Cap.1 Llegada
Una una nueva ciudadana a la ciudad. Su nombre, Kea Wegesser, era lo que más se oía en los murmureos de la nobleza inglesa. Había heredado una generosa fortuna de su único pariente, su tío abuelo el conde Wegesser, a quién ella no conocía de nada.
El carruaje avanzaba veloz, pero aún así ella podía apreciar la belleza natural del paisaje en el que se encontraba. Árboles y arbustos crecían por doquier a los lados del camino, y con ellos, hermosas flores de bellos colores emergían, abriendo sus pétalos como alas y dejando ver su dulce corazón de néctar.
"Me gustaría poder vivir entre estos campos verdes, y no tener que entregarme a una vida de lujos a la que no estoy acostumbrada. Estoy segura de que sería mucho más fácil." pensaba mientras su corazón se aceleraba a medida que se acercaban a su nuevo hogar. Sus pensamientos fueron pronto acallados por la reducción de la velocidad de los caballos y, posteriormente, su parada. Tanto tiempo había pasado sumida en su mundo que no se había percatado de que ya había llegado. Bajó del carruaje con lentitud, pues era la primera vez que viajaba en uno y que llevaba uno de esos incómodos y ostentosos vestidos. Sintió su pie derecho engancharse con algo y el peso de su cuerpo haciéndola caer, pero una mano enguantada la ayudó a mantener el equilibrio.
-¿Se encuentra usted bien, señorita?-preguntó un hombre de amable sonrisa y tez pálida y pulida como el mármol.
-S-Sí, no es nada. Debo de haber tropezado.-contestó ella mientras bajaba con ayuda del caballero.
-Discúlpeme, no me he presentado como es debido. Mi nombre es Sebastian, seré su mayordomo a partir de hoy.-contestó él y la acompañó hasta la casa, pasando por los jardines frontales.
El silencio reinó entre ama y siervo hasta que, por fin, ella dijo:
-Ruego me disculpe pero, nunca he vivido con lujos y mucho menos tenido mayordomo. Temo que no podré acostumbrarme a ello.
-Yo soy el que debe hablar de usted, no la Dama de Wegesser.-respondió cordialmente.
Kea le miró un tanto confusa, y ese deslumbramiento mental debió reflejarse en sus ojos pardos, pues Sebastian se apresuró en resumir algunas de sus dudas.
-Así es como será conocida a partir de ahora, como la Dama de Wegesser. ¿Qué le ocurre? ¿No le gusta como suena?
Ella salió se sus ensoñaciones y contestó atropelladamente a la pregunta:
-No, no es eso, mal no suena, es solo que... Ya nunca nadie volverá a llamarme por mi nombre y, en fin, no creo que este vaya a ser mi mundo. Quizá debería encontrar una utilidad al dinero de mi tío, en paz descanse.-ante estas palabras Sebastian realizó una pequeña e imperceptible mueca y ella continuó.-Lo mejor sería que después de que toda la nobleza deje de hablar de mí, yo volviera a retomar mi vida anterior, o empezar una nueva. Nadie echaría de menos a la Dama de Wegesser.
-No puedo opinar en este asunto, pero, si su tío hubiera querido eso, no habría buscado a su única pariente para legárselo, ¿no cree?-dijo el mayordomo con sinceridad.
"A mí eso no me influye, no conocí a mi tío, ni siquiera se su nombre".
