Antes que nada, necesito aclarar los siguientes puntos...

Primero: la presente lectura es una historia que me encontré un día en el sitio web de "Pastebin", por parte de un usuario perteneciente al fandom angloparlante. Me gustó tanto que quise compartirla con mis queridos hermanos de habla hispana.

Segundo: debo recalcar que, tanto ustedes como yo, no soy bueno hablando inglés. Pero gracias al cielo, tenemos el traductor de Google. Eso, junto con mis conocimientos básicos de traducción, y una que otra investigación de términos en inglés, he logrado adaptar ese enorme one-shot a una lectura por capítulos para el idioma español.

GRACIAS

P. D.: Una vez que hayan terminado de leer, les hago la más atenta invitación para que dejen su review, ya que soy alguien que busca mejorar en base a la retroalimentación. De antemano, si quieren pueden hacer lo mismo con las demás historias que tengo en mi perfil.


The Loud House y los personajes representados son propiedad intelectual de sus respectivos autores

Historia original de Yaridovich23

Traducción y adaptación al español hecha por mí


CAPÍTULO I

Lucy no era consciente de ello, pero Lincoln estaba nervioso mientras ella crecía. Con sólo tres años cuando nació, estaba emocionado de no ser el más joven de la familia. A medida que él y Lucy crecían, empezó a sentirse más responsable de su única hermana menor (bueno, hasta que Lana y Lola vinieron). Él la cuidaba, como si fuera una pequeña niñera. La amaba, y ella lo amaba también. Él "cuidaba" más a esa pequeña morena que Lori. Cuando ella empezó a caminar, era el único deber de Lincoln de seguir a su alrededor, asegurándose de que no se metiera en nada malo o se golpeara su cabecita. Tanto los padres como las hermanas mayores de Lincoln encontraban infinitamente adorable en lo tan protector que era Lincoln. Él estaba allí para todos sus principales hitos, como su primera palabra, junto con sus primeros pasos.

Lucy adoraba tanto a su hermano. Ella tendía a ser la más tranquila con Lincoln, por lo general sentado a su lado cuando la familia estaba todos juntos, ¡parecía que lo prefería sobre su propia madre! Cuando ella había comenzado a formar oraciones, lo había bautizado felizmente a Lincoln como "El Mejor Hermano Mayor de todos los tiempos" por sus acciones...

Para cuando cumplió los tres años, estaba nerviosa por comenzar el preescolar. Incluso entonces, siendo el único muchacho, Lincoln tenía su propia habitación. Había abierto la puerta nerviosamente. En aquellos tiempos, Lincoln no estaba tan hambriento de intimidad, sin importarle que sus hermanas vagabundearan por su habitación. Sin contar que no estaba tan adentrado en la etapa en la que leía con su ropa interior, todavía.

‒ ¿L-Lincoln? ‒ Ella llamó.

Era bastante callada y tímida antes de que la fase gótica la llevara más lejos.

‒ ¿Puedo preguntarte algo...?

Lincoln, que estaba leyendo cómics, miró a su hermana menor y le sonrió:

‒ Claro, Lucy, ¿qué pasa?

Puso el cómic a un lado y dio unas palmaditas en un punto en la cama junto a él, lo que llevó a Lucy a tomar la iniciativa.

‒ Yo... ¿Cómo es el preescolar? ‒ preguntó ella.

Estaba a punto de empezar la semana siguiente, y francamente estaba nerviosa. Ella nunca había pasado largos períodos de tiempo lejos de su familia, ¡por lo que este nuevo desarrollo la desconcertó!

‒ ¿Es... aterrador?

Lincoln sonrió y rodeó a su hermana con un brazo, acercándola. ‒ No voy a mentir, da un poco de miedo al principio. Pero no tienes por qué preocuparte, Luce. ‒ le aseguró, acariciándole el hombro. ‒ Conoces a Clyde, ¿verdad?

‒ ¿Si...?

