras partes. Shinichi dio un jadeo y pellizco mi pezón mientras que mordía el otro. Gemí su nombre, incapaz de contener el placer que él me brindaba. Los labios de Shinichi comenzaron otro recorrido de besos desde mi pecho hasta mi ombligo, dónde me dejó sin aire y una descarga me recorrió y llegó hasta mi parte más íntima. Decidí que debíamos estar en igualdad de condiciones, por eso como pude le quité su camiseta y acaricié su pecho, arrancándole algún que otro suspiro. Atraje su rostro al mío y volvimos a besarnos, él hambriento y yo aún más. Nos separamos cuando el aire nos lo pidió y acaricié sus mejillas, tratando de tranquilizarlo. Shinichi sudaba a mares y jadeaba, excitado. Le sonreí y él hizo un amago de sonrisa, para volver a capturar mis labios, esta vez, más dulce y lentamente, queriendo disfrutar de mí. Besó mi frente, mis párpados, mis mejillas y depositó un rápido, corto y casto beso en mis ya hinchados labios. De un tirón me quitó las mayas y las bragas con ellas, dejándome totalmente a su merced. Mi corazón latía a mil y sentía el suyo latir con la misma intensidad bajo la palma de mi mano. Comenzó a descender, primero besando mis labios, bajando por mi garganta hasta mi pecho. Siguió descendiendo por mí estómago. Mi respiración se cortó y cerré los ojos con fuerza, Shinichi entrelazó nuestras manos. Besó el inicio de mi parte más íntima, acercándose muchísimo a un punto clave. Mi respiración se volvió entrecortada, suspiré su nombre y me preparé mentalmente para lo que iba a ocurrir. Solo pensarlo me daba corrientes eléctricas, apreté mis muslos, sintiendo como todo me palpitaba. Shinichi rozó sus labios con los míos vaginales y apreté sus manos, gimiendo su nombre necesitada. Sentí su sonrisa cerca de mí. Iba a reprocharle y abrir los ojos.

Pero su lengua, áspera, húmeda, se hizo paso entre mis pliegues y lamió todo mi interior.

Chillé su nombre, impulsé mis caderas y apreté aún más sus manos, dejando blancos mis nudillos. Me estaba penetrando con su lengua, cada vez más profundo, como si quisiera llegar hasta lo más profundo de mi ser. No era capaz de controlar los miles de sonidos incoherentes que escapaban de mi boca.

Que cliché, mi mejor amigo, mi amigo de la infancia, Shinichi Kudo, el artogante, egocéntrico y orgulloso detective del que estaba enamorada, me estaba haciendo un cunnilingus, en su casa, después de pelearnos.

Como no estaba ya ida por las sensaciones, a Shinichi no se le ocurrió otra cosa que ayudar a su lengua con un dedo. Y torturó mi clítoris y mi centro con él.

-¡Maldito seas Shinichi!

No estoy segura de si sonó más como un gemido o como un grito de placer puro. Ambas cosas serían correctas. Shinichi río fuerte contra ni vagina y me recorrieron miles de escalofríos en un segundo.

Maldito, Maldito Shinichi.

