Originalmente escrito por: ht tp (:) u/ 2087543/ soonanemone
Declaración de Derechos de Autor: el universo Star Trek no me pertenece.
N/T: La historia no es mía (SkeletonBirds) si no que pertenece a la talentosa soonanemone. Sólo me adjudico la traducción, realizada con el debido permiso de la autora. Cualquier crítica constructiva será bien recibida, en tanto que no soy profesional y puedo estar equivocándome en algo :3 Si quieren dirigirse directamente a la autora yo me encargaré de que le llegue el mensaje, sólo disfruten de la maravillosa historia.(Aclaraciones al final del capítulo)
EDIT: Gracias a algunos puntos que me marcó Ginebra216, decidí editar este capítulo, ¡muchas gracias! :)
Advertencias:Sexo explícito, M-preg, Kirk/Spock :3
"I will not sleep here tonight. Home also I cannot go."
(No dormiré aquí ésta noche, tampoco a casa puedo ir.)
(Traducción.)
Spock está de pie en el pasillo de un edificio de apartamentos en la Tierra y hay una especie de sustancia pegajosa en el piso, quizá algún tipo de chicle, que él apenas ha podido evitar pisar cuando llegó a lo alto de las escaleras. El chico humano que lo condujo allí, —Spock fuertemente agarrado a su espalda en una motocicleta no distinta a la que su propio padre tiene y no le permite usar, nunca, porque es demasiado joven—el chico humano está aporreando un código numérico en el pad (1) junto a la puerta 4A. No está mirando a Spock, y Spock empieza a preguntarse si esto fue error.
—Mi padre no aprobaría esto—, dice. Después de decirlo, se da cuenta que la observación está fuera de lugar. Él y el humano no han hablado desde que entraron en el estacionamiento fuera del edificio, e incluso entonces todo lo que el otro dijo fue:
"—Aquí es—", Spock no había respondido nada, porque el edificio era una sucia estructura, no particularmente agradable a la vista, incluso con el brillante y hermoso sol rozando el horizonte detrás, y él tampoco quería insultar la casa del humano, ni mentir.
El chico ríe, sólo un corto resoplido de risa a través de la nariz.
—Supongo que no—, dice.
El código es aceptado, y la puerta se desliza al abrirse. El chico hace entrar a Spock primero, y Spock puede sentir lo ojos en él mientras entra. Se quitan los zapatos en la puerta. El apartamento no tiene entrada (2). Es una gran habitación, con una cocina en uno de los lados, una puerta abierta a la derecha que conduce a lo que parece ser el cuarto, un baño justo a su izquierda. Recorre con la mirada todo aquello, los colores aburridos de los muebles, el desorden disperso, los rústicos –gruesos- libros en grandes pilas y unos cuantos platos sucios en la mesa, junto a un fregadero que desborda. No encuentra las palabras. Trata de calmarse a sí mismo, y aún así los pensamientos corren sin orden en su cabeza.
— ¿Él es un 'Embajador', dijiste? ¿Tu padre? —, pregunta el chico, su mirada situada en Spock, casi contemplativa.
—Afirmativo —, responde Spock—. Él visita la Tierra con frecuencia. Ésta es la primera vez que lo acompaño.
— ¿Y pensaste que podía ser una buena oportunidad para algún tipo de rebelión adolescente? —, dice el chico, y antes de que Spock responda, continúa: —No te preocupes, no te estoy juzgando. He pasado esa fase—. Entonces hace una pausa por un momento y pone los ojos en blanco, un gesto extraño, que Spock nunca ha visto antes. Él inclina la cabeza para observar al humano de cerca —. ¿A quién engaño? aún estoy en esa fase.
Spock y el humano se conocieron por accidente, tres horas y cuarenta y ocho minutos atrás, cuando Spock tropezó con el chico en la calle. Él había estado deambulando, aburrido de esperar en el hotel a que su padre completara sus negocios, queriendo saber, entender esta cultura, esta gente, la gente de su madre con quienes nunca se ha encontrado, a quienes sólo conoce a través de su madre y sus propias lecturas e investigaciones. El chico lo había sorprendido bastante al venir de lo que al parecer era la nada cuando dobló la esquina, pero no se había molestado por el choque.
Invitó a Spock a una bebida. Spock declinó; el chico insistió; el bar fue ruidoso y la gente desagradable, pero el chico, con su pelo rubio y los claros ojos azules y la llamativa sonrisa que atravesó los órganos más profundos de Spock, con su risa fácil y la manera en que siempre se apoyaba, casi tocando pero no, tanto, que cuando tocó Spock estaba listo para la sensación, esperando a pesar de sí mismo la sensación, la placentera sensación (3) —el chico había sido hipnotizante.
