Capítulo Uno
Haruka se encontraba en el patio de su casa, alimentando a tres pequeños gatos que de vez en cuando se aparecían para recibir comida. No le molestaba, ya que prácticamente vivía solo, un poco de compañía no le venía al; aun si esta no era humana.
Uno de los felinos maulló feliz y se restregó contra la mano que el pelinegro había dejado colgando entre sus muslos, y sonriendo levemente pasó su mano por el lomo blanco con algunas manchas grises del animal mientras este emitía un suave ronroneo desde su garganta. Los otros dos gatos levantaron la cabeza del plato entre ellos y comenzaron a lamerse las patas delanteras, de vez en cuando pasándose las patas por detrás de las orejas y la cara, limpiando los restos de comida que pudieron haber quedado en esas áreas.
El sonido del timbre dentro de la casa los espanto de improviso, corriendo hacia los arbustos del patio y subiendo por la pared, mientras que el felino más cercano a Haruka les siguió tranquilamente; el joven se levantó y tomo el plato del suelo antes de escuchar nuevamente el timbre sonar una par de veces más.
Se apresuró a la entrada, deslizando la puerta solamente unos centímetros cuando la sorpresa atravesó su rostro por unos segundos, para luego volver a la inexpresividad que sólo Makoto era capaz de descifrar.
- ¿A qué has venido… - Preguntó, abriendo un poco más la puerta, aun con el plato de los gatos en su mano – Rin? – le nombró, fijando sus ojos en los carmesí que se centraban en el piso mientras fruncía el ceño. Haruka volvió a llamarle, ahora notando como el pelirrojo apretaba los puños a cada lado de su cuerpo. – Si no vas a responder, vete. – dijo, haciendo el ademán de querer deslizar la puerta para cerrarla, siendo detenido.
Con un movimiento rápido, Rin sujeto la puerta, evitando que el pelinegro la cerrara por completo, volviendo a abrirla mientras daba un paso dentro.
- ¿Por qué…? – se escuchó un murmullo desde los labios de Rin. – A pesar de que te gané… ¿por qué? – se preguntó, alzando un poco su voz, por fin apartando la mirada del suelo para dirigirla a los ojos azulinos de Haruka. – ¿Por qué no puedo…? – dijo, ahora con un leve temblor en su voz.
El pelinegro alzo una ceja, no entendiendo del todo lo que decía su ex compañero de natación, o quizás no entendiendo a que se refería.
- ¿Por qué tenía que ser alguien como tú…? – Siguió hablando, con notoria frustración en su voz, más para sí mismo que para el chico frente a él, mientras apretaba la mano que sostenía la puerta abierta, dando otro paso dentro de la entrada.
- Ya perdí contra ti, lo demás es asunto tuyo. – cortó el pelinegro, dispuesto a encaminarse hacia las escaleras e ir a su cuarto, no tenía intención de ser participe en una nueva competencia improvisada con Rin en la piscina más cercana.
Rin le sujetó fuertemente la muñeca, casi lastimándolo, evitando que se alejara, y le giró bruscamente, quedando ambos frente a frente; para luego agarrar la otra muñeca del pelinegro y manteniéndolas inmóviles a cada lado del cuerpo de Haruka.
- No, Haru… Esto no es sólo asunto mío. – Le miró con furia.
Haruka no le prestó mayor atención sino hasta notar más presión, no sólo en sus muñecas, también en todo su cuerpo; antes de darse cuenta Rin lo tenía acorralado contra la pared junto a la puerta. Sin querer apagando la luz con los interruptores en esta.
- Rin, detente. – Exigió, frunciendo un poco el ceño, notando cada vez menos espacio entre ambos. – ¡Ri-…!
En un segundo, los labios del pelirrojo presionaron contra los suyos. Quedo paralizado por un momento, en lo que Rin cerró sus ojos, soltando poco a poco el agarre en las muñecas del otro chico y subiendo sus manos por los brazos de Nanase, pasando por los hombros y cuello, hasta llegar a su nuca, enredando sus dedos en los oscuros cabellos que allí se encontraban.
