Respondiendo al reto hecho por mi hermana, pero es que no me sale un song fic, ya me inspire y esto va para un mini fic de unos cinco capítulos, sé que a muchos de plano no les va a gustar, pero no piensen en Elisa, solo en Terry aprovecho que tengo tiempo, porque también boicoteo a mi hermana, ella es la que está atrasada con Quédate, por lo que yo aprovecho mi tiempo libre en crear este mini, que espero les guste al menos a algunas cada capítulo ira acompañado con fragmentos del poema Deseo Anhelo de Deepak Chopra.
Al final ira la canción con la cual nos retó mi hermana, mientras ira amenizado con otras que se les gustaran.
En este les dejare el poema del que hablo.
Agradeciendo de ante mano cada comentario que quieran regalarme.
Capítulo 1
Al borde de la obsesión, pero es amor
Un amante conoce solo la humildad, no le queda más.
Se escabulle entre tus caminos en la noche, no le queda más.
Ansia por besar cada mechón de tu pelo, no se irrita
No le queda más.
Había llegado tarde encontrándose en la iglesia los arreglos florales adornando los bancos y los pétalos de rosas esparcidos en el suelo de la celebración reciente, pero ella le había enseñado que nunca es demasiado tarde, siempre se puede retroceder o detener el tiempo, romper las leyes, los prejuicios, para alcanzar lo que se desea, arañar la felicidad solo depende del valor que poseamos, hay que luchar con uñas y dientes, si todo se vale en la guerra que es un sin sentido, como no se puede valer todo en el amor, cuando el único propósito es pelear por lo que se ama.
El vals que seguramente bailaban los novios se escuchaba en el pasillo, por lo que reafirmo sus pasos, la decoración en tonos clásicos, le gritaron que así sería la vida que le esperaba, pero era demasiado mujer para seguir patrones, al llegar fue el centro de miradas de casi todos los presentes que no esperaban al actor entre los invitados, sin embargo pocos le dieron importancia.
Terry después algunos años veía nuevamente a Candy, estaba ahí, hermosa, como un ángel dorado, iluminando gran parte del salón, la reacción en sus facciones demostraba sorpresa y tal vez amor, ilusión y felicidad al verlo, pero él ya no sentía lo mismo por ella, había quedado en el pasado, en una utopía de su adolescencia, en esa necesidad de que alguien lo rescatase de esa soledad en la que vivía en el colegio, en esa separación dolorosa, que con los meses comprendió que definitivamente Candy no era la mujer merecedora de sentimiento tan intenso.
No lucho por él, no dio la pelea, se dejó vencer, él necesitaba a alguien que diera todo, que apostara la vida, que fuese intensa y apasionada, demostrándole que pasara, lo que pasara no iban a existir nunca adversidades que los separasen y no salir corriendo a primeras, a obligarlo, imponerle algo que no quería, solo necesitaba su apoyo y no lo encontró.
No quería para él a alguien que piense primero en lo demás, quería ser él lo primero de esa persona, el primer suspiro de las mañanas, primer pensamiento, primera mirada… quería ser el primero en todo, absolutamente todo.
Que lo desease con arrebato y descontrol, que le demostrase que aunque el mundo se estuviese cayendo tendría a esa persona amarrada a él y no tratando de salvar algo que igualmente se iría a la mierda, que su última mirada se fundiera en la de ella y no en su espalda porque solo la vería correr a ver que puede hacer por otros cuando nadie se interesa por lo que pueda pasarle a ella.
Desvió la mirada del ángel dorado y la poso en el centro de la pista, en el demonio pelirrojo que llevaba el ritmo del vals, en medio de llamas de pasión que lo encendían con solo mirarla, aun con el traje de novia y tiara, que hacían su mayor esfuerzo por hacerla lucir como alguien casta y pura, no obtenían el resultado esperado, ella era lujuria, era obsesión que lo envolvía, la prefería desnuda.
La mirada zafiro se encontró con la marrón y todo alrededor desapareció, los latidos de los corazones de descontrolaron y las sonrisas de felicidad brillaron.
Terry irrumpió en medio de la pista y tomo a Elisa por un brazo y la jalo, dejando al recién esposo desconcertado y un murmullo apoderarse de los invitados, caras de sorpresa, angustia, dolor, tristeza, rabia, satisfacción y muchas más reinaban en el lugar.