—Ven conmigo—, invitó, más tarde. Spock dijo «si» sin pensarlo, sin siquiera preguntarle el nombre a pesar de las horas que pasaron juntos, sin siquiera ofrecerle el suyo. Intercambiaron edades, aunque cuando el chico dijo «dieciocho», Spock había estado demasiado asustado, demasiado irracional pero poderosamente asustado, de darle su verdadera edad, así que dijo que tenía dieciocho también. En realidad, tiene quince. Mentir con tanta audacia y tan descaradamente es preocupante. O sería preocupante si él tuviera lugar en su mente para preocuparse. El humano está ocupando todo el espacio, cada capa de sus pensamientos.
Hay una cantidad considerable de capas en los pensamientos de Spock.
¿Y qué es este sentimiento? ¿Qué son estos deseos? Si tan sólo pudiera examinarlos, si tan sólo pudiera calmarse y apartarlos, ver cómo funcionan y qué significan.
El silencio parece estar poniendo un poco incómodo al humano—los signos son sutiles pero Spock piensa que los está recogiendo, un pequeño temblor, una mirada insegura—así que se sitúa un poco más cerca de Spock y le dice —: Eres el primer Vulcano que conozco, ¿sabes?, he escuchado que eres como… ¿tres veces más fuerte que el ser humano medio? —Él inclina la cabeza, un poco como Spock un momento antes, y entonces extiende una mano muy suavemente, tanto que todas las concepciones de Spock sobre él se vuelven borrosas. Él no lo toca hasta después de haber agregado:
—Fuerte-pero de alguna manera-delicado—. Su palma contra la piel de la mejilla de Spock—. Lo digo como un cumplido, por cierto—, dice, y sonríe de esa manera en la que Spock cree que el humano intenta hacerlo sentir cómodo.
El chico mueve su mano hacía el hombro de Spock, entonces, coloca la otra mano en su otro hombro. Él mira a Spock directamente a los ojos, y Spock controla su cuerpo cuidadosamente, se dice a sí mismo que no puede apartar la mirada.
—En un momento —, dice el chico, la voz calma y mucho más tranquila de lo que Spock la ha oído ya —, en un momento, voy a besarte. Aléjate ahora si no quieres que lo haga.
Spock es vagamente consiente de la costumbre humana de besar, bastante diferente a cualquier beso del que alguna vez haya sido testigo en Vulcano, pero su mente se está rezagando en un completo 74,8% y él aún está tratando de imaginarse cómo sería presionar su boca contra la del humano cuando está ocurriendo. Los labios son suaves. Por un momento no se mueven, entonces empiezan a abrirse contra su boca. Él humano se acerca, tanto que sus cuerpos están apretados uno contra el otro. Él no deja de besar. Spock abre la boca, porque piensa que es eso lo que probablemente el humano espera que haga. Siente una lengua, llegando a través de sus dientes, buscando su propia lengua, apenas empujando contra ella al principio. La más curiosa de las sensaciones. Los brazos del chico están alrededor de su cuerpo. Este tipo de intimidad física con alguien que no es parte de su familia inmediata es chocante. No sabe qué hacer con sus manos. O con su boca. Intenta presionar su lengua contra la del humano. Es húmedo y desorganizado. Una actividad sin un propósito lógico excepto que si él no estuviera controlando su cuerpo, ligeramente -pero aún así-, estaría temblando, e incluso ahora su respiración ha aumentado, y puede sentir también un ligero aumento en los latidos de su corazón. Él lo hace, e incluso envuelve los brazos en los hombros del chico, y ante esto el humano se aleja y habla, directamente dentro de la boca de Spock en una voz baja y rasposa—. Sí, eso es. Lo tienes.
Spock no sabe exactamente qué es lo que tiene, pero se imagina que su padre no querría que lo tuviera, ni tampoco lo querría el Alto Concejo Vulcano, ni T'Pau, ni su madre. Aprieta la boca duramente contra la del chico una vez más.
