The Gamer and The Delinquent
Resumen: Ella juega a videojuegos mientras él pelea en las calles. A ella no le gustan los problemas y él los lleva consigo. Ella no es la nerd que todos parecen ver en ella. Y él no es el delincuente del que todos están tan asustados. Ella es Lucy. Él es Natsu. ¿Y quién dijo que un delincuente con sonrisas y una gamer escéptica no podían enamorarse?
Atención: Fairy Tail es propiedad de Hiro Mashima. Lastimosamente, eso también incluye a sus personajes.
Nota: La pareja principal de este fic son Natsu y Lucy, aunque también habrá Gray x Juvia, Jellal x Erza, Gajeel x Levy y tal vez alguna más. Además, es un High School! AU. Posiblemente habrá actualizaciones lentas, pero daré lo mejor de mí. Y está en periodo de pruebas. No sé si seré capaz de hacer un buen long-fic, y es la primera vez que intento hacer uno, así que aunque me gustaría, tal vez no lo consiga. De cualquier forma y como he dicho antes, daré lo mejor de mí para seguir adelante.
Espero que les guste.
Leena.
Prólogo
Cuando llegó el lunes por la mañana y la alarma de las siete resonó por todo el apartamento, Lucy gruñó y lanzó el despertador hacia el otro lado de la habitación.
—Es hora de levantarse, Princesa.
Todavía adormecida, la voz de Virgo resonó en sus oídos.
—No quiero —murmuró como una niña pequeña— Ayer me quedé hasta tarde jugando al Fire Emblem y estoy muerta.
Conociendo bien a la rubia, Virgo suspiró— Princesa, debes levantarte. ¿Si te echo de la cama habrá castigo?
—No —gruñó, todavía con sueño— ¡Quiero dormir!
—No puedes. Venga, levántate de la cama. El desayuno estará listo en diez minutos y te tienes que duchar.
A regañadientes, Lucy se levantó. No llevaba nada más que sus bragas y una camiseta del juego Undertale talla XL para hombres. Caminó lentamente hasta el baño, y empezó a desnudarse. Una vez estuvo en la ducha, enjabonó su cabello y se limpió por completo el cuerpo. Salió y cogió una toalla, para luego empezar a secarse el pelo con el secador.
Era tan agotador.
Ya un poco más despierta, se vistió con el —horrible, si le preguntaban a ella— uniforme del instituto que consistía en una falda gris, camisa blanca y el suéter amarillento más horroroso que había visto en su vida. No es que se quejara, simplemente no le gustaba. Para nada. Era incómodo, y no le emocionaba la idea de pedir otro de una talla más grande porque sería demasiado trabajo y le costaría tiempo de jugar videojuegos.
Volviendo a su rutina diaria, Lucy se ató el cabello en dos coletas bajas mal hechas que le llegaban hasta la baja espalda y se dirigió a desayunar.
—No te olvides de las gafas, Princesa.
Asintió ante lo dicho por la pelirrosa y después de comer su vaso de leche con chocolate y cereales, fue a su habitación a coger sus gafas y lavarse los dientes. Miró la hora, 7:40 a.m. Nada por lo que preocuparse.
Encendió su PSVita, conectó los auriculares y le introdujo el juego Project Diva F. Miró a Virgo antes de salir por la puerta del apartamento y vio que tenía entre sus brazos su almuerzo.
—Gracias, Virgo —cogiendo el almuerzo, Lucy la abrazó— Hoy iré una vez abran la tienda de juegos del centro. Sale el nuevo de Dark Souls y si no voy en la mañana no quedarán ediciones limitadas. Que vaya bien el trabajo. Te quiero —dijo antes de darle un beso en la mejilla.
—Yo también te quiero, Princesa. Que tengas un buen día —le respondió, besando también su mejilla.
Lucy sonrió y salió por la puerta. Bajando por las escaleras del edificio casi cayó tres veces —y eso que vivía en el segundo piso—, y en la calle los coches por poco no se la habían llevado por delante —pasar por un paso de peatones en rojo no había sido su mejor idea, y tampoco lo era poner toda su concentración en el juego mientras iba por la calle, pero le daba bastante igual—.