Por supuesto que lo conocía. Por triste que fuera, era el único amigo de Lincoln fuera de la familia. Incluso en una edad tan temprana, Lucy se preguntaba por qué su hermano no tenía más amigos. Preguntas que suponía que serían respondidas para más tarde.

‒ ¿Por qué?

‒ Bueno, ¡en el preescolar es donde lo conocí! ‒ contestó Lincoln. ‒ ¡Y hemos sido amigos desde entonces!

Lucy inclinó la cabeza. ‒ Ya veo, pero, ¿qué tiene eso que ver conmigo?

Sobra decir que en esa etapa, no era tan brillante como lo había llegado a ser a los ocho.

‒ Porque te va a pasar lo mismo, lo sé. ‒ declaró Lincoln. ‒ ¡Harás un montón de amigos que estarán ahí para siempre, como Clyde conmigo!

‒ ¿De verdad lo crees? ‒ preguntó Lucy, golpeando sus manos en un estilo excitado.

En aquel momento, Lucy todavía no tenía amigos. Sólo a sus hermanos. ¡Por supuesto que ella los quería muchísimo! ¡Especialmente a Lincoln! Pero ella realmente quería más amigos fuera de la familia.

‒ ¡Yo sé que sí! ‒ dijo Lincoln, lleno de confianza. ¡Él sabía que su hermana menor sería un éxito con los otros niños!

Lucy sonrió y le dio un abrazo a su hermano. ‒ ¡Gracias, Lincoln!

A pesar de la charla que Lincoln le había dado, todavía se sentía nerviosa, especialmente el día en que todo empezó. Como su año escolar comenzó un poco antes que el de Lincoln, él se fue con ella y su mamá, sosteniendo la mano de su hermana y actuando como comodidad. Mamá no pudo evitar sonreír a sí misma. Estaba tan feliz de que Lincoln estuviera tan involucrado en su hermana pequeña así. ¡Era tan dulce!


Más tarde, durante ese año, mamá dio a luz a un par de gemelas, que ella y su papá llamaron Lana y Lola. Lucy estaba emocionada cuando mamá había anunciado por primera vez a otro bebé, pero... cuando se acercaba su fecha de parto, Lucy empezó a preocuparse. Todos los demás, incluso Lincoln, estaban emocionados por el bebé. ¡Ahora había dos!

"¿Qué pasaría si... si me olvidaran?"

Estaba acostumbrada a compartir la atención, por supuesto, ¡pero ya no era la más joven!

Se sentía mal por estar celosa, pero las olas de envidia la recorrían mientras miraba a sus hermanos mayores y a sus padres a las mellizas, maravillándose con su lindura de bebé.

Decidió escabullirse, dirigiéndose a la habitación que ella y Lynn compartían sin que nadie la notara. Se sentó en su cama, resoplando y llorando en su almohada.

"¿Qué voy a hacer? ¿Acaso me van a abandonar ahora? ¿Sería Lincoln capaz de echarme a un lado por los gemelos?"

‒ No es justo... ‒ murmuró, ahogada por la bolsa de pelusas.

‒ ¿Qué no es justo? ‒ preguntó una voz.

Lucy se sobresaltó, sorprendida por el repentino ruido. Volvió la mirada para ver a un Lincoln preocupado junto a su cama.

‒ ¡Cielos, Lincoln! ¡Me espantaste!

Ahh, las ironías de la vida.

‒ Lo siento. ‒ dijo, sentándose en la cama junto a su hermana que resoplaba. ‒ ¿Qué está pasando? ¿Por qué estás aquí llorando?

‒ ¿Eso importa? ‒ Lucy respondió, sonando amargada. Ella era mejor que esto, sólo se sentía tan molesta. Tan traicionada. ‒ ¿Por qué no vas a ver a las gemelas un poco más?

Lincoln frunció el ceño pesadamente, colocando una mano reconfortante en el hombro de Lucy.

‒ Por supuesto que importa, Lucy. Dime... ¿Estás celosa de las gemelas?

Lucy enterró la cara en la almohada. ‒ ¿Soy tan obvia?

