0. Caminos separados.
- Que sepas que sigo viendo todo esto como una locura… Seguro que hay otras formas de recuperarla.
- Lo sabes tan bien como yo, no hay otra forma. Ella no va a venir, así que tengo que ir a buscarla.
- ¿Estás seguro que sabes lo que haces?
Me giré hacia mis dos compañeros que iban unos pasos por detrás de mí…
- No, no estoy seguro de nada… pero ya no hay vuelta atrás, me están esperando.
Nos detuvimos delante de la puerta. Sólo uno de los tres iba a cruzarla aquella noche, y lo haría para no volver, al menos, de momento. Realmente era consciente de todo lo que estaba a punto de dejar atrás. Después de todo, había pasado muy buenos momentos allí desde que conseguí graduarme como shinigami académico.
Estaba temblando de arriba a abajo… pero aquel no era momento para duda. Sabía perfectamente que la duda no tenía sitio en lo que estaba apunto de realizar, pues si existía, por pequeña que fuese, acabaría con toda esperanza de hacerla volver… Y a ella sí que la tenía bien presente.
Me giré de nuevo hacia mis acompañantes…
- Bueno, esto es un adiós.
- Nada de eso, es simplemente un hasta pronto – contestó la chica.
Me dirigió una sonrisa, y después me abrazó. Cosas como esta habían hecho que reculara más de una vez a la hora de tomar esta decisión, pero esta vez ya había llegado demasiado lejos, no había más pasos atrás.
- Más te vale que regreses. Hazlo tarde, pero hazlo – me dijo ahora el segundo acompañante – Has pasado mucho tiempo aquí, más de una persona te echará de menos.
- Bueno, no prometo nada… Además, cuando se enteren los altos mandos, no se me permitirá regresar. – contesté.
- Eso depende de los resultados que traigas – una tercera voz surgió de la oscuridad – ¡Defiéndete!
El shinigami del que procedía la voz salió disparado hacia mí, desenvainando su espada durante el desplazamiento, dispuesto a atacar. Con un rápido movimiento, tomé mi zampakutoh y la interpuse en su camino. Eso bastó para detener el ataque.
- ¿Qué significa esto? - pregunté.
- Tan solo quería cruzar unos golpes contigo antes de que te fueras, ¿tan malo es?
El recién llegado se separó y se dispuso a atacar de nuevo. Esta vez se movió con mucha más velocidad, y no pude defenderme, recibiendo así un corte en el brazo derecho…
- Esto es para que no olvides el lugar al que perteneces – me dijo el atacante, envainando la espada.
- Serás animal… Con una pulsera o similares me hubiera bastado – contesté bromeando.
- No, no te hubiera bastado – dijo el otro - ¡Cuídate!
Sonreí a mi compañero de división, mientras arrancaba un trozo de mi uniforme de shinigami para vendarme la herida…
- Sois unos imbéciles… En vez de apoyarme, lo único que hacéis es darme razones para que me quede – dije de pronto.
- Solo que nosotros sabemos que nada de lo que hagamos va a hacer que te quedes, así que es lo mismo – contestó uno de los acompañantes.
- Tres meses… - murmuré – En tres meses es posible que ya ni os podáis acercar a mí.
- ¿Tan peligroso es? – preguntó el shinigami que había llegado el último.
- Realmente no lo sé – respondí – Ella ha sido capaz de controlarlo por lo que se ve… Sólo espero que yo también lo sea.
- Eres fuerte, no te supondrá ningún problema cumplir tus objetivos – me dijo la chica.
Comprobé que todo estaba en su sitio, até bien mi espada al cinto, me desprendí de la insignia que me identificaba como oficial de la sexta división y la dejé suavemente en el suelo.
- Cuidaros mucho.
Me dirigieron una última sonrisa que no distinguí, pues ya me había dado la vuelta y había entrado en la Senkaimon para dirigirme al mundo real por última vez. Giré mi cabeza y descubrí que Rido, Krunz y Ger, ya no estaban allí. Cerré los ojos y sonreí.
Unos minutos más tarde llegué a mi destino, y una voz me sorprendió:
- Llegas tarde.
- Ha costado abrir la puerta – le respondí – Supongo que no sabe nada, ¿verdad?
- No, no tiene ni idea – me dijo mirándome a los ojos – Pero a partir de ahora, ocultárselo o no, es responsabilidad tuya.
- Perfecto. ¿Nos vamos?
Me vinieron a la mente todos aquellos acontecimientos que tuvieron lugar no hacía mucho…
Dos antiguos shinigamis, compañeros de división habían regresado a la sociedad de almas. Entre esos dos shinigamis estaba ella, quien no solo había sido compañera de división y había compartido conmigo incontables misiones en el mundo real, sino que había sido mi pareja desde la academia y siempre habíamos estado muy unidos.
Había desaparecido de repente y nadie tenía ni idea de donde se había metido, lo que me había dejado hundido y desesperado, luchando incansablemente por encontrarla y saber qué había pasado. Todos mis esfuerzos resultaron inútiles, hasta que ese día volvió, como si nada hubiera pasado.
Realmente no había cambiado nada: sus ojos dorados seguían siendo los ojos dorados en los que me había perdido en más de una ocasión, su pelo rubio seguía igual, quizás un poco más largo, pero igual al fin y al cabo, y su figura y su belleza me parecieron incluso más acentuadas que antes de que se fuera, seguramente debido al tiempo que llevaba sin verla. Todo parecía estar bien, ya tendríamos tiempo para hablar de lo que había pasado. Ahora había vuelto y volveríamos a estar juntos… o eso creía yo.
Lo que sucedió a continuación me dejó clavado en el suelo. Ella pasó por mi lado como si nunca me hubiera conocido, evitando cruzar la mirada y dirigiéndose a las dependencias del capitán de la sexta división. ¿Qué estaba pasando? ¿Y por qué no llevaba puesto su traje de shinigami?
No tuve tiempo para encontrar respuestas, pues minutos después un ejército de hollows atacaba la sociedad de almas sin causa aparente. Entre ellos, algunos menos grande, de los cuales, los "compañeros" recién llegados se deshicieron con suma facilidad, y no sólo por sus habilidades como shinigami, que siempre habían sido excelentes.
Eso es, contaban con nuevas armas. Nuevas armas imposibles de obtener para un simple shinigami. Fue entonces cuando oí por primera vez hablar del ejército de las máscaras. Fue entonces cuando escuché por primera vez la palabra "Vizard". Fue entonces cuando comprendí que Kaede, oficial de la sexta división de la sociedad de almas y Koe, ex-oficial de la misma división y actual vizard, ya no corrían por el mismo camino.