Haruka, sin poder controlar su cuerpo debido al impacto de estar siendo besado por su ex compañero de natación, soltó el plato que traía en su mano provocando que este impactara contra la madera del piso y se rompiera.
El sonido de la cerámica rota, fue lo único que logro hacer reaccionar al pelirrojo, quien se separó rápidamente de Haruka, sobresaltado y con la respiración entrecortada, los ojos abiertos nuevamente mientras cubría su boca con el dorso de su mano.
Haruka suspiró, apartando la mirada de la ventana hasta llevarla donde se encontraba el reloj, justo en frente del salón de clases. Marcando las 9:34 am.
"Ya quiero ir a nadar…" Pensó, volviendo a tomar el lápiz que había dejado sobre su cuaderno. Makoto, sentado a su lado derecho, le miró esbozando una sonrisa, sabiendo exactamente en qué pensaba el pelinegro. Pero luego notó algo más en la expresión de aparente aburrimiento de Haruka, ¿podría ser preocupación? ¿Tristeza, quizás? No lograba averiguarlo con claridad.
No habían pasado ni dos minutos cuando volvió a mirar el reloj. Quería librarse pronto de lo que sentía, dejando esos confusos sentimientos en el agua, que el agua limpiara todo en su mente y cuerpo al avanzar en ella; y que le sanara el malestar alojado en su pecho.
- Haru – Susurró Makoto para no ser escuchado por el profesor.- Sé que quieres nadar, pero no te saltes las clases, ¿sí? – Dijo, soltando una pequeña risa al notar, por la expresión del pelinegro, que nuevamente había adivinado sus pensamientos.
- No prometo nada. – Respondió con la voz fría y monótona de siempre, para luego llevar la mirada a su cuaderno, copiando algo que el profesor escribía en la pizarra.
Makoto volvió a sonreír, al parecer sólo había imaginado que Haruka tenía alo que no quería decirle. O al menos eso prefería pensar por ahora.
"No importa cuánto nade… ¿Por qué no puedo sacarlo de mi cabeza?"
La práctica de natación había acabado hacía ya varios minutos y Haruka no parecía tener intención alguna de abandonar la piscina, simplemente seguía nadando de allá para acá, tanto bajo el agua como a nivel de esta. Makoto comenzaba a preocuparse, aunque era bien sabido lo difícil que era sacar al pelinegro de la piscina, nunca lo había visto nadar de una forma tan desesperada. Ni siquiera luego de pasar todo el otoño e invierno sin tocar el agua fuera de su bañera.
- ¿Haruka-senpai aún no quiere salir del agua? – preguntó Gou a un lado de Makoto, mientras Nagisa y Rei trataban de convencer al pelinegro de salir, hablándole desde la orilla, ambos ya con sus uniformes puestos.
- No… - Respondió, dando un suspiro agotado. – Ustedes adelántense, creo que esto tomará un rato. – Rió de una forma que trato de ser la habitual, volviendo su mirada al chico en el agua, que aun flotaba tranquilamente boca arriba al otro extremo de la piscina.
Gou le miró, asintiendo, no podía hacer otra cosa que dejar todo en manos de Makoto, nadie más conocía tanto al pelinegro como para averiguar si algo pasaba por su mente, y si esto tenía relación con la competencia que había perdido con su hermano en las eliminatorias.
Una vez que todos se fueron, Makoto caminó por la orilla de la piscina, llegando cerca de donde flotaba Haruka con los ojos cerrados.
- Haru, ¿no crees que es hora de ir a casa? – Dijo, poniendo la sonrisa amigable que el pelinegro conocía desde su infancia. Haruka sólo abrió los ojos un momento, mirando directo al cielo que comenzaba a tornarse de un tono rojizo debido al atardecer que caía.
"Maldición. Hasta el color del cielo me recuerda a…"
El pelinegro inhaló, volviendo a sumergirse, tratando inútilmente de ahogar los recuerdos de la noche anterior, cuando Rin había aparecido en la puerta de su casa, el beso y la posterior huida del pelirrojo, sin dar explicación alguna.
