No estoy muy segura de lo que me ha salido, pero quería escribir y … y … eso de ahí abajo ha sido el resultado. Es un poco lo que siento al leer lo de la imprimación, por lo de los sentimientos encontrados y todo eso. Una de las parejas que más me gustan son Sam y Leah, pero no me puedo resistir a un Quil&Claire así que, en fin. No me gustará la imprimación, pero da un juego tremendo.

Eso y que sentía que quería hacerle un fic de esto a Vrydeus.

Espero que te guste ^^

Shio

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Historias

El cielo se tiñe de rojo mientras el sol se va despidiendo de otro día más. La tarde está llegando a su final, y por una vez, en Forks, esto parece apreciarse. No hay nubes a la vista; probablemente mañana hará bueno, sol y los jóvenes saldrán a despejarse un poco.

La tranquilidad llena el lugar, se expande desde una punta a otra. Comienza desde la carretera que da la bienvenida a Forks y no parece detenerse aunque hace tiempo que haya dejado atrás la reserva. La calma invade el lugar y parece fundirse con él. Al menos, hasta que llegue la noche.

Cuando cae la oscuridad esa sensación de paz va desapareciendo poco a poco. Entonces los árboles empiezan a susurrar. Se cuentan historias. Las saben los árboles, las plantas, incluso los animales. Las sabe la luna, que reina sobre un manto de estrellas. Las saben las viejas del lugar, los niños por lo que les cuentan sus madres antes de irse a dormir. Son historias que se cuentan a la luz de las hogueras, en voz bajita, como si alguien tuviera miedo de que volviera a pasar.

Son historias sobre el amor, sobre la magia. Hablan de leyendas, de seres fantásticos. Como si fueran los más valiosos secretos se cuentan las historias de un pacto entre los lobos y los hijos de la noche. De un amor que parecía escrito, de aventuras y batallas en las que la magia volvía a tener el significado de antaño. Son historias que hacen sonreír. A las viejas con sus bocas sin dientes, a los niños que corren por las calles, a los jóvenes que se besan con todo su cariño…

Aunque no sea más que una mentira. Aunque, por la noche, los árboles susurren de nuevo. Contando historias sin finales felices, sin victorias que celebrar. Contando, sólo, cómo una sombra se cruzó en las vidas de una generación y las cambió. Cómo algo, que muchos llamaron amor, rompió las esperanzas de vivir una vida normal, una vida que cada uno hubiera podido elegir por sí misma.

Porque, a veces, la gente se merece una mentira. Porque, a veces, ese es el precio para ser feliz. Por eso, los árboles hablan en lo más profundo de la noche. Porque entienden que es mejor que la gente recuerde los besos de Emily y Sam, las sonrisas de Quil y Claire, la familia que marchó hacia Alaska sabiendo que su adiós no era para siempre. Y que, las lágrimas de Leah, los aullidos de Jacob, las traiciones, se pierdan en el pasado.

Porque todos nos merecemos un poco de felicidad al recordar aquella historia.