HP Y LOS HEREDEROS DE HOGWARTS

Un visitante nocturno

Dolor, muerte, desesperación, ira, coraje, sufrimiento, venganza, eran algunas de las emociones que embargaban la mente de Harry Potter, del que desde la muerte de su padrino, ya no tenía ningún motivo por el que seguir adelante, por el que luchar, por el que vivir.

El mundo mágico había demostrado en su curso anterior que eran pocos aquellos que debían ser salvados y aún así la estúpida profecía lo marcaba a él, a Harry Potter, como el único que tendría una posibilidad de derrotarlo. No tenía ganas de dormir, de comer, de moverse, de vivir, su único salvavidas era el recuerdo de sus amigos, sabiendo que si él moría ellos sufrirían su perdida.

Por la ventana, cuando se asomaba podía ver como desde la casa de la señora Figg, lo observaban, como lo vigilaban, no podía dar un paso sin que los miembros de la orden lo supieran, y eso era desesperante, eso sin contar el muchacho que le seguía cada vez que salía de la casa. Incluso ahora que todo había cambiado tan drásticamente no podías controlar su vida. Si no salía pronto de allí acabaría volviéndose loco.

Harry salió a la calle después de ver las noticias y comprobar que algunas misteriosas muertes se habían sucedido sin razón aparente. Sin duda la guerra comenzaba a entrar en los hogares de todos los muggles y magos del mundo, y no había salvación, sólo él.

Paseando por el parque vio a varios niños jugando, la pandilla de Dudley sin duda había abandonado ese parque como lugar de reunión y ahora se dedicaban a vete tu a saber que, por lo que los niños podían jugar allí sin ningún problema.

De repente, Harry lo vio, apoyado en el tronco de un árbol, pantalones negros, con una cazadora de cuero y gafas de sol, allí parado mirándolo, el mismo muchacho que siempre le seguía. Harry sonrió internamente, es decir, que entendía ese tipo por ir de incógnito: gafas de sol en un día nublado, por dios. Ignorándolo por completo volvió a su casa totalmente desganado y preguntándose cuando volvería a Hogwarts, porque ¿quería volver, verdad?. Sin duda alguna su mente era un caos de oscuras y deformes formas, ya no sabía ni siquiera lo que él quería.


Lugar: Privet Drive Nº 4

Hora: 04:15 a.m.

Otra maldita pesadilla sobre aquella noche en el departamento de misterios, ver a su padrino caer a ese oscuro velo no era precisamente lo que Harry entendía por un descanso nocturno. En fin, otro día más sin conseguir pegar ojo, con paso lento se levantó de su cama y se dirigió a la ventana con el fin de abrirla para que algo de aire fresco, tal vez el aire podría despejar su atormentada mente y tal vez con un poco de suerte conseguir volver a conciliar el sueño.

Al abrir la ventana, lo volvió a ver frente a la calle, eso era nuevo, normalmente sólo lo veía cuando salía de la casa y ahora estaba allí como sabiendo que abriría la ventana y miraría hacia donde él estaba, mirando fijamente a la ventana hizo un gesto con su cabeza señalando el jardín de los Dursley. Sin saber a ciencia cierta porqué lo hizo Harry salió hacia el exterior de la casa marcando lo que sería un cambio radical de vida.

Al llegar al jardín, vio que el muchacho volvía de entre unos arbustos un poco más alejado mientras se guardaba una varita en el interior de su cazadora, acercándose más a Harry, pudo distinguir su pelo de color negro y su piel bronceada.

- Un placer conocerte en persona, Harry Potter – Dijo el individuo estirando su mano para estrechársela a Harry.

- ¿Quien eres? – Dijo Harry sin devolverle el gesto – Y mejor aún - ¿Que quieres?

- En respuesta a tu primera pregunta, te diré que me llamo Scott Kilvert, y para tu segunda pregunta, quitando rodeos y enredos, digamos que quiero tu ayuda.

- Simple y conciso, eres uno de los pocos magos que no se andan por las ramas, ahora te respondo yo, la respuesta a tu ayuda es no – Harry se dispuso a darse la vuelta y dejar a Kilvert allí plantado.

