¡Hola bebecitos de luz fans de Saint Seiya! Llevo miles de años sin aparecereme por aquí, pero luego de mucho escribir pedazos y pedazos de este fanfic, terminé forzándome a terminarlo para poder publicarlo acá y en AO3 (recién estrenado). Mi apodo para este fanfic es mi "bomba" porque es un compendio de casi todo lo que tenía ganas de escribir de mi OTP conflictiva, Shaina y Seiya. Es un engendro de miel, angst, gente inadaptada y posters de barquitos.
En él encontrarán romance, angst, Shaina siendo neurótica, Seiya intentando entenderla, muchos paseos por el Tokyo genérico que aparece en el anime, slice of life, y un lemmon. Están advertidos. Este fanfic está hecho con cantidades obscenas de Shipping y básicamente están todos o casi todos mis headcanons de esta pareja.
ADVERTENCIA IMPORTANTE: Este fanfic contiene grandes, muy grandes dosis de ShainaxSeiya. Si no les gusta esta pareja, si es su NOTP, si quisieran mejor estar leyendo yaoi, si tienen ganas de comentar que esta pareja nunca será canónica, si prefieren leer SeiSao, les recomiendo de todo corazón no leer este fanfic. Mejor vayan a leer de su OTP (seguro que hay un montón de fanfics allá afuera) y pasen una muy bonita tarde. ¡Saludos!
Un Viaje
Capítulo 1
Una Invitación
La guerra la había dejado con demasiadas cosas que sanar. Como cuando uno deja de correr y aún así sigue agitado, el frenesí había dejado paso a una lenta recuperación. Una lenta, y para muchos como ella, dolorosa recuperación. Y en su caso no se trataba de un dolor físico.
Porque era doloroso cuestionarse.
¿Por qué no lo había seguido hasta el mismo infierno? ¿En dónde quedaba ella si no había peleado en la guerra más importante? El destino no le había dado una oportunidad para redimirse, para limpiar la oscura mancha que era su pasado. Y tampoco le había permitido disfrutar de esta nueva vida en el camino correcto.
— ¡Garra de trueno!— gritó, destruyendo un árbol como si este estuviese hecho de papel. Los pedazos cayeron a su alrededor, con chispas aun parpadeantes por unos segundos. La amazona apretó los puños descubriendo una vez más que hacer esto no curaba del todo sus dudas.
Desde el final de la guerra, Shaina de Ofiuco había tomado la costumbre de pasear por la noche entre los árboles del bosquecillo cercano, sola. Completamente sola. Con sólo el ruido de sus pasos en la hierba fresca y el murmullo del bosque como compañeros. Esta costumbre aun le resultaba exótica: Pese a su carácter huraño y su nulo aprecio por el resto de las personas, no estaba acostumbrada a tanta soledad. A tanto silencio.
Creó unas descargas más en sus manos y las observó aparecer y desaparecer en la palma de su mano.
—Qué silencio…— murmuró. Desde que todo había pasado se dio cuenta de que llevaba muchos años camuflándose entre multitudes de seguidores. Era útil tener a quién darle órdenes, y a quién mirar por encima del hombro cuando necesitaba reafirmar su poder. La hacía sentir invencible, y sobretodo (ahora se daba cuenta) la mantenía a salvo de quedarse sola con sus propios pensamientos.
Cuando estaba a la cabeza de un grupo de guerreros, no necesitaba pensar. No necesitaba cuestionar sus propios actos, ni su modo de ser. Sólo cerraba los ojos y disfrutaba de su propio poder, acercándose peligrosamente a sentirse como un dios.
Observó uno de los árboles a su alrededor y se preguntó mentalmente si derribarlo o no.
—Bah, ¿Y eso en qué me ayudaría?— se respondió, antes de echarse sobre el pasto. Observó el cielo sobre su cabeza y sobre la copa de los árboles. "Es extraño" pensó "entre más tiempo a solas paso, más pienso cosas en las que no quiero pensar… pero cada vez me gusta más…"
Suspiró al darse cuenta de a donde la llevaba esa idea. A él. Obviamente terminaría llegando a esa conclusión. Justo como él.