Por un largo momento ellos presionan sus bocas juntas, cada vez más desorganizadamente, y cuidadosamente Spock pierde un poco del control sobre sus propias reacciones físicas. Jadea un poco cuando el chico empieza a alejarse. Quiere preguntarle qué está pasando, pero el chico sonríe, una vez más, y mientras desenreda sus brazos toma la mano de Spock, un toque demasiado fuerte para su estado actual y su corazón late un poco más rápido, y entonces empieza a caminar hacia atrás por delante de él, cuidadosamente manteniendo el contacto visual mientras guía a Spock hasta la habitación que él ha visto a la derecha cuando entró.
Spock lo sigue. Lo sigue sin dudar. Su mente se está inundando de sentimientos, embriagándose con eso, ahogándose en eso, sintiendo por este chico y queriendo y necesitando, si, completamente ilógica necesidad, tan fuerte que desafía a la lógica, y él nunca se ha sentido así en su vida. «Esto es peligroso», le dice una pequeña voz en su mente. La empuja a un lado. El chico tira de él a través del umbral. Pronuncia un comando, la voz clara y alta y chocante para los oídos de Spock, y las luces se encienden, no completamente, sino en al menos un 75%. El humano atrapa los ojos de Spock y dice:
—Quiero ser capaz de verte. Eres…— (se están tocando sólo en las manos ahora, un toque ligero, tentativo, y Spock siente su lengua dar un golpecito y rodar a través de sus labios, y se da cuenta de que los ojos del chico siguen el movimiento) —…eres hermoso.
Y entonces se están besando otra vez. Es como si las manos del chico humano estuvieran en todos lados al mismo tiempo, corriendo primero al pelo de Spock, ahora abajo en su espalda, tocando, burlándose, y rozando. Los propios movimientos de Spock son inadecuados en comparación, piensa, en alguna parte bajo la base de sus pensamientos. Mantiene una de sus manos extendidas y la otra en la espalda del humano, buscando un máximo contacto incluso a través de su camiseta. Tampoco está seguro qué hacer con su lengua. La mueve con poca gracia dentro del hueco de la boca del humano, sintiendo el calor, un ligero calor humano que nunca podría haber imaginado, primero intentando no enredar la otra lengua con la suya, la lengua empujando insistente en su boca, y entonces intentando enredarla. El humano hace un sonido inesperado mientras se apartan un poco, y Spock se sobresalta, suena un poco dolorido, pero en el mismo momento las manos del chico se mueven hacia abajo y una se detiene en la parte baja de la espalda y la otra le agarra el culo. Se escucha a sí mismo, también, exclamar suavemente ante el toque. Es una exclamación de sorpresa, pero por la manera en que el humano se aleja y atrapa la mirada de Spock y le dispara unos segundos de su sonrisa brillante, es claro que él entiende que es un gemido de placer. Spock se siente ruborizar.
El humano lo toma de la mano de nuevo y tira de él a la cama, donde caen, medio sentados y medio acostados; Spock se soporta a sí mismo con una mano en el colchón (la cama no está hecha, recordará más tarde; las sábanas están arrugadas donde el chico durmió la noche anterior, una pequeña montaña de mantas en los pies, huellas en las almohadas). El humano se inclina cerca de él, balanceándose Spock no sabe cómo, una mano en su pierna, la otra alrededor de su cuerpo. Se besan boca contra boca sólo un momento, entonces el chico aleja sus labios y empieza a besar, con besos pequeños, casi gentiles, el rostro de Spock y entonces a lo largo de su mandíbula y entonces abajo, en el cuello. Esta piel es más sensible. Spock no puede detener los sonidos que está haciendo, «definitivamente gemidos», se dice a sí mismo calmadamente en algún lugar dentro de sus pensamientos. «Esto es sólo lógico. Estoy respondiendo a estímulos.»Él sólo desea que el humano fuera más caliente. Ansía el calor, lo necesita, necesita el contacto que viene de la piel tocando la piel, el confort de esta cercanía. Usa una mano para llegar, un poco nerviosamente, un poco tentativamente, debajo de la camiseta del chico.
Él parece sentir el nerviosismo de Spock. La boca en su oído ahora, susurra en la concha de su oreja—. Todo está bien. Te deseo.
Spock no está seguro si ambas frases están relacionadas. Si la segunda es una explicación para la primera. Siente un roce de dientes y sus pensamientos se quedan en blanco por un momento y cuando vuelven todo en lo que se preocupa es en la forma en que el chico está presionando, cuidadosa pero incuestionablemente, su espalda sobre la cama. Cubre la totalidad del cuerpo de Spock con la totalidad del suyo, y por un instante, por un puñado de instantes, es perfectamente maravilloso, hambriento y un poco rudo y completamente desesperado e impulsivo, pero maravilloso. Está perdido en ello. Entonces el humano se aleja, y se alza en sus dos brazos, por lo que está observando el rostro de Spock. Spock lo mira. Nota las mejillas rojas y el pelo ligeramente desordenado y que respira a través de la boca. Spock nota cada indicio de excitación, de deseo, pero aún así sigue preocupado, porque el humano se ha detenido, y él no sabe por qué.