- Ni siquiera quieres saber para que quiero tu ayuda – Volvió a intentarlo Scott.

- La verdad es que no me interesa – Dijo Harry sin volverse y a punto de entrar de nuevo en la casa.

- Tiene que ver con cierta profecía – Fueron las palabras que hicieron a Harry frenar de golpe y girarse con furia hacia ese desconocido.

- Escucha imbécil – Harry le tomó de formo violenta por la solapa de la cazadora y lo agitó con fuerza – No sé con que clase de persona pensabas encontrarte pero sin duda no soy aquel que sale en los periódicos.

- Lo sé – Aquel muchacho ni se inmutaba ante la furia de Harry – pero aquello que voy a proponerte no solo me incumbe a mi, si no también te incumbe a ti – Hay que decir que había tocado la curiosidad de Harry así que lentamente lo soltó.

- Tienes cinco minutos.

- Faltarán más, ya que para contártelo necesito hablar un poco de historia. Veamos, todo se remonta a la época de los fundadores de Hogwarts, como bien sabrás los cuatro fundadores eran grandes amigos y sin embargo uno de ellos tomó el camino de la oscuridad.

- Eso ya lo sé, puedes leerlo en cualquier libro de historia.

- Lo que no viene en los libros – Dijo ignorando el comentario de Harry – Es que Salazar Slytherin, no siempre fue así, fue un fiel defensor de los muggles y de los llamados sangre impura, incluso él mismo se casó con una hija de muggles, entonces ¿porqué ese odio hacia los muggles y sus descendientes si él mismo se casó con una de ellas?

- No estoy para juegos, así que abrevia – Dijo Harry mirando a su interlocutor con rabia.

- La respuesta es sencilla – Dijo quitándose las gafas de sol mostrando unos ojos azules – Por aquellos tiempos, la caza de brujas era muy perseguida entre los muggles, y su esposa fue capturada cuando intentaba curar a un niño que había sido atacado por un lobo, los muggles que lo vieron la acusaron de brujería, despojada de su varita fue quemada en la hoguera acusada de atacar a aquel niño, Slytherin cayó en una oscura depresión y a partir de ahí su odio a los muggles se incrementó hasta querer verlos a todos muertos.

- ¿Qué tiene que ver eso conmigo? – Sin duda era una gran historia y agradecía el saberlo pero no sabía a donde iba a parar toda esta charla.

- Los cuatro fundadores tenían un don estando juntos, uniendo sus poderes no habían quien los vencieran, el poder de la luz, desgraciadamente al separarse Slytherin de ellos, dicho poder desapareció.

- ¿Sigues sin decirme que tiene que ver los fundadores conmigo? – Dijo Harry ya un poco impaciente.

- Ese poder fue transmitido hacia sus descendientes, desafortunadamente la unión de los poderes por parte de los descendientes de los fundadores no puede llevarse a cabo ya que el heredero de Slytherin es Lord Voldemort.

- Una gran historia, me cuentas que existe un poder que puede acabar con Voldemort, pero que para que funcione Voldemort tiene que unirse a otros tres para acabar con él mismo, genial.

- Básicamente, pero hace 15 años algo realmente asombroso pasó para que pudiera volver a realizarse dicho poder. Hace 15 años el heredero de Slytherin marcó a un niño como su igual según una profecía.

- ¿Cómo sabes tú el contenido de esa profecía? – Dijo Harry poniéndose a la defensiva y apretando con fuerza su varita.

- Mi abuelo, perteneció a la primera orden del fénix, digamos que era el segundo en la cadena de mando, justo por debajo de Dumbledore, él también llegó a conocer la profecía. Cuando tus padres murieron intentó adoptarte para ser educado de la misma forma que lo fui yo. Desgraciadamente mi abuelo murió el año pasado y ni siquiera pudo hablarte él de esto como era su intención.

- ¿Y como sabes tu toda esta historia? – Dijo Harry relajando la presión ejercida en su varita.

- La primera parte de la historia, es algo que a pertenecido a mi familia durante generaciones, en cuanto a la segunda parte, que concierne a la profecía, fue mi abuelo quien me lo contó en su lecho de muerte, desgraciadamente tampoco tengo más familiares vivos que pudieran hacerse cargo de lo que ahora te estoy revelando y aunque los hubiera, sería yo quien debería estar contigo.

