ANTES DE COMENZAR:

¡Hola! Bien, las personas que me conocen, sabrán la forma en como hago las cosas, pero no estará de más aclarar algunas situaciones.

-Esta es una SECUELA de "Cambiar de Príncipe", por lo que habrá momentos en los que haga relación a dicho fanfic

-Este fanfic no se enfocará (tanto) en la relación de L y Misa, para los que no quieran quedarse por esta razón, espero pronto estar comenzando otro de esa pareja

-Este es un capítulo introductorio. A partir del siguiente, hay tres opciones: 1) Subir un capítulo con la historia actual, el siguiente siendo flashback (para conocer a L cuidando bebés) y así, sucesivamente; 2) Subir mitad y mitad en el mismo capítulo; 3) Comenzar con la historia desde el inicio (el parto, por así decirlo) y dejar la continuación de la historia de este capítulo para mucho después. POR FAVOR, AYUDENME A DECIDIR

-Las personas que me siguen, saben que acepto sugerencias, tanto así, que en un 98% de las veces termino agregando esa sugerencia al fanfic. Ustedes crean la historia junto conmigo

-Puede llegar a haber momentos MUY OoC y otros muy apegados a la serie.

-Death Note no me pertenece

Tomorrow

Con L, las jornadas de trabajo acostumbraban a ser duras y largas. Ese hombre era completamente admirable. Lo había conocido físicamente desde hacía poco menos de 5 años, sabía de su existencia hacía 8 y desde hacía 7, su objetivo principal en la vida se había vuelto convertirse en su sucesor. Se juró trabajar duro sin importar nada más que convertirse en el mejor para el puesto, pero aunque a sus 19 años no lo había logrado todavía, se sentía agradecido de que aquel hombre extraño y de presencia perturbadora, lo llamara para colaborar en alguno que otro caso.

El reloj marcaba las 3:15. Para su mala suerte, ignoraba si había luz de sol o luz de luna. ¿Cuánto tiempo había estado dormido? No lo sabía, porque después de todo, el cansancio que le provocaba trabajar con L era monumentalmente desgastante incluso para él.

Mello intentó abrir los ojos, no queriendo despertar. De su garganta salió un sonido que indicaba su intensión de desperezarse y, aún recostado sobre la cama de la habitación de huéspedes, estiró su cuerpo para producir energía.

Arrastró los pies hacia la puerta de la habitación, aún con ojos entrecerrados. Giró el pomo con suavidad y al abrir la puerta sintió como un globo se rompía en su nariz esparciendo harina y cacao por su cara.

Tensó los hombros y tosió. Se llevó una mano a los ojos para limpiarse, pero la inutilidad de su acto se reflejó en un segundo impacto, esta vez, con un huevo. De nueva cuenta, justo en su nariz.

Gruñó llevándose ambas manos a la cara para arrastrar y limpiar lo más posible su mascarilla. Era la segunda vez esa semana en que era atacado de esa forma. ¡Dos veces! ¡Dos malditas veces!... su respiración se agitó y cuando por fin pudo abrir los ojos, un flash lo cegó.

Las risas se volvieron incontrolables. ¿Eran burlas? ¿¡BURLAS HACIA ÉL!? ¿¡HACIA MIHAEL KHEEL!? … Sin duda alguna, lo eran. ¿Cómo era posible? ¡Estaban insultando su supremacía estratégica con una estrategia mucho más simple e infantil! Y peor aún: ¡su ropa de cuero se había ensuciado! ¡Era completamente inaceptable!

-¡ENGENDROS DEL DEMONIO!- Gritó mostrando los colmillos. Sus ojos se habían recuperado del flash de la cámara digital que seguramente ya albergaba más de 23 fotos suyas en diferentes situaciones, muchas de ellas vergonzosas.

Las dos personas frente a él comenzaron a gritar y correr por los pasillos, huyendo de Mello. Ambos sabían que, después de meterse con su intelecto y su chocolate, meterse con lo que alterara su imagen personal era una de las cosas que más le molestaban.

Pero eso era lo más divertido.

-¡REGRESEN AQUÍ, MOCOSOS MALCRIADOS!

La persecución que resonó por toda la casa cesó una vez que, al dar vuelta a la derecha en una esquina, se encontró con las pupilas ónix de su mentor observándolo fijamente, anteponiendo su encorvado cuerpo al de sus verdugos.

Mello, un tanto temeroso por la intimidación que provocaba su sola presencia, respiró profundo y subió la barbilla, mirándolo con orgullo.

-Me pareció escuchar palabras despectivas hacia mis hijos, ¿estoy en lo cierto?

Mello tragó saliva. Negarlo sería estúpido, pues sus gritos seguramente se habrían escuchado hasta el fin de la calle. En ese momento, miró a las dos diminutas personas asomarse por los costados de las piernas de su padre, sujetando con fuerza sus pantalones de mezclilla.

-¿Te parece poco lo que hicieron? ¿Sabes cuántas veces me han molestado desde que llegué a este lugar hace 2 días?

-Sí, 17

-¡Diles algo a tus engendros, Ryuuzaki!

-Umh –Ryuuzaki se llevó un dedo a la boca y estiró su cuello hacia Mello, olfateándolo- Hueles a pastel de chocolate

-¡Sí! ¡Es un pastel! –exclamó uno de los pequeños con dificultad en sus palabras, secundado por la persona a su lado

-¡Ryuuzaki!...-gruñó el rubio

-Sí, ¿qué pasa?