—Creo que estamos usando demasiada ropa—, dice, luego de algunos momentos de silencio. Antes de que Spock pueda responder el humano está tirando de su propia camiseta por encima de su cabeza. La facilidad con la que revela su cuerpo medio desnudo es alarmante, escandalosa. Spock ni siquiera considera imitar el gesto, no ha ido así de lejos en sus considerablemente aletargados pensamientos, hasta que el chico dice, en una voz ligeramente tentativa:
—Ahora estamos desiguales.
—Yo…—Spock comienza a responder, pero no sabe qué es lo que trata de decir, qué es lo quiere decir. Puede ver los músculos suavemente definidos ondulando más abajo en el pecho del chico y es abrumado con un deseo que nunca ha sentido antes y está atrapado, no tiene idea de qué está pasando. No. Eso es una mentira. Él sabe lo qué está pasando. Cuando el chico vuelve a sonreír, (todavía un poco tentativo, si, pero es sólo una ligera insinuación debajo de la confianza mal demostrada en su expresión), y se mueve para ponerse de cuclillas sobre las piernas de Spock, y le hace un gesto para que se siente, él sabe. Comienza a quitarse las tres capas que está usando para protegerse del frío helado de la Tierra. Pero antes de que pueda decir nada el chico está empujándolo otra vez, duro ahora, la cama quejándose debajo de ellos, y cubre su cuerpo una vez más.
Piel contra piel lo tientan para bajar sus defensas, sus barreras, y sentir las emociones del chico deslizarse dentro suyo. Pero no lo hace. No puede. No debe. Aún corre las manos arriba y abajo en su espalda y se muerde la lengua para evitar responder demasiado ruidosamente a las sensaciones de esa boca cálida contra su piel en llamas, rodando bajo su pecho. Siente el golpe de una lengua sobre un pezón y clava las uñas en la espalda del chico. Cree sentir una sonrisa presionarse contra una de sus costillas.
La boca del chico se aprieta una vez más contra la suya, labios abiertos contra labios. Sus movimientos son descuidados e indignos, desordenados y embarazosos. Spock siente que ambos mueven el cuerpo para rozar el uno con el otro de cualquier manera que puedan hacerlo. El chico está duro, se da cuenta, vagamente, y él también, y ¿qué puede hacer? ¿Qué puede hacer además de inclinar la cabeza a un lado y besar el rostro y la mandíbula del chico humano? Escucha palabras en susurros sin aire:
— Si, sí, bueno, eres tan bueno, eres tan caliente, joder, oh, sí—. Esas palabras y otras cosas. Se registran vagamente en su mente. Él mismo es silencioso, excepto por algunos gemidos que no puede detener. Inclina la cabeza vergonzosamente para plantar besos distintivos, separados, sólo una presión de los labios y otra vez, contra la piel del cuello del chico.
No debería sorprenderse cuando la mano del chico se abre camino entre ellos y lo toca, lo agarra, a través de la tela de sus pantalones. Pero jadea tan fuerte que el chico ríe en los hombros de Spock y murmura:
—Mis vecinos escucharon ese.
Besa a Spock nuevamente y deshace los botones de los pantalones y desliza suavemente la mano adentro.
Pero siente la inquietud de Spock y se alza otra vez, la mano en el mismo lugar, y mira directo a los ojos de Spock.
— ¿Esto está bien? —, pregunta sin aire.
—No…no lo sé—, responde Spock, considerándolo. Trata de ordenar, lógicamente, cuidadosamente, uno por uno, sus pensamientos, dispersos y arrastrados. Esta es la razón por la que el chico lo llevó a su casa, piensa. No quiere decepcionarlo. Un pensamiento ilógico. No le debe nada. Nada excepto este sentimiento, este pantano de sentimientos en los que se está hundiendo, este tirón estático de emociones de las cuales se está inundando, perfectas, hermosas emociones. No quiere que termine. No cree que pueda continuar, no a este ritmo, sin escalar. Tocar más, quitarse más ropa, llegar a la eventual liberación: ésta es la conclusión lógica de sus actividades. Pero continuar esas actividades sería, en sí mismo, ilógico.
