LIBRO UNO
De sombras y de muertos
"… En él había muerto la autoridad; ya no tenía razón de existir…"
Las estrellas nunca antes se habían mostrado tan frías y distantes como hasta esa noche, pasaría de la una de la mañana cuando el inspector regresó mecánicamente al puesto que ocupara desde hacía rato en el puente del Sena.
Solo la oscuridad del sepulcro le acompañaba esa noche, la misma que había quedado sumido en un remolino incontrolable de preguntas existenciales sobre sí mismo, sobre la ley que tanto defendía sobre Jean Valjean… Ni un alma se veía a esas horas por la calle, las nubes ocultaron de pronto las estrellas dando al cielo un aspecto mucho más siniestro del que ya de por sí tenía.
Bajó él la oscuridad del río, el rugir de las aguas, junto a él solamente sombras, sombras y nada más. Sin pronunciar ni una sola palabra el inspector de policía se quitó lentamente su sombrero dejándole a un lado en la barandilla después apareció de pie cuan alto era sobre el parapeto, una sombra tan negra como un fantasma sacado a esas horas del descanso para penar y atormentar a los hombres… El Sena seguía su implacable cause muy por abajo, como una invitación tenebrosa para terminar de una buena vez con todo…
Una inclinación hacia el río como aceptando que el momento había llegado y después… uno con las tinieblas…
…
¿Y ese fue el final? Oh no, mi querido lector me temó que era el comienzo…
…
-¡Sacré bleu!
Los gendarmes de policía que se encontraban a esa hora en la comisaría no pudieron evitar girarse al escuchar el portazo que habían dado al fondo del lugar. El maestro estaba ahí y estaba de muy mal humor.
¡Se ha escapado!- gritó una voz masculina con un fuerte acento de mando- ¿Dónde está?
Un hombre enfundado en una capa café muy oscura salió con el bastón aun en la mano seguido de un pilluelo que se protegía lo mejor que podía de los posibles golpes del hombre.
El guardia de la puerta negó con la cabeza, no había visto salir a nadie, bueno solo a un hombre más apenas unos minutos antes.
Solo pasó un inspector- comentó el joven gendarme- Estaba escribiendo algo.
El hombre del bastón tomó la aparente carta finamente doblada.
Al señor prefecto- releyó la letra en el papel- ¡No mozalbete!-gruñó mientras guardaba el papel en su bolsa del abrigo aunque no fuera dirigida a él- ¡Me refiero a mi sospechoso! ¡A nuestro homme!
El guardia volvió a negar con la cabeza el doble de desconcertado mientras el pilluelo pasaba junto a él asomándose a la calle.
¡Monsieur!- llamó el pilluelo- ¡Ahí va, por la plaza del Chatelet!
August, no me hagas perder el tiempo y síguele- ordenó el hombre del bastón corriendo detrás de su joven acompañante…
…
August pasó la plazuela y llegó hasta el puente donde al estar aun a cierta distancia confundió la figura alta y negra que saltaba en ese momento al río con la figura negra por la capa que usaba que había doblado en la esquina evitando ser visto por quien hasta hacia unos segundos estaba en el puente.
¡Monsieur!- gritó August- ¡Saltó al río!
El hombre del bastón al ser de más edad tardó un poco más en llegar pero pese al paso de los años en él su vista seguía siendo de halcón lo que le permitía ser el número uno en el negocio.
¡Merde!- gritó solo aguzar la vista- ¡Ese no es nuestro hombre! ¡August, pilluelo!- lanzó un bastonazo contra el jovenzuelo- ¡Debemos salvar a ese hombre!
¡Pero Monsieur el agua es muy fuerte!- el niño ya se imaginaba nadando en ese remolino- ¡Ya se debe haber ahogado!
El bastonazo por fin llegó a la cabeza del pilluelo haciéndolo lloriquear.
¡Por algo yo soy el que piensa!- le gruñó sabiendo que el tiempo estaba en su contra si deseaban salvar a ese pobre infeliz que estaba siendo devorado por el Sena- ¡Contrapesos, enfant!
August tragó saliva, esa noche le iba a tocar de todas maneras baño…
…
¿Eso se sentía la muerte? Un momento… ¿la muerte se sentía? Y si estaba muerto ¿por qué estaba pensando? Porque… ¿lo estaba haciendo, cierto?
Monsieur…- escuchó que le hablaban aunque no reconocía de quién se pudiera tratar- usted ha arruinado mi investigación policiaca…
Estaba demasiado agotado como para poder contestar, a lo único que atinó fue a abrir muy lentamente los ojos.
Sin entender el cómo o el por qué estaba recostado en una cama entre blancos y perfumados almohadones mientras un hombre maduro le observaba inquisitivamente desde una esquina sentado cómodamente en un sillón color vino de orejeras.
El bastón del caballero estaba apoyado junto a la pata derecha y descansabrazos del sillón. Parecía que sonreía aun con la pipa en los labios.
¡Oh mon Dieu!- ahora fue una voz femenina la que se dejó escuchar.
El hombre maduro carraspeó como un niño descubierto en falta.
No grites, Sophie ¿No ves que ya se despertó, Monsieur?- la ironía se podía oler a metros de distancia.
Sophie resopló indignada entrando a la habitación.
Por eso mismo os reprendo- musitó molesta pero bajando obedientemente el tono de voz- ¿No será mejor que busquéis a August para que jueguen? ¡Mira que arrojar al pobre a las aguas en plena madrugada!
El hombre del sillón se levantó gruñendo.
Monsieur, no le crea nada de lo que le diga- dijo regresando su atención a la pipa- las femmes hablan de más.
El inspector había observado en silencio toda la escena no se sentía con las fuerzas suficientes tan siquiera para preguntar qué había pasado, además la dama que se había quedado en la habitación no dejaba de lanzar una mirada asesina a la puerta aun cuando el hombre del bastón ya se había retirado y sus risotadas se habían dejado de escuchar por lo que parecía el pasillo y posteriormente las escaleras.
No fue hasta que un portazo indicó que tanto la pipa como el caballero se habían ido que Sophie regresó su atención al hombre en la cama.
Excusez-moi, Monsieur- se disculpó la joven dama- pero oncle François solo está acostumbrado a tratar con rufianes y malhechores- arrugó elegantemente la nariz ante su propia ocurrencia.
La cabeza le martilleaba, tal vez realmente sí había muerto y esto era el infierno…
Continuara…