- ¿Estar conmigo? – Preguntó dudoso Harry.

- Por si todavía no te has dado cuenta, yo soy uno de los herederos, el heredero de Gryffindor para ser exacto. Mi abuelo sabía que este momento llegaría, por eso no fui a Hogwarts, comenzó a enseñarme magia por su cuenta así como otras ramas de lucha.

- A ver si me aclaro, eres el heredero de Gryffindor, me dices que yo puedo ocupar el lugar del heredero de Slytherin en lo referente al poder de la luz, y que para que pueda llevarse a cabo debemos buscar a los otros dos herederos.

- Herederas para ser más exactos – Dijo Scott – Para que dicho poder se lleve a cabo, tiene que haber ciertas similitudes entre nosotros y las cualidades de los fundadores, para empezar debemos ser del mismo sexo que los fundadores, cosa que por ahora vamos bien, también debemos tener la misma edad, cosa que en relación a meses también coincidimos.

- ¿Y la tercera? Por como hablas dices como si hubiera una tercera.

- Los cuatro debemos confiar entre todos nuestra propia existencia – Dijo Scott con un tono enigmático – No debe haber secretos entre nosotros, tu problema es el mío y mis problemas son tuyos al igual que lo serán los de las herederas de Ravenclaw y Huffelpuff.

- Bueno pues ahí va un problema de los míos, con mis problemas ya tengo bastante para cargar con los problemas de los demás, así que mi respuesta es no – Harry volvió a darse la vuelta para internarse en la casa cuando Scott volvió a hablar.

- El único con el poder para vencer al Señor Oscuro se acerca. . . nacido de aquellos que lo han burlado tres veces, nacerá mientras el séptimo mes este muriendo. . . y el Señor Oscuro lo marcará como su igual, pero él tendrá un Poder que el Señor Oscuro no conoce... y uno debe morir a manos del otro, pues ninguno puede vivir mientras que el otro sobreviva. . . El único con el poder para vencer al Señor Oscuro nacerá mientras el séptimo mes este muriendo. . .

- ¿Qué quieres de mí? – Dijo Harry cerrando los ojos con fuerza al oír aquella profecía que sólo le trajo desgracias.

- De ese poder se trata, un poder que el señor oscuro no conoce, pero que lo tiene, y no puede usarlo porque repudia aquello que posee. Tu destino a sido marcado, al igual que el mío, y juntos debemos hacerle frente. Eres el único poder para derrotarlo porque sin ti, no existe tal poder.

- Aunque aceptara, no podría irme contigo, estoy vigilado las 24 horas del día por los de la orden del fénix, me extraña que no halla venido ya el vigilante de turno para ver que ocurre.

- ¿Te refieres a aquella chica de pelo rosa que en estos momentos duerme plácidamente en aquellos arbustos? – dijo en un tono cómico Scott – No me vio venir. Según mis cálculos falta todavía una hora para que despierte y hora y media para que llegue su cambio de guardia.

- ¿Cómo sabes sobre las guardias y sus cambios? – Preguntó realmente confuso Harry.

- Llevo desde que volviste de Hogwarts siguiéndote, o mejor dicho, siguiendo a tus guardianes y sinceramente, no entiendo como es que Voldemort no se a presentado ya por aquí siendo tan fácil acceder a ti.

- Se supone que este lugar es seguro – Contestó con un tono burlón Harry.

- También se supone que al ser yo menor de edad no puedo hacer magia en días fueras del horario escolar – Contestó en el mismo tono Scott.

- Bien dime Scott, heredero de Gryffindor, según tú, cual es ese poder que poseo y que Voldemort no tiene.

- No te confundas, Voldemort lo tiene, pero no puede usarlo, eres tú quien no lo tiene y puede usarlo.

- Ahora si que estoy confundido

- Los poderes de los herederos son hereditarios, y cada vez que uno de ellos quiere poseer tal poder debe someterse por primera vez a un juicio de su guardián. Voldemort sólo tiene los poderes heredados, pero no el otorgado por el guardián.

