N.A: Este fic es una arriesgada apuesta, porque no se centrará solo en una pareja, sino que serán tres y aunque las apariencias engañen, no será remotamente la que se ve a leguas, es un Dramione puro y duro. Habrá parejas raras, pero de las que me enamoré leyendo algunas obras en inglés, que no son muy conocidas en español. Es un AU, más o menos a partir del quinto libro, quizás meta alguna cosa de los libros siguientes, pero no creo. Me hago la ilusión de que nunca sucedieron, jeje.
No tengo beta así que disculparme por las posibles faltas de ortografía, hice mi mayor esfuerzo ;)
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Por Hiromi Yukishiro
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Falsas Apariencias
Sumario: Blaise y Hermione anuncian repentinamente su boda. Draco horrorizado no lo acepta y en su intento de alejar las garras de su enemiga de su mejor amigo, acaba haciendo y pensando cosas que no debe. Pero nada es lo que parece, absolutamente nada.
"How I wish, how I wish you were here.
We're just two lost souls
Swimming in a fish bowl,
Year after year,
Running over the same old ground"
(Pink Floyd – Wish you were here)
"Matrimonio"
La palabra se repitió en la cabeza del hombre como una canción mal entonada produciéndole una rápida jaqueca que se vio refrenada por el hecho de que la mujer que estaba vistiéndose después de haber hecho el amor con él, lo iba abandonar por esa palabra. Incluso aún cuando las sábanas apestaban al decadente aroma del sudor del cuerpo de ambos, ella no pudo esperar para dejarlo.
Aunque para que engañarse, él ya sabía que la relación que tenían no duraría cuatro ediciones del profeta, el hecho de que hubieran durado seis meses lo sorprendía incluso a día de hoy, y había pasado semana a semana mirando el calendario esperando que llegara el Jueves para poder estrecharla entre sus brazos en una sucia habitación del "Caldero Chorreante".
-Te casas por obligación – Le replicó. Había meditado en pocos segundos, y había llegado a la conclusión de que esa víbora que tenía la desgracia de amar no se iría de esa habitación sin derramar una lágrima por él. Su orgullo lo exigía – Sino, nunca te hubieras encaprichado conmigo, y hubieras puesto al bueno de tu prometido tantos cuernos como días tiene el año – Sonrió socarrón.
Uno, dos, tres. Los botones de su túnica ya estaban abrochados, ella estaba totalmente vestida, contrastando con la imagen totalmente desnuda, desarreglada y vaga que daba él, enredado entre sábanas que aún apestaban al fuerte almidón de las lavanderías. Bajo la fachada de la pulcritud – ella así lo creía porque estaba escudada en su ropa – lo miró con las cejas elevadas.
-Hoy me lo pidió – Murmuró mientras intentaba con manos nerviosas arreglarse los cabellos - Te traje de nuevo a esta habitación para explicarte que esto no podía seguir, porque por fin me prometí, y las tonterías de estos meses acerca de que yo estaba siendo un objeto que estaba echando a un cajón eran solo estupideces inseguras mías. Algún día le contaré la verdad, pero no quiero que después de que haya el dado, se desmorone y piense de mí…
-¿Qué eres una mujer que tiene necesidades, y que lejos de tu pedestal necesitas algo más que regalitos estúpidos como esa baratija de collar que probablemente compró en un mercadillo de todo a un Knuts? – Se burló con crueldad.
-No voy a caer en tu juego. Aunque pensándolo mejor, te entiendo – Sonrió condescendiente – Después de todo no estás acostumbrado a que te dejen, pero ya lo superarás, después de todo para ti era un juego… ¿verdad?. Lo dejaste perfectamente claro el día que me encontré resacada en esta misma habitación hace ya casi seis meses. Fueron tus palabras "no te emociones, no vales más que un polvo, leona" – Elevó una ceja – Fueron unos cuantos más, pero supongo que no serán canjeables…¿no?
Él se levantó enfurecido importándole muy poco su desnudez.
-¡No seas condescendiente conmigo, asquerosa Gryffindor! – Bramó.
-Ahora soy asquerosa – Rió – Como cambian las cosas cuando alguien te dice algo que no quieres escuchar – Hizo una pausa – Puede que para ti no sea más que una zorra que te utilizó para calmar la libido, una zorra que tenía pareja. Pero la verdad es que me sentía muy sola, yo tenía ideas erróneas acerca con mi pareja… Ideas que me llevaron a cometer locuras como estas.
-¿Entonces porqué esperaste a follar conmigo, y darme la patada después?
La grotesca vulgaridad la hizo graznar de indignación y abofetearlo con fuerza, con el rostro colorado y jadeando furiosa se apartó, mirando la marca de sus dedos en la piel blanca del hombre.