— ¿Estás bien? —pregunta el chico una vez más, ahora con más fuerza.
—Si—, responde rápidamente Spock, para tranquilizarlo.
—Puedo detenerme, si quieres que me detenga.
Esta vez, Spock duda. El chico aún lo está mirando intensamente. Aún lo está tocando. Spock está sudando, incluso en la fría habitación del humano.
Finalmente, dice:
—Volveré a Vulcano mañana.
La frente del humano se arruga en la confusión, sólo por un segundo, entonces sacude la cabeza y reajusta su posición sobre Spock, y dice:
— ¿Con qué tiene eso que ver? No estoy hablando acerca de mañana. Estoy hablando acerca de ahora mismo—. Mientras habla mueve la mano de la entrepierna de Spock y la usa para soportar su peso.
Claro, se recuerda Spock, sacudiendo los ojos abajo por la vergüenza. No hay suposiciones de longevidad en esta relación- es meramente interacción. No hay un lazo sino una rápida y fugaz lujuria.
—Sería ilógico —, comienza, pero el humano lo interrumpe.
—No pienses sobre la lógica.
—Está contra las enseñanzas de mi cultura ignorar la lógica.
El humano suspira, quizá harto, y Spock se imagina que se irá pero no lo hace. Vuelve a apoyarse contra Spock de nuevo y habla, esta vez lento, dentro de su oreja.
—Se siente bien, ¿cierto? ¿Se siente bien tenerme encima tuyo, contra ti?
Hace una pausa, los labios casi pero aún no tocando la piel de Spock.
—Afirmativo —, susurra Spock.
— ¿Y me deseas?
Un respiro, un segundo.
—Mucho.
—Entonces sigue tus sentimientos. Sólo una vez. Eso no cambia quién eres. No cambia lo que crees.
—Sería hipocri-
—Estás vivo. Tienes sentimientos. Tienes deseos. Negar esas cosas sería ilógico.
Spock no tiene respuesta para esto. Cree que él chico espera una. Pero él no la tiene. Cierra los ojos e intenta centrarse.
Siente que el humano se sienta. Pestañea para abrir los ojos, ve como el chico pasa el dorso de su muñeca sobre la frente casi distraídamente. Está sentado ligeramente sobre las rodillas de Spock y el estómago le da un vuelco, porque está arruinándolo, ¿no?
—No hagas nada que no quieras hacer —, dice finalmente el chico. —Pero debes saber que te quiero. Terriblemente. Y…—duda, evitando mirar el rostro de Spock al continuar —, seré cuidadoso. Lento. Sólo… piénsalo. Por un rato, o por mucho tiempo y…—, suspira otra vez—. Decídete completamente. Pregúntate qué quieres y si vale la pena. Estaré en la otra habitación.
Spock cierra los ojos de nuevo, y no los abre incluso al sentir el peso de la cama redistribuirse ni al escuchar al chico humano irse.
No sabe cuánto tiempo esperó ahí, tendido sin dignidad en las sábanas blancas del chico. Quizá sólo unos minutos. Escucha el grifo en la cocina. Corre las manos sobre su propio pecho y toma unas cuantas, y calmantes, respiraciones profundas. ¿Qué es lo que quiere? Este chico, sólo eso, sólo él. ¿Y vale la pena?
Mira a través de la puerta, pero el humano está demasiado lejos, invisible.
Unos minutos más, y Spock se levanta.
El humano se encuentra de pie junto al fregadero y observa la pila de platos, la mano curvada alrededor de un vaso vacío, y cuando escucha a Spock, alza la cabeza y lo mira. No sonríe. No se ve molesto, pero aún así, Spock se encuentra deseando algún tipo de consuelo en aquella expresión, consuelo que no debería necesitar. Duda antes de hablar, y el humano le pregunta, luego de ese intervalo de silencio:
— ¿Quieres que te lleve de vuelta a tu hotel?
—Negativo—. Responde Spock—. Desearía quedarme aquí. Contigo. Confío en ti.
Ante esto, el rostro del chico rompe en una sonrisa genuina, y entonces eleva las cejas un poco burlón.
—Tu cara está completamente verde—, dice. Spock no encuentra que este comentario sea de ayuda. Su estómago se revuelve. El chico camina hacia él y lo envuelve en sus brazos. Besa casi con dulzura los labios de Spock. Quizá siente la duda, la desagradable vergüenza que irradia, tensando cada músculo y absteniéndose de dejarse llevar propiamente ante el toque; porque alza las comisuras de los labios y agrega:
—Me gusta el verde. Está bien.
