ADVERTENCIA: Yaoi..relación hombrexhombre~ algo de BerthMin que realmente me hacía falta traerlos. El segundo fic que subo de esta pareja. Realmente no es mucho pero no podía dejar esa idea de mi cabeza que nació gracias a #Headcanon que encontré en algún lado.

NOTA: Los personajes no me pertenecen, si fuera así, desde hace mucho que la serie hubiera dado un progreso más grande y estos dos serian pareja. Todo su crédito a Isayama, a mí solo me pertenecen las palabras.


Dulce. Era todo lo que podía pensar cada que entraba a la recámara que compartía en la universidad con aquel chico más bajito que él, aquel que estudiaba artes.

Era la misma rutina de siempre: llegar de clase, dejar la mochila en el sofá y esperar a que este desocupara el baño. 10 minutos de lectura antes de que aquella puerta blanca se abriera, mostrando a un uniformado Armin que recibía a un Bertholdt con un suave «buenas tardes, Berth» antes de darle pasó para salir de la habitación directo a su trabajo de medio tiempo. Y entonces era quedarse solo un rato, ir a su práctica de natación para regresar ya entrada la tarde, solo un poco después de oscurecer y ver al menor hacer su tarea, besar su cabeza y empezar con sus deberes.

Pero algo, una extraña fuerza del destino esperaba esa tarde lo contrario pues tan pronto abrió la puerta de su cuarto, aquella vista le inundó los sentidos: el rubio con ojos cerrados, bailando y cantando por todo el lugar con los ojos cerrados, disfrutando de la música, envolviéndose en ella mientras recorría su canal auditivo gracias a los audífonos. Y simplemente, mientras se recargaba en el marco de la puerta con una sonrisa, pudo darse cuenta que estaba completa y jodidamente enamorado de aquel chico.

-Armin..-le llamó suavecito, tocando con ternura su hombro y girándole, llevando su otra mano a la cintura ajena y besándole con melosidad-hola..-

-hola, Berth..-respondió atontado, acurrucándose entre los brazos ajenos entre risitas, dejando que el otro hiciera a su antojo en su cabello y cuello.

Y es que eran universitarios, pero aun así el pelinegro estaba seguro de querer a aquel pequeño para siempre en su vida, llenándole besos y abrazos, de esas pequeñas caricias y los mimos. Y para eso bastó simplemente verle bailar de aquella manera y mirarle con amor.