- Genial y quien es el guardián.

- No es quien, sino que, según los antiguos escritos de Godric Gryffindor, el guardián es representado por el animal que portan sus estandartes. Es decir, en mi caso es un león y en el de Voldemort, o en tu caso es una serpiente.

- Resumiendo que tengo que buscar una serpiente para que me dé sus poderes – Dijo Harry sin hacerle mucha gracia el contacto con alguna serpiente.

- Si y no, tiene que ser una serpiente, pero no puede ser cualquiera, es una que es superior a todas las demás, pero no me preguntes más, porque no sé que clase de serpiente es.

- No hace falta ser muy listo para saber que se refiere a un basilisco, el rey de las serpientes.

- Puede ser, o puede no ser, por ahora eso no nos atañe – Dijo Scott cortando ese tema – La cuestión es que antes que te sometas al juicio de las serpientes debemos estar reunidos los otros tres herederos, que como supongo ellos ya se habrán sometido al juicio de su guardián como mínimo en un año.

- Todavía no te he dicho que voy a ir contigo – Dijo Harry un poco molesto al ver que este muchacho daba por sentado que iría con él.

- Pero no te has ido, sigues hablando conmigo, estás aquí, escuchando aquello que te cuento, por la sencilla razón que en el fondo de tu corazón quieres poseerlo, para usarlo y acabar con aquel que te privó de tus padres, con el señor de aquella que mató a tu padrino.

- ¿Cómo sabes lo de mi padrino? – Bramó Harry empuñando su varita y apuntándole justo a la sien – Contesta.

- Una de las ramas en las que me educó mi abuelo fue en la oclumancia y la legeremancia, debo decir que e echo trampa y e estado sondeando tu mente desde nuestro primer encuentro.

- ¿Por qué? – Bramó aun más fuerte sin dejar de apuntar con su varita.

- Porque si antes de que cumplas los 17 años no consigues esos poderes, el poder de Slytherin pasará a Voldemort y con él, la posibilidad de derrotarlo, tenía antes que conocerte, no e explorado más de tus pensamientos y recuerdos de lo que aquello que has mostrado, los pensamientos que se desbordan de tu cabeza – Poco a poco Harry fue bajando su varita pero siguió mirándolo de una manera calculadora.

- Dentro de poco vendrá el cambio de guardia y para entonces debemos habernos ido, ya que esa chica, como se llame, me vio el rostro y vio cuando la atacaba, una vez que informe de lo sucedido no podré volverme a acercar a ti y ya no podremos irnos – Harry se acercó al arbusto al que se suponía que debía estar su guardián de turno y comprobó que la chica en cuestión era Tonks, comprobó que respiraba de forma suave y acompasada por lo que el muchacho decía la verdad – Conozco poco a Dumbledore, pero de lo que si conozco es que cree tener el poder de decidir por los demás, estás dispuesto a que decida por ti.

- Acepto – Harry vio como Scott daba un suspiro de alivio al ver que aceptaba – Debo recoger mis cosas.

- Voy contigo, nos iremos desde allí en trasladador – Dijo Scott encaminándose junto a Harry – Todavía hay mucho que contar y el tiempo corre en contra nuestra

Harry entró en la casa de los Dursley seguido muy de cerca de Scott que miraba todo con gran interés, seguramente era la primera vez que veía una casa muggle. Al llegar a la habitación Harry guardó las pocas pertenencias que había sacado de su baúl y miró a su interlocutor esperando que sacara dicho trasladador.

- ¿Me das algo que no quieras? – Preguntó Scott, Harry lo miró con duda ante la inusual petición – Es para hacer el trasladador – Por todo Harry le entregó una de sus plumas más gastadas para dicho fin.

- Gracias, y aquí tu primera lección – Dijo en tono de broma – Para crear un trasladador sólo tienes que pensar el lugar a donde quieres ir, así como la hora y los minutos en los que quieres que se active, debes ver el lugar en tu mente, si no, no funcionará. Portus – Dijo apuntando con su varita a la pluma, la cual brillo durante unos segundos para después perder su brillo – Bien en 10 segundos se activará.