-Intenté hablar contigo – Oh, por supuesto que lo intentó pero sus intentos se fueron muy lejos cuando él la sedujo con ese encanto criminal que la hacia siempre sentir como una niña indefensa y a la vez deseosa de ese peligro que rezumaba todo él – pero…
-Decidiste que una última vez era mejor para tus intereses… ¿no? – Arqueó una ceja con aire malévolo – Ya, muy inteligente de tu parte, señorita bondad.
Ella se sonrojó porque él había dado en el clavo, de alguna manera cuando entraron en la habitación, ella con sus ideas bien claras, cuando la besó por primera vez, quiso despedirse de la misma forma en la que se encontraron seis meses antes.
-Cree lo que quieras – Dijo altiva, terminando de ponerse los zapatos y caminando hacia la puerta.
-Creo lo que es verdad; me deseas, más que a tu queridísimo prometido con el que pretendes envejecer y darle unos cuantos vástagos, para creer que tu vida cobrará sentido – Se acercó a la puerta y la bloqueó apoyando su antebrazo, sonrió deliberadamente malicioso – Pero tu y yo sabemos que no será así.
Ella respiró profundamente, apartándose de su contacto.
-Déjame salir.
-No, hasta que seas sincera contigo misma.
Ella bufó ante la idea de que él actuara de sicoanalista.
¡Imbécil!
-¡Si lo que quieres es que alabe tus dotes en la cama, y lo bueno que eres seduciendo, te diré que eres el mejor! – Chilló acalorada – Pero no eres ni la mitad de hombre que es mi prometido – Lo apartó de la puerta de un empujón y la abrió – Es mi vida, que nunca se te olvide… por favor – Terminó con una suplica.
-Te quiero a mi lado.
-No puedes tenerme.
Y cuando ella lo dejó solo, él se sentó en la cama rascándose la cabeza y escupiendo pestes sobre la mujer. Él era un hombre pragmático, no un muchachito con el corazón destrozado. Siempre estaba acostumbrado a conseguir lo que quería, y probablemente esa mujer que dejó de ser hace mucho un entretenimiento, posiblemente era lo más importante que él deseaba conseguir.
Y ni siquiera un puto Gryffindor enamorado lo sacaría de su empeño.
Ella era suya.
Solo suya.
Prólogo
Hermione encontraba estimulante trabajar en investigaciones por su propia cuenta gracias a que se había grajeado una buena reputación de erudita entre los sanadores de San Mungo gracias a que mientras estudiaba la carrera de Medimagia, estudiaba también gracias a sus padres en una Universidad privada la carrera muggle de medicina, solo escogió las asignaturas básicas que podía dominarse en ambos mundos, y gracias a eso, después de pasar dos años como sanadora en la planta de heridos por maleficios, fue trasladada a un edificio que pertenecía al hospital y con un pequeño grupo de sanadores investigaban pociones, ungüentos y toda clase de medicamentos que podrían ayudar en cualquier tipo de dolencia o enfermedad.
Sin embargo esa mañana estaba descontenta con la situación, como cada mañana había encendido las pequeñas luces blancas que proporcionaba cierto encantamiento para proporcionar claridad a su pequeño despacho, o como ella solía tildar en su cabeza "su guarida" y se encontró con un variopinto personaje.
-¿Qué haces aquí?
-¿Acaso no puedo visitar a una vieja compañera de colegio? – Sonrió con diversión ante la mujer que alzaba sin titubear la varita presionando contra la arteria vital de su cuello – Wow, Granger, te has vuelto peligrosa – Se mofó.
-Blaise Zabini, sino me dices a que vienes, te lanzaré un maleficio que ni todos los Sanadores del Reino Unido podrán revertir – Y añadió – será doloroso, muy doloroso.
Los ojos azules del hombre se agudizaron y borró su sonrisa a medida que asentía.
-¿Quieres que te invite a un café?. Personalmente los que hacen aquí, es como beber agua de cloaca – Bufó – Anda Granger, no estamos en el colegio, no seas arisca.
-Un café. – Guardó su varita, pero seguía lanzándole miradas desconfiadas.
"Bueno", suspiró el hombre "es un buen comienzo, al menos no me ha tirado un maleficio" Zabini no dudaba de la promesa dolorosa que le proponía Granger con su varita.
La muy bruja siempre había sido eficaz, desde que era una rata bibliotecaria en primer curso.
oOo
Tres meses después.