Spock sólo asiente, y arrastra la mirada lejos del rostro del chico.
Escucha un susurro, un muy bajito: "—Ven". Y él va.
De nuevo en la habitación del chico, y ahora empieza a caer. Siente el corazón golpeteando casi dolorosamente en el costado (6) mientras pierden lo que les queda de ropa, y él está desnudo con un desconocido en una cama desconocida, y está aterrorizado y caliente y desesperado por esto, vergonzosamente desesperado. El humano susurra las palabras más sucias y obscenas que Spock haya oído jamás, pero de una manera tan suave y silenciosa que suenan casi como caricias. Él mismo casi no dice nada. Trata de relajarse cuando el humano le dice que lo haga; sigue las instrucciones que se le dan y responde a las preguntas que se le hacen sin rodeos.
— ¿Te encuentras bien? —Le pregunta el chico— ¿Todo está bien?
Todo está bien, quiere decir, pero es tan vago en su significado, y ¿cómo puede estar todo bien, cuando está aquí, dirigiendo cuidadosamente sus músculos para acomodar dos dedos en el interior de su cuerpo, cerrando los ojos y deslizando las manos sobre la piel desnuda por el confort del contacto? ¿Cómo puede él estar bien? ¿No está bien? Está flotando y cayendo. Está absolutamente consciente de lo que lo rodea. Es incapaz de continuar. Debe haber perdido el control. Siente destellos de otra mente atravesando sus pensamientos. Lujuria y su propia lujuria combinadas, junto con una sensación de temor demasiado pura para ser suya, separados del miedo palpitante y la creciente curiosidad.
Quiere decirle al chico aquellas cosas. O mostrárselas. Dejar que sus emociones se deslicen a través del canal pero no puede, estas cosas lo lastimarían. Así que dice que todo está bien.
—No mientas si no es así —, le dice el chico, jadeando, los dedos aún dentro de Spock, tan resbaladizos y fríos al entrar pero fáciles, ahora, de aceptar.
—Es aceptable —, le asegura Spock en una sola respiración.
Esa parece no ser la respuesta correcta, piensa, porque el humano frunce el ceño y dice:
—Se supone que es bueno, baby —. Se inclina y lame desde la punta de la oreja de Spock, hasta que puede susurrar en ella —. Aquí —. Spock siente el toque de nuevo en su longitud —. Ahora tócame —, dirige el chico, y él lo hace. Las sensaciones se triplican en cada una de las más sensitivas partes de su cuerpo, y siente los dedos del humano curvarse dentro suyo. Gime. El humano le repite la palabra "si" una y otra vez.
— ¿Aún confías en mi? —, le pregunta, más tarde, cerniéndose sobre Spock, a punto de empujar. Spock agarra sus hombros. Se permite sentir las emociones del chico, controlando la transferencia tan bien como puede, y mientras lo hace se muerde los labios y cierra los ojos e intenta pretender que el chico no lo está mirando. Siente impaciencia, y un poco de nervios, siente al chico, a él mismo a través del chico, y está un poco ciego por la lujuria, y una lujuria casi autodestructiva que ya sintió antes, y a pesar de apenas conocerse hay un estremecimiento de profundo afecto, zumbando en el trasfondo de un sentimiento. Spock debe responder con la verdad. Tiene que mirar al otro chico a los ojos. Y lo hace. Se fuerza a hacerlo. Ambos están mojados con sudor y él está asustado.
—Confío en ti—, dice.
El chico asiente una vez.
El humano cree que lo está lastimando, Spock se da cuenta, y es por eso que siempre le habla, que le pregunta siempre si aún está bien, cuidadosamente moviéndose con más lentitud de la que le gustaría, tocándolo en cualquier parte que pueda porque de alguna manera sabe que es lo que Spock quiere. Es lógico concluir a partir de su comportamiento que siente dolor, por como mantiene los ojos cerrados, por cómo se agarra a la espalda y caderas del chico. Pero no siente dolor. Mantiene un gran control de su cuerpo, sus músculos, incluso ahora. Pero está asustado, asustado de que este sintiendo demasiado, asustado de que no pueda volver de esto, asustado de perder el control. Es más fuerte que el humano en un alto margen y sabe que esta causándole dolor con la sola fuerza de su agarre. Le dice al chico que se mueva más rápido, duro, porque sabe que él quiere hacerlo, y sólo necesita el permiso.
