Mentiras a Medias.

(No mentí, oculté información).

Capítulo 1.

En una cancha de fútbol sóccer pública en la ciudad de Tokio, el muchacho de cabello claro se dejó caer al suelo, agotado. El otro joven, de cabello negro, lo miró con algo de enojo.

-No puede ser que en verdad ya te hayas cansado.- dijo Genzo Wakabayashi, pateando con desgana un balón de fútbol.

-Estoy cansado por el viaje, ¿qué quieres?.- replicó Taro Misaki, tumbado sobre el pasto y con los ojos cerrados.

-Llegaste antier.- replicó Genzo.

-Sí, pero mi cuerpo tarda en acostumbrarse al cambio de horario.- replicó Taro.

-El entrenamiento comienza en tres días.- comentó Genzo.- Será mejor que te acostumbres al cambio de horario antes que eso.

-¡Qué gruñón te has vuelto!.- protestó Taro.- Te estás convirtiendo en un amargado... ¡Momento! Tú siempre has sido un amargado...

-¡Qué chistoso!

-Como que te hace falta una novia, Wakabayashi.- suspiró Taro.- Luego que tenga tiempo te consigo una.

-¡Ja! Mira quien habla.- replicó Genzo.- Tú eres incapaz de conseguirte una chica para ti mismo, mucho menos podrás conseguirle una novia a alguien más.

Taro rió. Él sabía que Genzo tenía razón, por lo cual ya no respondió. Genzo decidió tirarse en el pasto junto a él, en vista que de Misaki no tenía deseos de levantarse.

Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, dos chicas llegaban a la ciudad en un automóvil que parecía haber atravesado un desierto, una selva, un glaciar y unas cuantas montañas.

-Llegamos a Tokio.- suspiró una chica de cabello castaño oscuro y ojos negros.- No sé cómo rayos lo hicimos, pero lo logramos.

-Supongo que pudo haber sido peor.- bufó una chica de cabello café y ojos verdes.- No nos fue tan mal...

-¿Ya se te olvidó el viaje que hicimos de polizonas en ese barco pesquero?.- replicó la primera chica.

-Bueno, ya pasó.- rió la segunda.- Vive el presente, no el pasado.

La primera mujer suspiró nuevamente. El aspecto de ambas muchachas era tan lamentable como el del automóvil, tendrían que conseguir algo de ropa nueva si querían pasar desapercibidas en Tokio.

-Oye, Alisse, ¿cuánto dinero nos queda?.- quiso saber la primera joven.

-Pues algunos dólares, Lily.- respondió Alisse.- ¿Por qué?

-Bueno, es que hay que ver cómo rayos vamos a hacerle para conseguir más dinero.- bufó Lily.- No creo que el que tenemos nos alcance para seguir huyendo.

-Muy cierto.- asintió Alisse.- Además, no por nada, pero ya me cansé de huir...

-También yo...

Lily detuvo el automóvil ante el semáforo en rojo. Ella se dio cuenta de que se habían detenido ante una tienda de artículos deportivos en cuyo escaparate había un letrero que decía "SOLICITO EMPLEADOS".

-Oye tú.- le dijo Lily a Alisse.- ¿Ya viste eso?

Alisse vio el letrero y después miró a su amiga.

-¿Estás pensando en lo mismo que yo?.- preguntó Alisse.

-Sí. Me preguntó el por qué el dueño de la tienda usó un marcador de color naranja para hacer el letrero.- bromeó Lily.

Alisse la miró con cara de "hello con tu hello".

-¡Qué amargada te estás volviendo!.- rió Lily.- Solo bromeaba. ¿Vamos a ver?

-Claro, no perdemos nada con preguntar.- respondió Alisse.- A ver si no se ponen pesados y quieren identificación o cartas de recomendación...

-Uhm...

Lily dio varias vueltas hasta encontrar un sitio en donde poder estacionarse. Cuando lo hizo, ambas chicas bajaron del coche y echaron a andar.

-Oye, espera.- Lily detuvo a Alisse.

-¿Qué pasa?.- preguntó Alisse.

-No podemos solicitar una entrevista de trabajo así como andamos vestidas... .- Lily señaló la vestimenta de ambas.

Alisse traía una vieja camiseta y unos jeans manchados. Lily traía sus pantalones de mezclilla rotos de las rodillas y en vez de blusa traía un paliacate amarrado a manera de top.

-Uhm, no.- negó Alisse.- Nos mandarán a freír monos al África con esta ropa... Tendremos que ir a comprar algo primero...

-¿Con qué ojos, divino tuerto?