Seiya siempre la había llevado a cuestionarse. A veces se preguntaba si lo hacía a propósito. Antes de su aparición en el santuario ella estaba convencida de que nadie en el mundo podría brindarle algo distinto al odio. La había hecho cuestionarse de si realmente odiaba a TODAS las personas como ella creía que lo hacía. La hizo dudar de si los asiáticos eran realmente indignos de servir a Athena.
—…supe de qué lado estaba realmente Athena gracias a él. Y por lo tanto, que todo lo que había hecho hasta ese momento había sido terrible… fui egoísta, cruel, malvada. Y luego, si realmente lo que sentía por él era odio— se levantó casi de inmediato, cubriéndose la boca. Volteó hacia los lados pero no había nadie cerca. Frunció el ceño.
—Obviamente no era odio— murmuró, para sí misma. Luego miró hacia el cielo, distinguiendo las constelaciones que ya conocía de memoria. –…Lo peor es que tienes un talento especial para que entre más me sacas de quicio más… más quiero estar contigo.
Él regresó del Inframundo con la herida de una espada atravesándole el pecho. Había sangre por todas partes y aún Shaina, a la que la sangre no le asustaba, había sentido miedo. Ayudó a Marin a levantarlo de los brazos de Saori, que con lágrimas en sus ojos había anunciado a sus guerreros (los que quedaban) la victoria sobre Hades. La amazona de Ofiuco no había llorado allí.
Había esperado a su cabaña, y había rezado por la primera vez en su vida por la vida de otra persona. Ni siquiera recordaba qué había prometido a cambio. Al principio se sintió furiosa al pensar que los dioses no la escuchaban, pero con los días que comenzaban a pasar Seiya se acercaba cada vez más a la posibilidad de sobrevivir. Tal vez los dioses si escuchaban a los mortales, de vez en cuando.
El viento soplaba cada vez más frío.
—Debes de ser verdaderamente terco, para sobrevivir a algo así— una sonrisa burlona se formó en su rostro –o muy idiota, creo que es más probable.
Tal vez ella era igual de terca. Porque pese a todo, seguía deseando estar junto a él. No sabía si le correspondía (ella estaba consciente de que lo más probable era que no), pero no podía evitar que su corazón acelerara de sólo pensarlo.
Cerró los ojos. Cómo deseaba escuchar su voz otra vez.
—Despierta pronto, idiota— murmuró –aunque sea sólo para verte una vez más. Aunque después regreses a Japón y no vuelva a verte.
Era estúpido desear otra vez estar cerca de alguien que ni siquiera era seguro que le correspondiera. Pero sin embargo, así era. Y sin importar cuantos arboles destruyera y cuanta energía gastara, el sentimiento persistiría.
En unas horas tendría que reemplazar a Marin en las rondas alrededor del santuario. Respiró profundo y se dispuso a intentar dormir en paz un tiempo. Al menos hasta que Marin viniera a buscarla, pues era la única que sabía dónde la amazona de ofiuco pasaba tiempo pensando.
—
Habitación 231.
Comenzaron los rumores de que Seiya había despertado. Eran como un murmullo constante por todo el santuario, inyectando entusiasmo por todas partes. Ella fingía no interesarse en ello, e incluso discutía con los aprendices que tenían la osadía de informárselo.
"¡Si, despertó, qué bien! ¿Por qué habría de importarme? ¡Regresen a entrenar!" Y los aprendices regresaban al entrenamiento tan rápido que algunos tropezaban en el camino. Shaina los seguía con la mirada, fulminándolos por debajo de la máscara: inexplicablemente le irritaba escuchar de Seiya, como si ese anhelo por su despertar se hubiese contaminado.
Ya no quería oír al respecto. La estúpida habitación 231 podía irse al demonio. Con los días, pareció que los demás comprendían que no era bueno hablar de ello frente a ella. Entonces, dejaron de llegarle rumores de Seiya.