No dura demasiado. El orgasmo del chico llega con una pequeña advertencia y un sonoro y desenfrenado gemido, incoherente y desarticulado. Spock está casi avergonzado de escucharlo, de ver la expresión perdida en el rostro del humano. El no se encuentra en ningún lugar cercano a liberarse, o al menos el no cree estarlo, hasta que el humano lo toma inesperadamente en la mano; después de algunos vergonzosos, exhaustivos golpes Spock siente que su cuerpo se concentra y sus caderas se sacuden y se libera. Gime una sucesión de palabras Vulcanas, bastante explicitas, sin creerse lo que está diciendo, y cuando termina cae con un golpe sordo en la cama.
Por un rato, no puede mirar al chico humano. Sus ojos se mantienen abiertos pero están fijos en el techo. Él y el chico están completamente separados ahora; ya no están tocándose, y Spock, invadido y pulverizado hasta el punto de ahogarse en sus propios sentimientos, se dio cuenta cuanto había tomado de las emociones del humano, y se siente avergonzado y culpable. También está seguro de que se ve como un completo desastre.
Es sorprendido por un toque ligero en la mano. Entonces ahí esté el sonido del movimiento, y mira por encima para encontrar al chico a punto de besarlo. Él se lo permite, besando en respuesta cuidadosa, suavemente. Es un beso con la boca cerrada. El chico luego le sostiene la mirada por un largo momento pero no dice nada, ni tampoco Spock. Entonces el humano sonríe, una sonrisa tenue, forzada, que luego disminuye hasta desaparecer de su rostro. Se sienta con un sonoro suspiro y una queja. Mueve las piernas por encima de la cama y mira en dirección a la ventana, cuyas cortinas están cerradas. A salvo ahora de esa mirada, Spock observa su espalda y el camino de sus vértebras. Siente un deseo, viniendo de ninguna parte, de deslizar los dedos por aquellas hendiduras, de tomarse su tiempo en explorar. Pero el descubrimiento de este deseo llegó con otro: que él no tendrá la oportunidad, ahora o nunca. Que su interacción ha terminado, y sólo quedan formalidades. Un hoyo hueco se asentó en su estomago.
—El baño está al otro lado del apartamento…No sé si te diste cuenta—, dice el chico, finalmente. Tiene la voz cansada y Spock no puede leer ninguna emoción en ella—. Es un poco molesta la ubicación. Eres bienvenido de usar la ducha si quieres. Hay toallas y…jabón—. Las palabras son un poco artificiales, irregulares, la voz de alguien tratando de mantener el tren de pensamientos a pesar del cansancio.
Spock no quiere levantarse, pero sabe que la invitación del chico es más una orden, así que lo hace, avergonzado. Camina desnudo al baño. Enciende el agua caliente lo más caliente que puede, que aún así no es suficientemente caliente, y aunque usualmente toma duchas cortas, esta vez tiene el deseo de quedarse bajo el agua años. Se abstiene por un sentido de cortesía, seguro de que a esta altura el chico está desesperado por deshacerse de él.
No es que, considera mientras se seca, su mente este en blanco. Hay emociones, hay pensamientos, pero ha sido cuidadoso, (sin darse cuenta que ha estado haciéndolo), colocándolos en cajas y estanterías, recuperando su control. Luego habrá tiempo para meditar sobre este encuentro. Por el momento, tiene asuntos más prácticos por los que preocuparse: regresar al hotel lo más discretamente posible, explicarle la prolongada ausencia a su padre. Lo que es más importante es volver a encontrar su centro, recuperar el balance, recuperar la lógica. Lo que es más importante es ser un Vulcaniano, disfrutar ya no de deseos ni tentaciones que lo llenan de (como se dice a sí mismo ahora) culpa, y esconder esa culpa, todo demasiado humano.
Cuando vuelve a la habitación del chico, avergonzado por su desnudez pero reacio a cubrir lo que el humano ya ha visto. Sus ropas se encuentran (en un montón desordenado, pero en un montón) apiladas a los pies de la cama. El chico que está buscando en sus cajones ausentemente; lleva unos jeans rasgados sin calcetines. Levanta la mirada cuando escucha entrar a Spock.
—Tu comunicador ha estado sonando —. Le dice, un tanto desapasionadamente, y entonces regresa a su búsqueda.
Spock lo recoge. Tres mensajes, dos de su padre, uno de su madre. Lo apaga.