Lincoln asintió con la cabeza. ‒ Sí... Bueno, un poco. Y... Sé exactamente cómo te sientes.

Lucy hizo una pausa, luego tomó su rostro de la almohada y miró a Lincoln. ‒ ¿De verdad? ¿Cómo?

Lincoln se rascó la parte posterior de la cabeza, antes de volver a responder:

‒ Bueno... ¡también estaba en esta situación...! Contigo. ‒ Tras esa declaración de la persona que más quería, Lucy lo miró con curiosidad. ‒ Quiero decir... Tienes que darte cuenta, yo era el más joven, ¿verdad? Yo era el bebé de la familia, la gente que tendía a dote.

Aunque no tanto, por supuesto.

‒ ¡Me encantaba toda la atención de mis padres y mis hermanas mayores! Para cuando mamá y papá dijeron que iban a tener otro bebé, ¡estaba emocionado! Pero, cuando llegaste... estaba asustado, parecía que nadie tenía tiempo para mí.

¡Lucy no tenía ni idea de esto! Ahora, la amargura que antes sentía... fue reemplaza por la culpa

"¿Estuvo bien eso?"

‒ Bueno... ¿Qué hiciste?

Lincoln se encogió de hombros.

‒ Nada, ¡no tenía que hacer nada! ‒ Lucy todavía parecía confundida. ‒ Sí, obtuviste mucha atención, lo que vi como mi única atención, pero a medida que crecías, las cosas empezaron a ser como antes, y sobre todo..., ‒ el chico le dirigió una sonrisa y la sujetó de sus hombros mientras se acercaba a su mirada ‒...tenía una nueva hermana por amar. ‒ dijo, tocando a Lucy en la nariz. ‒ Y la he querido mucho desde entonces, y esto es lo que va a pasar con Lana y Lola. Sí, ellas estarán recibiendo la mayor parte de la atención por un tiempo, pero las cosas se equilibrarán pronto, ¡y tendremos dos nuevas hermanas con quienes jugar! ¡Y yo nunca jamás te abandonaría! ‒ dijo, frotando la espalda de su hermana.

Quizás Lincoln no era un terapeuta, pero era el mejor a la hora de aliviar problemas que tenía con sus hermanas, por más simples que fueran; sabía cómo se sentían ellas y Lucy, y aparte tuvo una conversación similar con Lynn a su misma edad.

Lucy volvió a hincharse de alivio, limpiándose la nariz con la parte posterior de la manga. ‒ Gracias, Lincoln. ‒ Le dio a su hermano un cálido abrazo. ‒ Te amo...

Lincoln sonrió, abrazando a Lucy. –También te amo, Luce.

Hubo una pausa, en donde los dos hermanos estaban apenas abrazados. El calor del momento era tranquilo y reconfortante, que podrían quedarse así para siempre...

De repente, Lucy rompió el silencio:

‒ Oye, Lincoln...

‒ ¿Sí?

‒ ¿Te puedo preguntar algo?

‒ Sí, claro.

‒ ¿De dónde vienen los bebés?

Ante esa pregunta, el niño simplemente se quedó anonadado. Lincoln tenía el deber de decirle siempre lo que sabía, aunque fuera por simple que fuese el asunto, pero esa simple pregunta lo dejó procesándose así mismo.

Abrió la boca, hizo una pausa y luego la cerró.

‒ Yo... no lo sé.

"Creo esa pregunta se las diré a mamá o papá para más tarde..."


El año siguiente, cuando Lucy tenía cuatro años y Lincoln tenía siete años, las palabras de sabiduría de Lincoln se hicieron realidad. Las cosas se habían equilibrado de nuevo, y Lucy adoraba a sus hermanitas, disfrutando de ayudarlas o jugar con ellas cuando podía. Sin embargo, un nuevo problema surgió con Lucy; esta vez con la escuela. A diferencia de los gemelos, el consejo de Lincoln aquí estaba mal. Había gente pudiera hablar con Lucy, sí, pero no tenía amigos reales. Nada como lo que Lincoln y Clyde tenían.

