Hola! Hace años que no subo nada, pero me ha dado un brote de inspiración y he pensado que bien podría aprovecharlo en esto.

(Disclaimers: Los personaje obviamente no son míos y la historia es sin ánimo de lucro)

Esta historia se podría decir que ocurre después de que Zelena se quede embarazada, pero no pasa nada más de lo que sale en la serie. De todos modos no es muy importante para la trama, se puede decir que están en un momento tranquilo en el que no necesitan salvar al mundo. xD

Bueno, que espero que os guste. :)


Emma se incorporó lentamente. Se había golpeado la cabeza al caer y se sentía bastante mareada. Poco a poco intentó mirar alrededor, pero tuvo que cerrar los ojos con fuerza. Veía doble. Volvió a abrirlos y los cerró inmediatamente apretándose los ojos con las manos. No podía ser, ahora veía por cuatro, tenía que ser cosa de su imaginación, debía ser por el golpe. Sacudió la cabeza y probó de nuevo. Nada. Seguían allí. Cuatro Reginas idénticas que la miraban como si la fuesen a asesinar lenta y dolorosamente. Mierda, la había vuelto a liar.

- ¿Re-Regina?

Ninguna contestó, ahora se miraban y tocaban unas a otras como si comprobaran cómo de reales eran. Emma sabía que esto era culpa suya. Había querido darle una sorpresa a Regina aprendiendo ella sola una de las pociones más complicadas del libro y justo cuando ya estaba terminada, simplemente… explotó. Y, ahora, estas eran las consecuencias. Definitivamente estaba acabada.

Se levantó tentativamente sin querer llamar mucho la atención, pero en el momento en el que comenzó a moverse los cuatro pares de ojos se fijaron en ella.

- ¡SEÑORITA SWAN! – Emma se quedó paralizada cuando intentaba retroceder. No era como escuchar cuatro voces a la vez, más bien sonó como la misma voz por cuatro. Cosa que, pensándolo bien, tiene sentido puesto que eran la misma persona.

Emma prefirió no abrir la boca mientras las cuatro Reginas se miraban entre ellas y se ponían de acuerdo para hablar. Finalmente la de la derecha habló.

- ¿Qué demonios ha hecho, Sheriff? – Ya no gritaba, pero esa voz daba diez veces más miedo.

- Yo… Yo… Esto…

- Su habilidad con el lenguaje sigue sorprendiéndome cada día. – Se burló la Regina que estaba más a la izquierda. Emma frunció el ceño, se sentía un poco desorientada.

- Quería demostrarte… ¿demostraros?... en fin, da igual… - murmuró – que había avanzado con la magia y, bueno, parece que he hecho algo mal… como siempre. – Ante la actitud derrotista de Emma, las demás mujeres fruncieron los labios y se removieron incómodas, mirando de reojo para asegurarse de que las otras no veían su extraña reacción.

- Bien, creo que será fácil de solucionar – Dijo una de las del medio – Salta a la vista que la poción que intentabas recrear era la de clonación. Normalmente esta poción pierde su efecto en poco tiempo, suele durar más o menos una semana. Si bien es cierto que no sabemos qué efectos tendrá puesto que en lugar de verterla sobre un objeto ha explotado y rociado a una persona… - Regina la miró severamente y Emma se hizo más pequeña. Otra de las Reginas tomó la palabra.

- También hay otra solución, existe una especie de antídoto, por llamarlo de alguna manera. Tan sólo hay que verterlo sobre el objeto clonado, sin embargo, en este caso tendrá que ser bebido. La persona clonada, o sea yo, beberá y al momento los clones desparecerán. – Emma respiró tranquila al ver que la solución iba a ser sencilla, pero, desgraciadamente, para Emma, nada era nunca tan sencillo.

- Espera, espera, ¿qué quieres decir con que tú beberás la poción? – La Regina que estaba más a la derecha se volvió hacia la que estaba hablando – Yo soy la que ha sido clonada, tu tan sólo eres una copia. – Y se quedó mirándola con desprecio hasta que otra de las Reginas intervino.

- ¿Disculpa? Si aquí hay alguien original, soy yo, indiscutiblemente.

- Por favor, - La que quedaba por hablar no se hizo esperar – claramente soy yo la verdadera Regina, es la palabra de la Reina contra la de unos simples clones.

