Molly regresaba cansada al viejo edificio donde vivía. El ascensor no funcionaba ¡Perfecto!. Subiría siete pisos por gradas, no importaba. No es que tuviera un estúpido vestido y tacones, oh espera ¡Por supuesto que los tenía! ¡Estúpida cita! Molly siempre usaba ropa cómoda, justo hoy que decidió vestirse con las cosas más incomodas de su armario tenía que arruinarse el ascensor.
Maldiciendo, Molly comenzó a subir las gradas. ¿Para qué se ponía vestido y tacones si Isaac ni siquiera le interesaba? Era la cuarta cita que tenía con Isaac y a decir verdad el tío no era precisamente su tipo… Aunque salir con Isaac era mejor que caminar despechada y malhumorada por el mundo ¿cierto?. Es decir, Isaac era un amable contador de la empresa donde trabajaba Morgan y se lo veía genuinamente interesado por Molly. ¿Por qué no darle una oportunidad?... ¿O cuatro?
Tal vez se sentía así porque no tenía citas desde que rompió con su novio Ben, o mejor dicho desde que Ben rompió con ella por no tener tiempo para estar con él debido a sus prácticas en el hospital… Seguramente era la falta de experiencia en el ámbito amoroso que la tenía tan confundida y desinteresada. Un par de citas más y sentiría mariposas como una adolescente.
Llegó a la puerta de su departamento y metió la llave en la cerradura, pero la puerta no estaba echada llave. Mierda… Descuida Molly, seguramente olvidaste echar llave cuando saliste, no es nada serio, no se trata del acosador que te manda amenazas desde hace dos meses…
Con miedo y precaución Molly Weasley ingresó a su departamento y encendió las luces. Toda su sala estaba destrozada, las cosas estaban rotas en el suelo, todo estaba desordenado. Alguien había entrado y se había encargado de destruir el lugar… ¿Entrar o correr? ¿Entrar o correr? Estúpidas películas de terror en las que la protagonista busca al fantasma, Molly se contagió por su valentía y entró hasta su habitación.
Lo que vio le heló la sangre. Era muchísimo peor que una sala destrozada. Su habitación estaba casi impecable, como cuando la había dejado ¿Qué había de diferente? Toda su ropa estaba sobre la cama, alguien la había cortado y luego se masturbaron sobre ella. Las manchas de semen eran una amenaza muchísimo peor que las cartas que recibía desde hace un mes.
Vio las fotos que tenía en su mesita de noche, todas tenían las palabras "zorra" o "puta" escritas sobre su cara. Pero eso no era lo peor, había un sobre encima de su escritorio, un sobre con su nombre escrito. Con la mano temblorosa Molly lo abrió y vio su contenido. Eran fotografías de ella, fotografías de Molly en su trabajo, cenando con sus padres, en la casa de Lily y Lorcan, incluso habían fotografías de la cita doble que tuvo con Isaac, Morgan y James. El acosador conocía cada uno de sus movimientos.
No podía llamar nuevamente a la policía, sabía que no la ayudarían. "Sacar fotografías no es un delito", "si no sabemos quién entro a tu casa no podemos hacer nada", "todo el mundo recibe cartas extrañas". No, la policía no la ayudaría a menos que su acosador se presente a la estación y confiese todo. Inclusive así lo más probable es que solo le den un escarmiento y luego lo dejen libre. Si no eres alguien importante o no tienes contactos dentro de la policía, ellos no te ayudan.
Rápidamente Molly salió de la casa, cogió su bolso y fue corriendo al supermercado de la esquina. En un lugar público el acosador no podría hacerle daño.
Mierda, mierda, mierda. ¿Qué podía hacer? No podía ir a la casa de ninguno de sus parientes, no quería ponerlos en peligro. Tampoco quería estar sola y jugar a ser la heroína de la historia, obviamente estaba muriendo de miedo. ¿Qué podía hacer? ¿Quién podía ayudarla? No pondría en riesgo a sus padres, ni a sus abuelos. Ni hablar. ¿Quién…? ¡Eso es! ¡Lucy!
Cuando llego al supermercado, rápidamente llamo a su hermanita menor. Era su única salida. Todo el asunto del acosador se puso demasiado serio. Sí tenía miedo cuando solo se trataban de cartas amenazadoras, ahora estaba aterrada y desesperada.