Desde la guerra los Malfoy no eran la familia de gran prestigio que hizo que incluso el antiguo Ministro lamiera las botas del patriarca de los aristocráticos ingleses, pero con esfuerzo Narcissa y Draco se habían empeñado en recuperar el prestigio perdido. Draco se había ido tres años de Inglaterra, - después de la guerra en la colaboró en el bando equivocado, para luego asustado huir al lado del bando correcto buscando protección – donde hizo varios negocios de caracteres legales, como la compra de una empresa que se dedicaba a fabricar pociones, o una sociedad prestamista que en su momento perteneció a Gringotts y que ahora pertenecía a los Malfoy. Narcissa por su parte como Dama que era, organizaba eventos sociales de beneficencias donde los grandes ricos y poderosos magos daban su calderilla a aquellos niños que residían en un reformatorio mágico que los Malfoy evidentemente también habían comprado anteriormente.
De ser una familia de asesinos, ahora eran una familia rica entregada a la causa de hacer que el mundo mágico fuera un mundo más loable en el que vivir. Al principio todo había sido una pequeña estratega de la última Black viva para traer algo de prestigio a la familia, pero quien le iba a decir a Narcissa que su espíritu maternal afloraría cuando entró en aquel reformatorio mágico viendo rostros desolados y solitarios infantiles. Narcissa descubrió un lado desconocido de ella misma, y Draco estaba satisfecho con la idea de que su madre se mantuviera ocupada. Una vez ganado el buen nombre su madre se encargaba de todo lo social, él estaba recuperando la vida que había perdido por culpa de su padre y la guerra.
Y esa tarde Draco anunciaba su entrada al camarero del restaurant más exquisito de la zona de Londres Mágico con la intención de reunirse con su viejo amigo, quien le había prometido presentar a esa novia de la que estaba tan enamorado, y cuya presencia hacia que Draco sintiera envidia, pues le estaba quitando a su mejor amigo con su femenina presencia.
-Sígame por favor, señor Malfoy.
Draco encontró a Blaise en una mesa de cuatro solo, mientras miraba con aire crítico la carta de entrantes.
-¿Y esa chica que tan emocionado te tiene?. Por chimenea parecías un quinceañero enamorado – Se burló sin malicia.
-Voy a casarme con ella.
Draco casi escupe el vino que el camarero le sirvió.
-¿Qué?
-Sé que es una locura, pero amigo, el amor es eso básicamente, locura empedernida – Sonrió.
-Estás loco – Murmuró aún en shock – La acabas de conocer… ¿Cómo vas a casarte en tres meses con una absoluta desconocida? – Quizás su amigo había caído en las redes de un caza maridos y estaba bajo la poción de amor de esa bruja de largos colmillos. Draco había conocido mujeres similares en las fiestas de beneficencia de su madre. Muy hermosas pero huecas por dentro y demasiado ambiciosas para su gusto. Eso no era sano.
Blaise sonrió mordaz.
-Que esté teniendo una relación de tres meses, no significa que no la conozca de antes – Puntualizó burlón – De hecho estudió con nosotros.
"Oh, oh"
-¡Es Parkinson! – Sabía que su amigo había tenido un ligero encoñamiento adolescente con la morena de ojos pardos que se volvió su pesadilla los siete cursos de Hogwarts. Era una sicópata, Draco alguna vez dudó si esa mujer cuando se bañaba en los vestuarios de Quiddich alguna vez le espió. – Tío, que ya no eres un crio.
Resopló.
-¡Por Dios, como puedes pensar que me voy a casar con Parkinson! – Exclamó bastante ofendido – Antes prefiero abrirme yo solo las venas, además nunca me casaría con la eterna fans de mi mejor amigo – Sonrió divertido.
Draco lo miró turbado.
-No me lo recuerdes… - Se quitaba un peso de encima al descubrir que no era Pansy la futura señora Zabini, pero su curiosidad se elevó al cuadrado mientras hacía un recuento mental de sus antiguas compañeras – ¿Millcent? – Preguntó horrorizado.
-No te molestes Malfoy, no era de nuestra casa – Dijo tranquilamente.
Ahora la lista se ampliaba.
-La tal Cho Chang estaba bastante buena – Comentó Draco, pensativo – Lastima que fuera tan burra para liarse con el pardillo de Diggory y por último se morreara con Potter – Escupió el apellido con viejo rencor y un similar sentimiento se reprodujo en los azules ojos de su amigo - ¡Es Chang! – Exclamó abrumado.
Blaise se echó a reír a carcajada limpia.
-No, por Merlín, no… De momento una relación interracial no está en mis planes…
-Así que por esa regla de tres borro a las hermanas Patil de nuestra lista – Se rascó el mentón pensativo, y segundos después se rindió – Vale, no tengo ni puñetera idea quien puede ser tu princesita perfecta… ¿por qué no me lo dices directamente y acabamos con esto limpiamente?
Blaise miró a un punto que no era Draco, de hecho estaba detrás de él.
-Estaba haciendo tiempo para que te lo dijera ella misma.
Una voz femenina interrumpió la replica del rubio.
-Hola Malfoy.