- No habrá barrera en el mundo que no rompa por ti. – Le dijo y se encamino con ella quien con la mano libre se subía la parte delantera del taje para poder caminar más rápido y al segundo empezar a correr de la mano de Terry, mientras reían y se miraron recordando cómo habían llegado a este punto.
Terry recibía los aplausos al final de una función llena de éxito, se lo dejaban claro la lluvia de aplausos que le ofrecía un público de pie, la adrenalina corría desbocada por su cuerpo al ver como después de ocho funciones consecutivas, seguía con las mismas energías, con esas ganas de ofrecerle más a ese público que lo había consagrado como uno de los actores más famoso de la época, su vida en el plano laboral era envidiable, pero en lo personal no era más que un desastre.
Su mirada llena de desprecio disimulado se anclo unos segundos en la pelirroja en primera fila, más que todo por curiosidad y comprobar que no había faltado una sola noche a ninguna obra y esto lo llenaba de rabia, era evidente que lo acosaba sutilmente, que seguía encaprichada con él como en la adolescencia, recordaba que a causa de su estupidez le había tocado separarse inesperadamente de su pecosa.
El grupo de actores termino de agradecer y se perdieron tras el telón, Terry se fue directamente al camerino, no tenía ánimos de ofrecer ninguna entrevista, ni mucho menos lidiar con fanáticas, tal vez rehuyendo de un posible encuentro con Elisa Leagan, para evitar ser grosero delante de algunos críticos que no conocían el pasado que lo ataba a la chica.
Odiaba las noches de verano, porque la humedad era insoportable, al llegar a su lugar de paz, se encontró con la botella de champagne que siempre le esperaba, se quitó el vestuario, solo se quedó con las mallas negras y descalzo, tomo una liga y se recogió el cabello, sintiendo estos húmedos en la nuca a consecuencia del calor, por tanta indumentaria, agarro una copa y la lleno a la mitad, dándole un gran sorbo a la bebida, la cual dejo sobre la peinadora mientras revisaba las tarjetas enviadas por las seguidoras, todas le expresaban el amor que le tenían, pero ese amor no lo llenaba no de la manera que él esperaba.
- ¡Felicidades! – Se dejó escuchar que él reconoció, pero también noto que había cambiado tal vez porque ahora era todo una mujer y el tono ronco que poseía hizo que se le erizaran los vellos de la nuca.
- ¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejo entrar? ¡Largo de aquí Elisa! – Terry le exigía con rudeza, pero ella no podía reaccionar al ver el torso desnudo del castaño, como su cuerpo se había formado completamente y ya no era el de un adolescente precoz, ahora era todo un hombre… hombre en toda la extensión de la palabra, lo comprobó al ver como se le marcaba muy bien la malla negra en la entrepierna, logrando que el aliento se le atascara en la garganta y quiso aferrarse a esos hombros anchos y fuertes.
Las facciones endurecidas de su rostro le mostraban a otro Terry, uno más atractivo, mas masculino, atrás muy a tras quedaron esos rasgos dulces que poseía, siempre le había seguido la pista por las revistas y diarios, pero la semana pasada fue que se dio a la tarea de luchar, de dar el todo, por el todo, al descubrirse siempre suspirando cada vez que lo veía en alguna fotografía y estas verdaderamente no le hacían justicia al compararlo con tenerlo enfrente a menos de un metro con la posibilidad de palparlo centímetro a centímetro.
- ¿No escuchas? largo de aquí ¿O prefieres que te saque yo mismo? – La voz de Terry se fundía en sus oídos y era la más grande las masoquistas porque le gustaba esa potencia al hablar.
- Solo te he venido a felicitar por la interpretación. – Hablaba acercándose a él tanteando poco a poco el terreno.
- Ya lo has hecho ahora puedes largarte. – Dijo dándose la vuelta con esto ignorándola.
- No quiero irme, quiero que tú me saque.
No recibió ninguna palabra solo lo vio volverse y encaminarse peligrosamente hacia ella, iba a sacarla, de eso no tenía la menor duda, por lo que se tensó en el lugar tratando al menos darle la pelea y hacerlo esforzarse un poco.