Harry soltó a Hegwid, sabía que la lechuza le encontraría estuviera donde estuviera, tocó la pluma que Scott le ofrecía y en el susodicho tiempo sintió la conocida sensación que creaba un trasladador. Al tocar otra vez suelo, había dejado atrás Privet Drive y con ello su anterior vida.


Lugar: Edimburgo

Hora: 5.30 am

Al mirar a su alrededor vio que estaban en un pequeño jardín, perteneciente a una casita de dos plantas, no era gran cosa pero sin duda era acogedora. Con un movimiento de cabeza Scott hizo que Harry le siguiera, al abrir la puerta se encontró en un pequeño recibidor que daba a una sala de estar.

- Es tarde, mañana hablaremos y comenzaremos a prepararnos para nuestro viaje – Dijo Scott encendiendo una pequeña lámpara de gas.

- ¿Viaje? – Preguntó confuso Harry mirando alrededor con interés.

- Si, la heredera de Ravenclaw es natal de Inglaterra, pero a la edad de un año, cuando te hiciste famoso para ser más exactos, sus padres se mudaron a Francia, a la ciudad de París. En cuanto a la heredera de Huffelpuff su historia es parecida, pero se mudaron a Berlín, en Alemania.

- Resumiendo que abandónanos Inglaterra y vamos a Francia y Alemania, ¿Cierto? – Preguntó Harry sin mucho convencimiento.

- Y a España, ese será nuestro primer destino, ya que tendremos que comprar unas cosillas que nos serán imprescindibles, pero de eso ya hablaremos mañana. Ven te enseñaré tu dormitorio – Subieron unas escaleras que les llevó a un pasillo que daba a cinco habitaciones – La puerta de la izquierda es el cuarto de baño, la puerta de al lado es la mía, la del frente es la tuya.

Al entrar vio una habitación sin ningún tipo de lujo, una cómoda cama, una mesita de noche, un ropero y un escritorio. Sin detenerse siquiera a cambiarse el pijama y se tiró en la cama recapitulando la situación actual, estaba en la casa de un completo desconocido que decía ser el heredero de Gryffindor, le ofrecía unos poderes que sinceramente no le hacía mucha gracia poseer, pero que había aceptado tener, y ahora le decía que viajarían fuera de Inglaterra, a buscar a dos chicas de las cuales ni siquiera sabía su nombre para pedirles que se unan a ellos a una misión suicida, sinceramente las cosas no podrían ir peor.

Sin saber cuando ni como, Harry cayó en los brazos de Morfeo, para tener un sueño de lo más extraño, estando él en el centro de una habitación rodeado por miles de serpientes que le pedían algo que no era capaz de llegar a oír.

- Despierta, vamos bello durmiente, arriba – Harry oía como Scott intentaba despertarlo, pero sinceramente estaba mejor durmiendo así que prefirió ignorarlo – Arriba – Le gritó como último recurso en el oído haciendo que Harry diera un salto que casi quedara agarrado a la lámpara que colgaba del techo.

- Me e enterado a la primera, no hacía falta gritar – Dijo Harry totalmente despierto.

- Vamos, no has venido de vacaciones, tenemos cerca de cuatro meses para que alcances mi nivel.

- ¿Tu nivel? – Preguntó Harry – A que nivel te refieres.

- Para empezar, en oclumancia y legeremancia, no podemos permitir que nadie pueda saber que es lo que pasa por tu mente, en esto dedicaremos unas dos o tres horas, según como avances, lo que queda de mañana lo dedicaremos a ejercicios físicos y manejo de la espada, por la tarde, te enseñaré las normas y comportamientos que se dan en la alta sociedad ya que imagino que no sabrás nada de la clase alta, entre ellos, a como comportarte ante ellos, las posiciones en una mesa, los cubiertos, a bailar y otras cosas más

- ¿Para que tengo que aprender eso?

- Robert McGonagall, es un hombre que protege mucho a su hija...