Pronto llegó a la parada del metro, ignorando las miradas interrogantes de la gente y a un policía gritando algo parecido a "¡Tendrías que estar en la escuela!" del cual obviamente no hizo ni caso.
Miró la hora, dándose cuenta de que eran las ocho y que efectivamente tendría que estar en el instituto. Tampoco le importó. No entendía como había personas que no se habían saltado una sola clase en su vida. Y más yendo a su escuela, donde el sistema educativo era algo diferente a los demás —por algo lo había escogido—.
Es decir, era genial. Sólo tenías que asistir a las clases un número determinado de horas. Por ejemplo, en física tenía que estar cuarenta horas presente durante todo el curso, pero si faltaba a las demás no habían repercusiones en sus notas. Y no era por presumir, pero a Lucy no le habían dejado saltarse cursos por ser una idiota.
Una vez el metro llegó se sentó en el primer asiento libre que encontró y se dispuso a jugar un poco más. Tenía veinte minutos antes de llegar al centro. En el transcurso batió su récord en el juego, observó al hombre que tenía delante —más bien a su perro, que le recordaba a Plue— y antes de darse cuenta ya había llegado a su parada.
Cuando salió del metro miró la hora. Eran las ocho y veintidós, lo que significaba que en unos cuarenta minutos debía estar en la tienda de videojuegos y que tenía aproximadamente media hora para ir a su cafetería preferida a tomarse un café y acabar de una vez por todas de despertar.
Caminó rápidamente el local —no es que estuviera lejos de la parada de metro, de todas formas— y entró en él sin duda alguna. "Mira's Tale" siempre había sido su cafetería favorita, las camareras eran muy amables y siempre le llevaban el café con dos cucharadas de azúcar, además de que su cocina era la mejor que había probado nunca —la segunda siendo la de Virgo, que sabía más a hogar que a cualquier otra cosa—.
Se sentó en la primera mesa que encontró disponible y esperó a que la atendieran.
—Parece que estás aquí algo temprano hoy —habló una voz detrás de ella.
Lucy alzó la mirada, encontrándose con una de las camareras y la que ella presumía que debía ser la hermana pequeña de la cocinera y dueña, Mira. Y lo que había dicho la chica era cierto. Normalmente visitaba el centro comercial en la tarde, así que iba a merendar a la cafetería. Y no es que se comprase un videojuego nuevo cada día, pero le gustaba merodear y rebuscar en las estanterías de la tienda —algunas chicas se entretenían mirando escaparates y ropa, ¿No? Ella hacia lo mismo, pero con juegos—.
—Tengo que comprar un videojuego nuevo —dijo encogiéndose de hombros.
Ella asintió—¿Lo de siempre?
Lucy asintió con la cabeza— Pero no me traigas el pastel, ya he desayunado en casa.
Al ver la muchacha asentir, devolvió su concentración a su PSVita. No mucho más tarde, la misma chica volvió, dejando sobre su mesa su café.
—Que lo disfrutes.
Una hora y media más tarde —y habiéndose saltado los dos primeros periodos— Lucy se encontraba en las puertas del instituto.
Suspirando y no queriendo entrar, pero debiendo hacerlo teniendo en cuenta lo terrorífica que era su profesora de historia —clase que le tocaba a continuación, por cierto—, cerró el juego, apagó la consola y entró al edificio.
Caminó sólo doce pasos antes de chocar con alguien. Ya acostumbrada al hecho, se disculpó y miró si la otra persona estaba bien.
Un joven, de cabellos rosados y ojos oscuros la veía con curiosidad. Tenía heridas por todo su rostro, y lo más seguro era que también las tuviera en el resto del cuerpo.
Y Lucy, sin realmente quererlo, murmuró las palabras que la llevarían al romance con quien sería el padre de sus hijos.
—Tus PS deben estar bastante reducidos. Vamos. Necesitas una poción.
Y lo cogió de la mano y lo llevó a la enfermería.