Se sentó en el sofá, abatida. Ella se sentía más deprimida, así como lo había hecho con más frecuencia últimamente, incluso sus hermanos le tomaron un poco de atención, dándole aliento y palabras de ánimo ante... lo que fuera que le sucediera. Pero nadie era tan útil como Lincoln. Entró en la sala de estar, tomando nota del estado de ánimo de Lucy. Ni siquiera estaba viendo televisión o algo así.

‒ ¿Luce, estás bien? ‒

Se sentó junto a su hermana.

‒ Sí, estoy bien. ‒ ella mintió. Ella realmente no quería molestar a nadie con sus problemas.

‒ Por favor, Lucy. Ya sé cuándo te estás triste y cuándo no. Vamos, cuéntame. ‒ Lincoln presionó sobre el asunto de su hermanita, sólo queriendo ayudarla.

Lucy suspiró. A veces, sentía que la inteligencia de su hermano podría ser molesta. ¡Era una bendición y una maldición para ella!

‒ Es sólo que... nunca hice amigos en la escuela preescolar... Y pronto estaré empezando el kindergarten... ¿Y si pasa lo mismo?

Lincoln suspiró, pasándose una mano por el pelo. Intentó pensar en qué decir, en verdad lo hizo. Quería ayudar a su hermana, pero... no siempre tenía buenos consejos.

‒ Yo... Estoy seguro de que no, Lucy. Solo tienes que intentar, eso es todo lo que puedo decir...

Se sintió mal por ello. Quería darle consejos sabios como un viejo místico de una película de fantasía.

‒ Ya... ya veo. ‒ Era todo con lo que Lucy respondió. A veces olvidaba que Lincoln no era una solución fija para todos sus problemas. A pesar de que realmente le parecía a veces.

Lincoln mordisqueó su labio inferior en pensamiento. Miró alrededor de la habitación y vio una película que alguien dejó expuesta en el mueble de la televisión, una que era particularmente bien conocida por todo el mundo, con excepción de Lucy en esos momentos.

Quizás no era un experto en darle consejos a los demás, pero lo que si sabía hacer bien era sugerir alguna actividad como un modo de distracción, y eso era una clara ventaja para él, en especial cuando lidiaba con los problemas de Lucy.

‒ Oye, ¿qué tal si vemos una película? Así nos quitamos esas cosas de las cabezas ‒ Él sugirió, mientras se paraba para recoger la película de su sitio y enseñársela.

‒ ¿Cuál película? ‒ preguntó Lucy. No estaba realmente de humor para una, pero supuso que no podía empeorar las cosas.

‒ "La pesadilla antes de Navidad." ‒ Él respondió mientras volvía a sentarse con su hermana.

‒ Hmm... No creo haber visto esa... ‒ comentó Lucy.

‒ Bueno, en ese caso vale la pena que la veas, ¿no? ‒ exclamó Lincoln, con un tono inquisitivo, y algo juguetón.

A Lucy le fascinaba el hecho de ver o presenciar algo nuevo... y si era junto a su hermano mayor, mucho mejor. Aunque, debía de admitir que esa película la inquietaba un poco. Sonaba un poco aterradora, ¡incluso con la Navidad en el título! Pero a medida que la película continuaba... ella se encontraba disfrutándola. Al final, ella miraba fijamente la película mientras Jack y Sally se besaban, mientras estaba escuchando la respiración tenue de su hermano, con la cabeza inclinada contra su hombro.

Después de que la película terminara, Lincoln se levantó con cuidado y procedió a guardar la película. Ella lo miró, sonriendo. Quizás su hermano no era bueno para arreglar sus problemas, pero siempre lograba levantarle el ánimo, aún si no lo demostraba.

‒ Gracias por hacer eso conmigo, Lincoln. Me gustó mucho.


Haciendo un avance rápido de tres años. Lucy tiene siete años y Lincoln diez. Fue en este punto que Lucy comenzó en su fase gótica. Había pedido a sus padres que toda su ropa futura fuera negra y, afortunadamente, ella ya tenía el pelo negro, así que no tenía que teñirlo. Rita y Lynn Sr. gustaban de permitir la libertad de sus hijos para expresarse. Y, parecía bastante inofensivo, así que ¿por qué no?