Emma estaba conmocionada. Veía cómo empezaban a increparse unas a otras, parecían a punto de llegar a las manos, o peor, a las bolas de fuego.

- Eh… - tragó saliva y carraspeó con fuerza para hacerse oír y, por un momento, las otras mujeres dejaron de discutir al reparar de nuevo en su presencia – señoras, no es necesario discutir. Encontraremos una solución, solamente necesitamos un poco de ayuda adicional, ¿no creen? – Todas miraron a Emma con idéntica expresión, los ojos entrecerrados, los labios fruncidos y una ceja alzada. Y un segundo después volvieron a enzarzarse en una pelea a cuatro bandas y esta vez con magia de por medio.

Emma no sabía que hacer así que salió rápidamente de la oficina de Regina. Sabía que no podía huir, una vez apoyada en la puerta respiró hondo e invocó su magia. Al momento aparecieron frente a ella sus padres, Rumple y Belle, y Robin Hood. Durante un momento todo el mundo se quedó desorientado, pero Emma rápidamente llamó su atención.

- Siento mucho haberos traído así – dijo, sobretodo mirando a Robin de reojo, no le caía nada bien, pero sabía que, lamentablemente, podría resultar útil. – pero tenemos una emergencia.

Mientras decía estas últimas palabras abrió rápidamente la puerta para mostrar un espectáculo alucinante. Cuatro Reginas batiéndose las unas contra las otras, igualadas en fuerza y destreza. Podrían estar así eternamente. Los recién llegados se quedaron boquiabiertos, incapaces de decir palabra. Hasta que Snow pudo reaccionar.

- Emma, pero… ¿qué…?

- No hay tiempo para explicaciones, ¡hay que pararlas! – Todos se habían vuelto hacia Emma ahora y Rumple simplemente asintió antes de hacer una extraña floritura con una de sus manos. En ese instante las cuatro Reginas cayeron inconscientes en el centro de la habitación.

- ¡¿Qué has hecho?! – Emma gritó alarmada.

- Tranquilícese, Sheriff, simplemente están dormidas. Ahora bien, ¿sería tan amable de explicarnos qué es lo que ha ocurrido? – Emma suspiró pesadamente sintiendo todos los ojos fijos ahora en ella. Poco a poco, y lo mejor que pudo, explicó todo lo que había sucedido.

Rumple soltó una risotada una vez que Emma terminó su historia, pero al momento recuperó la compostura al ver la mirada que puso Belle.

- Esta bien, vayamos por partes. – Todos se volvieron hacia el hombre que parecía ya tener un plan. – Regina tenía razón sobre una cosa, este encantamiento no suele durar más de una semana, pero no conocemos como se han podido alterar sus efectos, además, con una Regina tenemos bastante, no quiero ni imaginar cómo será tratar con cuatro durante toda una semana. La solución más simple sería, como ella misma ha sugerido, el antídoto. El problema está en que para que funcione es necesario que lo tome la auténtica Regina y no alguno de los clones.

- Bueno, podemos hacer una gran cantidad de antídoto e ir probando con cada una hasta que funcione, ¿no? – Snow miró a Emma esperando que aprobase su plan y esta estuvo a punto de asentir cuando Rumple la interrumpió.

- No, querida, eso no es una opción. No sabemos qué efectos podría tener si no es la Regina original la que lo toma.

Todos, miraron al suelo cabizbajos. En ese momento Robin, que había estado todo el rato observando, intervino.

- Tengo una idea, dejadme hablar con ellas yo sabré cuál de las cuatro es la original, conozco a mi Regina – Terminó la frase con una sonrisa estúpida. Emma, al oírlo, sintió su sangre hervir. Pero qué se había creído esa estúpida escusa de hombre. Cerró los puños en sus manos y se clavó las uñas en las palmas. Intentó tranquilizarse. Por mucho que le molestase, lo quisiese admitir o no, era cierto que Regina y él salían juntos desde hace poco menos de dos semanas. Ella sabía que Regina merecía a alguien mejor. Y aunque no sabría decir porqué, cada vez que pensaba en ellos dos juntos su estómago se revolvía y sentía un extraño vacío en el pecho. Y una y otra vez se decía a sí misma que era preocupación por Regina, después de todo ahora eran buenas amigas.