Compartir con todo el santuario el anhelo por su despertar le daba nauseas. Secretamente le parecía que los demás se entrometían en sus sentimientos, y prefería fingir que no sentía nada. Había convencido a todos de que no quería oír hablar de ello, por lo que su actitud había resultado eficaz.
—Fui a verlo ayer.
Para todos, excepto, como siempre, una persona.
Marin sacó el tema una tarde en que ambas entrenaban. Shaina no respondió y continuó asestándole golpes a su mejor amiga, que alcanzaba a esquivar la mayoría.
—Deberías…— Marin esquivó un puñetazo. —…ir a verlo.
Shaina no respondió, sólo siguió asestando golpes. Era tonto, pues se podía notar fácilmente que no estaba concentrada, y además sabía que Marin no dejaría el tema tan fácil.
—…No… tiene sentido— insistió Marin, continuando de esquivar y asestar puñetazos – vas… diario… allí… y no… lo ves.
La amazona se detuvo bruscamente, y miró a los lados. Luego a Marin.
— ¡Cállate!
— ¿Y las flores?— preguntó Marin, deteniéndose también. –Dejar flores frente a su puerta y no entrar a saludarlo…
¿Es que Marin tenía espías siguiéndola? ¿Es que no podía hacer nada sin que alguien se enterase? Shaina se sintió descubierta, y la humilló que Marin hablara de ello como si no fuese algo privado.
—Yo no le dejo flores.
—Shaina, por favor.
—No le dejo flores, deja de molestarme y sigamos entrenando. — repuso Shaina, poniéndose en guardia otra vez. Marin suspiró resignada y la imitó. Las dos amazonas pelearon amistosamente esa tarde, fingiendo que la conversación no había ocurrido.
Los días continuaron pasando, y Shaina no entró a la habitación 231 como todos lo habían hecho.
Pasaron muchos días después de eso.
—
—Hola.
Shaina detuvo de inmediato sus movimientos y se puso en guardia, lista para enviar un ataque, hasta que se topó con el que había hablado. De inmediato relajó su postura.
—Seiya.
El caballero le sonreía burlonamente, con las manos en los bolsillos. No llevaba ropa de entrenamiento, sino ropa civil, fiel a su costumbre. Shaina podía notar incluso en su modo de pararse que el caballero no estaba completamente recuperado. Le había tomado semanas el poder levantarse, pero al ver su cara uno no hubiera adivinado que apenas hacía unos días seguía en el hospital.
— ¿Estoy interrumpiéndote, verdad? Marin me dijo que estarías aquí, pero no quiso decirme si estabas entrenando o no. ¿Quieres que me vaya?
"Si, lárgate" pensó Shaina, pero negó con la cabeza.
—No…está bien, quédate.
Como un niño pequeño al que le dan un permiso, Seiya sonrió entusiasmado.
— ¡Bien! Quería hablar contigo.
Shaina lo miró de pies a cabeza, bastante feliz de que la máscara no dejara salir su expresión. Moría de ganas de preguntarle hasta el último detalle de su recuperación, y sobretodo quería saber si realmente estaba recuperado, si no le dolía nada. No se atrevió.
—Te dejaron salir del hospital — constató, simplemente.
—A decir verdad… esto… más o menos me escapé. Aún no me habían dado el alta, pero no soportaba estar allí. Era… aburridísimo.
Shaina levantó la mirada hacia él. –¿De verdad estás bien?
—Aún me duele el pecho, pero ya puedo andar. — respondió el, encogiéndose de hombros.
—…no te sobre esfuerces.
Permanecieron en silencio unos segundos.
—Recibí tus flores.
—…no envié flores.
—Y Marin me contó que te vio en el hospital.
Shaina desvió la mirada. Maldita Marin.
— ¿Por qué nunca fuiste a visitarme?
—Decidí que era mejor no hacerlo.
Él frunció el ceño, e inclinó la cabeza a un lado.
— ¿Por qué?
—porque… porque no habría podido soportarlo.
—Oh. Bueno… no me veía tan mal, si no fuera por las vendas, el respirador artificial, la intravenosa y la cama de hospital, seguía viéndome guapo y vigoroso.