Sin embargo, el cambio era casi desconcertante. Rápidamente pasó de la tímida pero alegre niña a la "Sra. Oscuridad y Perdición". Era dudoso por lo fácil que era todavía hacerla sonreír, y más su por su apreciación de la cultura. Sus suspiros dramáticos y diatribas sobre lo vacío que estaba parecía más por efecto que cualquier otra cosa. "La pesadilla antes de la Navidad" le dio inicialmente interés en lo oscuro y espeluznante, y la lectura de un poema de Edgar Allan Poe en la escuela comenzó con la pelota haciendo una carrera loca por la colina en su fase actual.

‒ Lincoln.

Eso... fue la desventaja de esta transformación. Lucy tenía una tendencia a sorprender a la gente y hablarle directamente en su oído, asustándola fuera de sus cabales.

"¡Diablos! ¿Cómo se las arregló para conseguir ser tan buena para esconderse de la vista de alguien?"

El chico se apoderó de su pecho, su corazón estaba martillando en tiempo extra.

‒ ¡Cielos, Luce, me has asustado!

Lucy se encogió de hombros de un modo algo apologético.

‒ ¿Qué necesitabas?

Lucy hizo un gesto con la cabeza hacia arriba, hacia las rejillas de ventilación.

‒ Yo estaba en mi camino a los respiraderos profundos y oscuros para escribir mi poesía, que me recuerdan mucho a mi alma agonizante.

Ella sentía la necesidad de recordar a la gente esto a menudo.

‒ Me preguntaba si querías acompañarme.

A Lucy siempre le había gustado pasar tiempo con Lincoln. Más que cualquiera de sus otras hermanas. Nunca se atrevía a decirlo en voz alta, pero él era su favorito de todos. Aparte, ella había notado algo. Parecía que realmente le gustaba pasar más tiempo con él recientemente. Casi era como una necesidad. Cuando estaba a su alrededor, casi instantáneamente se sentía más feliz y tranquila, y sentía que unas cigarras se arrastraban en su estómago. Era un sentimiento extraño, desconocido... pero le gustaba.

Lincoln sonrió y asintió.

‒ Claro, suena divertido. ‒ Le dio unas palmaditas en la cabeza de su hermana, perdiendo la pequeña sonrisa que emitió al hacerlo. Los dos entraron en los respiraderos, arrastrándose por los pasajes fríos. Lincoln siguió a Lucy hasta que los dos se encontraron con un pequeño campamento con papeles, plumas, un libro de las obras de Poe y una linterna.

‒ Vaya, estás realmente preparada, ¿eh?

‒ Es mi santuario, mi habitación lejos de mi habitación. ‒ Lucy respondió, acurrucada por los suministros. ‒ Nadie más sube aquí, así nadie más se mete con mis cosas.

‒ Bueno, eso es inteligente de tu parte.

Lincoln procedió a ver cada una de las cosas, sentado junto a su hermana. Luego una duda lo invadió:

‒ Oye, ¿no sería un dolor el tener que transportar todas estas cosas de un lado a otro? ¿Y esto? ‒ Él notó un pedazo de papel con algunos escritos que se encontraba a la vista. ‒ ¿Estás en medio de algo?

‒ Oh. Eso. ‒ dijo Lucy, recogiendo el pedazo de papel. ‒ Sí, es mi último poema, ¿te gustaría oírlo?

Lincoln asintió y Lucy se aclaró la garganta, antes de leerlo:

En las venas de esta casa.

Sigo en silencio como una rata.

Se sentirá mi corazón como brea.

Hasta que salga de esta Tierra.

"Guau. Eso fue... oscuro. Aunque no es diferente a lo que Lucy suele escribir."

Lincoln sonrió. ‒ ¡Me gusta, Luce! Fue muy... intenso.

"Espero haber dicho la palabra correcta."