- ¡Haru! – Le llamo nuevamente al verle bajo el agua. – Te volverás a resfriar si no sales pronto… y no podrás nadar hasta que te recuperes. – Dijo, cuando vio al pelinegro cerca de la superficie.
Makoto en verdad sabía dónde presionar para hacer que Haruka reaccionara, le conocía prácticamente de toda la vida después de todo. Y sonrió cuando vio que había funcionado, observando al pelinegro saliendo por el otro extremo de la piscina, sacudiéndose el cabello.
"Sabía que sería problemático… pero deje que se acercara. Rin… ¿Cómo sería todo si no hubiera seguido su capricho de participar en el relevo con él?"
Al llegar a casa, Haruka no se molestó en encender las luces y sólo subió, quería darse un baño caliente e ir a dormir. Fue hasta su habitación a buscar un pijama para cambiarse luego del baño, al darse la vuelta para salir del cuarto vio su celular sobre la mesita de noche, y por alguna razón tuvo curiosidad de revisarlo; luego lo haría.
Haruka se quedó en la bañera hasta que el agua se enfrió por completo y entonces recordó lo que Makoto había dicho para sacarlo de la piscina.
"El agua nunca ha hecho que me enferme, estoy seguro de que alguien estaba hablando de mi esa vez…" Se dijo, hundiendo la cabeza en el agua ya helada, saliendo después de mirar el techo a través del agua por casi dos minutos.
Suspiró levantándose y saliendo de la bañera, rodeando su cintura con una toalla de color azul cielo mientras sacudía su cabello como lo hacía usualmente; se vistió y caminó hasta su habitación secándose el cabello con la toalla. Se sentó sobre la cama tomando su celular para ver si tenía algún mensaje de sus padres. Pero sólo había unas cuantas llamadas sin contestar, dado que no traía su celular a menudo, no le extraño hasta que vio el nombre del contacto.
"¿Rin?" Miró fijamente el nombre, repasándolo una y otra vez. Confundido. Dejó su celular y la toalla sobre la cama y salió al pasillo, bajando rápidamente la escalera, encendiendo las luces para luego abrir la puerta principal, en busca del pelirrojo. "¿Qué se supone que estoy haciendo…?" Se preguntó, mientras deslizaba la puerta hasta cerrarla. "En verdad pasó… ¿no?" Por alguna razón al recordarlo le pareció irreal. Como un sueño.
Volvió a su cuarto, luego de apagar las luces y poner llave a la puerta. Se tiró sobre la cama un momento, gruñendo al notar que no había apagado la luz y volvió a levantarse, recostándose nuevamente, ahora bajo las frazadas, una vez que la habitación estuvo a oscuras, cayendo dormido casi al instante.
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Haruka abrió los ojos y se incorporó en el colchón, no agitado por un mal sueño sino desorientado al ver que la habitación seguía en penumbra.
"Aun no amanece…" Pensó, para luego ver la hora en su celular, que había dejado bajo su almohada. Apenas eran cerca de las cuatro de la madrugada. Y volvió a recostarse, no pudiendo cerrar los ojos por un momento, dejando el teléfono donde estaba.
Y aun si dejaba caer sus parpados, no era capaz de volver a dormir. Abrió sus ojos nuevamente y se quedó mirando el techo. Quería mantener su mente en blanco, libre de pensamientos confusos vinculados a Rin. Poco después escuchó sonar su celular.
"¿Quién llama a esta hora?" Se preguntó mientras se erguía en la cama, tomando su teléfono que no dejaba de sonar, iluminando parte de la habitación. Lo abrió, viendo que quien llamaba era Rin, y dudo en contestar. Se quedó estático, con el pulgar sobre la tecla que necesitaba para responder y cuando estuvo por presionarla se cortó la llamada.
Por un momento, sintió como si su corazón y respiración se hubiesen detenido al ver el nombre del pelirrojo en la pequeña pantalla, y ahora su ritmo cardiaco aumentaba.