- Espera Robert McGonagall, ¿es pariente de Minerva McGonagall? – Preguntó sorprendido Harry al ver que su profesora de transformaciones tenía familia

- Es su hermano, pero la herencia de Ravenclaw viene dada por parte de la madre de Melisa. Bien como te contaba, cada 5 de noviembre da en su mansión de París una fiesta en honor al cumpleaños de su hija, normalmente no va cualquiera, ni siquiera un amigo de ella, ya que ella no va a ningún colegio, todos sus estudios son llevado a cabo mediante tutores, ya que su padre opina que mandarla a un colegio de magia hace bajar la categoría de su familia.

- Impresionante, no se parece en nada a su hermana

- Lo sé, como te iba diciendo, en esas fiestas van hombres de negocio con su familia, gente adinerada si me entiendes, nadie se acerca a su hija a menos que él se lo presente – Para estos momentos ambos estaban en la cocina tomando un suculento desayuno – y para ello él debe ver que perteneces a una buena familia de sangre pura, con dinero y adinerada, si cuando estemos allí nos la presenta quiere decir que nos considera dignos para en un futuro desposarnos con su hija.

- ¿Me quieres decir que tenemos que convencer a un tío estirado que somos dignos de casarnos con su hija? – Preguntó Harry que sólo la idea de fingir querer casarse con una chica que sin duda sería una mimada resentida le hacía tener los pelos de punta.

- Más o menos, pero eso será después, de todas formas todavía no tenemos que preocuparnos por eso, lo más importante es conseguir cerrar tu mente antes de dar algún paso más.

Una vez terminado el desayuno, se dirigieron hacia la sala de estar y entre ambos retiraron todos los muebles para tener espacio para poder tener más movilidad y poder trabajar de mejor forma.

- De acuerdo, para empezar, ¿Qué sabes de la oclumancia? – Preguntó Scott situándose frente a Harry.

- Que tienes que dejar la mente en blanco para que no puedan acceder a tus recuerdos.

- Básicamente, pero con eso no conseguirás expulsar a quien intente acceder a tus recuerdos, lo fácil para empezar serías que te concentraras en una imagen que te relaje, en un lugar, un sitio que no tenga relación alguna contigo.

- ¿Por ejemplo?

- Yo siempre suelo usar la imagen de un muro, una pared, o una playa – Dijo Scott sacando su varita de entre sus ropajes – Es lo más básico y ante un ataque directo suelen frenar al invasor, una vez echo tienes que mostrar voluntad. Cuando estés listo me avisas – Harry cerró los ojos e intentó concentrarse en un pared de ladrillos

- Listo – Dijo cuando creyó tener la imagen en su mente.

- Legeremens – Harry sintió como si alguien intentara aplastarle con las manos su cabeza, pero ningún recuerdo le vino a la mente tal como ocurría cuando practicaba con Snape.

- Siento como si me hubieras golpeado la cabeza con un martillo – le dijo cuando dejó de sentir la presión en su cabeza.

- Es normal las primeras veces, tampoco lo has hecho nada mal, tampoco e ahondado mucho en tu mente, cuando consigas resistir un ataque directo sin inmutarte comenzaremos a profundizar y a forzar tu mente para que levante escudos mentales más fuertes.

Siguieron trabajando durante varias horas, y Harry descubrió que este muchacho de su misma edad era capaz de enseñarle mejor oclumancia que lo que era capaz Snape, sin duda alguna, era un avance. Estuvieron como Scott había acordado un par de horas más practicando la oclumancia y en ese lapso de tiempo le explicó las bases de la legeremancia aunque no llegaron a ponerla en práctica.

- Creo que es suficiente por hoy de oclumancia – Dijo Harry con un monumental dolor de cabeza – siento como si mi cabeza estuviera siendo martilleada por cientos de personas.

- Es algo normal al principio, ten, tomate esto – Le pasó una redoma con una poción de un aspecto nada saludable.

- Eso tiene pinta de no tener muy buen sabor – Dijo Harry mirándola con asco.

- Y no la tiene, pero aliviará tu dolor de cabeza, deberás avanzar más rápido ya que esta poción no puedo dártela todos los días, en parte por que no tengo más, en parte porque es adictiva – Dijo Scott y sonrió al ver la cara de Harry que había puesto cuando tomó la poción.

- Deliciosa – El sarcasmo a flor de piel.