Terry la tomo por el brazo y ella sentía que su intensión de clavarse en el suelo estaba dando resultado, ya que él no quería ser brusco.
- ¿Qué quieres Elisa? te he dicho que te largues.
- Te quiero a ti… te deseo Terruce... no voy a andar con rodeos, quiero que me abras las piernas y te hundas en mí, siempre lo he deseado. – Le dijo con la mirada miel en la zafiro.
Terry no pudo controlar las olas de excitación que lo recorrieron sin piedad y estas se evidenciaban en su entrepierna que empezaba a palpitar sin control, nunca antes una mujer le había pedido de manera tan descarada que se la llevase a la cama.
- ¿Eso es lo que quieres? Solo estas obsesionada Elisa y yo soy un caballero, búscate a…
- Eres un hombre. – Le recordó ella interviniendo y rozando con su mano libre el centro del abdomen masculino, logrando que Terry se estremeciera ante el contacto.
Él era consciente de que se encontraba vulnerable ya que llevaba algunas semanas de abstinencia y que no podría contenerse por mucho tiempo, ella se puso de puntillas he intento besarlo, pero él alejo el rostro, rebuscando en los resquicios de cordura, le detuvo la mano traviesa que jugueteaba en el vientre de él.
Elisa al percatarse de sus avances truncados rápidamente llevo la otra mano y se apodero de una de las nalgas del actor, apretándola con fuerza, sin desviarle la mirada y abrió la boca lenta y sensualmente para liberar un jadeo, el cual se alargó al sentir como Terry guio la mano que había detenido y la poso en su entrepierna.
Elisa sintió el tibio y palpitante bulto en su mano la cual fue guiada por él mismo y se la retuvo en el lugar, mientras los zafiros empezaron a cubrirse en llamas y ella iba a terminar incinerada, solo se limitaba a sentir a canalizar las emociones para poder mantenerse en pie cuando Terry llevo sus manos y cerro la cintura de ella elevándola un poco del suelo y con dos largas zancadas la acerco y sentó sobre la peinadora.
- ¿Quieres a un hombre? – Inquirió él abriéndole las piernas en un movimiento brusco y ella solo jadeo y arqueo la espalda sintiendo que los pechos explotarían su corpiño, abriendo la boca para poder respirar y los ojos para poder creer que quien estaba a punto de enloquecerla era Terruce Grandchester.
Sintió las manos de él hurgando bajo su vestido y ella maniobro con su cuerpo para hacerle más fácil la tarea de que se deshiciese de la ropa interior al tiempo que con sus manos agiles y temblorosas por la excitación bajaba la malla negra del chico, mostrándole que sin duda alguna era un hombre en toda la extensión de la palabra, él se acercó a ella quien inmediatamente busco la boca masculina, que una vez más la esquivaba.
Terry llevo una mano a la cadera de la pelirroja para acercarla al tiempo que él se adentrada al cielo que se abría en medio de las piernas de ella y con la otra mano le jalo los cabellos, logrando arrancarle casi un grito, solo quería desahogar las ganas y que a Elisa no le quedaran ganas de buscarlo nunca más, seria contundente, imprimiría fuerza y rapidez, solo pensando en su propio placer, no tenía ganas de complacerla, ni mucho menos demostrar sentimientos a quien no los merecía por eso no la besaría, ni le diría palabras cariñosas, ni tiernas, solo se la cogería y nada más, encontrando en esto una especie de venganza.
- Sin arrepentimientos. – Le dijo al oído al tiempo que entraba en ella con empuje, colmándola hasta donde era posible recibirlo, nublándole el límite de la razón escuchando con un jadeo envuelto en frenesí se ahogaba en su oído.
- No voy a arrepentirme. – La voz de la chica demostraba la lujuria que la recorría y llevo sus manos a los glúteos masculinos sintiendo como estos se tensaban ante cada empuje que la lastimaban pero que también le ofrecían un placer único, aferrándose con sus dientes a uno de los hombros del chico, quien al sentir la presión, maldijo en silencio porque Susana le vería la marca del mordisco y una vez más jalo los cabellos rojos con ímpetu, alejándola, soltó las hebras y la tomo por el cuello pegándola a la peinadora.