-¡Regáñalos o algo!

El pelinegro arqueó una ceja. Mello sabía que eso significaba que debía guardar silencio y volver a sus labores en el centro de mando de la casa. Nunca podría enfrentarse a su mirada sin vida, no si Misa o Watari no estaban presentes para aplacar a ambos niños. Al igual que los demás que lo conocían, muchas veces se preguntaba si L era un padre increíblemente consentidor, extremadamente despreocupado o excesivamente confiado en las capacidades de sus hijos.

Los miró de nuevo, esta vez sus rostros albergaban sonrisas intensas de burla y victoria. Entrecerró los ojos, anunciando que se vengaría y giró sobre sus talones para volver al cuarto de mando.

Luego, L se acuclillo frente a sus hijos.

-¿Qué les dije sobre molestar a Mello?

Ambos se quedaron callados, mirada gacha.

Ryuuzaki sonrió para sus adentros al ver las reacciones de sus dos hijos. Cumplirían 5 en unos meses, pero los conocía al a perfección:

Ayumi Lawliet, la mayor por unos minutos, era la mente perversa entre los dos. Una vez que había comenzado a hablar "entendiblemente", había adquirido la costumbre de crear planes chantajistas y uno que otro estratégico con tal de obtener dulces, gomitas o peluches. Sus "planes maestros" habían ocurrido justo dos meses atrás, cuando había convencido a su madre de comprarle una cámara digital; y había timado a un niño mayor que ella para que le comprara 1kg de gomitas de osos, su adicción desde que podía masticar.

Muy al contrario de su hermano, ella adoraba la completa atención de su padre y no tanto así de su madre, principalmente, porque odiaba los vestidos que ella le obligaba a usar día tras día y que le impedían saltar, correr y esconderse con facilidad.

Por otro lado, su hermano era más introvertido y menos salvaje.

Aunque no lo demostrara, Ren Lawliet gozaba tanto de secundar los planes de su "loca" hermana para molestar a Mello y Matt, como de fantasear aventuras donde los protagonistas eran los juguetes que eventualmente recibía de Near ya que, a pesar de ser muy joven aún, su apego a su madre le hacía desear llegar a convertirse en un gran director de cine.

-¿Y bien?- volvió a preguntar el mayor-

Un escalofrío recorrió el pequeño cuerpo del niño al mirar a su padre. El 90% del tiempo le daba miedo debido a sus ojeras tan marcadas y sus pocas expresiones, pero lo amaba tanto como a su madre. El silencio estaba durando más de lo que le gustaba a Elle, pero él no tenía la respuesta que buscaba. Todo era culpa de su "gemela" de largos y lacios cabellos azabaches y fleco hasta la ceja.

Las miradas infantiles de los dos chocaron por unos segundos. Ambos tenían ojos tan grises como su padre, pero con una variante: Ren tenía heterocromía parcial en el ojo derecho, lo que generalmente le servía para lograr igualar la mirada tan penetrante de su hermana.

-¿Qué… no podíamos meternos con sus chocolates a menos que él nos diera uno? -mencionó el niño de piel similar a la de su padre

-… ¿Además?

Ellos se miraron de reojo, sabían la respuesta, pero no la razón: Trabajo, pero ellos no sabían en qué trabajaba su padre. Pasaba la gran mayoría del día y la noche encerrado, solo o con ayudantes ocasionales. Casi no dormía, pero algunas veces paraba sus actividades en ese misterioso cuarto para pasar tiempo con sus hijos y su esposa, Misa Amane. ¿Qué era eso tan importante que lo mantenía en vela y fuera de una vida normal como en las caricaturas? ¿por qué ese cuarto tenía mucha seguridad? ¿Por qué ni siquiera podían decirles su apellido a más personas que su madre, su abuelo y él? ¿Por qué todo era tan secreto en esa familia?

Conectando sus pensamientos en su siguiente plan, la niña de piel similar a la de su madre, sonrió dulcemente.

-Que podíamos hacerlo SÓLO cuando no tuvieran trabajo…–

Ryuuzaki asintió y los despeinó a ambos. El pelinegro menor, de actitud vanidosa, se peinó al instante, recuperando su corte a lo "Light Yagami", mientras que su hermana sólo atinó a reír. Después, los dos se quedaron observando a su padre alejarse a paso de mono.

Volvieron a mirarse, susurrando un "¿estás pensando lo mismo que yo?" al mismo tiempo que los hizo entrar en sintonía. No desperdiciarían más el tiempo. Sin duda alguna, descubrirían cuál era el trabajo de su padre.

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No se necesita tener cuenta en FanFiction para dejar un review nvn

Recuerden que esta fue sólo una introducción, las personalidades y características físicas se irán afinando conforme avance la historia. Y sí, ya sé que posiblemente las que me siguieron en CdP no se esperaban que fueran gemelos nvn pero por eso no revelé nada allá, quería sorprenderlas bwaha.

Origen de los nombres:

Ayumi: Elegí el nombre porque es una promesa que hice, dije que cuando yo tendría una hija, la llamaría así, en honor a Ayumi Hamasaki, la cantante japonesa.

Ren: Por Rem, obviamente. Es un nombre que puede usarse para ambos casos, pero tomé el ejemplo del cantante coreano (del grupo Nu'est) con el mismo pseudónimo.