Capítulo 1

Si te sientes mal, vete a otro continente.

Era medianoche y todos los pasajeros del avión estaban durmiendo. Todos menos una chica que miraba por la ventanilla. No tenía más de 15 años, pero parecía menor ya que era algo baja y flaca. Tenía pocas pecas claras y el pelo hasta los hombros, castaño claro y entre liso y ondulado. Con tan solo mirarla a esos grandes ojos de color violeta, se podía decir que había estado llorando. Pero nadie la había mirado con mucha atención desde que subió al avión, ya que viajaba sola. Suspiró y se acomodó en el asiento. Se sentía triste pero sabía que en tan solo algunas horas iba a estar mejor. Iba a la casa de su padre.

Cuando era pequeña sus padres se habían separado y, desde ese momento, ella había vivido con su madre y su hermana. Pero siempre le había caído mejor su papá, y le dolía no poder verlo. Además, ella siempre peleaba con su madre. Luego de una de esas peleas (que fue la más larga y más fuerte), había conseguido lo que había deseado durante tantos años y estaba dejando la casa de su madre en Estados Unidos.

Una azafata estaba caminando entre los asientos del avión, asegurándose de que todo estuviera bien. Todos los pasajeros, incluyendo a la chica, estaban dormidos.

Algunas horas después, la chica, entre un montón de gente, trataba de abrirse camino hacia el aeropuerto. Mostró su pasaporte, que decía su nombre (Aura Dalziel), y que decía que era menor de edad, por lo que desde que había salido de su casa todos la trataban como una niña pequeña y le explicaban todo varias veces.

Media hora después, Aura y sus maletas estaban en una calle, fuera del aeropuerto de Londres.

Tenía algo de dinero, un mapa, y un papel con la dirección de su padre en caso de que no la fuera a buscar. Pero estaba casi segura, y esperaba, que él estuviera cerca.

Estaba nublado, y algunas gotas de lluvia habían empezado a caer. Aún así, Aura se quedó afuera, esperando a su papá, que no tardaría en llegar.

Aura empezó a pensar en su vida en Londres. ¿Sería muy diferente a la que llevaba en Estados Unidos? No sabía ni siquiera lo que iba a hacer, solo sabía que iba a estar lejos de la familia con la que había vivido hasta el día anterior.

Un hombre se acercó a Aura, le sonrió y se abrazaron. Era su padre. Matthew Jones era alto y flaco, de unos cuarenta años, con pelo castaño y ojos verdes grisáceos. Tomó la maleta más pesada y, junto a Aura, empezaron a caminar hacia un taxi.

Un rato más tarde, Aura y su padre estaban en la calle, con las maletas en las manos y frente a una casa pequeña. Pensando que ese iba a ser su hogar de ese momento en adelante, entró a la casa junto a su padre.

La casa estaba compuesta por la cocina, un comedor muy desordenado, dos habitaciones, un baño y un estudio. El estudio fue lo que más le llamó la atención a Aura: había un escritorio con algunas notas y carpetas, un caldero grande y unas repisas llenas de botellas con líquidos de diferentes colores. Matthew Jones sabía hacer muchos tipos de pociones y experimentos.

La habitación de Aura era pequeña, y no tardó en desempacar todas sus cosas.

Durante la tarde, Matthew llevó a Aura a conocer algunos lugares. A Aura cada vez le gustaba más Londres, y se sentía muy cerca de su padre, al que no había visto en años. De vez en cuando llamaba y le mandaba tarjetas en las fechas especiales, y Aura siempre pensó que se llevaría bien con él si vivieran todos juntos. Bueno, hasta ahora se llevaban bien pero la esperanza de que vivieran todos juntos como una familia había desaparecido hace mucho tiempo.

Esa noche fueron a un restaurante. Estaban comiendo y no se les ocurría ningún tema de conversación, así que Matthew preguntó:

- ¿Cómo era el colegio allá?

- No iba al colegio – contestó Aura y sintió que debía agregar algo más -. Tenía clases en casa. Y ¿Cómo va el trabajo?

- Yo doy clases particulares de pociones a niños magos. ¿Tus clases eran…?

- No, no me enseñaban magia. – dijo Aura que estaba familiarizada con el tema pero nunca lo había estudiado, aún así, estaba convencida que si tuviera una varita en la mano sería capaz de hacer magia.

- ¿No? Qué raro, ya que yo soy mago y estoy seguro que tú y tu hermana…

- Sí, lo sé, pero mamá nunca quiso llevarnos a un colegio de magia. Ni siquiera quiso llevarnos a un colegio normal.

Matthew suspiró. Aura pensó que, en el lugar de su madre, él las hubiera llevado a un colegio de magia. Si el hubiera estado en el lugar de su madre, todo hubiera sido muy diferente.

La cena siguió normalmente, no tocaron más el tema de su madre y Aura estuvo feliz por eso, no quería pensar en ella, en cómo estaría en esos momentos.

Su padre le dijo que quería que ella recibiera una educación mágica, aunque sea en casa. A Aura eso le pareció bien, ya que sentía algo de curiosidad por todo eso. Su padre creía que sus clases iban a empezar en enero. Ya estaban a fines de octubre.

Luego volvieron a la casa y Aura se metió en la cama. No tenía sueño así que empezó a pensar.

Suponía que todo iba a ser muy diferente de ese día en adelante, ya que la decisión de irse de su casa fue muy grande. Pero nunca se imaginó que las cosas podrían salir peor con su padre, siempre pensaba que desde el día en que se fuera de la casa de su madre, iba a estar contenta y todo iba a salir bien. Ahora se daba cuenta que quizás eso no llegara a pasar, pero trataba de no amargarse. Después de todo no sabía cómo iba a resultar todo y dependía de ella estar mejor o peor.

Aura se despertó de pronto. Había tenido un sueño bastante raro en que un ángel le decía que estaba escapando de sus problemas y que no llegaría a ninguna parte. Se asustó. Había estado pensando cosas por el estilo minutos antes de dormir pero que alguien más lo dijera realmente la asustaba. Además ese ángel había aparecido anteriormente en otros sueños y siempre decía cosas así. Trató de no darle mucha importancia y se volvió a dormir.