Gracias por abrir esto, y espero que sea de tu agrado. La idea es algo descabellada, pero espero poder manejarla bien, y sobre todo que les guste a ustedes. Como se imaginaran, Sherlock no me pertenece, solo me encanta el trabajo que hacen los guionistas y sobre todo, la actuación de los personajes! Todo aquello es de la BBC, que comienzo a creer ya tiene un trocito de mi alma por las series que hace.
Doctor Who tampoco es de mi propiedad, y también admiro a sus guionistas y sus personajes. Es también de la BBC, y ya pronto estará de aniversario!
Yo no gano ni un centavo (a menos que deseen enviarme algo ;D) y solo contribuyo al fandom de ambas series con esta descabellada idea.
Sin más, y deseando que lo disfruten. Nos vemos abajo.
01
Un sonido que hacía más de treinta y cinco años que no escuchaba le llego con brusquedad a los oídos. Casi ensordecedor, no porque realmente lo fuera (era un sonido seco, metálico, sordo), sino por lo que significaba para él. Por lo que significaba para muchísimas personas que pudieran oírlo y lo conocieran o estuvieran destinados a conocerlo.
La llave de aquel departamento se quedó a medio encajar, y ahora se sacudió golpeando suavemente el metal contra el metal. Las compras de la otra mano no cayeron bruscamente, solo porque se obligó a sostenerlas pues eran artefactos de cristal que su compañero necesitaba para sus experimentos (además de lo costoso que valía todo ese equipo).
Sus ojos azules dieron un vistazo veloz a todo el lugar, escudriñando cualquier cosa que pareciera fuera de lugar, cualquier cosa que fuera desacorde a la época o al lugar o raro o demasiado inusual… cualquier cosa. Y lo vio.
Una caseta policiaca parpadeaba, literalmente, volviéndose lentamente más y más visible, mas materia, delante de sus ojos. Estos se abrieron como platos, grandes y bruscos. La llave entonces se encajó rápidamente, y fue girada casi con violencia. Entro, subió los escalones dos a dos, casi corriendo, y se encontró con su compañero de cuarto poniéndose el abrigo.
Su comportamiento se alteró rápidamente. Las facciones preocupadas y los gestos nerviosos ante la inminente amenaza que representaba para él aquella caseta, se volvieron gestos sorprendidos y curiosos. La tensión de su cuerpo se relajó en todos lados, menos en la mano que sostenía aquellos artículos científicos con fuerza, como temiendo romperlos si los dejaba caer.
— ¿Has oído aquello, John?— Él, al sentirse nombrado, arqueo las cejas con suavidad, en un gesto de curiosidad y fingió poner atención a un sonido que realmente podía oír con claridad.
—No tengo idea de que es lo que dices, Sherlock. Te traje lo que necesitabas… ¿Pero a dónde vas?
El de cabello negro y rizado había terminado de ponerse el abrigo y tomaba rápidamente su bufanda y su teléfono móvil, comenzando a bajar las escaleras de dos en dos. John Watson, con un gesto frustrado, bufo para sus adentros, y le siguió luego de dejar aquel equipo en el sillón. Lo último que quería era que Sherlock corriera hacia la caseta telefónica que debía de haber terminado de materializarse correctamente.
—No es la primera vez que escucho ese sonido, John— Sherlock alcanzo la puerta y la abrió rápidamente para salir y observar con la misma rapidez que John había usado antes de entrar. Y la vio. Una caseta telefónica color azul de los años cincuenta, quizás más quizás menos. Camino a grandes zancadas hasta ella, con John tras de él. —. Y hoy voy a descubrir de qué rayos se trata.
—Por favor, alucinas cosas, ¿acaso volviste a tomar aquellas porquerías?— Le gruño el hombre, intentando de algún modo no demasiado obvio que se detuviera. Pero conocía a Sherlock, y conocía su terquedad, y casi pudo ver lo que pasaría luego. Y eso paso.
Las puertas de aquella caseta telefónica se abrieron y una mujer bajo (una mujer diferente a la última que vio). Ella tenía el largo cabello rojo y vestía una blusa muy ajustada y una falda muy corta; medias y tenis. Al verlos, abrió los ojos verdes en un gesto de sorpresa, y cerro tras de sí rápidamente, como evitando que vieran lo que había dentro. "Pobrecilla",pensó John, "no sabe que Sherlock es un burro".
Antes de que el detective pudiese decir algo, cualquier cosa, la puerta se abrió de nuevo, empujando a la mujer a un lado. Esta vez, salió un hombre castaño. Llevaba un pantalón oscuro y algo corto, una camisa con tirantes, un saco claro y una corbata de moño. Indudablemente, John Watson se puso blanco al verlo, pero se contuvo de demostrar algo. Ordeno a toda su sangre seguir su flujo natural, y se quedó parado tras Sherlock, quien miraba a la pareja con una ceja arqueada.
― ¿Cuántas veces te he dicho, Pond, que no me cierres la puerta en la nariz?― Le dijo el hombre con una voz algo severa, pero sus ojos se fijaron de inmediato en la pareja de hombres delante suyo. Los observo, de pies a cabeza, a ambos, y luego sonrió. Una sonrisa que no importaba que cara, siempre era la misma. —Oh, hola.
―Sherlock, vámonos, solo son una pareja en una caseta telefónica, ¿tú que crees que hacían? ¿Planear un asesinato?― John le apuro, evitando ver directamente al hombre. Pero era tarde, este ya le había puesto el ojo encima y había entrecerrado los de por sí ya pequeños ojos, fijándolos en él.