Respiró profundamente y dejó esos pensamientos a un lado, al fin y al cabo quizá Robin pudiese ayudar en algo.

- No funcionará, son idénticas, yo ya he hablado con ellas.

- Pero tú no eres yo. – Robin la miró con suficiencia y ella apretó la mandíbula conteniendo su rabia.

- La señorita Swan tiene razón – intervino Rumple antes de que la cosa se descontrolase – Las cuatro son idénticas hasta el momento en el que se separaron. – Emma frunció el ceño.

- ¿Qué quiere decir eso?

- Permíteme que me explique mejor. Veréis, en el momento de clonarse, las cuatro son idénticas, pero conforme vaya pasando el tiempo y dependiendo de lo que vivan, sus actos, sus sentimientos, sus pensamientos, su personalidad, etc., todo eso evolucionará de forma totalmente ajena unas de otras.

Todos se quedaron callados unos momentos sin saber muy bien que decir.

- Muy bien, entonces, ¿qué hacemos? – Emma miró una a una las caras que la rodeaban pero nadie parecía tener nada que decir.

- Lo que está claro es que no pueden estar juntas – Todos se volvieron hacia Belle que se sonrojó levemente ante la repentina atención – Quiero decir que… Bueno, no hay más que verlas. Casi se matan.

- Está bien, entonces las separaremos. Cada una se irá con alguno de nosotros.- Propuso Emma – Una se irá con el Sr. Gold y Belle, otra con mi madre, otra con mi padre y la última se vendrá conmigo.

- ¡Eh! Un momento, ¿y qué pasa conmigo? – Interrumpió Robin. Emma lo miró con disgusto, pero antes de poder insultarle o algo peor, Snow intervino.

- Será mejor que David y yo nos quedemos solo con una, y que otra se vaya con Robin, por si acaso. – Emma frunció el ceño y miró a su madre con reproche. Se sentía vendida.

- De acuerdo – refunfuñó Emma – Pero antes tenemos que pensar en cómo vamos a distinguirlas.

- Vistámoslas con colores distintos. – Snow se encogió de hombros – No sé, un jersey o algo…

- Genial, a Regina le va a encantar… - Murmuró Emma.

Cuando todos se pusieron de acuerdo Rumple se encargó de que cada una de las Reginas vistiera un blazer distinto. La que se iría con él iba de azul oscuro, la de Snow de azul claro, la que iba con Robin de verde y la que se quedaba con Emma de rojo oscuro.

- Muy bien, el plan es el siguiente – Explicó Rumple – Cada Regina se irá con uno de nosotros, cuando despierten les explicaremos la situación de la mejor manera posible. Tenemos que intentar que no intenten buscarse unas a otras. Lo único que tenemos que hacer es mantenerlas a salvo hasta que pase esta semana, pero por si acaso no se revirtiese el hechizo por sí solo, yo trabajaré en un método distinto. – Todos asintieron con solemnidad. – Una de las Reginas podría intentar buscar información que me sea de ayuda en el mausoleo, ¿Emma?

- Sí, claro. Me ocuparé de que investiguemos.

- Puf, ¿de verdad vais a confiar en ella después de lo que ha hecho? – Preguntó Robin en tono burlón – Será mejor que sea yo quien se quede con Regina en la mansión y vaya con ella a la cripta.

- Mira, arquerito de tres al cuarto, que sepas que…

- Suficiente. – David se hizo oír por primera vez desde que habían llegado. No le hacía ninguna gracia ese hombre y mucho menos que menospreciase a su hija. – Hood, Emma conoce la magia mejor de lo que tú lo harás jamás. – Ante la mirada de David, Robin se achantó. – Y nada de quedarse en la mansión, ese será nuestro lugar de reunión. – Robin asintió levemente y Emma torció la boca intentando disimular una sonrisa.

- En fin, si os habéis dejado ya de niñerías, transportaré a cada cual a su casa… - Mientras terminaba de hablar Emma vio como poco a poco todos se evaporaban en nubes de humo y ella misma durante unos instantes sintió como sus pies flotaban en la nada.


Disculpad si hay algún error ortográfico. Espero que os haya gustado, pronto publicaré el segundo capítulo.

Dejadme saber si os ha gustado o no, los comentarios me hacen feliz :D

Besos,

S.