LOS CAMBIOS A VECES SON BUENOS

Disclaimer: Hola chicas, soy nueva en esta página. Este es mi primer fic y me arriesgué con un lemon, espero que les guste, pero independientemente me gustaría que me dieran su opinión.

Este fic participa en Desafíos 2.0 de la lista número 4: LISTA DE OBJETOS MÁGICOS del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Los números seleccionados son:

Mapa del Merodeador

Reloj de los Weasley

Guardapelo de Slytherin

Capítulo 1

MAPA DEL MERODEADOR

Tenía entre mis manos ese pedazo de pergamino que a simple vista parecía insignificante, pero que hace escasos días le había salvado la vida a mi novia. Mi mente me transportó hasta ese día.

Había sido en la última lucha que habíamos tenido, nos enfrentamos a un grupo de mortífagos excepcionalmente diestros en duelos, lo que hacía que aquella información que habíamos recibido de que ellos custodiaban uno de los horrorcruxes tomara cada vez más fuerza. Ya habíamos perdido a dos de los nuestro y se había transportado a un grupo de heridos a San Mungo, sin duda la lucha era encarnizada.

Hechizos y maldiciones iban y venían, y mientras un grupo de avanzada intentaba ir librando espacio hacia el interior de la edificación, nosotros estábamos intentando equiparar las cosas desde fuera. Hermione estaba en el grupo del interior y eso me tenía el alma en un hilo, pero sabía que ella como jefa del escuadrón de operaciones especiales debía dirigir esta misión para garantizar su éxito.

Después de no sé cuantos minutos logramos estabilizar las cosas y decidimos enviar un grupo de refuerzo para los que estaban adentro, desde luego yo fui entre ellos, era muy hábil con la varita y estaba seguro que si los mortífagos de fuera mostraron la habilidad duelística que mostraron, los de dentro serían mucho mejores y más letales. Y así fue, conforme íbamos avanzando encontramos a otro de los nuestros que había sido víctima de la maldición asesina y a más de la mitad del escuadrón en condiciones deplorables. Mi desesperación empezó a ascender exponencialmente, necesitaba saber dónde y cómo estaba Hermione; pero ninguno de los magos heridos estaba en condiciones de darme información. Decidí que los heridos fueran llevados a San Mungo como el grupo anterior. Tres compañeros se encargarían de llevar a los heridos y el resto nos movilizamos a prisa hacia el centro de la casa, sabíamos que los demás estaban en serios apuros.

No nos equivocamos, para cuando les dimos alcance estaban luchando en gran desventaja, eran apenas 7 magos contra cerca de tres decenas de mortífagos altamente preparados, hicimos nuestra entrada con una ristra de conjuros cada uno, porque tendríamos el factor sorpresa solo una vez y había que aprovecharlo, luego de eso ya veríamos como se resolvían las cosas. Pese a que estaba lanzando hechizo tras hechizo, lo hacía de forma autómata; pocos instantes me bastaron para darme cuenta de que Hermione no estaba entre los combatientes de este sector y eso estaba poniéndome frenético; porque si mis cálculos no fallaban Hermione estaría acompañada solo de otros tres Aurores, y era imposible que fueran suficientes, así que decidí ir a buscarla en cuanto ví que los chicos estaban empezando a controlar la situación. La única información que obtuve fue que habían avanzado por un pasillo a la izquierda, así que me adentré sin titubear, pero luego de casi media hora de buscar como loco por pasillos y puertas, estaba francamente alarmado, sentía cada latido de mi corazón en las sienes; producto del esfuerzo, pero eso era lo de menos, Hermione era la razón de mi existir y sin ella no tendría un asidero en esta vida. Tenía que encontrarla y pronto.

Pasaron cerca de treinta minutos más hasta que me encontré con Potter quien también estaba buscando a Hermione y a los otros chicos, que no resultaron ser menos que los gemelos Weasley y Luna Lovegood, sabía que todos eran excelentes duelistas pero eso no me devolvía nada de calma.

Gracias a los refuerzos que Harry había solicitado los mortífagos habían sido controlados. Ahora nuestros esfuerzos estaban centrados en encontrar a los chicos.

En uno de esos escasos momentos de brillantez que el chico de la cicatriz tenía, recordó algo y sacó un pergamino viejo: lo tocó con su varita diciendo unas palabras que no recuerdo y aunque suene raro fue mágico ver como aparecían los planos de esa casa, pero lo más increíble fue ver pequeñas motitas móviles con nombres, que al fijarse bien eran los nuestros. Brevemente me explicó lo que era el artilugio algo así como Mapa del Merodeador, pero no presté mucha más atención a la explicación porque pude darme cuenta de que el nombre de Hermione también aparecía junto con el de los chicos, y aparentemente estaban a nuestras espaldas, pero eso era imposible, porque estábamos en el extremo sur de la casa al final de un pasillo sin salida, no había ninguna habitación cerca. Y cuando creí que ese tonto papel estaba defectuoso Potter me dijo que nunca fallaba que si decía que estaban ahí, debíamos buscarlos. Luego de un par de conjuros lo descubrimos: estaban en un nivel subterráneo cuya entrada estaba a nuestra espalda en un viejo tapiz; ahora que lo recuerdo la persona del cuadro tenía un colgante igual al horrorcrux que encontramos.