Lucy tuvo que luchar contra el impulso de sonreír. ¡Ella tenía una apariencia que mantener al día!

‒ Gracias, Lincoln, ahora intenta. Ella le entregó una pluma y papel.

‒ Oh. Ahh... Esto no es realmente mi traje fuerte, Luce...

Era verdad. Nunca había sido poeta, ni escritor. O mucho de cualquier cosa, de verdad.

‒ Vamos... Todo el mundo tiene que empezar en alguna parte. Solo un poema. ¿Por favor?

En este punto, ella enfatizó esa petición en un tono casi suplicante. No quería que se marchara, y hasta deseaba poder darle los clásicos ojos de perrito. Ahh... las cosas que sacrificó por ese corte de pelo.

Lincoln suspiró y dijo:

‒ Está bien, está bien. Solo uno.

Miró hacia el papel en sus pensamientos, extrañando la pequeña sonrisa de Lucy. Le tomó unos veinte minutos más o menos escribir algo, en el que Lucy simplemente se sentó y lo miró con las manos cuidadosamente plegadas en su regazo.

‒ Está bien... creo que tengo algo. Aquí va... ‒ dijo Lincoln, aclarándose la garganta.

Me siento mareado, me vuelve loco.

En mi mente, siempre estoy tan tosco.

Tener diez hermanas no siempre es una fortuna.

Pero no importa, las amo y a cada una.

Para cuando terminó, el chico de cabello blanco parecía mantenerse tímidamente ante su hermana. De una u otra forma, no podía dejar de sentir que quizás no estaba en el mismo ritmo que ella.

‒ Lo siento, realmente no soy bueno en esto... ‒ dijo, rascándose la nuca.

Como si fuera algo profético, Lucy no pensó de buena gana él no logró captar la idea:

"¡Esto se supone que debe ser deprimente! ¡Pero terminó siendo dulce!"

Sin embargo, no podía estar molesta con él por eso. Por lo tanto, optó por demostrarle su apoyo:

‒ No, no. Fue bueno, Lincoln.

Ella se acercó y le dio un abrazo.

‒ Yo también te amo, hermano. ‒ Ella zumbó en su oído.

Lincoln sonrió y le devolvió el abrazo.


Más tarde ese año, Halloween se estaba acercando. Lucy, quien ahora se molesta porque no era el día en que nació, estaba teniendo un pequeño problema. ¡Parecía que nadie en la casa sabía de qué se trataba Halloween! ¡Se trataba de cosas terroríficas! ¡Cosas que provenían de la noche! Ninguna de sus hermanas parecía darse cuenta de que, sin duda, sus trajes de Halloween no mostraban ese espíritu festivo.

Lily, aunque estaba fuera de su poder, iba en un traje de ardilla de cuerpo entero, Lisa era Albert Einstein, Lola era una princesa, aunque eso no era una gran diferencia con su atuendo normal. Lana, al menos, iba como un monstruo de basura, aunque todo el mundo sabía que era una excusa para correr toda la noche toda sucia. Lynn era un jugador de fútbol, básicamente, llevando puesto su uniforme regular. Luan era un comediante, ¿quién lo diría? Luna era una estrella de rock, así que usaba su ropa habitual, y Leni era gatita "atractiva", mientras que Lori se saltó el proceso del "dulce o truco" para ir a una fiesta.

Los únicos que quedaban eran Lucy y Lincoln. Lincoln no le había dicho a nadie, excepto a sus padres, de quién iba a estar disfrazado. Si Lucy tuviera que adivinar, de seguro iba a estar disfrazado como el héroe de "Ace Savvy", del que seguía hablando sin parar. En cuanto a ella, bueno, ella iba disfrazada como Lydia Deetz. ¡Ella sólo se había metido de lleno con Beetlejuice, y ya quería que ir vestida como ella!