Shaina contestó a eso con un silencio glacial.
—...bueno… olvídalo, sí que me veía mal. Al menos me veía mejor que Shun, creo que su piel bajó de color dos tonos.
—Pero no estuvo en coma cuatro meses.
—Pero sigue blanco como un fantasma.
—No todos pueden tener tu piel bronceada.
Seiya la volteó a ver sorprendido, mientras que la amazona bruscamente miró a otra parte. Había hablado de más. Al menos el caballero tuvo suficiente tacto para no hacer burla de ello.
—Olvida eso— pidió Shaina. —Dime a qué viniste, y déjame entrenar. Ya he hecho una pausa más que innecesaria.
—Está bien. Venía a proponerte algo.
— ¿A mí? — tuvo ganas de darse un puñetazo. ¿A quién más? Realmente le daba la impresión de que hablar con él la convertía en otra persona.
—A ti.
La amazona de Ofiuco sintió en su interior un calor ya conocido, que sólo él era capaz de provocar. Se dio cuenta de que probablemente no había estado a solas con Seiya desde hacía mucho tiempo, y de pronto se sintió turbada ante la situación. De pronto quería que el caballero se fuera, y a la vez que se quedara.
—Shaina.
¿Por qué su nombre sonaba tan bien cuando él lo decía?
— ¿Qué quieres?
"Dilo de una vez, imbécil!" tenía ganas de gritarle "¡Dilo de una vez y vete!"
—Vente a Japón conmigo.
La amazona se hubiera esperado cualquier frase en el universo menos esa. Sintió un escalofrío recorriendo su espalda, y volteó hacia Seiya.
—¡¿Qué?!
Seiya estaba sonriendo, mirando hacia el horizonte. Shaina se dio cuenta de que estaba desviando la mirada a propósito. El caballero tenía las manos en los bolsillos y parecía estarse balanceando un poco, como si estuviera nervioso. Shaina esperaba su respuesta, pero él no parecía estar por darla.
— ¡Seiya!— exclamó ella.
Seiya pareció sorprendido de que la amazona le gritara.
— ¡Oye! ¡Tranquila! Sólo pregunté si querías venir a Japón conmigo.
—No me lo preguntaste, me lo pediste. ¿Qué es esta nueva locura?
Él se encogió de hombros y esta vez miró en su dirección. Shaina sintió en su estómago el mismo calor volviéndose más fuerte en cuanto sus ojos se encontraron. La piel en sus hombros se erizó, y rápidamente volteó a otra parte. Seiya tardó unos segundos en alcanzar a balbucear una respuesta.
—Sólo… es una invitación. Puedes quedarte en mi casa... y… no sé… sólo… visitar la ciudad.
La amazona e Ofiuco sentía que el caballero le hablaba en otro idioma. Parpadeó varias veces, intentando encontrar sentido a lo que decía, pero no lo logró.
—Visitar la ciudad. De verdad estás loco.
—Un poco, es verdad. En realidad… argh, ¡¿Por qué es tan difícil?!— Shaina vio por el rabillo del ojo como el caballero se pasaba una mano por el cabello. –Nada, creo que es lo mínimo que te debo por todo lo que has hecho por mí.
— ¿Vacaciones?
—Básicamente. Creo que debí decirlo así.
Shaina se levantó y caminó hacia el recinto amazónico, dándole la espalda a Seiya. Este sólo negó con la cabeza. No estaba sorprendido de su respuesta. Miró en dirección a Shaina y frunció el ceño, decidido:
—¡Piénsalo! ¡Eres bienvenida en mi casa!
— ¡El coma te hizo daño, Pegaso!— respondió Shaina, sin voltear a verlo.
—
— ¿Por qué no le dices que si de una vez?
Shaina negó con la cabeza y se cruzó de brazos. Frente a ella, sentada sobre la cama su mejor amiga suspiró pesadamente, con los brazos cruzados. Shaina estaba sentada en una silla cercana, con una taza de café en las manos y la mirada ausente. Las dos máscaras reposaban al lado de Marin.