Elisa sentía los dedos de él enterrarse en su cadera sabía que marcaría las manos y que los hematomas le recordarían este momento desenfrenado que la conducía al mismo cielo, el paso del oxígeno cada vez era menos, pero descubría como las sensaciones en su centro aumentaba al no poder respirar, como su centro se contaría con brutalidad, succionando a Terry.
Las pupilas dilatadas de él se abrían como un abismo sin fondo ese en el cual ella se perdería, al cual se lanzaría sin importar que le esperaba en el fondo.
Terry a pesar de la excitación y de bombear en la pelirroja sin pausa y con prisa se percató del sonrojo furioso en el rostro de ella y solo quería sacarse la ira que llevaba dentro, no matarla, por lo que la soltó y con sus manos retiro las de ellas que se encontraban aferradas a sus glúteos, sosteniéndola por las muñecas las elevo y las pego a la pared, acercándose con esto aún más, sintiendo el aliento de Elisa estrellarse contra sus labios, juraba que podía ver la sangre circular rápidamente en los labios de Elisa tentándolos a que se los devorara, pero cerro los ojos y erradicar ese deseo antes que besarla.
Ella elevo sus piernas apoyando la planta de los pies en la peinadora brindándole a él más terreno, desbocándose al igual que él y marcándole ella la danza de su vientre, la manera en que deseaba los movimientos de él, quien rápidamente se acoplo a ellos.
- Si Terry… así, mas… por favor más, no te detengas… si… si – Bramaba la chica a las puertas del orgasmo y él se sorprendió al darse cuenta que solo quería complacerla, obedecer cada palabra que salía de esa boca, tal vez porque él lo necesitaba, anhelaba cada suplica para alcanzar el orgasmo.
Un ronco gemido anuncio la corriente que germino en la planta de sus pies y subió con la rapidez de una centella por todo su cuerpo, nublándole la razón, espasmos lo sacudían y lo hacían hundirse aún más en la pelirroja, quien aprovecho a Terry jadeante y atrapo el labio inferior masculino jalándolo entre sus dientes y dependía de él. Correspondía al beso o ella se llevaría como premio un maravilloso orgasmo y un labio.
Terry poseía la destreza y fortaleza para liberarse de los dientes de Elisa, pero encontró en esto un placer distinto, un alucinógeno que lo envolvió por completo, razón por la cual se dejó besar descubriendo la destreza con que la pelirroja movía su boca y utilizaba su lengua, mientras los cuerpos se bañaban en sudor y la humedad en el ambiente los enloquecía, el olor a sexo solo les estimulaba los sentidos incitándolos a seguir, a que no terminara la noche.
Terry le libero las muñecas y bajo las manos al cuello femenino sin dejar de besarla un solo instante, sintiendo como la boca de ella en cuestión de segundos creaba en él una adicción y se arrepintió por no haber permitido que lo besara antes.
Elisa al sentirse liberada coloco las manos en el pecho de Terry y lo alejo interrumpiendo el beso y dejándolo con ganas de más, él dio dos pasos hacia atrás y subió la malla que estaba enrollada en los muslos, la pelirroja de un brinco bajo de la peinadora, logrando con esto que su vestido cayera pesadamente, se agacho y agarro su panty que también se encontraba enrollada y tirada en el suelo, sin pedir permiso se la coloco a Terry en la cabeza como turbante.
- Adiós. – Le dijo elevando la comisura con sensualidad y se encamino, él la retuvo por la mano, ella volvió medio cuerpo. – ¿Quieres que me quede? – Pregunto con ese tono de voz que a Terry empezaba a enloquecer.
Terry no dijo nada, si quería que se quedara, pero no iba a demostrarle a Elisa que le inspiraba para una segunda tanda de sexo desenfrenado, ya todo había terminado, se había sacado la espina y la rabia que sentía en contra de ella, había sido rudo, como un hombre primitivo, ni un atisbo de caballerosidad le ofreció, pero al parecer tampoco le molesto, ni se sintió vejada, por el contrario suponía que era la manera en como a Elisa Leagan, le gustaba.
Soltó el agarre y ella se marchó dejando en el aire vibrando el deseo, él volvió medio cuerpo y se miró con una nueva excitación cobrando vida, se quitó de la cabeza la prenda íntima y se la llevo a la nariz en un impulso del cual él se sorprendió, pero no dejo de embriagarse con el olor femenino.
Continuara...