Todo el mundo estaba listo y ganduleaba por la casa, excepto por Lincoln. Fuera lo que fuese, necesitaba la ayuda de mamá arriba. Lucy estaba arriba en su cama, completamente vestida y sentada en su cama. Estaba en el medio de un dilema por adivinar lo que podría estar pasando, y más aún cuando él sólo le dijo que era una sorpresa para ella. Cuando de pronto la puerta de su habitación y de Lynn se abrió de golpe, acabó por sorprender a Lucy. Un grito loco resonó desde la puerta.

‒ ¡Luce, es la hora del espectáculo! ‒ oyó a Lincoln gritar.

Lucy dejó escapar un jadeo de sorpresa inusitada. De pie en el umbral de la puerta estaba Lincoln, completamente vestido como Beetlejuice; ¡el traje, el maquillaje, el pelo! ¡Incluso tenía los dientes de color verde! Se levantó de la cama, cerrando rápidamente la brecha entre ellos.

‒ Lincoln, tú... Te pareces a... ‒ Ella se calló.

Lincoln se puso una amplia sonrisa. ‒ Me veo bien, ¿eh? Mamá me ayudó con todo el maquillaje y esas cosas. ‒ Posó una o dos veces, mostrándole a Lucy su disfraz.

‒ Yo... Sí. ¿Pero tú... lo hiciste... por mí? ‒ Por alguna razón, Lucy ya estaba sintiéndose algo nerviosa y no tenía ni idea del por qué ‒ ¿Es eso cierto?

Lincoln asintió. ‒ ¡Puedes apostarlo! Cuando descubrí de qué ibas disfrazada, decidí que quería vestirme junto contigo. ‒ Se rascó la nuca. ‒ Quiero decir, espero que esté bien...

Lincoln recibió una respuesta con un abrazo sorprendentemente fuerte de Lucy, que casi lo hace caer al suelo. ‒ ¡Está más que bien, me encanta! ‒ sonaba extrañamente atolondrada, había pasado un tiempo desde que hablaba así. ‒ Gracias, Lincoln, esto significa mucho para mí.

Lincoln rió entre dientes y devolvió el abrazo. Pudieron permanecer así por un tiempo indefinido, pero los dos saltaron un poco cuando oyeron el ruido de una cámara y fueron cegados por un destello. Estando de pie en el pasillo estaba mamá con su cámara, sonriendo a los dos.

‒ ¡Uy, ustedes dos se ven muy preciosos! ¡Perdón, pero tuve que conseguir una foto! ‒ ella rió mientras los dos niños se sonrojaban un poco.

El resto de la noche fue genial para los dos, especialmente para Lucy. Prácticamente no soltó la mano de Lincoln cuando recorrieron el vecindario, y recolectaron una gran cantidad de caramelos gracias al juego de disfraces. Cuando se fue a la cama más tarde esa noche, consiguiendo llenarse de dulces, Lucy soltó unos de sus acostumbrados suspiros, pero esta vez con satisfacción.

Ya sabía lo que implicaba esa sensación, y más aún cuando sintió a esas arañas empezando a gatear en su estómago de nuevo.

Ella estaba enamorada de su hermano... y le gustaba.

Lucy albergaba estos sentimientos dentro de ella. Ella sabía que no era correcto, amar a un hermano como él, ¡pero ella no podía evitarlo! Ella guardaba un frasco apretado en ella, ya que no podía decirle a nadie; ella ni siquiera insinuó acerca de ello en cualquiera de sus poemas, por si acaso.

Pasaron los meses, y Lucy trató con sus sentimientos de la única manera en cómo ella sabía hacerlo. Simplemente pasaba más tiempo con Lincoln. ¡Ella no podía luchar contra sus sentimientos, ella no quería! Se sentía tan feliz, tan segura cuando estaba con su hermano. Se dio cuenta de que pasó más tiempo con él que de costumbre, lo cual ya era mucho decir. ¡Era como si estuvieran conectados en la cadera!

Por supuesto, Lincoln ni siquiera consideraba los verdaderos sentimientos de Lucy por él. Sólo se limitaba a pasar grandes momentos con ella, sin imaginarse que el amor que sentía por él era algo más intenso.


FIN DEL CAPÍTULO I