Separó sus labios y acercó su rostros al mío, dejando aún el dedo introducido en mi interior. Me obligó y mirarlo a los ojos y sonriendo mostrándome sus dientes introdujo otro dedo más. Clavé mis uñas en el sofá y mordí mi labio para no gemir, intentando no darle lo que él quería, orgullosa. Entonces empezó a sacar y meter sus dedos frenéticamente, cada vez más profundo, más y más rápido. Me mordí tan fuerte que un hilillo de sangre se escurrió de mi labio, mientras que mis ojos se nublaron de placer. Shinichi lamió mis labios, limpiando la sangre y cuándo empujó aún más fuerte sus dedos dentro de mí gemí alto, cosa que aprovechó para volver a invadir mi boca con su lengua. Mis manos recorrieron su espalda, arañando su piel por cada estocada que daba con sus dedos. Algo se rompió en mi interior y sin poder evitarlo llegué al orgasmo, corriéndome entre sus dedos. Jadeé en busca de aire cuando separó nuestros labios. Dejé caer mis manos a ambos lados de mi cuerpo, exhausta. Shinichi río un poco y besó mi mejilla, con cariño. Sentí que era la única que estaba disfrutando de esas sensaciones, así que dejando mi vergüenza de lado y sin que él se lo esperara quité sus pantalones y calzoncillos de un solo golpe. Lo empujé de manera que ahora era yo quien estaba encima suya. Antes de que Shinichi pudiera reclamar algo lo besé, introduciendo mi lengua y recorrí toda su boca. Su lengua trató de luchar contra la mía, en una lucha en la que ninguno saldría ganador. Sus manos acariciaron mis caderas y agarraron con fuerza los cachetes de mi trasero apretando nuestras partes íntimas. Jadeé de placer en su boca y Shinichi subió sus vamos hasta enredarlas en mi pelo, besándome de nuevo con más furia. Dejándolo con ganas de más me separé de su boca. Shinichi hizo el amago de quejarse. Pero entonces mis manos rodearon su miembro. Un jadeo ahogado se atoró en su garganta. El pene de Shinichi palpitaba en mis manos, me sonrojé y siguiendo mis instintos comencé a acariciar su longitud muy lentamente, torturándolo. Él susurró mi nombre cargado, apretando la yema de sus dedos en mis caderas. Sonreí, sabiendo que yo estaba provocando esa reacción en él. Respiré hondo y aventurándome, besé la punta de su glande. Shinichi gimió fuerte. Pude ver como el líquido seminal comenzaba a hacerse notar. Decidí que haría lo mismo que él me hizo a mí. Primero moví mi mano en su miembro, de arriba abajo, cada vez más rápido. Cuando vi que Shinichi se iba a venir introduje su longitud en mi boca y succioné. Shinichi gimió mi nombre al menos cinco veces. Solo saqué su miembro de mi boca cuando ya no quedó rastro de semen en su interior. Tuve que reírme cuando lo vi, intentando recuperar el aire, con las mejillas muy sonrojadas y el pelo revuelto. Quien dijera que Shinichi no era atractivo realmente tendría que tener la imagen que estaba teniendo yo. Cuando al fin pude recomponerse un poco volvió a tirarme, posicionándose encima de mí otra vez. Colocó su pene en mi entrada. Acercó su boca a mí oído y mordió mi lóbulo.

-¿Estás segura?- Mensaje susurró.

-Confío en ti, Shinichi.

Cogió mi rostro entre sus manos y besó mi frente. Luego chocó nuestras frentes y me miró a los ojos.

-Te quiero muchísimo Ran.

Le sonreí.

-Estoy irremediablemente enamorada de ti, Shinichi Kudo.

-Estoy irremediablemente enamorado de ti, Ran Mouri.

Una lágrima traicionera se deslizó por mí mejilla. Shinichi me sonrió y me besó, con devoción, con cariño, ternura.

Con amor.

Y yo le correspondí, tratando de transmitirle con mis labios lo mucho que lo quería.

Sabía que la primera vez, siempre dolía.

Shinichi entró del tirón, sin dudarlo por un segundo, sin echarse atrás.

Ambos jadeamos. Pensé que dolería más, pero al haberme estimulado con sus dedos y lengua antes de penetrarme el dolor fue minúsculo y se fue en las primeras dos embestidas. Rodeé el cuerpo de Shinichi con mis brazos y enredé mis piernas por encima de su cadera, tratando de hacer más profunda nuestra unión. Supliqué en su oído que se moviera más rápido.

Y fue como desencadenar a la fiera que llevaba dentro. Las embestidas cada vez eras más rápidas y más profundas. Gemidos, gritos, jadeos, suspiros cargados de placer inundaron la mansión Kudo.

Una embestida.

Y otra.

Otra.

Otra.

Otra.

Y llegamos al clímax, al mismo tiempo.

Shinichi se desplomó encima de mí, sin llegar a aplastarme con su peso. Ambos jadeábamos, exhaustos, pero felices.

Muy, muy felices. Shinichi me abrazó por la cintura y descansó si rostro en mi pecho, escuchando los latidos de mi corazón. Yo rodeé sus hombros con mis brazos y comencé a acariciar su pelo mientras lo atraía un poco más hacia mí.

-Te quiero más que a nada, Ran.

-Yo a ti también, Shinichi.

Shinichi besó mi cuello y después de unos minutos se quedó dormido.

Antes de quedarme dormida un solo pensamiento cruzó mi mente.

Estúpido Shinichi, te quiero.

Y de verdad, de verdad que lo quiero.

Y querré.

FIN.

Ya está terminado el primer FanFic! Espero de verdad que os guste! Prometo traer yo nuevo pronto! Espero vuestros comentarios! Nos vemos prontito! Besos