Una voz femenina que él registró lejanamente como conocida. Draco giró medio cuerpo aún sentado en la silla y alzó la mirada para encontrarse con una castaña mirada entrecerrada con diversión a juego con una sonrisa similar.
-Blaise, eres hombre muerto – Musitó aun mirando a la prometida de su mejor amigo.
Hermione Granger solo alzó las cejas como respuesta.
Blaise solo rió muy divertido por como Draco Malfoy estaba a un paso de convertirse en un fantasma porque no podía palidecer más.
Draco volvió la mirad a su amigo, furioso.
-¡Es una broma! – El castaño de ojos azules negó - ¡Tiene que ser una broma, es una sangre sucia!
-Que dirían los contribuyentes de tu fundación si expresarás tan libremente tu desprecio hacia los nacidos de muggles, esos a los que tanto dices ayudar – Dijo con Granger con voz burlona.
"Será perra"
-Tu tenías que estar casada con la Comadreja – Le reprochó a Hermione - ¿Qué haces con Blaise?
-Obviamente lo que no hice con Ronald Weasley – Puntualizó – Casarme.
Draco iba a escupir pestes de la "prometida" de su mejor amigo, pero el hombre en cuestión lo cogió del brazo y lo obligó a sentarse, mientras Hermione tomaba asiento al lado de su prometido.
-Cálmate Draco, te va a dar una apoplejía.
Draco miró a su amigo como si le hubiera salido otra cabeza.
-¿Por qué no te casaste con la Comadreja? – Preguntó de sopetón el rubio fulminando a la mujer.
-Ronald y yo salimos durante tres años, ya que es de tu interés – Dijo Hermione sin tensarse, ni enfadarse por el acoso – Pero rompimos, porque no… teníamos los mismos puntos de vista, y Ronald se fue con su hermano Charlie a Bulgaria a la cría de Dragones.
"Mierda, esto va en serio"
-¿Y como os… - Miró a Blaise, atragantado con la idea de preguntar una cosa tan horrorosa. Su mejor amigo y la sangre sucia – enamorasteis? – "Si es que existe tal cosa…", pensó inmediatamente.
Blaise tomó la palabra, mientras tomaba la mano de Hermione con una complicidad tan melosa que casi le revienta el bazo a Draco.
-Hermione y yo volvimos a coincidir hace un año en una fiesta de San Mungo, donde se celebraba la salida al mercado de la nueva versión de la poción crece huesos y ambos compartimos ciertos puntos de vista en común. No te hagas a la idea que esta mujercita me dejó hablar más de cinco minutos cuando me la encontré en la mesa de canapés – Rió con nostalgia – Pero no estamos en Hogwarts y la guerra ya acabó, así que después de una cuantas citas pasamos a temas más interesantes – Alzó las cejas seductor.
-¡Blaise! – Chilló ruborizada.
Sonaba tan cliché que a Draco le dieron arcadas, pero se contuvo.
-¿Y así quieres casarte? – Preguntó a Blaise directamente.
-Pues sí, no todos los días se encuentra una mujer que tiene la misma porción de físico e inteligencia, y créeme, mi vida no será nada aburrida en el matrimonio, ya está demostrado con hechos – De nuevo ese movimiento seductor que sugería mil cosas que hizo que el apetito de Draco cayese en picado.
-¿Y tu familia que piensa?
-¿La mía?
-No estoy hablando contigo, sangre su… - Se rectificó cuando recibió dos pares de ojos fulminantes – Hermione. – Casi se atragantó al pronunciar su nombre de pila. "La primera y ultima vez" casi rezó.
-Mi padre está bastante entusiasmado con la idea de que al final tenga una yerna a la que consentir, espero que ese perro viejo no intente ligársela – Bromeó – Y mi madre, bueno, ella mientras no caiga en picado los cromosomas Zabini en la próxima generación sería capaz de cruzarme con una giganta – Rió.
Entonces Draco recuperó la esperanza con la idea de que el valiente Potter iría con su armadura de caballero andante y arrebataría a "Eso" de los brazos de su amigo.
-¿Qué piensan Potter y tus amiguitos? – Preguntó socarronamente.
-Mañana dejaremos que nos entreviste Corazón de Bruja – Sonrió – Cosas de ser hijo del Ministro de Italia – Encogió los hombros sin darle importancia – así que ellos lo sabrán por esa fuente, y van a tener que aceptarme quieran o no.
Hermione sonrió.
-A Harry y a Ron no le importan con quien sea feliz, mientras sea feliz.
"Es tan dulce como vomitiva"
Draco rellenó su copa de vino y alzó la copa con una sonrisa burlona, aunque por dentro deseaba practicar su puntería con Granger y los cuchillos de la mesa.
-Felicidades Blaise… Hermione – Brindó.
La pareja respondió con una sonrisa encantadora.
-Gracias.
Continuará...
