• Autora: Ren
• Palabras: 287
• Advertencias: Drabble no beteado, puede contener pequeños errores gramaticales y/o ortográficos
• Notas: Este drabble fue publicado en el Fanzine "Aventuras de verano" de la página Yo: Fictioner en Facebook bajo el título de "Confianza" y con mi nombre real (por alguna razón lol). He decidido publicarlo también aquí porque fue entretenido romperme la cabeza para no sobrepasar el límite de palabras permitido (300 palabras).
Lo único que me falta agregar es que pueden revisar la página de Yo: Fictioner para, en caso de que así lo quieran, hagan la compra del fanzine y así puedan ver todo el material que los demás autores y dibujantes seleccionados.
Midorima había aprendido a desconfiar de aquellos que, en teoría, deberían ser sus compañeros de equipo. En Teikō, había aprendido que lo mejor es confiar solo en tus propias habilidades y no dejarte llevar por los crueles juegos de los demás miembros de la Generación de los Milagros.
En Teikō, conoció lo que el talento puro les hace a algunas personas al tirarlos abajo, y al volverlos capaces de no tomar en serio a los rivales en la cancha.
Aprendió lo crueles que pueden llegar a ser los juegos de niños al romper no solo el orgullo de un equipo completo, sino también al jugador fantasma, a la mejor asistente del equipo, y su propia definición de básquetbol.
Shintarō llegó a Shutoku queriendo cargar a todo el equipo sobre sus hombros, y a evitar a toda costa el salir lastimado si, por alguna razón, algo como lo de Teikō y el 111 a 11 se repetía.
Pero con el tiempo fue arrastrado por Kazunari Takao, ese excepcional base que puede ver toda la cancha con su perfecta visión, y a quién aprendió a confiarle el balón con la total certeza de que este llegaría a sus manos sin importar la distancia en la cancha.
Con el paso de los meses aprendió a confiar en sus compañeros. En Miyagi y su personalidad testaruda y las interminables horas de entrenamiento aún en períodos de exámenes; en el confiable Capitán que es Ōtsubo, y en todo lo que aprendió de Kimura en las prácticas.
Sí. Midorima Shintarō había aprendido a confiar en los demás, el pasado ya no le ataba a ser ese terco niño queriendo llevar a todo el equipo sobre sus hombros.
Y nunca se había sentido tan...libre.
