Capítulo I

-¿Entonces ? Esta vez es seguro. ¿Han terminado tú y Shaina? ¿Definitivamente? -

Aioria cuestionaba a su mejor amigo sentado frente a él mientras que esté bebia de su cerveza. Milo asintió levemente al tiempo que dejaba su cerveza sobre la mesa.

-Así es Aioria. Esta vez es definitivo. No permitiré que nadie me diga lo que tengo que hacer y que no. Mucho menos que me trate como a un objeto. Yo no le pertenezco a nadie.-

La voz de Milo sonaba fastiada pero con tintes de sosiego. Se podría decir que casi de alivio. De cierto modo era entendible. El heleno menor realmente necesitaba un respiro.

Desde que había empezado una relación "amorosa" con Shaina, esta siempre habia sido sumamente tormentosa. Las constantes peleas entre ellos y los escándalos era un factor común en su relación de pareja. Mayormente causados por los celos - enfermizos -de la italiana que lo tenian hastiado.

Milo, un amante de la libertad y de la vida, siempre alegre y jovial había topado con pared con la personalidad dominante y caprichosa de su ex-novia. La italiana constantemente le prohibia hacer o deshacer a su antojo, eso sin contar con sus celos. Para el heleno menor la confianza era la base de toda relación de pareja. Si Shaina no estaba dispuesta a confiar en él entonces no había ninguna razón para seguir juntos. Además, en los últimos meses su relación había sido prácticamente un infierno.

Harto de todo eso Milo decidió darlo por terminado. El último escándalo de la Italina había sido detonante entre ellos. Shaina, completamente fúrica y fuera de sí lo había hechado del departamento arrojando todas sus pertenencias a la calle luego de que lo acusara de estarla engañando con otra mujer en su propia cama. Obviamente no era verdad, pero a Milo le daba igual lo que pensara. Ya no iba a pelear más. Mucho menos por una relación que ya estaba terminada.

Realmente estaba hastiado y cansado. Recoger sus pertenencias sobre la calle, bajo las miradas - curiosas - de los vecinos, lejos de haber sido una experiencia humillante fue realmente liberadora. A Milo ya no le importaba nada. Sobretodo a sabiendas de que por fin todo terminaria después de seis meses de tortuosa relación entre ambos. Apartarse de ella era realmente un alivio, un anhelo, un deseo.

-Tu sabes que yo nunca la engañé con nadie. Ella siempre se creó fantasías y telarañas en su cabeza-

Aioira asintió. Era verdad, Milo se había ganado una mala reputación durante la adolesencia y juventud. Sin embargo, cuando el heleno realmente lograba estabilizarse en una relación formal, él era el hombre más cariñoso y fiel que pudiera conocer.

No obstante, esa conexión tan profunda y esa estabilidad que habia conseguido con sus anteriores relaciones nunca se concretó con la Italiana. En parte porque Shaina lejos de alentarle y brindarle confianza siempre se la pasaba reprochándole situaciones del pasado. Grave error, sobretodo conociendo al explosivo heleno de espirtú libre sentado frente a él.

-Simplemente estaba loca. -Milo dijo esto para volver a tomar de su cerveza mientras miraba hacia al frente. Aparentemente hacía la nada. Era como si estuviera meditando su situación actual.

Aioria no contestó. No quería darle toda la razón a Milo, pero en realidad sabía que era verdad. Shaina tenia una personalidad complicada. En su opinión, nunca le pareció la mujer correcta para su amigo, pero al final había sido Milo el que había decididó aceptarla y no él - Aun cuando le aconsejó que tuviera precaución con ella -.

No obstante, el castaño reconocia que su interior se sentia contento por saber que entre ambos ya no existía nada más. Todo se había terminado. Sobretodo, para el bien de su querido amigo Milo.

Aioria había sido testigo de la tormentosa relación entre ellos. Que si bien los dos tenian caractéres demasiado explosivos y dominantes eso no justificaba la posesiva actitud de la peliverde hacia su amigo. Shaina habia cometido el error de querer controlar y dominar a Milo.

Aioria rió mentalmente. Imposible. Milo era un hombre que amaba de su libertad y siempre gustaba de tomar sus propias decisiones, aun cuando estas fueran siempre había sido así. Tal vez por esa razón le costaba tener relaciones durareras. Aunque ahora que lo meditaba mejor, las relaciones amorosas de Milo eran muy fugaces y ultimamente exporádicas. Miró entonces de reojo al heleno menor. A Milo se le veía acongojado por lo que estaba viviendo pero aun así conservaba ese brillo salvaje en su mirada.

-En fin...La vida continua. ¿No es así Aioira? -Milo habló fuerte, atrayéndo la atención del castaño hacía él. Levantó entonces su cerveza para acercarla casi en el rostro de su compatriota y con su voz alegre y jovail grito para celebrar-¡Vamos Aioria! ¡Hay que celebrar! ¡Por mi libertad! -

Milo incitó a Aioria a chocar su cerveza con la de él. Ambos sonrieron, la velada apenas comenzaba.