—Mis padres —, empieza a decir, y se da cuenta que las explicaciones no son necesarias, y deja el comunicador apagado a un lado para comenzar a vestirse.
El chico encuentra una camiseta y la pasa por encima de la cabeza.
— ¿Ya sabes qué vas a decirles? —, pregunta, casualmente.
—Pensaré en algo —, responde Spock. Termina de vestirse rápido, y sigue al chico a la otra habitación. Se calzan los zapatos en la puerta, sin hablar. Spock se encuentra preguntándose en qué está pensando el humano. Pero, ese tipo de pensamientos son inútiles, vanos, sin significado. Aclara su mente.
— ¿A dónde quieres que te lleve? —, le pregunta el chico, una vez afuera, presionados una vez más en el asiento de la motocicleta —. ¿A tu hotel?
—Mi padre no apreciaría ver a su hijo arribar de esta manera—, responde Spock—. No. Llévame a la librería. Caminaré desde ahí.
Escucha al humano reír, sólo un ligero resoplido, mientras enciende la máquina.
—La vieja excusa de la librera, y técnicamente no es mentira. Estoy impresionado—, dice. Y entonces gira hacia el camino.
El chico detiene la motocicleta, pero no la apaga, la deja en marcha debajo de sus piernas y Spock se baja en la Librería Pública de Riverside. No sabe qué decir. Casi quiere decir gracias, pero el comentario sería ilógico, ya que el humano no le ha hecho ningún favor, no ha sacrificado nada por él. La pausa dura un rato, confuso, inseguro, y entonces el humano vuelve la cabeza para atrapar la mirada de Spock y dice, en un tono calmo que Spock no puede leer:
—Espero que tengas un buen viaje a casa.
—Te lo agradezco—, responde Spock, aliviado de alguna manera de ser capaz de decirlo. Sin nada más que decir, asiente formalmente una vez, y el chico responde de la misma manera, sólo una vez, y suspira tan ligeramente que no cree que el oído humano lo atrape. Entonces el chico aleja el pie del suelo, ajusta las manos en los manubrios, y se va.
Spock espera a un lado del camino un rato, sólo mirándolo.
Su padre no está enojado cuando finalmente presiona el código en sus habitaciones y entra. Está decepcionado. Calmada, serenamente decepcionado (se ve igual que la vez que Spock se metió en una pelea en la escuela hace cuatro años) y en todo lo que puede pensar es en que no quiere hablar con él en este momento. Quiere ir a dormir. No está cansado, no físicamente; si tiene que, puede permanecer despierto por varias horas, pero su mente se encuentra casi dolorosamente consumido. Todo lo que quiere es la dulce inconsciencia unas cuantas horas de meditación cuando despierte.
Su padre no dice mucho. Pregunta dónde estuvo.
—Estaba en la librería—, responde—. Quede atrapado en mi búsqueda y perdí la noción del tiempo. No escuché mi comunicador, ya que lo había apagado en orden de no molestar a los otros clientes. Me disculpo.
Sarek lo observa severamente, silencioso, y Spock puede leer en su rostro claramente que no le cree.
—Es tarde—, dice finalmente—. Discutiremos mañana.
—Si, padre—, responde Spock, con deferencia, y se retira a su habitación sin agregar nada.
Una vez que la puerta se cierra tras él se permite una mirada en el espejo. ¿Vio su padre la misma depravación que él ve en su rostro? Se ve súbitamente abrumado por una vergüenza que trae un sonrojo (7) que se extiende en su rostro una vez más. No. La paranoia es irracional. El chico humano se ha ido. Y Spock…mañana volverá a Vulcano, a su vida normal, a la realidad diaria de la escuela y a prepararse para el examen de ingreso en la Academia de Ciencia Vulcana. Y todo será exactamente igual que antes.
Aclaraciones:
1— Pad: por si queda alguna duda, son pantallas táctiles.
2— Con entrada se refiere a algun tipo de recibidor.
3— toe-curling: es una expresión usada para decir que algo causa 'placer' o incluso lo contrario. Literalmente: dedos retorcidos, o algo muy cercano.
6— Algunas aclaraciones sobre la anatomía de los Vulcanos. Cuando Jim menciona que su cara "esta completamente verde" es porque de hecho su sangre es verde (y las siguientes veces que aparece ésta descripción para Spock no encontré manera de traducir flushed green,que literalmente es sonrojo verde). El corazón, al mismo tiempo, se localiza en un costado, mucho más abajo que el corazón humano.
...*HEARTS*