-Con el escaso que traemos.- Alisse sacó del bolsillo de sus pantalones unos cuantos arrugados dólares.- Quizás nos alcance para un par de vestidos baratos...

-Eso espero...

Las muchachas preguntaron por un mercado cercano y hacia allá se dirigieron. En el mercado, nadie les prestaba mucha atención, con excepción de dos que tres muchachos que querían comérselas con los ojos.

-Llamas mucho la atención con ese paliacate.- gruñó Alisse.

-¿Qué quieres?.- replicó Lily.- Era esto o andar absolutamente topless (o sea, sin nada de ropa).

-Como sea...

Después de mucho andar, ambas muchachas encontraron un local en donde vendían ropa más o menos barata, aunque por supuesto que la calidad era más que dudosa. Alisse y Lily escogieron un par de vestidos y después compraron dos pares de sandalias de las más baratas. Las chicas temían que alguien les preguntara por su aspecto, pero tal parecía ser que todo el mundo las tomó por un par de turistas excéntricas.

-Y aun nos sobró algo para la comida de hoy.- anunció Alisse.

-Espero que la suerte nos sonría y nos den el trabajo.- comentó Lily.- O de lo contrario nos veremos obligadas a robar...

-La suerte nos ha sonreído hasta ahora.- sonrió Alisse.- No entiendo el por qué no habría de seguirlo haciendo.

Las dos chicas se dirigieron hacia unos baños públicos para asearse un poco y cambiarse de ropa. Al final, el resultado fue bastante sorprendente, porque aunque los vestidos eran baratos, las chicas se veían muy lindas con ellos.

-Bueno, pues vamos.- dijo Lily.- A ver qué pasa...

La tienda de artículos deportivos pertenecía a un hombre de edad madura, cabello canoso y expresión austera, aunque en el fondo tenía un buen corazón. Akito Honda llevaba años vendiendo sus artículos en Japón y en más de una ocasión había recibido la visita de jugadores famosos.

-Buenas tardes.- saludaron Lily y Alisse al entrar a la tienda.- Buscamos al dueño.

-Yo soy.- dijo el señor Akito.- ¿Qué se les ofrece?

-Queremos preguntar por el trabajo que está ofreciendo.- respondió Alisse.- El que dice que necesita empleados.

El señor Akito miró de arriba abajo a las dos muchachas. Ambas eran lindas, eso era verdad, y se veían limpias. La que traía el vestido azul tenía el cabello largo hasta la cadera y sus ojos negros eran fascinantes. La del vestido verde tenía el cabello a la altura de los hombros y sus ojos eran de un poco común café verdoso. Y se notaba a leguas que ambas eran extranjeras.

-Lo siento, pero no quiero mujeres.- negó el señor Akito.

-¿Por qué?.- protestó Lily.- ¡Trabajamos tan bien como cualquier hombre!

-¡Incluso hasta mucho mejor!.- protestó Alisse.

-Pero no quiero que los clientes se sientan tentados a acosarlas.- replicó el señor Akito.- Ya ha sucedido antes y no quiero que suceda de nuevo.

-Sabemos defendernos solas.- replicó Lily.

El señor Akito caló por algunos segundos la respuesta de la chica.

-¿Traen referencias?.- preguntó severamente el señor Akito.

-Eh, no, es que verá... .- Alisse titubeó.- Acabamos de llegar al país, es apenas el primer trabajo que buscamos y...

-¿Acaban de llegar al país? ¿Y eso por qué? ¿Vienen huyendo acaso?

Lily y Alisse vacilaron por tan solo unos segundos.

-No.- negaron ambas.

-¿Entonces?

-Es que, verá... .- Lily decidió jugársela.- Vinimos a visitar a una mujer que fue para nosotras como nuestra abuela...

-¿Qué haces?.- preguntó Alisse, en español.

-Sígueme el juego.- respondió Lily, en el mismo idioma, para continuar después hablando en japonés.- Nos avisaron hace unas cuantas semanas que nuestra abuela se puso muy enferma y pues vinimos a visitarla... Estuvo hospitalizada muchos días, gastamos todo nuestro dinero en medicina y al final no sirvió de nada... Y pues ahora nos hemos quedado solas y sin dinero, no tenemos manera de volver a nuestros países y estamos tan tristes...

Alisse se sorprendió mucho con la facilidad con la que Lily inventó la mentira, por poco y la propia Alisse se echa a llorar... Y ella no era la única. Como ya había dicho, Akito Honda tenía un buen corazón y no pudo evitar el sentirse conmovido ante esa historia...

Notas:

Este fic será escrito a partes iguales por Alisse y por Lily de Wakabayashi.