N/A: Anime Fugo, POV.


2000, Nápoles

Quería ser lo primero que los ojos de Narancia verían cuando se despertara.

De pie ante su cama y viéndolo dormir, comprendí que mi cerebro anhelaba que Narancia despertase y me mirara. A través de los meses trabajando juntos, ambos hemos tenido nuestra ración de experiencias cercanas a la muerte, pero cada vez que siento que puedo perderlo, se quiebra otra barrera. Otra barrera rota que me dice que lo que siento no es amistad. Y otra barrera que elevo, porque me he convertido en un adepto a construirlas.

Por eso los primeros minutos cuando uno de nosotros sobrevive tras algún enfrentamiento de la mafia, siempre son diferentes: no hay pretensión, no hay un por qué evitar, no hay nada. Durante esos pocos minutos, me siento expuesto.

Cuando Narancia despertó, me miró a los ojos antes que a algún otro lugar, como si sabía que yo estaba aquí. Después de esa pausa respiré profundo y se produjo una pequeña disputa.

Le informé muy a mi manera que era un estúpido, y él se encogió como siempre para luego ignorarme. Siguió murmurando algo incomprensible sobre cómo había estado rodeado de flores en algún lugar soleado y cómo le gustaría llevarme allí a mirar el cielo y descansar en las flores. No me tomé tan en serio sus tonterías, en parte porque era una alucinación producida por los calmantes, y en parte porque estaba tan aliviado de tenerlo de vuelta, de saber que él está vivo, de que él está conmigo… que yo. Lo juro, no puedo aguantar mucho más esto, esta preocupación, de que Narancia pueda resultar malherido o muerto durante alguna misión, por hacer una locura sin seguir mis indicaciones. Pensar en perder a Narancia, que un día se marche y no regrese es aterrador.

Estaba saliendo de mis pensamientos cuando lo escuché decir:

—Pero logré vencerlo. ¡Y lo hice porque creíste en mí!,

No sabía que el corazón pudiera sonreír, pero aparentemente sí, porque sentí esa sonrisa hasta el fondo de mi pecho.

—Eres muy fuerte, Narancia, —Le dije, y me estremecí ante lo que acababa de salir de mis labios. Pero Narancia es fuerte, y lo sé. No físicamente, pero Narancia es más fuerte que yo. Me siento como un idiota cuando lo pienso, pero es la verdad. El problema es que Narancia es inmaduro, tan distraído, tan poco conocedor de su potencial. Pero Narancia expresa sin reprimir todo lo que yo no puedo, como su cariño a Buccellati cuando siente que quiere hacerlo, o cuando siente dolor, o cuando quiere llorar, él es tan libre.

En cambio yo…

Me gustaría poder ser tan expresivo como él, dejar algún día de fingir ser tan fuerte y adulto que ya no sé como no hacerlo, de dejar de reprimir las emociones en mi pecho. Me gustaría poder expresar que no recuerdo ya la última vez que algo me hizo feliz de verdad. Que envidiaría ser un poco más como él, menos sombrío.

Pero no puedo...

—Descansa,

Me dirigí en silencio hacia la puerta.

— ¡Oye Fugo! ¡Fugo!

Caminé hacia su cama de nuevo, y crucé de brazos

— ¿Ahora qué?,

Miró hacia mí y a todo menos a mí en esos segundos. Es el único que conozco que puede hacer eso, dispersar sus ojos por todo el lugar. Abrió la boca muy grande y la cerró por un segundo, tragó, antes de responder:

—Te quiero,

Enarqué una de mis cejas. Me dije mentalmente que Narancia sólo estaba diciendo estupideces por el montón de calmantes y otros químicos bombeando en su organismo. Sabía que estaba saliendo de alguna experiencia cercana a la muerte y, por lo mismo, no estaba al tanto de lo que estaba diciendo.

Pero aún así, sentí mis mejillas tibias,

—Estás diciendo disparates, imbécil, —gruñí. No fue la frase más inteligente que he dicho, pero maldita sea, estaba cansado. Si alguien era agotador para cuidar y animar, Narancia lo era. Y si existe alguien que valga más que él, nunca lo he conocido.

Lo miré de nuevo, acomodándose en su cama, con una pequeña sonrisa en su rostro. Era una sonrisa más feliz que aquella a la que estaba acostumbrado, más pacífica, y me encontré sonriendo como un tonto estúpido, a pesar de mí enojo y todas las preocupaciones.

No sé qué diablos sucederá a futuro, pero pensé en los jardines de flores que Narancia mencionó en su sueño, por un momento me permití soñar también y quise ir allí con él.