— ¿Te das cuenta de que es inesperado?— insistió Marin.— No deberías desaprovechar una oportunidad como esta!
—No es tan sencillo.
Ahora Marin cerró los ojos y contó hasta diez. La amazona tenía una paciencia legendaria en todo el santuario, pero comenzaba a hartarse del asunto. Hacían tres días que los pasaba entre Seiya buscando a Shaina y Shaina escondiéndose de él. Con la mala costumbre de ambos de mezclarla en sus historias. Seiya ya estaba advertido de que una pregunta más del estilo "¿Oye Marin, has visto a Shaina hoy?" y lo obligaría a reiniciar su entrenamiento con ella. Flexiones colgando de un precipicio incluidas. Amenazar a Shaina era más complicado, desgraciadamente.
—Necesito que me expliques de nuevo, porque de verdad no lo entiendo.
— ¡Pues deberías!— protestó Shaina. —Creí que entre todos en el santuario tú serías quien menos explicaciones me pedirías.
— ¡Por todos los santos, Shaina! ¡¿Cómo no te voy a pedir explicaciones de por qué no aceptas salir en una cita con mi discípulo?! ¡Sobretodo que desde hace tres días tengo que seguir el drama entre ambos!
— ¡Somos guerreras! ¡Por eso creí que me entenderías!
Marin se pasó una mano por la cara. —Para empezar, fue un tanto difícil acostumbrarme a eso de la temible Shaina siendo de los buenos porque se enamoró... luego aún más difícil aceptar que te enamoraste de mi discípulo, considerando que eres de mi misma edad...
—Marin…
"Gran diferencia de edad" pensó Shaina. "Más que diferencia de edad es diferencia de rango, supongo"
—Es la verdad. En fin… ¿Por qué no quieres ir?
—No debo de tomar vacaciones. ¡¿Y qué rayos quiere Seiya con esto?!
"La que tomaría vacaciones sería yo, no estaría nada mal" pensó Marin.
— ¡Y yo qué sé! No me comentó nada de ese plan. Ni siquiera sé si es un plan.
—No voy a ir… no… no tengo razones para ir.
—Shaina, por favor, ve. Unas vacaciones seguro te harán bien y nos hará bien a todos que te las tomes.
— ¿Te pidió que me convencieras?
—No, te convenzo por convicción. — Marin se cruzó de brazos. —No sé qué locura ha inventado Seiya esta vez, pero tendrá sus razones.
Shaina se mordió el labio. Estar a solas con él, lejos del santuario. En Japón nadie la conocía. Lo que sea que hablaran, o lo que sea que ella hiciera, nadie tendría por qué enterarse. Sonaba obscenamente tentador.
—Qué tontería. — dijo Shaina, más para convencerse a sí misma que para convencer a Marin.
Marin alcanzó a ver en el rostro de su amiga la tentación dibujarse. Supo que, con todo y protestas, Shaina no tardaría en cambiar de opinión. Consideró que su participación en esta historia estaba completa, y se levantó, caminando hacia la puerta de entrada seguida por la mirada de la otra amazona.
—Bueno. Seiya regresará hoy a Tokio. Debo tener su número en alguna parte, así que cuando por fin te decidas avísame.
—Marin yo no voy a...
—Y tráeme una buena cantidad de té verde. — la amazona de águila ya tenía un pie fuera de la casa. —Mi reserva está por agotarse, y no hay té verde como el de casa.
Shaina gruñó para sus adentros mientras Marin se retiraba. Ella concentrada en sanar sus heridas y en decidir qué hacer a continuación, y a su alrededor los demás preocupados por té verde y vacaciones.
¿Habían olvidado todos lo pasado tan rápido?
Fin del primer capítulo.
(Chales, ¿Qué me quedó más cursi? ¿El Resumen, el Título, o el fanfic?)
Por cada comentario Marin recibe un paquete de té verde directamente desde Japón.
¡Muchas gracias por leer! ¡Ten un excelente día/tarde/noche!