―Una caseta de los años cincuenta, John― Señalo Sherlock, y sonrió de lado, fijando su vista en la pareja delante suyo. ―, y ella quería esconder el interior de mi vista, pero sabes que soy rápido. Hay algo dentro de esa cosa y debe ser de lo más interesante, ya verás.
―John…― La voz del hombre del moño hizo que el aludido se estremeciera, y para sus adentros ya estaba irritado por la tontería de Sherlock de ir a averiguar aquello en específico. ―John, ¿nos conocemos?
―Lo dudo― Contesto de inmediato, sin pensárselo, y miro con seriedad a Sherlock. ―Si tú quieres perder tu tiempo haciendo esto, adelante. Yo iré con la señora Hudson a tomar el té.
Dicho esto, giro sobre sus talones y camino hasta la casa con un gesto enfurruñado. Té era lo último que quería. Quería alejarse de ese sujeto con cara de idiota. Entro a la casa y dio un fuerte portazo, la señora Hudson dio un brinco al oírlo en su cocina, pero supuso que serían problemas con Sherlock y mejor no salió.
John subió las escaleras de a tres, quitándose la chamarra y la boto por ahí, dejándose caer pesadamente en el sofá. Se apretó la cara con ambas manos y se dobló hasta que su cabeza quedo entre sus piernas. Jadeaba por lo alterado que estaba y sentía que su corazón iba a mil por hora. Sentía la cabeza dándole vueltas, y solo podía pensar en porqué de todos los lugares de Londres, había tenido que llegar a ese y justo ese día. Al maldito le gusta hacerme sufrir, pensó amargo.
Disfruto de lo que fueron quince minutos de hermoso silencio y tranquilidad (interrumpidos solamente por sus bruscas respiraciones y sus maldiciones ocasionales contra el hombre del moño) antes de que sintiera pasos rápidos y la puerta abrirse bruscamente. Sintió a aquellas personas entrar, y detenerse al verlo en aquella patética posición.
Él, al sentir que había basado un rato bajo aquella mirada, alzo la propia suavemente, fijándola en aquellas tres personas. La mujer con un gesto de sorpresa y cierta alarma, Sherlock con su mirada fría pero él sabía que estaba preocupado, y luego aquel hombre del moño. Lo miraba fijamente, con una mirada culposa, casi doliente.
― ¿Qué?― Sabía que estaba descubierto, así que no se molestó en sonar amable, ¿para qué? Aquel hombre del moño lo conocía tan bien como lo conocía él. ― ¿Jamás habían visto a un hombre intentar relajarse de algún modo?
― ¿Estas bien?― El del moño se puso suavemente de cuclillas delante suyo, buscando en su bolsillo un estetoscopio, John lo dejo hacer. ―Déjame ver cómo está tu corazón, luces como si…
―Para con tu teatro― Le bufó John. Se cruzó de piernas, mirándolo con frialdad, tanta frialdad como le era posible. Incluso pudo notar como esa simple acción parecía desconcertar a Sherlock, quien en realidad jamás sospecho nada porque jamás debió saber nada sobre aquello. ―. Los dos están perfectamente bien, algo acelerados, sino me equivoco, 179 latidos, pero se normaliza pronto. Aléjate de mí.
La joven pelirroja abrió ampliamente los ojos. Sherlock se había rezagado a un espacio cercano de John, intentando a toda velocidad comprender. John casi se rio, el poderoso Sherlock Holmes no podía entender algo que estaba delante suyo.
El hombre del moño se levantó suavemente, asintiendo a las palabras de John y se froto las manos nerviosamente. Estaba oxidado para eso, por lo que no tenía ni idea de que decirle, o que hacer. Pero la joven se adelantó a hablar, haciendo que los tres hombres la vieran.
―Espera, ¿dos? Eso quiere decir… Ya sabes, Doctor, que él es uno… uno de ustedes― Señalo al hombre del moño, que con cierta seriedad asintió suavemente a sus palabras, volviendo a ver al rubio que tenía ahora una muy suave sonrisa en sus labios.
―Con eso me lo confirmas, tú no eres Sussan― Susurró, y luego volvió la vista al Doctor, que seguía callado. ― ¿Qué hiciste con Sussan? ¿La abandonaste también?— Doctor pareció sopesar su respuesta. Se estrujo suavemente las manos, y finalmente asintió muy despacio, haciendo que John bufara con fuerza. ¡Eso era el colmo!
―En el siglo XXII― Explico el hombre, mirando al otro con cierto cuidado. Sabía lo impulsivo que podía llegar a ser. ―, se enamoró de un joven de esa época, un humano, pero iba a abandonarlo por mí, porque yo era viejo y ella quería cuidar de mí. No lo permití y le cerré las puertas de Tardis antes de que pudiera abordar.
―Eres un ingrato― Le dijo con simpleza, fastidiado, pero sintió la mirada de Sherlock y suspiro suavemente. Se volvió a verlo, y sonrió con cierto desagrado señalando al Doctor con la mano. ―. Sherlock, este es el Doctor. Mi abuelo.
Bueno, gracias por leer hasta acá. Si les gusto, si tienen sugerencias, si tiene algo que decirme, pueden hacerlo en el botón de reviews o enviarlo a la cuenta personal en un MP, como gusten, pero sin duda agredeceré sus comentarios. Lo tomo como paga a esto. Sin más, y esperando vernos pronto, les deseo una gran semana! Moores se retira.