Entramos en el momento exacto en el que Hermione era golpeada en la espalda por un rayo marrón oscuro que nunca había visto. Juro que vi todo en rojo y me lancé por el maldito infeliz que se había atrevido a tocar a mi novia, los demás también intervinieron y no sé si fue la adrenalina del momento o qué, pero controlamos la situación en tiempo récord. Los gemelos y Luna estaban malheridos y Hermione había lanzado un hechizo protector sobre ellos, los mortífagos habían aprovechado para atacarla desde todos los flancos. Después de unos minutos de pelea, me acerqué al cuerpo exánime de Hermione, tenía una palidez escalofriante y estaba fría como un cadáver, pero tenía pulso, hice un esfuerzo colosal para calmar mis temblores y constatar este hecho.

- Hay que llevarlos a San Mungo ¡ya! – dijo Potter con severidad - ¡Thomas, Finnegan encárguense de los mortífagos! ¡Ron aparécete con Hermione!

- ¡¿Qué?! ¡No! ¡Yo la llevaré! – fulminé a Potter con la mirada.

- Estás demasiado alterado Draco – miró a Ronald, dándole a entender que se movilizara y pese a que no me gustaba él tenía razón: yo estaba demasiado alterado – Nos vemos en San Mungo – dijo mientras se desaparecía con la rubia.

Unos segundos después yo también aparecí en el hospital, corrí hasta donde ví que estaba Potter.

Estaba volviéndome loco de la desesperación, no salía ninguno de los medimagos para decirme cómo estaba mi novia, ya habían pasado cerca de tres horas y seguíamos sin noticias. Lo único que retumbaba en mi mente eran las palabras del anciano medimago que nos recibió; uno de los mejores por lo que dijo Kingsley: Nunca había visto cosa semejante. Y a renglón seguido mientras un montón de brazos maniobraban al mismo tiempo sobre el cuerpo de Hermione, el anciano nos interrogaba sobre la maldición con la que había sido golpeada.

No fue mucha la información que pudimos darle al medimago porque ni siquiera yo que sabía mucho más que ellos en artes oscuras tenía una idea de que maldición habían utilizado en Hermione.

Afortunadamente los demás ya estaban bien, adoloridos pero bien, la única que seguía inconsciente era mi castaña.

Fueron dos semanas terribles en las que habían intentado de todo con Hermione para despertarla, su cuerpo aparentemente estaba bien, pero había algo que le impedía volver a la conciencia. Cada día estuve junto a ella, tomando su mano, leyéndole, recordándole cuanto la amaba. Y la otra persona que jamás se separó de mi chica, fue Molly Weasley, cuando le decían que fuera a descansar respondía tranquilamente: El día que sean padres entenderán que mientras un hijo no esté bien un padre tampoco lo estará. Y aunque Hermione no lleve mi sangre, es tan hija mía como cualquiera de mis pelirrojos.

Ya nadie le insistía en que abandonara el hospital, su lógica materna era demasiado aplastante.

Quería y admiraba a esa mujer a partes iguales; su capacidad de amar era envidiable, gracias a ella me hice de una verdadera familia. Pasé a formar parte de una de las familias más pintorescas del mundo mágico: los Weasley, sí, aquellos a los que un día desprecié, pues resulta que fueron quienes me abrieron las puertas de su hogar, aun cuando casi nadie confiaba en mí, Molly que tiene el corazón más grande que yo jamás he conocido, en cuanto nos aparecimos en la Madriguera, su hogar, me recibió con un abrazo como ninguno que yo hubiese recibido en mi vida y me dijo

- Sé que es difícil, hijo. Pero estás haciendo lo correcto. Nosotros te apoyaremos. Bienvenido a esta familia, Draco.

Nunca olvidaré esas palabras, porque fueron las frases que me devolvieron la esperanza, después de que todos cuestionaran mis motivos, de que creyeran que era un espía, y un sinfín de cosas, no que no fueran justificadas, pero aun así era una situación por decir poco incómoda. Molly fue la única que me creyó a la primera, la que no cuestionó mis motivos, era refrescante sentirse aceptado y es más, querido, por esa mujer que a su paso dejaba una estela de amor maternal casi palpable.

Y así ambos nos apoyábamos y nos dábamos esperanza, Molly sabía que Hermione era el amor de mi vida, y yo sabía que mi novia era una hija para ella.

Después de dos semanas y dos días por fin mi castaña abrió los ojos, fue algo mágico para mí, sentí como el alma me era devuelta. Lo único que atiné a hacer fue sujetar sus manos y decirle:

- Has dormido mucho, princesa.

Y si bien mi voz no me había traicionado, las lágrimas que resbalaban por mis mejillas delataban mi emoción.

- Lo sé amor, pero ya desperté – dijo con un poco de dificultad.

Cuando Molly entró y la vio despierta la abrazó entre llantos, sollozos y regaños. Pero sobre todo alegría. Cuando el médico la revisó dijo que todo estaba aparentemente bien, le hicieron unos análisis y determinaron que le darían el alta al siguiente día. Y pese a que no nos hizo ninguna gracia, sabíamos que era por su bien. Claro, tendría un reposo de un mes. ¡Vaya carácter que maneja mi novia! El doctor casi se hace en sus pantalones cuando la vio furiosa, y claro yo me sacrifiqué para convencerla, no fue sencillo pero después de unas cuantas amenazas de su parte, entendió que era lo mejor.

- Draco, ¿que pasó con el horrorcrux? – me preguntó con los ojos cerrados mientras yo jugaba con unos mechones de su cabello.

- Lo llevaron con Severus para destruirlo, amor – dije dándole un suave beso en su mejilla – No te preocupes por eso, y ahora duerme.

- Entonces todo valió la pena, lo importante es que es uno menos – dijo entre dormida y despierta, la poción había hecho efecto.

- Nada vale la pena si te pierdo, mi vida – ella ya no me escuchó, pero era mi verdad. Yo, Draco Malfoy estaría perdido sin Hermione Granger.

Como cambiaban las cosas.